Después de que algunos empresarios del sector químico se quejaron del paquete fiscal aprobado en la Cámara de Diputados, el titular del Ejecutivo respondió con dureza y dijo que no está pidiendo sacrificios extremos a las empresas de México, “ni que paguen más que lo que paga un dentista o un empleado”.
Tras aclarar que el “golpe” fiscal para 2010 no es de 320 mil millones de pesos, sino de casi 400 mil, el Presidente señaló ayer que “está bien que los empresarios tengan actividades filantrópicas, patrocinen eventos deportivos y culturales y nos regalen equipos médicos, pero también que paguen aunque sea una parte de los impuestos”.
En la apertura del Foro Nacional de la Industria Química, Jesús García Said, presidente de la asociación nacional del ramo, había expresado preocupación por el paquete fiscal aprobado por la Cámara de Diputados y demandó que el Senado de la República revise los aspectos que afecten la competitividad e inhiban las inversiones y el empleo en México.
También pidió al mandatario revisar el gasto público, en particular el gasto corriente, y que también apliquen medidas de austeridad estados, municipios y los otros poderes.
En un discurso que hizo recordar el que pronunció ante los 300 “Líderes más influyentes de México”, en septiembre de 2007, cuando les reprochó que habían construido fortunas sobre la sangre y dolor de los mexicanos, Calderón adelantó que hablaría con “claridad y franqueza”, luego de escuchar el reclamo de García Said.
No obstante que la propuesta original del gobierno federal incluía, precisamente, aplicar un impuesto de 2 por ciento a alimentos y medicinas para los pobres, el michoacano responsabilizó a los empresarios de exigir esos cobros.
“Lo que me parece inaceptable es que haya grandes corporativos que le exigen al gobierno que recorte su gasto, y el gobierno lo recorta; que le exigen al gobierno que ponga impuestos sobre alimentos y medicinas de la gente más pobre, pero a la hora de ver sus cifras, en promedio pagan 1.7 por ciento durante varios años. Esto ya no puede ser”, expresó.
La tristeza de un gobernante
Al igual que el día anterior, el Presidente declaró que “no hay cosa que más duela, que más lastime, que más entristezca a un gobernante que pedirle a la población un esfuerzo recaudatorio para poder evitar un riesgo mayor a la economía del país”.
Pero señaló que la vulnerabilidad de México es muy alta, y no porque lo diga el Presidente de la República, sino porque se puede examinar en el tipo de cambio, en los bonos mexicanos y en los comentarios de las calificadoras de inversión, “que claramente saben que tenemos un golpe en las finanzas públicas severo y sin precedentes”.
Planteó que su gobierno estará abierto a escuchar los problemas empresa por empresa o sector por sector, si es necesario, para sacar adelante al país como se ha hecho en momentos de adversidad. Al mismo tiempo rechazó las acusaciones, provenientes del Partido Revolucionario Institucional, acerca de que han crecido los mandos medios y superiores en la administración pública federal.
Previamente, García Said también le había pedido desatorar los nudos que impiden el avance de la industria química ante una balanza comercial que tiene un fuerte déficit comercial con el extranjero.
“Propónganme cambios y con mucho gusto los impulso”
Calderón invitó a los empresarios de ese sector a proponerle los cambios necesarios y se comprometió a impulsarlos “con mucho gusto”, así tengan costos políticos, impliquen polémica o controversia. Ofreció que los “tres años y pico” que le quedan promoverá cambios de fondo, que no son agradables y placenteros, y que quizá por eso no los hicieron otros presidentes en 20 o 30 años.
Por la noche, en la inauguración del hotel St. Regis, el titular del Ejecutivo manifestó que si bien no podemos cantar victoria hay signos alentadores en la economía, y reiteró su llamado a trabajar unidos para superar estos momentos de adversidad.
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