Mientras que representantes oficiales se enfrascaban en intensas negociaciones para tratar de salvar a la cumbre de Copenhague, los participantes que no formaban parte de las comitivas intentaban lidiar con el tedio.
Al ver que la cumbre concluía sin acuerdos sustantivos, un grupo de 20 naciones determinó iniciar una última ronda de negociaciones el jueves a la medianoche para concretar algún resultado, lo que provocó que sus ministros pasaran la noche en vela.
En el grupo, encabezado por los países desarrollados, sólo había tres naciones latinoamericanas: México, Colombia y Brasil, lo que provocó el reclamo del venezolano Hugo Chávez por haber sido excluido.
Más de 21 horas después, y a pesar de que los propios presidentes de los países involucrados decidieron encargarse ellos mismos de las discusiones, no se había llegado a ningún acuerdo, debido a las diferencias entre las delegaciones china y estadounidense. La última condicionó cualquier resultado a la evaluación internacional sobre el cumplimiento de las metas, lo que rechazaban los asiáticos.
Según el Ministro colombiano de Medio Ambiente, Carlos Costa, el empantanamiento de los acuerdos se debió a la dificultad para llegar a un consenso sobre el volumen de contaminantes que se comprometería a reducir cada nación participante.
"Están Obama, Sarkozy, Merkel, está el embajador chino, está el Ministro de Noruega, está Lula, está el embajador de la India, está todo mundo", comentó el funcionario.
Sin embargo, horas más tarde el grupo se redujo aún más, pues Estados Unidos decidió negociar un acuerdo con China, India, Sudáfrica y Brasil para reducir emisiones, aunque sin detallar en qué medida.
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