Jorge Carrillo Olea, ex titular del organismo, asegura en el libro Testimonios, 20 años de historia del Cisen, que el país vive un “escenario de ingobernabilidad”, luego de confesar que “en un mapa hice dibujitos sombreando todos aquellos estados donde reina el narcotráfico: Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa, Naya-rit, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, etcétera.
“Si la superficie sumada de estos estados te da una cierta extensión territorial, tienes que reconocer que el gobierno no gobierna en estas entidades. Si ya dejaste de gobernar, si no gobiernas ahí, pues ya perdimos la mitad del territorio.”
El libro fue elaborado a partir de entrevistas hechas al actual titular del Cisen y a los anteriores por Luis Herrera Lasso Mijares, director de la Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional.
“No había límites”
Testimonios da cuenta de los 20 años de existencia del Cisen. Su actual director asegura: “En nuestro país la percepción general de la seguridad nacional no es buena. Se le asocia a una concepción en la que el gobierno le otorgaba un valor absoluto a preservar el orden vigente, lo que justificaba el uso de cualquier método o instrumento, incluso aquellos que podían pasar por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos.
“Las leyendas negras alrededor de los organismos responsables de la seguridad nacional provienen de épocas en las que no había límites reales, legales ni políticos a su actuación: todo se valía en nombre de la seguridad nacional.
“Falta modificar la percepción social, no tanto para justificar el pasado, sino para que a través de una mayor comprensión y valoración de los contenidos actuales de la seguridad nacional dentro y fuera del Estado, se facilite su preservación.”
Según Valdés Castellanos, quedaron atrás “los principales vicios de su antecesora, la Dirección Federal de Seguridad”.
En su testimonio, Carrillo Olea, director del Cisen de 1989 a 1990, afirma que durante el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) se comenzó a forjar la idea de crear dos órganos de inteligencia, uno en el ámbito político, que sería el Cisen, y el otro contra el narcotráfico, que se conocería como Centro de Planeación para el Control de Drogas.
Apunta que el “tercer pilar en el ámbito de inteligencia, que aún sigue faltando”, sería “un centro de inteligencia criminal, que si lo hubiéramos desarrollado por lo menos hace 10 años, no estaríamos donde estamos”.
Sobre la seguridad nacional y la seguridad pública, afirma: “se siguen confundiendo los dos conceptos y se habla indistintamente de ellos, incluso en las altas esferas políticas.”
El también general asegura en el texto que por lo menos la mitad de los directores del Cisen llegaron “en un estado de ignorancia en la materia”.
Añade que en la primera agenda de riesgos que elaboró el Cisen no estaba incluido el tema del narcotráfico, “porque no era un problema de la magnitud de hoy (...) era un problema de seguridad pública”, y ahora es de seguridad nacional.
Agrega que “estamos en un escenario de ingobernabilidad”, porque en las entidades mencionadas, además de que se ha perdido territorialidad, “matan gente, la secuestran o la roban”.
Carrillo Olea concluye su testimonio asegurando que la evolución del aparato de inteligencia ha sido “terriblemente pobre”.
Jorge Enrique Tello Peón, ex director del Cisen y actual secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, confirma que el ex presidente Carlos Salinas fue informado de la existencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional antes de que apareciera públicamente, el primero de enero de 1994.
“Hicimos nuestro trabajo. Se informó con oportunidad, en tiempo y forma (...) Salinas decía que no tenía información. Sí tenía información, y eso lo aclaré con él en su momento, porque me parecía que se lo debía al Cisen; información sí había, pero falló el ciclo de inteligencia.
“Falló porque no se cerró el ciclo, porque en la etapa de difusión no se aseguró que el producto llegara en el momento y en la forma adecuada a su destinatario.”
Salinas decía: “mira, cómo no me dijeron”, y en el Cisen se decía: “mira, cómo sí les dijimos”. Tello explicó que en los informes “se habían cambiado palabras, para hacerlo aceptable, que eran activistas, no milicianos, y palabras que parecían matices, pero que cambiaron todo el sentido.
“Nuestra cultura de inteligencia, como sociedad, aún es embrionaria (...) la mayor parte de la gente no sabe de lo que estamos hablando, desde los altos niveles del gobierno y de la iniciativa privada hasta los más modestos puestos en la administración pública federal.”
Alejandro Alegre, sucesor de Tello Peón, asegura que “gracias al extraordinario trabajo de inteligencia de la sección segunda de la Secretaría de la Defensa Nacional” se “pudo dar con la identidad de Rafael Sebastián Guillén Vicente”.
Expresa que en 1995, Salinas cuestionó a Tello Peón “por qué esperamos hasta el mandato de Ernesto Zedillo para revelar la identidad de Marcos”. Asevera que “fue hasta ese momento que tuvimos absoluta certeza sobre su identidad. No era parte de una agenda política del Cisen”.
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