La seguridad marcó las actividades en Chihuahua. Aunque la plaza tuvo un lleno completo, las calles lucían vacías y el ambiente tenso no abandonó el mitin.
El operativo de seguridad, que ya conforma parte de los paisajes a donde llega el mexiquense no disminuyó. Las revisiones y las calles desalojadas fueron en gran medida lo que ilustró la situación en Juárez.
Aunque fue uno de los mítines más cálidos para Enrique Peña, la ciudad hizo contraste por encontrarse casi vacía, en las calles aledañas las patrullas no dejaron de hacer rondines en las zonas donde el personal de Peña no alcanzaba a extenderse.
El cerco de seguridad para la plaza fue hecho con varios metros a la redonda, pocos fueron los curiosos que permanecieron fuera de la zona segura del parque Juárez.
La solemnidad de los policías contrastaba con la fiesta que había dentro del perímetro enrejado. Las fuerzas juveniles y de mujeres fueron quienes robaron cámara entre los fanáticos que jaloneaban la camisa y dejaron marcada con labial la cara del candidato.
Para no perderse la fiesta, los funcionarios de Chihuahua aprovecharon que la visita del candidato presidencial fue en horarios no laborales.
En una revisión minuciosa de la ley, y con la convicción firme que el fin de semana separa las convicciones políticas del trabajo, los servidores públicos no tuvieron empacho en placearse con Peña, saludar a la plaza atiborrada y recibir también entre los aplausos una que otra rechifla.
Pasearon junto al candidato el gobernador César Duarte, el presidente municipal Héctor Murguía y sus familias, acudieron a las comunidades indígenas, que el mismo gobernador había minimizado su situación de hambre.
También desfilaron a su lado los candidatos al Senado y algunas diputaciones, Patricio Martínez y Jose Reyes Baeza como uno los pocos ex gobernadores que sobrevivieron al exilio al que fueron sometidos el resto de sus homólogos estatales.
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