Ponen alfaristas sello a campaña

TLAJOMULCO, Jalisco.- Sentados en una mesa de un restaurante cuya especialidad es la venta de gorditas, dirigentes del denominado Movimiento Progresista susurraban inquietos hasta que Andrés Manuel López Obrador les preguntó sobre las preocupaciones. "Hubo problema con el traslado de algunos asistentes", le confiaron. Faltaba media hora para el mitin convocado en la arena Vicente Fernández en Tlajomulco y los reportes que tenían eran que la asistencia de simpatizantes estaba disminuida.

Efectivamente, diez minutos antes de las doce del mediodía, las butacas de la zona alta aún permanecían vacías. Según los organizadores, la contratación de 200 camiones para trasladar a simpatizantes había sido cancelada por propietarios de autobuses. López Obrador preguntó dónde era el evento. Le dijeron que en una arena con un aforo grande. Cuentan que chasqueó: "No nos vaya a pasar lo que a Josefina", en alusión al evento del Estadio Azul donde a la candidata panista le huyeron los acarreados antes de que terminara su discurso.

El diputado jalisciense Enrique Ibarra le explicó que no había pierde. La arena tiene un aforo de 16 mil 800 y para este evento habían sido repartidos boletos de ticketmaster (como se los exigieron los arrendatarios del coso) por lo que deberían llegar a pesar de los inconvenientes.

Por si las dudas, los dirigentes del movimiento Progresista retrasaron la llegada del tabasqueño quien ingresó a la arena veinte minutos después de la cita. El lugar estaba repleto. Claro, al final se llenó con un goteo de personas traídas en autos particulares, mototaxis y peseros, de las colonias de Tlajomulco.

López Obrador cruzó la arena acompañado de Enrique Alfaro, el candidato a Gobernador de la Alianza Ciudadana, una sui generis agrupación independiente construida bajo la sombra del gobierno municipal de Tlajomulco y del movimiento lopezobradorista en la entidad.

Ambos candidatos caminan entre la multitud. Una pantalla gigante arriba del escenario marca sus pasos. Tardan quince minutos en llegar al templete. Hay algarabía, pero pocos gritos. Esto es diferente a los mitines tradicionales de Andrés Manuel. Acaso algunas porras de "¡Presidente! ¡Presidente!" y nada más. La mayoría de los congregados son alfaristas como se dicen.

"Es un rumor, un rumor que corre por las calles. La campaña de Enrique Alfaro ha pasado de voz en voz", dice Asdrúbal Suárez, poeta de 38 años de edad, integrante del colectivo La Covacha, dedicado al cine y ahora comprometido con la campaña a la gubernatura del Alcalde con licencia de Tlajomulco.

En la pantalla gigante corre un video con una pegajosa canción oficial de la campaña. "Mucha gente grita fuerte, queremos alguien que mire de frente, escucha la voz del viento, por la calle se avecina", y salpican escenas de lugares de Jalisco y apunta la voz de Andrés Haro, del legendario grupo musical El Personal que hace algunos ayeres revolucionó la música en la entidad. La canción, compuesta por Moisés Barba, del grupo Barrio Zumba, hace bailar incluso a los más viejos.

Es el signo de la campaña local. Un entusiasta movimiento de muchachos que contrasta con el serio movimiento del tabasqueño que arrastra a los políticos de oficio. La canción, una especie de ska con instrumentos de mariachi (guitarrón, tuba, guitarra y vihuela), acordeón y violines de huicholes, inspirado a su vez con la canción "América" de los raperos portorriqueños de Calle 13, retumba antes y después del mitin. Arroja frescura donde sobra enmohecimiento.

A diferencia de otros estados que López Obrador recorre, aquí Alfaro concita más simpatías que el tabasqueño. "Es un buen hombre", dice AMLO al pie de la escalerilla que lo conduce al templete.

Acaso sus desplantes de retar al Cacique Mayor de Jalisco, Raúl Padilla, o su decisión de poner bajo votación su gobierno en una suerte de revocación de mandato, las obras públicas o la regaladera de útiles y uniformes escolares junto con las pensiones para adultos mayores y madres solteras al estilo AMLO. El asunto es que Alfaro es el más popular de los candidatos de la izquierda. Calvo prematuro, obeso, rostro serio, ingeniero de profesión con especialidad en desarrollo urbano a sus casi 40 años, Alfaro despierta ánimos.

El Presidente Felipe Calderón lo buscó alguna ocasión en Guadalajara para ofrecerle que contendiera en las elecciones internas de los panistas y ganar la candidatura blanquiazul para Gobernador. Enrique Peña lo recibió en una casa de Metepec para ofrecerle una senaduría. López Obrador le dijo que no había que tenerle miedo a Raúl Padilla y que debería postularse por un movimiento de izquierda. Al final fue el anfitrión en la gira del tabasqueño.

Durante su discurso el candidato presidencial del Movimiento Progresista dice que Alfaro cuenta con las tres Ces necesarias para estos menesteres de la política: cabeza, corazón y carácter. Pero -eso no lo dice el tabasqueño-, el ex alcalde de Tlajomulco tiene fácil entendimiento con jóvenes asunto del que renguea la campaña obradorista.

López Obrador diserta durante cuarenta minutos. No está en una plaza abierta como acostumbra sino en un auditorio cerrado. La muchedumbre lo escucha en silencio. Son pocas las porras. El evento, empero, es más concurrido que los que tuvo el priista Peña Nieto este viernes en Guadalajara.

Lo suyo es repetición. Improvisa parado en la parte delantera de la tarima. Carga un papel doblado en la mano izquierda y lanza su discurso de contraste. Confronta a PAN y PRI como responsables de lo que llama tragedia nacional y postula lo que llama "cambio verdadero".

El tabasqueño parece un predicador. Pregunta constantemente al auditorio para provocar respuestas. "¿Están aquí los protagonistas del cambio verdadero? Que levanten la mano", pide. Y una ola de banderas naranjas se agitan con brazos arriba. "¿Ustedes creen que aquellos representan el cambio?". Un coro le replica: "Noooooo".

Promete que su gobierno dará becas a todos los estudiantes de preparatoria, pensiones a todos los ancianos, apoyos a todas las madres solteras, útiles escolares a todos los niños. Y dice que dinero sobra para otorgarlo. "Solo hay que cortar de tajo con la corrupción de México; que se distribuya con justicia los 3 billones 700 mil millones de pesos que integran el presupuesto", dice. Alza la voz, sube el índice derecho apuntando a las lámparas: "hay que poner por delante la honestidad....Me podrán acusar de lo que sea pero no de corrupto. Yo no me robé un peso y manejé en la Ciudad de México un gran presupuesto".

Los seguidores aplauden. El lenguaje de Alfaro y Obrador es común, simple. sus estilos diferentes. Los seguidores del jalisciense trasladan a su ska con trompeta y vihuela la sencillez de sus consignas: "queremos alguien que mire de frente, mucha gente grita fuerte basta de transas y de ladrones, de la gente corrupta y estafadores" reza la rola que también asemeja el Give me the power de Molotov.

López Obrador termina su discurso para fundirse después en un abrazo con Alfaro. En el templete los candidatos a diputados y alcaldes en Jalisco se acercan y le piden fotos. Los celulares sirven para el propósito. Una tras otra sin renegar. Sale del coso de prisa, rumbo a Irapuato en su tradicional campaña terrestre. Pisa y corre, como en el beis, ahora que parece estar en esta campaña en tres y dos, la cuenta que presagia ponche.


Roberto Zamarripa enviado, Reforma, 1º de abril.

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