Vuelo 310

 Josefina Vázquez Mota pasa por debajo del arco detector de metales y las luces y el sonido de la alerta se encienden.

"Me permite hacerle una revisión", le pregunta la empleada de seguridad que lleva un artefacto portátil en la mano.

"Levante sus brazos por favor", solicita a la candidata.

Son casi las 22:00 horas del viernes 27 de abril en el Aeropuerto internacional de Acapulco y la candidata del PAN a la Presidencia regresa a la Ciudad de México después de una gira por Guerrero en la que prometió limpiar al Puerto del narco y otros tantos males que le aquejan.

No es común que viaje en vuelo comercial. Durante las cuatro semanas que lleva la campaña -recuerda un miembro de su equipo de logística- lo habrá hecho apenas unas seis ocasiones.

El resto de sus giras al interior de la República, se realizan a bordo de un par de jets privados que son rentados por hora de vuelo.

A la terminal aérea llegó apenas unos 20 minutos antes de la hora programada para el despegue.

Lo hizo a bordo de "La Jefa", el autobús que le obsequió su equipo de colaboradores aquel lunes que diera un "golpe de timón" a su campaña después de diez días de tropiezos.

Viaja cómoda, lleva un vestido artesanal de manta con bordados de colores que le regalaron horas antes en su visita a Atlixtac, un poblado enclavado en la marginación y las montañas de Guerrero.

Detrás de ella, un par de colaboradores se reparten la carga de artesanías y rebozos que le han regalado los candidatos locales durante la jornada de cuatro eventos que inició temprano en Taxco.

Los escasos pasajeros del vuelo 310 de Aeroméxico y los empleados del Aeropuerto la abordan con celulares y cámaras para tomarse fotografías que seguro terminaron en Facebook.

Vázquez Mota pone su mejor sonrisa, esa que tiene en su nueva imagen de campaña haciendo la señal de tres dedos que dice son las siglas de su nombre y apellidos.

"Le cambiaron el color con Photosop", confiesa a los reporteros que la acompañan al comentar el atuendo de una foto de campaña, "lo hicieron azul".

Hora de abordar.

Una avanzada de fotógrafos y camarógrafos se arremolinan en el pasillo del avión para captar el ingreso de la abanderada presidencial panista.

La mochila de uno de ellos incomoda el espacio de Fabián Yañez, un pasajero que viaja en los primeros asientos.

"¡Cuidado!", suelta Vázquez Mota, "No nos vayan a regañar, con cuidado por favor".

El "quesadillazo", aquella visita a Tres Marías en la que clientes molestos con la marabunta de periodistas le pidieron a la candidata salir del restaurante habrá venido a su mente.

"¿Clases de humildad candidata?", dice Yáñez, y la abanderada presidencial solo sonríe.

"Le deseo mucha suerte", remata el pasajero, Vázquez Mota pone cara de alivio y agradece el gesto.

Su asiento es el 20 B, en el pasillo al fondo del Embraer 190 con dos filas de asientos de piel gris dispuestos en par.

A su lado se sienta Denisse Maerker, la periodista y un videógrafo la han acompañado en toda la gira para documentar un día en la campaña panista.

Detrás de ellas, el oficial del Estado Mayor Presidencial asignado a la seguridad de la candidata viaja solo.

El vuelo es corto, el rugir de las turbinas supera la voz de Vázquez Mota.

"¿Qué tanto están diciendo?", interrumpe su charla cuando un reportero se acerca a uno de sus colaboradores.

"No vayan a sacar esa foto eh, ay no, yo no quiero salir así", dice refiriéndose a la imagen captada en el filtro de revisión que finalmente no detectó nada extraño.

Inicia el servicio, la candidata no pide nada de beber, está enfrascada en la plática.

El aterrizaje en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México es poco después de las 23:00 horas.

Una mujer le señala a Vázquez Mota que dormirá solo cuatro horas antes de continuar su campaña por el estado de Baja California Sur.

Al salir del túnel un pasajero que se ha tomado no menos de tres fotografías con ella se acerca de nuevo para decirle que las imágenes no se lograron. Viene, ahora sí, la buena.

"A ganar Josefina eh", se despide el hombre.

"Más nos vale ganar".


Osvaldo Robles enviado, Reforma, 29 de abril.

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