Vuelve el hijo pródigo, aunque casi no oye

NEZAHUALCÓYOTL.- Día 30 de la campaña presidencial. Vuelta a casa, el Estado de México; en específico, Nezahualcóyotl, un municipio agobiado por la pobreza y la inseguridad.

El priista Enrique Peña Nieto cierra aquí su jornada proselitista en la entidad que gobernó entre 2005 y 2011, y promete lo que debió haber hecho como Mandatario.

Antes de eso, la larga demora del aspirante. Bajo el sucio y gigante toldo situado sobre la explanada del estadio mundialista, se cuecen a fuego lento miles, la cifra oficial habla de 30 mil asistentes, que para nada, si acaso 15 mil.

Unos minutos antes de su arribo ya muchos han abandonado el evento, desesperados y enfadados porque estaban ahí desde las nueve y les dijeron que el candidato llegaría a las doce. No se había visto un éxodo así en toda la campaña del abanderado tricolor.

Cuando anuncian la llegada al templete del Gobernador Eruviel Ávila y un montón de candidatos locales del PRI casi todos los asistentes les dan la espalda, pues ahí vienen Peña Nieto y su esposa, la Gaviota, pa' la raza.

"¡Peña, hermano, tú eres artesano!", le gritan, obsequiosos, y él no deja de sonreír, de tener los ojos muy abiertos, de saludar a todas partes. La batucada, la música ambiente, la voz chillona de la animadora y los gritos de fanáticas hacen que aquello sea una caja de ruidos ensordecedores. Todos hablan, nadie oye a nadie.

Además de las mujeres cautivadas por el priista, también hay rostros lastimeros que parecen suplicarle, decirle algo importante que podría resolver. Pero el priista deja a todos con la palabra en la boca; en su frenético baño de pueblo, no oye, sólo se deja besar y posa para todas las fotos solicitadas.

Un montón de gente se queda en vano con sus cartulinas pidiéndole algún apoyo, un servicio para su colonia, ocultas como la chatarra y llantas viejas que tapan las mantas alrededor del escenario. El candidato no ve lo incómodo, lo que no sale bien en las cámaras.

"Antes no era así, de veras, fue buen Gobernador, pero mire, no viene a nada", musita Guadalupe, de Neza, ella sí asistente por su propio pie y que no para de comer rebanadas de mango de un vaso, "eso sí, de que está guapo, está guapo, pero nunca paró los robos aquí. Estamos hartos".

Peña Nieto sube a la tarima y enseguida a una silla, saluda como en un certamen de belleza. Los fiesteros lo celebran, los acarreados lo contemplan y esperan la hora de la partida. Toma la palabra Eruviel y lo cubre de elogios, le llama "hijo pródigo".

Sudoroso, el hijo en casa toma el micrófono. Sin referencias de ningún tipo, da un mensaje de producto y lanza compromisos. Cada vez le lleva menos tiempo el uso de la palabra y mucho más la pasarela.

Que embovedará un río que debió haber embovedado antes. Que construirá un instituto de oncología que no dijo por qué no hizo en sus días de Gobernador. Antes de partir pregunta si sí se puede ganar y la gente contesta el ya expropiado "sí se puede" albiazul. Inédito, el candidato priista pide convencer a familias, amigos y vecinos de optar por él e incluso convoca a ir todos juntos a votar el día de la elección.

Y se va sin oír nada más que su propio nombre. Los pobres, los inseguros, los que sufren a diario en Nezahualcóyotl, se quedan mirando su misma realidad y las cartulinas en el suelo.

 
 
 
ASÍ LO DIJO
 
"Antes no era así, de veras, fue buen Gobernador, pero mire, no viene a nada, eso sí, de que está guapo, está guapo, pero nunca paró los robos aquí. Estamos hartos".

Guadalupe, vecina de Nezahualcóyotl


Antonio Baranda enviado, Reforma, 29 de abril.

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