Busca Cuba aumentar su oferta turística e incrementar las visitas a los cayos

Cayo Largo, Cuba. Aquí no vive nadie. Las personas que andan en las playas de esta isla (de apenas 25 kilómetros de longitud) son sólo turistas y trabajadores.

Ambos se complementan para hacer posible la placentera actividad recreativa en esta franja, que luce absolutamente natural. Puro Caribe.

Cayo Largo, joya del archipiélago de Los Canarreos (ubicada a 177 kilómetros de La Habana), es también catapulta de las campañas en favor de otros destinos en Cuba, más allá de reforzar los atractivos típicos: su capital, La Habana, cuyo centro histórico es patrimonio de la humanidad, así como Varadero, el balneario más famoso de este país.

Para los turistas y trabajadores sólo es posible llegar a Cayo Largo por vía aérea; quizá por ello sus playas lucen intactas, como si nunca nadie hubiera puesto un pie encima. Aguas transparentes y tranquilas, con los azules más diversos, y arena finísima.

También es punto obligado de quienes buscan espacios para el buceo y actividades náuticas en playas protegidas por arrecifes coralinos en aguas poco profundas.

Hay pocos puntos de actividad turística fija –como el criadero de tortugas–, pero basta avanzar un poco, en terrenos vacíos de humanidad, para encontrarse con Playa Sirena y Playa Paraíso, ideales para el buceo y el esnórquel.

Pero ni su aspecto virgen ni la frescura de la arena (por su composición, “jamás se calienta”, presumen los anfitriones) se contraponen a la infraestructura que se ha construido aquí para el turismo.

Con un promedio anual de 2.3 millones de turistas, Cuba diversifica su oferta y promueve destinos variados –especialmente los Cayos, ubicados en el Caribe y el Atlántico, que rodean este archipiélago– para ampliar su mercado, el cual está integrado fundamentalmente por visitantes procedentes de Canadá, Alemania, Italia, España, Francia, Reino Unido y México.

Pero también, para presentarse como alternativa ante la crisis económica internacional y complicadas coyunturas como la propagación de la influenza A/H1N1, que impacta a este sector en todo el planeta.

El turismo en Cuba se ha convertido en un ariete prioritario para empujar el desarrollo económico de la isla, luego de la caída del bloque socialista en 1989. Un lustro después, fue organizada la infraestructura de este sector, al crearse empresas de gestión y administración hotelera (Gran Caribe, Cubanacán, Gaviota e Isla Azul), las cuales también conceden gestión en el ramo a firmas extranjeras.

Esta figura, empresas mixtas, es singular (posiblemente única en el mundo) y su eje es la coordinación y negocios entre un Estado propietario y la colaboración de algunos bloques de inversionistas que reciben “honorarios” (así denominan aquí a las retribuciones) sólo por gestión y administración.

Aunque el nivel de turistas en la “isla grande” del Caribe es ligeramente superior al registrado el año pasado, hay circunstancias adversas como la depreciación de las monedas (euro, libra, dólar), producto de la propia crisis económica internacional.

“En la economía cubana, el turismo juega un papel fundamental; aunque hay otras industrias, como el níquel, el tabaco o el azúcar, el turismo fue llamado a ser la locomotora del desarrollo y nosotros seguimos adelante, echándole cartón a la locomotora”, señaló Amauri Escalona, jefe de promoción de la cadena Sol Meliá en este país.

La meta es avanzar en la atracción de visitantes procedentes de países de América Latina, con énfasis en México, con el que la relación política ha tenido notables variaciones en los años recientes. (Quién podría olvidar el “comes y te vas” de Vicente Fox Quesada.)

El andamiaje turístico en ambos países se está moviendo con energía. Viñales Tours, el operador mayorista número uno de Cuba en México (www.vinalestours.com) impulsa una estrategia comercial sin precedente en sus 27 años de trabajo para vender servicios de alta calidad para vacacionistas, pero también para la realización de eventos, ferias y convenciones.

La música de la naturaleza
El abanico cubano es amplio, para gustos y bolsillos diversos, aunque en Los Cayos (Largo, Coco, Guillermo, Santa María, franja denominada “Jardines del Rey”) el valor adicional, para ser competitivos con otros polos turísticos de la región, radica en la absoluta tranquilidad de sus playas, donde el visitante no hallará más que los sonidos de la naturaleza. Nada a la vista, salvo el azul turquesa del mar. Tampoco preocupaciones, porque los espectaculares hoteles que operan en estas pequeñas islas se convierten en bloques de miles de habitaciones “todo incluido”.

En Cayo Guillermo, por ejemplo, se pueden recorrer las mismas rutas paradisiacas que escogió el escritor Ernest Hemingway para avanzar –desde 1934 y hasta su muerte– con su mítico yate Pilar por estas aguas sorprendentemente cristalinas.

Pero la calma no es sinónimo de austeridad. Cayo Largo –por ejemplo– tiene hoteles de alto nivel con categoría 4 y 5 estrellas, que no sólo brindan comodidad, sino una variedad de alternativas para explorar los alrededores, así como para la realización de eventos como bodas, fiestas de “solos” (solteros) y, por supuesto, lunas de miel.

El panorama de opciones en esta zona busca también que los turistas mexicanos y de otros países descubran nuevos destinos. Y, aunque en 2008 viajaron a Cuba 84 mil 52 mexicanos (y al cierre del año que transcurre se busca una afluencia superior), nuestro país resulta fundamental para reforzar lazos amistosos pero también como punta de lanza para diversificar el turismo que gusta de aislarse y olvidarse de la algarabía urbana.

“Los cubanos nos sobreponemos a las dificultades y, entonces, ni lo político ni lo económico distanciarán al mexicano del cubano. Unos y otros estamos plenamente identificados”, concluyó Amauri Escalona.
Fabiola Martínez, La Jornada, 19 de octubre.

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