Temperatura. La declaración alude a la necesidad de limitar la subida de las temperaturas en dos grados con respecto al nivel de 1900, aunque no fija qué medidas se adoptarán para ello y en qué plazo temporal se hará.
Pese a que el objetivo de la ONU era que el bloque industrializado adoptara unas cifras homogéneas de reducción de emisiones tanto para 2020 como para 2050, el texto se limita a recoger las propuestas a medio plazo anunciadas por cada país antes de acudir a la Cumbre de Copenhague.
Financiación. Establece la financiación que los países ricos destinarán a la mitigación y adaptación al cambio climático de las naciones en vías de desarrollo y que serán 30 mil millones de dólares entre 2010 y 2012, y de 100 mil millones de dólares anuales a partir de 2020.
El texto establece que, de esos 30 mil millones de dólares para tres años, EU aportará tres mil 600 millones de dólares, la UE 10 mil 600 millones y Japón, otros 11 mil millones de dólares.
Transparencia. La declaración suaviza las alusiones de textos anteriores a los mecanismos de supervisión y verificación de las emisiones, a lo que se oponía China, y alude a sistemas “internacionales de consulta y análisis” que “garantizarán que se respeta la soberanía nacional”.
Los países que reciban fondos para esas acciones de mitigación deberán someter sus emisiones a mediciones nacionales y comunicarlas cada dos años a la Convención de la ONU del Cambio Climático.
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