Nubarrones en la Cumbre de Copenhague

El inicio de la recta final para lograr un acuerdo para la reducción de gases de efecto invernadero en la Cumbre de Copenhague se tornó un caos. Se suspendieron varios actos de la agenda y se bloqueó el acceso a los recintos de muchos participantes.

Las delegaciones africanas, apoyadas por el G77, reventaron la sesión plenaria al salirse y acusar a las naciones desarrolladas y la presidencia danesa de querer dejar fuera del acuerdo al Protocolo de Kioto y de rechazar hablar de reducciones de emisiones obligatorias.

En ese momento, condicionaron su regreso a que el punto prioritario sea el segundo periodo de compromisos del Protocolo de Kioto y señalaron a Australia, Japón y otros que habían paralizado las discusiones sobre el tema.

El Protocolo de Kioto es la única vía que incluye mecanismos obligatorios sobre la reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero a los países ricos.

El presidente del grupo, el delegado argelino Kamel Djemouai, denunció el intento por tratar de forma separada y mezclada elementos contenidos en las dos vías de negociación, la de Kioto y la de la Convención Marco de la ONU.

“Si aceptamos esta situación, firmaremos la muerte de Kioto, el único documento legalmente vinculante que existe. El próximo tratado deberá ser ratificado y, hasta que entre en vigor, pasarán más de los siete años que se tardaron con Kioto”, dijo Djemouai en rueda de prensa.

La respuesta al caos que reinaba fue un tibio desmentido del secretario ejecutivo de la cumbre, Yvo de Boer, sobre el abandono de los africanos, el cual no sirvió para despejar los nubarrones en el duro enfrentamiento entre países ricos y pobres bajo la consigna de que “quien contamina paga”.

De Boer comunicó que la presidenta de la cumbre, la danesa Connie Hedegaard, había establecido contacto con los diversos grupos de trabajo en un claro intento de salvar del naufragio esta reunión, que ya comenzó con unas bajas expectativas de obtener un documento vinculante que regule las emisiones de gases contaminantes.

Tras estos incidentes, China, EU y la Unión Europea suspendieron sus conferencias de prensa y no explicaron sus posturas sobre el tema. Horas después del impasse, las delegaciones africanas regresaron, se reanudó la sesión plenaria y consultas informales entre los recién llegados ministros de Medio Ambiente y otros altos cargos de los 192 países participantes.

REACCIONES. El primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, presidente de turno de la UE, dijo desde Estocolmo que la responsabilidad máxima de las negociaciones descansa en China y EU e instó a estos dos países a dar el próximo paso para desbloquear el proceso.

Indicó que de no lograr un acuerdo para limitar el aumento de la temperatura media de la Tierra a 2 grados frente a la era preindustrial, como prevé un borrador que circula en la cumbre, exigirá que continúen los debates después de Copenhague.

Por su parte, Greenpeace advirtió que los países industrializados mantienen su postura de desaparecer y desconocer la vigencia del Protocolo de Kioto.

El representante de Greenpeace Noruega, Sini Harkki indicó que los negociadores de los países ricos impulsan un acuerdo político para Copenhague, en vez de un acuerdo obligatorio y jurídicamente vinculante, con instrumentos legales, presupuesto, responsables y sanciones establecidas.
Crónica, 15 de diciembre.

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