En el pleno de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, 187 miembros del total de 192 votaron contra el bloqueo (dos más que el año pasado), sólo tres lo apoyaron: Estados Unidos, Israel y Palau, y hubo dos abstenciones (Islas Marshall y Micronesia). Washington ha perdido hasta el minúsculo apoyo que antes gozaba.
Sin embargo, esta fue la primera vez que el voto –acto simbólico que no tiene más efecto que registrar la postura oficial de los gobiernos del mundo– se realizó con Barack Obama en la Casa Blanca, mandatario que ha señalado su disposición a cambiar la política bilateral como parte de un “nuevo comienzo” en las relaciones interamericanas. Con todo, hasta la fecha su gobierno ha rehusado considerar la suspensión del bloqueo, condenado hoy por casi todo el mundo.
El ritual podría ser diferente esta vez
Algunos comentan que este ritual anual en la Asamblea General podría ser diferente esta vez, ya que tanto el gobierno cubano como expertos en Washington han indicado que hay “nuevas circunstancias” por la llegada de Obama a la Casa Blanca. Pero a juzgar por las declaraciones de hoy, aún no hay mucho de “nuevo” en la relación bilateral.
Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, declaró ante la Asamblea General que “desde la elección del presidente Obama, no ha habido cambio alguno en la aplicación del bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba.”
Agregó que “el presidente Obama tiene la oportunidad histórica de liderar el cambio de política hacia Cuba y la eliminación del bloqueo”. Sin embargo, dijo que Obama “pareció atrapado en el pasado cuando el 11 de septiembre prorrogó otro año la aplicación del bloqueo”.
Calificó de “positivas pero extremadamente limitadas e insuficientes” las acciones del gobierno de Obama para suspender las “más brutales restricciones” aplicadas por el gobierno de George W. Bush.
El bloqueo, agregó, “es una política absurda que provoca carencias y sufrimientos. Es una violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos. En la Convención de Ginebra de 1948 aparece tipificado como un acto de genocidio. Es éticamente inaceptable”.
Resumió: “el bloqueo económico no ha cumplido ni cumplirá el propósito de doblegar la decisión patriótica del pueblo cubano. Pero genera carencias, limita nuestras potencialidades de desarrollo y daña seriamente nuestra economía. Es, sin lugar a dudas, el obstáculo fundamental para el desarrollo económico del país”.
Apelando a los gobiernos integrantes del foro mundial, el canciller cubano afirmó que “los representantes de Estados Unidos mienten cuando afirman que el bloqueo es un asunto bilateral. La aplicación extraterritorial de las leyes del bloqueo… contra los estados aquí representados, es una grave violación al derecho internacional, a la Carta de Naciones Unidas, a la libertad de comercio y de navegación. En el último periodo se han aplicado medidas por el bloqueo, al menos, contra 56 países. Corresponde, pues, a la Asamblea General ocuparse de este asunto”.
Susan Rice, embajadora de Estados Unidos ante la ONU, calificó de “hostiles” las afirmaciones del canciller cubano, alegó que tenían un tono “de la guerra fría”. En su intervención ante la Asamblea General para explicar el voto contra la resolución, reiteró que el gobierno de Obama sigue comprometido con la intención de abrir un “nuevo capítulo” en la relación bilateral con Cuba, y recordó que ya se han dado pasos concretos a los cuales la isla no ha “correspondido” con acciones “constructivas”. Señaló que “Estados Unidos ha demostrado que estamos preparados para abordar con el gobierno de Cuba temas que afectan la seguridad y el bienestar de ambos pueblos”.
Rice defendió la política estadunidense al afirmar que su país “tiene el derecho soberano de conducir su relación económica con otro país” a su manera, y que esa relación con Cuba es asunto bilateral. Empleó el viejo argumento de que las “restricciones” cubanas sobre las libertades sociales, políticas y económicas son “la principal fuente de privación y el obstáculo primario para el desarrollo en Cuba”.
Para acabar, advirtió a los delegados que “ya pasó la hora de que esta entidad proceda más allá de las posturas retóricas del pasado, y reconozca la situación en Cuba por lo que es hoy día, y alentar el progreso hacia un cambio genuino”.
Pero delegados de otros países reiteraron su rechazo a medidas económicas unilaterales y afirmaron que es Washington quien mantiene una óptica de guerra fría en su política hacia Cuba. Uno tras otro de los delegados instaron al gobierno estadunidense a resolver sus diferencias con La Habana por medio del diálogo. Y uno tras otro rechazaron los argumentos y justificaciones de la embajadora estadunidense, afirmando que en este asunto, Washington, y no Cuba, está aislado.
Sin embargo, después del intercambio formal en la Asamblea General entre las delegaciones de Washington y La Habana, el canciller cubano declaró a la agencia Ap que “estamos preparados para tener un diálogo con el gobierno de Estados Unidos a cualquier nivel”, siempre y cuando sea realizado sobre la base del respeto mutuo y la soberanía.
Analistas estadunidenses independientes comentaron que la votación de hoy debería nutrir el argumento dentro del gobierno estadunidense de que ya es hora de abandonar lo que es empíricamente una política fracasada.
O sea, no todo sigue igual, pero no se puede decir que es tan diferente.
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