“Fui un ombudsman incómodo”

Adías de concluir 10 años al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, José Luis Soberanes se define como un obudsman incómodo, seguro de que ninguna de las recomendaciones emitidas tiene fallas. Y considera que al presidente Felipe Calderón le hace falta fuerza para que sus subordinados estén en coodinación con él en la defensa de los derechos humanos.

Al hacer un balance de su trabajo indicó que los principales obstáculos para su labor fueron las instituciones y poderes fácticos que lo vieron como enemigo, entre éstas la Procuraduría General de la República, “abiertamente nos hicieron la guerra, y algunas ocasiones soterradamente”, pero como una institución del Estado, “tenemos límites, y esto no es un pleito de barrio para ponerse a los moquetes”.

En cambio, destacó, se logró un organismo con autonomía con todos los costos que trae, finalmente la CNDH tiene fuerza moral y puede levantar su voz para denunciar violaciones a derechos humanos.

De su relación con los secretarios de Gobernación, comentó que con los dos que ha tenido el actual régimen, Francisco Ramírez Acuña y Fernando Gómez Mont, no se ha dado el diálogo.

Este último “fue muy agresivo al pasar a una etapa de ignorancia; el señor no habla conmigo, vamos ni me saluda siquiera; entonces, de una etapa de agresión a una etapa de ignorarme. Ha de pensar: “pu’s este ya se va, ya ni para qué pierdo mi tiempo. Esto, creo, es muy malo”

Y del trato con el Legislativo, comentó: “Para un servidor público es muy difícil el trato con los legisladores, sobre todo en actos públicos, porque uno siempre los ve como representantes de la soberanía popular.

Uno no se puede poner al tú por tú con ellos, yo no le puedo decir a un diputado: Oiga, no diga usted tonterías, miente usted y cosas de esas, entonces, siempre hay este respeto hacia el legislador y, por tanto, uno muchas veces se tenía que callar o tenía que guardar una situación de prudencia”.

Durante su mandato, las recomendaciones dirigidas al Ejército se incrementaron, y pese a éstas hay un trato respetuoso con el titular de la Sedena, pero no un diálogo, y reconoció que el militar tiene una formación “muy hacia adentro de ellos, es difícil que se habrán a las instituciones que no son militares”. Si hubiera diálogo, indicó, se podrían resolver problemas, como las detenciones arbitrarias, el tema de la tortura y los tratos crueles.

Para el primer ombudsman que fue reelegido, consideró que los casos más difíciles que le tocaron investigar, fueron los desaparecidos de la Guerra Sucia, los feminicidios en Ciudad Juárez, Pasta de Conchos, Atenco y la muerte de la indígena Ernestina Ascencio.

A las críticas de su protagonismo y gustarle tener presencia en los medios, Soberanes Fernández, antes de responder, esbozo una leve sonrisa y señaló: “Le contestaría con esta frase que dicen los niños: Si la envidia fuera tiña… La fuerza del ombudsman es una fuerza moral. A diferencia de los jueces, nuestras recomendaciones no son obligatorias, requieren una aceptación… salir a los medios implicaba una obligación para poder encontrar ese apoyo social que forzara moralmente a las autoridades a aceptar y cumplir las recomendaciones, no tenían otro propósito.
Eugenia Jiménez, Milenio, 12 de octubre.

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