Las familias de comunidades indígenas que viven en la sierra de Oaxaca solían recibir remesas de sus parientes en Estados Unidos, pero debido a la crisis económica internacional algunos núcleos familiares han comenzado a enviar dinero en vez de recibirlo, de acuerdo con el portal de internet de la agencia BBC Mundo.
Mandan mínimas cantidades con el objetivo de que el inmigrante pueda resistir sin un trabajo al otro lado de la frontera, hasta que surja una nueva oportunidad. Es, básicamente, un aporte financiero para la subsistencia, afirma la agencia de noticias.
“Las familias hacen un sacrificio muy grande para que uno de ellos pueda emigrar y entonces, cuando esa persona se queda sin trabajo, lo apoyan desde México con lo que puedan”, dijo Martín Zuvire, director del sistema de microbancos rurales de la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social (AMUCSS), que dan servicio a unas 550 comunidades rurales.
La otra cara de esta historia es que el regreso a México del migrante es muy caro. Muchos están en situación de indocumentados y la vuelta puede costar alrededor de mil 500 dólares, un capital con el que no cuentan.
Es por eso que cuando se presentan estas circunstancias los familiares se las arreglan como pueden para mandar algo de dinero al pariente desempleado.
Según Zuvire, los envíos de dinero desde comunidades indígenas en zonas montañosas comenzaron a registrarse hace aproximadamente cuatro meses, aunque todavía no existe un catastro para saber a detalle cuántas familias han seguido este camino.
“No tenemos cuantificadas a las familias que están en esta situación, pero vemos que se trata de un fenómeno que podría seguir creciendo”.
La crisis y la sequía han afectado duramente a las poblaciones rurales. En Michoacán, por ejemplo, algunos agricultores han perdido hasta 50 por ciento de sus cosechas.
Lo anterior se agrava con el hecho de que las remesas que habitualmente llegaban desde el extranjero han caído a niveles de hasta 30 por ciento en zonas de alta marginación, aunque a nivel nacional la disminución bordea el 15 por ciento, al comparar agosto de 2009 con el año anterior.
Mandan mínimas cantidades con el objetivo de que el inmigrante pueda resistir sin un trabajo al otro lado de la frontera, hasta que surja una nueva oportunidad. Es, básicamente, un aporte financiero para la subsistencia, afirma la agencia de noticias.
“Las familias hacen un sacrificio muy grande para que uno de ellos pueda emigrar y entonces, cuando esa persona se queda sin trabajo, lo apoyan desde México con lo que puedan”, dijo Martín Zuvire, director del sistema de microbancos rurales de la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social (AMUCSS), que dan servicio a unas 550 comunidades rurales.
La otra cara de esta historia es que el regreso a México del migrante es muy caro. Muchos están en situación de indocumentados y la vuelta puede costar alrededor de mil 500 dólares, un capital con el que no cuentan.
Es por eso que cuando se presentan estas circunstancias los familiares se las arreglan como pueden para mandar algo de dinero al pariente desempleado.
Según Zuvire, los envíos de dinero desde comunidades indígenas en zonas montañosas comenzaron a registrarse hace aproximadamente cuatro meses, aunque todavía no existe un catastro para saber a detalle cuántas familias han seguido este camino.
“No tenemos cuantificadas a las familias que están en esta situación, pero vemos que se trata de un fenómeno que podría seguir creciendo”.
La crisis y la sequía han afectado duramente a las poblaciones rurales. En Michoacán, por ejemplo, algunos agricultores han perdido hasta 50 por ciento de sus cosechas.
Lo anterior se agrava con el hecho de que las remesas que habitualmente llegaban desde el extranjero han caído a niveles de hasta 30 por ciento en zonas de alta marginación, aunque a nivel nacional la disminución bordea el 15 por ciento, al comparar agosto de 2009 con el año anterior.
Crónica, 6 de octubre.
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