Hilda Molina acusa a Fidel de “verdugo”

La neuróloga cubano-argentina Hilda Molina deseó ayer “paz” al ex presidente Fidel Castro, a quien calificó de “verdugo” de su familia, y pidió a su sucesor, Raúl Castro, cambios en el régimen cubano, del que se sintió “prisionera” durante años.

Al llegar a Buenos Aires, Molina se fundió en un abrazo con su hijo y sus nietos en el aeropuerto internacional de Ezeiza (sur).

“Gracias a todos”, fue lo único que llegó a decir, en medio de una maraña de fotógrafos y periodistas que intentaban registrar el momento, lo que obligó a la policía aeroportuaria a protegerla y sacarla del lugar.

“Ojalá que se flexibilice el sistema (cubano)”, dijo en una rueda de prensa Molina, quien abogó por que sus compatriotas no tengan que pedir permiso al gobierno para salir y entrar de Cuba.

La neurocirujana, que llegó ayer a Buenos Aires tras conseguir el viernes una autorización de La Habana luego de quince años de reclamos, afirmó que simplemente el régimen de los Castro “no hace caso a los que no piensan como él.

“Hay muchos cubanos cuyos derechos se están burlando y no hablan. No hablo de subversión, pero sí de pedir respetuosamente que se respeten los derechos fundamentales”, dijo la neuróloga.

Molina, de 66 años, denunció que los disidentes son tratados como traidores a la patria y aseguró que ella no tiene secretos, no fue médico de ningún dirigente cubano, no fue “mujer de Fidel Castro” ni tuvo “poder ni privilegios”.

Explicó que rompió con el régimen en 1994, tras negarse a que el centro de neurocirugía que dirigía atendiera sólo a extranjeros, y porque dejó de creer en el sistema.

“Me arrepiento de haber sido cautivada a los quince años por las prédicas teóricas del sistema”, dijo Molina sobre un régimen al que dedicó su trabajo médico, resignando su rol como madre, y que, a la larga, trajo “mucho sufrimiento” a su familia.

Molina aseguró que se sintió “prisionera en Cuba por cincuenta años. Pero una prisionera enajenada, que creía en el sistema y pensaba para engañarme que (las cosas malas) eran errores humanos”, agregó.

A su llegada, la médica visitó ayer a su madre Hilda Morejón, de 90 años, en un hospital de Buenos Aires, donde permanece ingresada tras una descompensación cardiaca y con una salud en extremo frágil.
Agencias en Buenos Aires, Milenio, 15 de junio.

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