Muestra 'tablas' el líder moral

Andrés Manuel está en campaña. Se detiene a tomarse fotografías, reparte besos y saludos de mano.

Los integrantes de la tercera edad son sus principales seguidores, lo quieren ver de cerca, le quieren dar una bendición, lloran como la señora Andrea y le llevan peticiones por escrito.

No entienden que el tabasqueño en realidad regresó a Iztapalapa para que voten por un partido distinto al suyo, para que apoyen al PT, al candidato que eligió -estando en Iztapalapa- para la crucifixión política: Rafael Acosta "Juanito".

A San Andrés Tetepilco llega a la hora. Se baja de un Jetta blanco, la gente se organiza para abrirle paso. El ex Jefe de Gobierno es esperado con alegría, con esperanza. El mitin es pequeño, apenas unas 500 personas que cualquier otro político en el DF quisiera, sobre todo porque esta vez son vecinos de la zona.

Para llegar al templete, López Obrador tarda minutos. En el templete lo esperan Armando Quintero, Secretario de Transporte del DF; Manuel Oropeza, Secretario General del PRD capitalino, y al lado del ex funcionario capitalino, Clara Brugada.

Mientras la ex candidata a Delegada habla con una seguridad que le dan dos días de campaña de repetir lo mismo, López Obrador la mira, orgulloso.

Asiente con la cabeza cuando la escucha hablar de la derecha, expresarse del Tribunal Electoral, cuando habla de la lucha política que se libra en el oriente del DF, en la Delegación más poblada de la Capital.

Antes escuchó atento a su creación política: Juanito.

Le habló al oído, rió con él, le palmó la espalda y luego lo escuchó hablar.

Si Clara Brugada dijo que ella es la "única candidata" en México que pedía votar por otro aspirante, Juanito es el único abanderado de un partido que busca votos para renunciar a ese encargo.

"¿Quieren que saquemos a los traidores de aquí?, entonces voten por el PT, voten por Juanito, será un día histórico para el PT", arenga el mártir del PT.

Mientras habla, AMLO sonríe.

Al final de las arengas, el tabasqueño le suelta: "¡muy bien Juanito, muy bien!".

El tabasqueño se toma tiempo para reflexionar sobre la decisión que tomó la semana pasada; aclara que no le quedó de otra, que las imágenes televisivas en las que apareció con un gesto duro, ordenándole a Juanito qué hacer, no son más que -otra vez- parte de una campaña contra él.

Sus seguidores mueven la cabeza de arriba abajo, se solidarizan con su líder, silban cuando escuchan nombrar a los de la mafia, a los de Nueva Izquierda, aplauden cuando AMLO reta a sus oponentes, cuando asegura que no renunciará al PRD.

La escena se repite, el mismo discurso. El mismo político que en el 2000 hizo campaña en el Distrito Federal en grandes concentraciones para convirtirse en el personaje político más conocido en toda la República.
Jorge Pérez, Reforma, 22 de junio.

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