Mientras, el embajador venezolano en Colombia, Gustavo Márquez, negó ayer que el gobierno colombiano haya informado a las autoridades de Venezuela con antelación sobre los lanzacohetes que fueron incautados a las FARC y dijo que con este caso lo que se busca es justificar una “intervención” en el país. Márquez desestimó la declaración del gobierno colombiano en la víspera en cuanto a que Venezuela fue notificada desde junio sobre los lanzacohetes adquiridos por las autoridades venezolanas y que terminaron en manos de las FARC, y afirmó que “nunca fui llamado” sobre el caso. Caracas mantuvo su tono firme frente a las autoridades colombianas, a las que acusó ayer de “hipocresía” y de ser una amenaza para la estabilidad de la región debido a su “política guerrerista” y su relación privilegiada con Estados Unidos.
El gobierno venezolano “manifiesta su indignación ante la irresponsabilidad con la cual el gobierno de Colombia ha aniquilado los esfuerzos emprendidos por construir una relación binacional para beneficio de ambos pueblos, poniendo claramente en peligro la paz y la estabilidad de la región”, afirmó un comunicado de la cancillería.
“Peor que en Irak”
El abatido comandante de las FARC, Raúl Reyes, advirtió en su supuesto diario que una invasión de Estados Unidos a Venezuela podría desatar una guerra en toda la subregión andina.
“Si Venezuela combate con todo lo que debe para calmar, la guerra será larga y los gringos van a sufrir más daños que en Irak o Afganistán”, precisó Reyes en sus escritos, donde describe a las FARC como una “narcoguerrilla” al borde del fracaso, a la que buscaba transformar.
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