LA REFORMA FISCAL: ACTORES Y ESCENARIOS, 2ª PARTE. 16.- EL IMPUESTO SOBRE LA RENTA (ISR).

Siete comentarios se refieren a esta modalidad recaudatoria desde diversos puntos de vista entre los que sobresalen los cuestionamientos , descripciones y bondades.

Engendro, nos dice el Diccionario de la Lengua Española, es cualquier creación carente de la proporción debida, tal y como sucede en el sistema tributario mexicano, siendo una de las mejores muestra de ello el ISR, y no por lo que recauda, sino por lo que deja de recaudar; y no por lo que deja de recaudar como consecuencia de la evasión, sino por lo que no se recauda por obra y gracia de la elusión, es decir, por las posibilidades que la ley ofrece para que se paguen menos impuestos de los que se pagarían si no existieran esas posibilidades, posibilidades legales de eludir el pago de impuestos que son producto, ¡hasta el momento nadie me ha convencido de lo contrario!, de la mala conciencia de los recaudadores, producto de las elevadas tasas con las que llegan a gravar a los contribuyentes, misma que en el caso del ISR alcanza el 28 por ciento, porcentaje que a mí me lleva, una y otra vez, a la siguiente pregunta: ¿qué justifica que, independientemente de cuánto ingreso se genere, el gobierno obligue al contribuyente a entregar poco más de una cuarta parte del mismo? ¿No se trata de un robo con todas las de la ley que, dicho sea de paso, es el peor de todos los robos posibles: el que lleva a cabo el gobierno al amparo de la ley, ley injusta, pero ley al final de cuentas?
Arturo Damm Arnal, “Pesos y contrapesos”, Crónica, 2 de julio.

La ley del ISR le permite a algunos, y por lo tanto no a todos, restarle al pago del impuesto determinadas cantidades, cada una de ellas correspondiente a algún concepto, por lo que, al final, terminan pagando menos. ¿Cuánto? Adriana Merchant, que se ha convertido en una de las mejores analistas de temas fiscales, ha hecho el siguiente ejercicio, que nos aproxima a la respuesta. Según información proporcionada por la Secretaría de Hacienda, en 2006 la recaudación del ISR, entre empresas, sumó 171 mil 437 millones de pesos, al tiempo que, por la elusión, se dejaron de recaudar 177 mil 340 millones, de tal manera que, si la ley no hubiera permito la elusión, la recaudación, entre empresas, por concepto del ISR, hubiera sido de 348 mil 777 millones de pesos, cantidad equivalente al 28 por ciento, que es el porcentaje que hubieran pagado si no hubieran eludido. Usando la “regla de tres”, resulta que los 171 mil 437 millones de pesos pagados equivalen al 13.7 por ciento, ¡la mitad de los 28 puntos porcentuales! / Lo anterior quiere decir que, en promedio, la elusión le permite a las empresas pagar la mitad de lo que, si no existiera la posibilidad de eludir, pagarían — 13.7 contra 28 por ciento—, elusión que muestra lo churrigueresco del sistema tributario, en general, y del ISR, en particular, ya que, por un lado, el recaudador dice “te cobraré el 28 por ciento” y, por el otro, te consuela diciéndote: “Te permitiré pagar, pesos más, pesos menos, ¡de manera legal!, la mitad” ¿De qué se trata? De un engendro, el tributario, que no solamente es ineficiente, sino injusto, al cual, con la CETU, se le pretende regresar un poco de proporción y, por ello, de eficiencia y justicia, todo lo cual depende, en estos momentos, de los legisladores.
Arturo Damm Arnal, “Pesos y contrapesos”, Crónica, 2 de julio.

¿Por qué un sistema tan complejo para compensar la imposibilidad de deducir salarios? Los funcionarios de la Secretaría de Hacienda saben que, sin alguna compensación, la nueva ley provocaría una pérdida espectacular de empleos en el país. Señalan, sin embargo, que el propósito de la medida es obligar a las empresas que retienen el ISR de sus empleados a enterarlo realmente al fisco, cosa que muchos no hacen.
No dudo que éste sea un problema importante en el sistema fiscal de nuestro país. Efectivamente, son muchas las empresas que, cuando tienen problemas económicos, roban el dinero de sus empleados y se quedan no sólo con sus retenciones de impuestos sino también con sus aportaciones al IMSS, a las afores y al Infonavit. Otras simplemente dejan de pagar sus nóminas.
Sin embargo, tratar de convertir el nuevo impuesto de tasa única en un instrumento para obligar a las empresas a cumplir con sus obligaciones en esta materia puede resultar contraproducente. Para empezar, no queda claro si el sistema que se está creando terminará siendo fiscalmente neutro, como afirma Hacienda, o si implicará una carga adicional para quienes generan empleo en el país, como sostienen los críticos. Pero de lo que no cabe duda es que se generaría un sistema de una enorme complejidad cuando lo que se busca con la reforma es simplificar y mejorar el cumplimiento del pago de impuestos.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 4 de julio.

Es necesario construir con diálogo, una reforma fiscal de alto impacto y al mismo tiempo es imprescindible avanzar en la eficacia para recaudar. Por ejemplo, en 2006, tan sólo por malos cobros del Impuesto Sobre la Renta dejaron de entrar a las arcas federales casi 300 mil millones de pesos.
Y junto con la reforma fiscal debemos tener claros los criterios de asignación de los recursos públicos para que se transparenten y para que el ciudadano pueda tener la certeza de que se aplican con honestidad y en proyectos de alto impacto para nuestro país
Amalia García, El Universal, 5 de julio.

El lanzamiento de la reforma fiscal del presidente Calderón tiene un lado bastante positivo: todos están discutiendo qué hacer con ella, y sobre todo se parte de un mismo diagnóstico, pues no podemos seguir con apenas 10% de ingresos tributarios respecto del PIB, siendo el nivel más bajo de América Latina. En esta ocasión desde el gobierno panista hasta la propuesta perredista coinciden: debemos elevar los ingresos tributarios.
Sin embargo, las ópticas son totalmente distintas sobre un impuesto principal: el llamado ISR, el Impuesto Sobre la Renta
José Yuste, “Activo empresarial”, Excélsior, 18 de julio.

La propuesta del gobierno, es cierto, permite acreditar ciertos montos de dinero retenidos por la empresa, que son el ISR sobre salarios, el ISR corporativo y el crédito al empleo, que ascienden en este caso a 137 millones de pesos. Esto deja un impuesto neto de 78 millones de pesos, 274 por ciento superior a los 28 millones efectivamente pagados en 2006.
La utilidad para distribución entre los accionistas se desploma así de 70 millones a 20 millones de pesos, un monto de apenas 1.1 por ciento sobre los mil 734 millones de ventas.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 16 de agosto.

No les vendría mal a los partidos políticos ser los prototipos de esa equidad a la que quieren meter a empresarios y universidades, desde la jaloneada reforma fiscal. ¿Qué tal si se fijan la meta de pagar el Impuesto Sobre la Renta, ese ISR del que ningún contribuyente cautivo se salva? Porque la excepción son precisamente las millonarias bolsas que reciben para su financiamiento. Como en estricto sentido no son ingresos, los partidos sólo pagan IVA por sus compras. Y ni la CETU los toca
Frentes Políticos, Excélsior, 19 de agosto.

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