Únicamente dos analistas se refieren a este impuesto y a su eventual reemplazo por otras modalidades, como la Contribución Empresarial de Tasa Única (CETU), en seis comentarios.
El IVA a alimentos y medicinas desapareció del debate fiscal. Una de las condiciones del PRI para considerar la aprobación del plan fiscal del gobierno calderonista fue que ni se mencionara ese impuesto al consumo. Y del PRD, ni hablar. Siempre se ha manifestado en contra de ese impuesto, pues considera que golpearía a los sectores más marginados de la población. Si su líder ni siquiera quiere que se dialogue sobre la actual iniciativa, del IVA, ni locos. Es anatema. Todo ello, para fortuna de los más acaudalados, pues son quienes más gastan justamente en alimentos (incluso de lujo) y medicinas de todo tipo y para toda clase de "afecciones" (aun las más superficiales y frívolas). El IVA es impuesto muy eficaz, utilizado por lo tanto en múltiples países. Es verdad que, sin un mecanismo correctivo, el IVA es un impuesto regresivo, es decir, que golpea en términos proporcionales a los más pobres y poco a los más ricos. Pero con un mecanismo correctivo, entonces el IVA se convierte en altamente progresivo, es decir, recauda más de quienes más tienen y afecta menos —o nada en absoluto— a los menos favorecidos. ¿A través de qué mecanismo puede convertirse ese impuesto al consumo en progresivo en lugar de regresivo, para conciliar una mayor recaudación con la justicia social?
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, Excélsior, 6 de julio.
Quien le sugirió a Fox una contrapropuesta más inteligente fue el entonces coordinador de la diputación panista, Felipe Calderón. Consistía en otorgar una compensación universal, es decir, a todos los ciudadanos por igual, con un pago anual exigible en bancos y otros establecimientos a través de, por ejemplo, la credencial electoral (para favorecer, además, su actualización). La propuesta tenía dos virtudes. A) Se cubrían en extenso las lagunas e insuficiencias de los padrones de pobres con que contaba el gobierno. La cobertura podría ser casi completa (en mucho mayor medida que bajo los actuales padrones de pobres). B) La universalidad de la compensación ayudaría, no sólo a la franja más pobre, sino también a las que le siguen en la pirámide social. Así, si dicha compensación podría representar 120% de lo pagado en IVA por el segmento más marginal, sería de 100% de otro segmento menos excluido y de 80% de otro menos favorecido que el anterior y de 60% de otros más y así sucesivamente. La crítica ante eso es que, por ejemplo, Carlos Slim podría también cobrar su compensación anual (suponiendo que quisiera hacerlo). Pues sí, pero recibiría, por decir, mil pesos, a cambio de mucho más en IVA a alimentos y medicinas. Lo que el gobierno "perdiera" al dar la compensación también a los ricos, lo compensaría con creces con lo recabado por ese impuesto al consumo, que de esa forma sería claramente progresivo
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, Excélsior, 6 de julio.
Ese mecanismo, criticado por la izquierda, resulta ser el mismo que Andrés López Obrador aplicó para dar la más amplia cobertura posible al subsidio destinado a la tercera edad en la capital (medida a su vez criticada por los panistas). Y bueno, ya conocemos a los partidos: la política o estrategia que descalifican duramente en manos de sus adversarios, es la misma que aparece como patriótica cuando son ellos mismos los que la proponen o aplican. El caso es que, dada nuestra proclividad a ideologizar los temas de índole técnica, varios asuntos pendientes que exigen una solución racional van a dar a la canasta de los temas tabúes, que mejor ni mencionarlos, como ahora sucede con el IVA
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, Excélsior, 6 de julio.
En México los impuestos son numerosos, complicados e ineficientes. Todos pagan el Impuesto al Valor Agregado, y los asalariados el Impuesto Sobre la Renta; el propietario de una casa o terreno paga el Impuesto Predial; si tiene coche paga el Impuesto Sobre Tenencia o Uso de Vehículos. Las cosas se complican para quienes realizan actividades profesionales o empresariales por cuenta propia, pues entonces cada mes hay que presentar una declaración por el IVA y otra por el ISR, y luego otra por el cierre del ejercicio fiscal. Además de los impuestos antes enunciados, las empresas son causantes del Impuesto al Activo, del Impuesto Sobre Nóminas, de impuestos especiales, según su giro de actividad, a los que deben agregarse el pago de las cuotas del IMSS, el INFONAVIT y el SAR, que para todos los efectos son como impuestos adicionales.
Jorge Alcocer, Reforma, 21 de julio.
Todos los que saben de impuestos reconocen que la exención generalizada al cobro de IVA en alimentos y medicinas beneficia más a los que más poder de compra tienen. Es cierto que las personas y familias de menor ingreso destinan gran parte del mismo a la compra de alimentos, y muchas veces tienen que pagar las medicinas que su salud demanda, lo que parece justificar la exención; pero lo cierto es que son los grupos de ingresos medios y altos los que más gastan en alimentos y medicinas, y que pagar el IVA por esas compras no les representaría un deterioro en su nivel de vida. Hace varios años que se ha propuesto mantener sin IVA solamente una canasta básica de alimentos (tortilla, pan, leche, huevo, aceite, pastas y harinas) y cobrar una tasa del 5 por ciento a los demás alimentos y a las medicinas. Pocos se atreven a defender esa solución, mientras que en los partidos priva el cálculo de rendimientos electorales.
Jorge Alcocer, Reforma, 21 de julio.
Ahora el gobierno busca obtener más ingresos apretando el cuello de los que ya pagan impuestos. El corazón de la propuesta es la creación de la llamada CETU (Contribución Empresarial a Tasa Única). No hay duda sobre la imperiosa necesidad de eliminar los boquetes por los que grandes empresas eluden cumplir sus obligaciones; la pregunta es si ello debe hacerse al costo de estrangular a miles de pequeñas y medianas empresas intensivas en el uso de mano de obra.
He escuchado todo tipo de argumentos en contra de la CETU, muy pocos a favor. Pero lo que constato es que nadie entiende bien de qué se trata; he aquí la primera y más grave falla de la propuesta presidencial. Altos funcionarios de Hacienda están dedicados a convencer a los grandes empresarios y a sus voceros en las cámaras patronales, pero nadie se ocupa de atender a los miles de pequeños y medianos empresarios, que generan la enorme mayoría de los puestos de trabajo. Pedir a los diputados que suplan la deficiencia es tanto como esperar que de la roca brote agua. Cada vez que leo declaraciones del diputado presidente de la Comisión de Hacienda, mis dudas se agrandan; no sé si hablarle a mi contador, o a mi abogado.
Jorge Alcocer, Reforma, 21 de julio.
El IVA a alimentos y medicinas desapareció del debate fiscal. Una de las condiciones del PRI para considerar la aprobación del plan fiscal del gobierno calderonista fue que ni se mencionara ese impuesto al consumo. Y del PRD, ni hablar. Siempre se ha manifestado en contra de ese impuesto, pues considera que golpearía a los sectores más marginados de la población. Si su líder ni siquiera quiere que se dialogue sobre la actual iniciativa, del IVA, ni locos. Es anatema. Todo ello, para fortuna de los más acaudalados, pues son quienes más gastan justamente en alimentos (incluso de lujo) y medicinas de todo tipo y para toda clase de "afecciones" (aun las más superficiales y frívolas). El IVA es impuesto muy eficaz, utilizado por lo tanto en múltiples países. Es verdad que, sin un mecanismo correctivo, el IVA es un impuesto regresivo, es decir, que golpea en términos proporcionales a los más pobres y poco a los más ricos. Pero con un mecanismo correctivo, entonces el IVA se convierte en altamente progresivo, es decir, recauda más de quienes más tienen y afecta menos —o nada en absoluto— a los menos favorecidos. ¿A través de qué mecanismo puede convertirse ese impuesto al consumo en progresivo en lugar de regresivo, para conciliar una mayor recaudación con la justicia social?
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, Excélsior, 6 de julio.
Quien le sugirió a Fox una contrapropuesta más inteligente fue el entonces coordinador de la diputación panista, Felipe Calderón. Consistía en otorgar una compensación universal, es decir, a todos los ciudadanos por igual, con un pago anual exigible en bancos y otros establecimientos a través de, por ejemplo, la credencial electoral (para favorecer, además, su actualización). La propuesta tenía dos virtudes. A) Se cubrían en extenso las lagunas e insuficiencias de los padrones de pobres con que contaba el gobierno. La cobertura podría ser casi completa (en mucho mayor medida que bajo los actuales padrones de pobres). B) La universalidad de la compensación ayudaría, no sólo a la franja más pobre, sino también a las que le siguen en la pirámide social. Así, si dicha compensación podría representar 120% de lo pagado en IVA por el segmento más marginal, sería de 100% de otro segmento menos excluido y de 80% de otro menos favorecido que el anterior y de 60% de otros más y así sucesivamente. La crítica ante eso es que, por ejemplo, Carlos Slim podría también cobrar su compensación anual (suponiendo que quisiera hacerlo). Pues sí, pero recibiría, por decir, mil pesos, a cambio de mucho más en IVA a alimentos y medicinas. Lo que el gobierno "perdiera" al dar la compensación también a los ricos, lo compensaría con creces con lo recabado por ese impuesto al consumo, que de esa forma sería claramente progresivo
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, Excélsior, 6 de julio.
Ese mecanismo, criticado por la izquierda, resulta ser el mismo que Andrés López Obrador aplicó para dar la más amplia cobertura posible al subsidio destinado a la tercera edad en la capital (medida a su vez criticada por los panistas). Y bueno, ya conocemos a los partidos: la política o estrategia que descalifican duramente en manos de sus adversarios, es la misma que aparece como patriótica cuando son ellos mismos los que la proponen o aplican. El caso es que, dada nuestra proclividad a ideologizar los temas de índole técnica, varios asuntos pendientes que exigen una solución racional van a dar a la canasta de los temas tabúes, que mejor ni mencionarlos, como ahora sucede con el IVA
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, Excélsior, 6 de julio.
En México los impuestos son numerosos, complicados e ineficientes. Todos pagan el Impuesto al Valor Agregado, y los asalariados el Impuesto Sobre la Renta; el propietario de una casa o terreno paga el Impuesto Predial; si tiene coche paga el Impuesto Sobre Tenencia o Uso de Vehículos. Las cosas se complican para quienes realizan actividades profesionales o empresariales por cuenta propia, pues entonces cada mes hay que presentar una declaración por el IVA y otra por el ISR, y luego otra por el cierre del ejercicio fiscal. Además de los impuestos antes enunciados, las empresas son causantes del Impuesto al Activo, del Impuesto Sobre Nóminas, de impuestos especiales, según su giro de actividad, a los que deben agregarse el pago de las cuotas del IMSS, el INFONAVIT y el SAR, que para todos los efectos son como impuestos adicionales.
Jorge Alcocer, Reforma, 21 de julio.
Todos los que saben de impuestos reconocen que la exención generalizada al cobro de IVA en alimentos y medicinas beneficia más a los que más poder de compra tienen. Es cierto que las personas y familias de menor ingreso destinan gran parte del mismo a la compra de alimentos, y muchas veces tienen que pagar las medicinas que su salud demanda, lo que parece justificar la exención; pero lo cierto es que son los grupos de ingresos medios y altos los que más gastan en alimentos y medicinas, y que pagar el IVA por esas compras no les representaría un deterioro en su nivel de vida. Hace varios años que se ha propuesto mantener sin IVA solamente una canasta básica de alimentos (tortilla, pan, leche, huevo, aceite, pastas y harinas) y cobrar una tasa del 5 por ciento a los demás alimentos y a las medicinas. Pocos se atreven a defender esa solución, mientras que en los partidos priva el cálculo de rendimientos electorales.
Jorge Alcocer, Reforma, 21 de julio.
Ahora el gobierno busca obtener más ingresos apretando el cuello de los que ya pagan impuestos. El corazón de la propuesta es la creación de la llamada CETU (Contribución Empresarial a Tasa Única). No hay duda sobre la imperiosa necesidad de eliminar los boquetes por los que grandes empresas eluden cumplir sus obligaciones; la pregunta es si ello debe hacerse al costo de estrangular a miles de pequeñas y medianas empresas intensivas en el uso de mano de obra.
He escuchado todo tipo de argumentos en contra de la CETU, muy pocos a favor. Pero lo que constato es que nadie entiende bien de qué se trata; he aquí la primera y más grave falla de la propuesta presidencial. Altos funcionarios de Hacienda están dedicados a convencer a los grandes empresarios y a sus voceros en las cámaras patronales, pero nadie se ocupa de atender a los miles de pequeños y medianos empresarios, que generan la enorme mayoría de los puestos de trabajo. Pedir a los diputados que suplan la deficiencia es tanto como esperar que de la roca brote agua. Cada vez que leo declaraciones del diputado presidente de la Comisión de Hacienda, mis dudas se agrandan; no sé si hablarle a mi contador, o a mi abogado.
Jorge Alcocer, Reforma, 21 de julio.
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