Forman parte de un grupo de casi 18 mil niños y adolescentes que fueron repatriados por el gobierno estadounidense durante 2008, entre los que también están casi 500 indígenas y más de un centenar de infantes que se dedicaban al tráfico de personas o de drogas.
Un diagnóstico de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) detalla el fenómeno de los “migrantes menores de edad no acompañados” —es decir, que viajan sin un adulto—, a partir de los datos que los infantes ofrecieron a las autoridades consulares mexicanas tras su detención, hecho que no impide que se aventuren de nuevo a “cruzar al otro lado”, ya que 3 mil 397 de ellos fueron repatriados por lo menos dos veces.
El informe, elaborado por la Dirección General de Protección a Mexicanos en el Exterior, de la Cancillería, deja en claro que aunque los motivos de la migración son diversos, el riesgo que han tomado los menores de edad para cruzar solos ya no tiene como objetivo principal reencontrarse con alguno de sus padres o familiares, pues de los 17 mil 772 niños y adolescentes deportados el año pasado, sólo 20% tenían ese propósito al viajar.
Un total de 11 mil 378 menores (64% de los casos) reconocieron que dejaron sus lugares de origen para conseguir trabajo.
Del total de menores repatriados, la mayoría tienen al menos la secundaria completa, aproximadamente 33% (5 mil 943), mientras que sólo 321 contaban con la preparatoria o el bachillerato terminado, y 3 mil 163 habían concluido la primaria.
“Los datos nos indican la necesidad temprana del menor por insertarse en el mercado laboral, y la consecuente pérdida para el Estado mexicano de la inversión que ha significado la educación de estos menores”, indica el análisis.
La edad de los menores deportados refuerza el hecho de que migraron en busca de oportunidades que no encontraron en el país, ya que 16 mil 855 de ellos tenían entre 12 y 17 años al momento de ser asegurados por las autoridades migratorias de Estados Unidos.
Otros datos reveladores son que entre los deportados hay 104 jóvenes que fungían como guías de indocumentados para internarse a EU o incluso se dedicaban al tráfico de personas, mientras que 69 aceptaron que “cruzaron la frontera a fin de realizar tráfico de drogas”, lo que apunta a la utilización de este sector por parte del crimen organizado, sobre todo en Texas y California.
Estados expulsores
El diagnóstico señala que “respecto al origen y destino de la “niñez migrante no acompañada”, la mayoría proviene de estados mexicanos que históricamente han mantenido una alta tendencia a emigrar”.
La lista la encabeza Michoacán, seguido de Guanajuato, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Tamaulipas y Veracruz, de donde eran originarios 8 mil 510 de los niños.
Sobre el destino de los infantes que viajaron solos en busca de trabajo, para reunirse con sus familiares o para estudiar —como fue el caso de 933 de los menores repatriados en 2008—, el documento revela que California es el principal punto del territorio estadounidense al que se dirigían, aunque también aparecen Texas, Arizona, Nueva York, Illinois y Florida.
El reporte destaca además que entre el grupo de menores deportados están 493 que pertenecen a 33 etnias del país, siendo la mayoría mixtecos, zapotecos y nahuas.
De acuerdo con el documento, que compila datos proporcionados por la Red Consular Fronteriza de México en Estados Unidos, la información podría ser útil para crear políticas adecuadas para la protección de los niños y jóvenes que por diversos motivos cruzan la frontera, reconociendo que “los menores no acompañados enfrentan peligros y adversidades durante su ruta migratoria, situación que los coloca en clara vulnerabilidad”.
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