Mientras el secretario de Desarrollo Social de la alcaldía, Jorge Melguizo, recuerda su niñez en la comuna 13, hace 47 años, se enorgullece de que en menos de dos décadas Medellín dejó de ser la ciudad más violenta del mundo y cedió el sitio a otras como Detroit, Río de Janeiro, Ciudad Juárez y la ciudad de México. Aquí en 1991 murieron 381 personas por cada 100 mil habitantes y hoy esta cifra es de 26 homicidios.
¿Y cuál es la clave del cambio? Ante la prensa, Melguizo lo resume en una frase: “La seguridad no se construye con policías, se construye con convivencia”. Habla entusiasmado este funcionario surgido de una organización no gubernamental (ONG) que junto con empresarios, la Iglesia y agrupaciones comunitarias fue la base de esta transformación. Constituyeron el movimiento cívico independiente llamado Compromiso Ciudadano, que gobierna desde 2004 al margen de los partidos políticos tradicionales.
Como cierre de su visita a Colombia, el presidente Felipe Calderón conoció el modelo Medellín. Lo hizo en un recorrido por el Metro Cable, un moderno teleférico como el de los Alpes suizos, que puso fin al aislamiento de 150 mil habitantes que habían copado las laderas con “tugurios”, como se conoce aquí a las casas precarias. Antes no entraban ni la policía ni el Ejército, explica Melguizo.
La pobreza no se ha resuelto –80 por ciento de los habitantes en Medellín viven así–, pero las estaciones del Metro Cable se han convertido en refugios para los niños y jóvenes que acuden a los parques, bibliotecas y colegios públicos que están a su alrededor.
Esto, acompañado de otras acciones, como la construcción de un puente entre una ladera y otra y la respectiva firma de un “pacto” para acabar con las rencillas entre vecinos, comienza a cambiar las reglas del juego donde antes prevalecía la ley del plomo.
En la estación San Javier una orquesta conformada por adolescentes que viven en la comuna recibe a parte de la comitiva mexicana con las coplas de Colombia, tierra querida. El alcalde Alonso Salazar Jaramillo explica que expondrá al Presidente mexicano las bases de lo que convirtió a esta ciudad en un ejemplo en el mundo. Incluso, el primer alcalde de esta época, Sergio Fajardo, está entre los que se apuntan para la candidatura presidencial.
Lejos de poner énfasis en las acciones policiacas, el alcalde dice tajante: “primero hay que tener desarrollo con inclusión social, tomar la seguridad en manos del Estado, pero sin caer en la tentación de no respetar los derechos humanos, y promover una alta participación de la comunidad. Todo esto con el manejo transparente de los recursos públicos”.
Sin embargo, la solución a la delincuencia fue una mezcla de acciones de seguridad y desarrollo social, indica un folleto que describe el “modelo Medellín”.
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