El gobierno del presidente Raúl Castro afirmó ayer que Cuba no reingresará a la Organización de Estados Americanos (OEA), instancia a la que consideró “divorciada de la realidad continental” e “incapaz de representar los deseos más acuciantes” de América Latina y el Caribe.
En una primera declaración sobre el tema que publicaron todos los medios locales, la administración cubana saludó la posición de los gobiernos americanos que la semana pasada pusieron fin a 47 años de sanciones a la isla, pero reafirmó que se siente “con el derecho y la autoridad para decir no a la idea de incorporarse a un organismo en el que todavía Estados Unidos ejerce un control opresivo.
“Cuba comparte valores que son contrarios a los del capitalismo neoliberal y egoísta que promueve la OEA”, dijo la dirigencia cubana, al tiempo que aseguró que “las críticas fundadas (la semana pasada en San Pedro Sula) al anacronismo de la OEA y a su trayectoria infame, no pueden dejar de atenderse”.
Aunque individualmente algunos altos funcionarios locales han considerado “positivo” el visto bueno de Washington al acuerdo de la OEA logrado en Honduras, La Habana lo calificó de “derrota” de Washington y propuso desarrollar nuevas instancias regionales sin presencia estadunidense y canadiense.
“El camino escogido por Cuba (…) es fortalecer, expandir y armonizar (…) los mecanismo regionales representativos de aquello que José Martí llamó Nuestra América”, puntualizó el gobierno.
Desde Brasil, al mismo tiempo el presidente Lula da Silva afirmó que en la última reunión de la OEA “prevaleció el sentido común y conseguimos construir una propuesta que atendió los intereses de todo el mundo”.
Da Silva añadió que “si los cubanos van a entrar o no, esa es otra historia”.
Lula aseguró que la postura que terminó imponiéndose en San Pedro Sula “no implicó una derrota a EU ni a los países que son parte” de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), que encabeza Venezuela, con la participación de Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Honduras y Cuba.
Precisamente el ministro ecuatoriano de Defensa, Javier Ponce, declaraba ayer desde Quito, que la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur) podría ser la base de una nueva OEA sin presencia de EU. “Un poco la idea es que Unasur pueda ser el germen y el origen de eso”, dijo el alto funcionario, ampliando una idea propuesta antes por el presidente Rafael Correa.
Paralelamente, en la isla los cubanos parecían ajenos al debate en torno al organismo regional y centraban su interés en conocer hasta dónde llegarán las restricciones que padecen desde el 1 de junio.
“Por estos días transcurren numerosos análisis tensos dentro de todo el aparato gobernante que llevarán adelante reajustes inevitables”, advirtió el director del oficial diario Granma, Lázaro Barredo.
Según constató este medio, las restricciones en La Habana se expresan en una baja del transporte urbano; cortes de electricidad a entidades estatales “derrochadoras”; disminución de alimentos que se comercializan en divisas y reducción de almuerzos y comidas que el Estado subvenciona en sus empresas. Hay anuncios, sin confirmación oficial, de que están previstos recortes en la canasta básica mensual, que también subvenciona el gobierno.
Shannon augura “discusiones vigorosas”
El responsable de EU para la diplomacia hacia América Latina, Thomas Shannon, anticipó ayer “una discusión vigorosa” en la OEA a raíz de la resolución del retorno de la isla al espacio regional, pactado en Honduras. “LA OEA va a proceder con mucho cuidado (…), el peso de este tema está de nuevo sobre Cuba, añadió el funcionario, quien tomó parte la semana pasada en la Asamblea General en Honduras, que anuló la resolución de expulsión de 1962. Shannon defendió la vigencia de la OEA —que para Cuba es un “instrumento de deshecho”—, en tanto que Albert Ramdin, secretario general adjunto del organismo, dijo ayer en un debate en la universidad George Washington, en EU, que siguen a la espera de “una carta o señal” de La Habana, que reiteró sin embargo su no rotundo al reingreso.
En una primera declaración sobre el tema que publicaron todos los medios locales, la administración cubana saludó la posición de los gobiernos americanos que la semana pasada pusieron fin a 47 años de sanciones a la isla, pero reafirmó que se siente “con el derecho y la autoridad para decir no a la idea de incorporarse a un organismo en el que todavía Estados Unidos ejerce un control opresivo.
“Cuba comparte valores que son contrarios a los del capitalismo neoliberal y egoísta que promueve la OEA”, dijo la dirigencia cubana, al tiempo que aseguró que “las críticas fundadas (la semana pasada en San Pedro Sula) al anacronismo de la OEA y a su trayectoria infame, no pueden dejar de atenderse”.
Aunque individualmente algunos altos funcionarios locales han considerado “positivo” el visto bueno de Washington al acuerdo de la OEA logrado en Honduras, La Habana lo calificó de “derrota” de Washington y propuso desarrollar nuevas instancias regionales sin presencia estadunidense y canadiense.
“El camino escogido por Cuba (…) es fortalecer, expandir y armonizar (…) los mecanismo regionales representativos de aquello que José Martí llamó Nuestra América”, puntualizó el gobierno.
Desde Brasil, al mismo tiempo el presidente Lula da Silva afirmó que en la última reunión de la OEA “prevaleció el sentido común y conseguimos construir una propuesta que atendió los intereses de todo el mundo”.
Da Silva añadió que “si los cubanos van a entrar o no, esa es otra historia”.
Lula aseguró que la postura que terminó imponiéndose en San Pedro Sula “no implicó una derrota a EU ni a los países que son parte” de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), que encabeza Venezuela, con la participación de Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Honduras y Cuba.
Precisamente el ministro ecuatoriano de Defensa, Javier Ponce, declaraba ayer desde Quito, que la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur) podría ser la base de una nueva OEA sin presencia de EU. “Un poco la idea es que Unasur pueda ser el germen y el origen de eso”, dijo el alto funcionario, ampliando una idea propuesta antes por el presidente Rafael Correa.
Paralelamente, en la isla los cubanos parecían ajenos al debate en torno al organismo regional y centraban su interés en conocer hasta dónde llegarán las restricciones que padecen desde el 1 de junio.
“Por estos días transcurren numerosos análisis tensos dentro de todo el aparato gobernante que llevarán adelante reajustes inevitables”, advirtió el director del oficial diario Granma, Lázaro Barredo.
Según constató este medio, las restricciones en La Habana se expresan en una baja del transporte urbano; cortes de electricidad a entidades estatales “derrochadoras”; disminución de alimentos que se comercializan en divisas y reducción de almuerzos y comidas que el Estado subvenciona en sus empresas. Hay anuncios, sin confirmación oficial, de que están previstos recortes en la canasta básica mensual, que también subvenciona el gobierno.
Shannon augura “discusiones vigorosas”
El responsable de EU para la diplomacia hacia América Latina, Thomas Shannon, anticipó ayer “una discusión vigorosa” en la OEA a raíz de la resolución del retorno de la isla al espacio regional, pactado en Honduras. “LA OEA va a proceder con mucho cuidado (…), el peso de este tema está de nuevo sobre Cuba, añadió el funcionario, quien tomó parte la semana pasada en la Asamblea General en Honduras, que anuló la resolución de expulsión de 1962. Shannon defendió la vigencia de la OEA —que para Cuba es un “instrumento de deshecho”—, en tanto que Albert Ramdin, secretario general adjunto del organismo, dijo ayer en un debate en la universidad George Washington, en EU, que siguen a la espera de “una carta o señal” de La Habana, que reiteró sin embargo su no rotundo al reingreso.
Manuel Juan Somoza en La Habana, Milenio, 9 de junio.
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