Richardson concluyó una estancia de cinco días en la isla sin hablar con los hermanos Castro, pero dijo que apreció “un ambiente muy bueno, el mejor que he visto en muchos años, para arreglar” el conflicto de medio siglo y que su viaje fue “muy productivo”.
Muy cauto y buscando precisión en la mayoría de sus respuestas, el veterano negociador demócrata dijo que vino a Cuba “como gobernador de Nuevo México, no como representante de la administración Obama”.
Además, subrayó que no es necesario un enviado especial de Washington para Cuba y que no cree que él mismo vaya a tener un papel en el proceso. “Es asunto del Departamento de Estado”.
Richardson habló dos veces con Ricardo Alarcón, líder del Parlamento, experto en las relaciones con Estados Unidos e integrante del poderoso Buró Político del Partido Comunista.
Formalmente no fueron reuniones entre gobiernos, pero sí el contacto de mayor rango político que hayan tenido ambos países durante la gestión de Obama.
Richardson advirtió que cualquier solución tomará tiempo y será difícil: “Cincuenta años de mala relación no se pueden resolver en un año”. Pero agregó que Alarcón le dijo que los cubanos “están considerando” el plan.
El plan consiste en que, antes de entrar a temas de fondo, como el bloqueo económico y la base naval de Guantánamo, las dos naciones tendrían que dar “pasos humanitarios”: Estados Unidos debería poner en práctica las medidas anunciadas por Obama en abril pasado (como la liberación de viajes y las remesas de los cubanos emigrados), permitir los intercambios deportivos, culturales, científicos, académicos y de negocios, así como los viajes de los estadunidenses a la isla.
Cuba debería eliminar las restricciones burocráticas y las altas tarifas que frenan los viajes de sus ciudadanos a Estados Unidos, aceptar una propuesta de Washington para que tengan mayor movilidad los diplomáticos de ambos países e iniciar un “diálogo informal con los cubanoestadunidenses”.
Richardson evitó responder directamente a una pregunta sobre quiénes exactamente serían los interlocutores de La Habana entre la emigración cubana en Estados Unidos, pero reconoció que antes de venir a la isla se reunió con sus amigos de esa comunidad “que están en la política”.
Aceptó que con Alarcón habló de la propuesta cubana de intercambiar opositores presos en la isla por los cinco agentes cubanos encarcelados en Estados Unidos, pero que el énfasis estuvo en los citados “pasos humanitarios”.
Ahora el “problema principal” es que Estados Unidos tiene otras prioridades y tendría que prestar más atención a Cuba y América Latina, mientras que en la isla “falta flexibilidad y debería haber más reciprocidad” hacia las medidas que tome Washington, señaló el gobernador estadunidense.
Indicó que estaba “muy satisfecho del alto nivel” al que fue recibido aquí (un vicecanciller y otros funcionarios equivalentes, además de Alarcón).
Dijo que de antemano sabía que no hablaría con Raúl o Fidel Castro, pero que el ex mandatario le hizo llegar el jueves por la noche un “mensaje personal”.
1 comentarios:
Sería bueno que Cuba dejara entrar y salir a los cubanos de la isla libremente y que le bajara también el precio a los trámites que estos tienen que hacer.
El pasaporte cubano cuando vives en el exterior llega a costar un promedio de $1000 en un plazo de 6 años y aparte de eso, necesitas que esté habilitado de un permiso para poder regresar.
Por su parte, los cubanos que viven en la isla, necesitan un permiso del gobierno para salir. Se llama tarjeta blanca.
Tanto la habiltiación como la tarjeta blanca mantienen separadas a las familias cubanas y son un medio de chantaje del gobierno de la isla con (contra) sus ciudadanos.
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