BUENOS AIRES.— El uribismo hizo trizas anoche todas las encuestas. Ni empate técnico, ni victoria pírrica. Sólo una nueva demostración de que los colombianos no están decididos a abandonar la era de la seguridad democrática, con todo lo positivo y negativo que ello implica, y que la maquinaria del gobierno sigue funcionando a la perfección. Un vendaval oficialista ha dejado a Antanas Mockus electoralmente agonizando.
Juan Manuel Santos quedó ayer a un paso de convertirse en el nuevo presidente colombiano en una elección que no esperaba nadie. “Esperábamos una victoria de dos o tres puntos, pero sinceramente esto nos consolida”, repetía anoche al teléfono uno de los asesores del ex ministro de Defensa.
En las últimas semanas, el presidente Álvaro Uribe no dudó en participar en la campaña para apoyar a Santos, lo que erizó la piel de los candidatos opositores. Ahí están los resultados. “El gran ganador de ayer fue, nuevamente, Uribe y su organización. Ahora, Santos debe ganar la segunda vuelta”, opinó el analista Jaime Arango.
Con estos resultados, a Santos le queda, de cara a la segunda vuelta del 20 de junio —y siempre que Mockus no termine por abandonar la contienda en los próximoss días— no cometer errores de peso, comenzar a definir lo que sería su gobierno y evitar las denuncias que le llueven de dentro y fuera de Colombia por el caso de “los falsos positivos”, que podría traerle más de un dolor de cabeza.
“Aquí ganó Uribe, pero es verdad que hay un agotamiento del estilo de gobierno de Uribe. Ahora Santos, que prometió que le daría un cargo a Uribe en su gobierno, debería definir su propio estilo”, sostiene el analista Pedro Viveros.
Anoche, en el Partido Verde nadie salía de su asombro. Incluso, Antanas Mockus y su equipo de trabajo —con el ex alcalde de Bogotá Enrique Peñaloza a la cabeza—, analizaron la posibilidad de abandonar la carrera a la segunda vuelta. “Se le evitaría un gasto grande al país y matemáticamente estamos muy lejos”, dijo un alto dirigente verde a EL UNIVERSAL.
Los resultados parecen hacerlo todo inalcanzable. Sumando los votos de los candidatos antiuribistas y los descontentos del oficialismo, como Noemí Sanín, no serían suficientes para dar vuelta las cosas. El tercer puesto de Germán Vargas Lleras —casi un calco ideológico de Santos, con más de 10% de los sufragios— puede ser letal. “Esos votos serán del uribismo”, reconocían en el centro de campaña de Mockus.
Si bien todavía falta analizar el resultado, la campaña de Mockus parece haber pecado en la falta de maquinaria y el exceso de confianza en Facebook y Twitter, así en el “apoyo” verbal que en las últimas semanas recibió de Caracas, donde varias voces del chavismo calificaron “positiva” su eventual llegada al poder. Hay apoyos que matan.
El factor de “los nuevos votantes”, en el que Mockus y su gente depositaban grandes esperanzas, no jugó el rol esperado. “Si bien hubo una afluencia histórica de votantes, los jóvenes no salieron a votar, viendo los primeros datos de la registradora electoral”, indicó Bernardo Gutiérrez, de Medios por la Paz.
De seguir en la carrera, Mockus debe revisar sus planes de campaña, si quiere dar vuelta a un resultado que anoche se mostró casi inamovible, como la posibilidad de un cambio en Colombia.
Juan Manuel Santos quedó ayer a un paso de convertirse en el nuevo presidente colombiano en una elección que no esperaba nadie. “Esperábamos una victoria de dos o tres puntos, pero sinceramente esto nos consolida”, repetía anoche al teléfono uno de los asesores del ex ministro de Defensa.
En las últimas semanas, el presidente Álvaro Uribe no dudó en participar en la campaña para apoyar a Santos, lo que erizó la piel de los candidatos opositores. Ahí están los resultados. “El gran ganador de ayer fue, nuevamente, Uribe y su organización. Ahora, Santos debe ganar la segunda vuelta”, opinó el analista Jaime Arango.
Con estos resultados, a Santos le queda, de cara a la segunda vuelta del 20 de junio —y siempre que Mockus no termine por abandonar la contienda en los próximoss días— no cometer errores de peso, comenzar a definir lo que sería su gobierno y evitar las denuncias que le llueven de dentro y fuera de Colombia por el caso de “los falsos positivos”, que podría traerle más de un dolor de cabeza.
“Aquí ganó Uribe, pero es verdad que hay un agotamiento del estilo de gobierno de Uribe. Ahora Santos, que prometió que le daría un cargo a Uribe en su gobierno, debería definir su propio estilo”, sostiene el analista Pedro Viveros.
Anoche, en el Partido Verde nadie salía de su asombro. Incluso, Antanas Mockus y su equipo de trabajo —con el ex alcalde de Bogotá Enrique Peñaloza a la cabeza—, analizaron la posibilidad de abandonar la carrera a la segunda vuelta. “Se le evitaría un gasto grande al país y matemáticamente estamos muy lejos”, dijo un alto dirigente verde a EL UNIVERSAL.
Los resultados parecen hacerlo todo inalcanzable. Sumando los votos de los candidatos antiuribistas y los descontentos del oficialismo, como Noemí Sanín, no serían suficientes para dar vuelta las cosas. El tercer puesto de Germán Vargas Lleras —casi un calco ideológico de Santos, con más de 10% de los sufragios— puede ser letal. “Esos votos serán del uribismo”, reconocían en el centro de campaña de Mockus.
Si bien todavía falta analizar el resultado, la campaña de Mockus parece haber pecado en la falta de maquinaria y el exceso de confianza en Facebook y Twitter, así en el “apoyo” verbal que en las últimas semanas recibió de Caracas, donde varias voces del chavismo calificaron “positiva” su eventual llegada al poder. Hay apoyos que matan.
El factor de “los nuevos votantes”, en el que Mockus y su gente depositaban grandes esperanzas, no jugó el rol esperado. “Si bien hubo una afluencia histórica de votantes, los jóvenes no salieron a votar, viendo los primeros datos de la registradora electoral”, indicó Bernardo Gutiérrez, de Medios por la Paz.
De seguir en la carrera, Mockus debe revisar sus planes de campaña, si quiere dar vuelta a un resultado que anoche se mostró casi inamovible, como la posibilidad de un cambio en Colombia.
José Vales corresponsal, El Universal, 31 de mayo.
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