Desde entonces pesa una regla no escrita en el mundo político local en cuanto a que “los colombianos no votan a un Santos para presidente…”. No por el legado que dejó su tío abuelo, sino por la influencia que la familia ejerce en la vida pública del país. Él está empecinado en demostrar lo contrario
Nieto, hijo y hermano de periodistas, la redacción fue casi su playroom en su niñez. Luego, con los años Santos cursó la carrera de economía en la Universidad de Kansas y en la London School of Economics, obtuvo una maestría en desarrollo económico y otra en administración pública en la Universidad de Hardvard.
Primo en primer grado del actual vicepresidente Francisco Santos, el actual candidato del uribismo es un hombre acostumbrado a la gestión, desde que ocupó cargos en la Federación Nacional de Cafeteros en Londres. En 1991, cuando la política empieza a marcarle el camino, el entonces presidente César Gaviria (1990-1994), crea el ministerio de Desarrollo Económico y designa a Santos en el cargo. Desde allí hacía las veces de vicepresidente, cargo que todavía no figuraba en la Constitución.
Asiduo concurrente al World Economic Forum de Davos, durante el gobierno de Ernesto Samper (1994-1998) fue reconocido por muchos miembros de su partido, el Liberal, “como un conspirador” contra el presidente, durante el denominado Proceso 8000, las acusaciones de financiar la campaña política con dinero del narcotráfico.
De hecho fue Andrés Pastrana (1998-2002) el que lo nombra al frente del Ministerio de Hacienda, mientras escalaba posiciones en la cúpula del Partido Liberal. La irrupción en 2002 de Álvaro Uribe trastocó sus planes y acabó con la influencia del partido. Rápido de reflejos, Santos rompe con el neoliberalismo y forma el Partido de U, para reclutar a un uribismo que todavía estaba disperso. Desde el Ministerio de Defensa, donde fue el responsable de los grandes logros en materia de seguridad, Uribe es visto también por un sector de la sociedad como el responsable de los excesos que se cometieron en las Fuerzas Armadas.
Fue él quien anunció la muerte del número dos de las FARC, Raúl Reyes, y el que se anticipó al mandatario para anunciar que Manuel Marulanda y su historia de guerrillero ya no pertenecían a este mundo. Fue todo eso y la operación para liberar a los militares secuestrados y a Ingrid Betancourt lo que lo llevó a elevar sus bonos como presidenciable. En marzo aparecía en las encuestas ganando en primera vuelta, hasta que las ansias de un cambio de la sociedad le pusieron a un contrincante de peso de su misma generación.
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