Unos comicios entre iguales

Dicen que las elecciones presidenciales de mañana en Colombia, cambiarán el futuro del país. La frase, que suena a cliché, se fundamenta en que los dos candidatos con mayor intención de voto representan, a simple vista, dos modos de gobernar diferentes, pero que en el fondo manejan propuestas muy similares.

A Juan Manuel Santos, del partido de La U, se le presenta como la continuidad del presidente Álvaro Uribe, y tendrá que cargar con lo bueno y lo malo de la gestión del mandatario más popular en los últimos 50 años en el país. Antanas Mockus, del Partido Verde, es mirado por los “antiuribistas” como la renovación frente a “ocho años de corrupción”, por su imagen de político alejado de las malas costumbres políticas.

Considerado como un “niño genio” en el Liceo Francés, de Bogotá, el hijo de inmigrantes lituanos y candidato por el partido Verde, es el favorito de los medios de comunicación. El gesto de bajarse los pantalones y mostrar las nalgas en un auditorio de la Universidad Nacional, de Bogotá, lleno de estudiantes de Artes, fue su “salto a la fama” en 1993, cuando era rector del centro educativo más importante del país.

Luego llegó a la vida política como alcalde de Bogotá, su boda en un circo montado en un elefante; y sus recorridos por la capital del país disfrazado de “Supercívico” (una especie de Superman, naranja) con el que buscaba llamar la atención sobre la cultura ciudadana. La fascinación que ejerce Mockus entre los jóvenes es similar al efecto de Barack Obama en Estados Unidos.

Santos, ex ministro de Defensa reconocido por darle los más duros golpes a las FARC, será el protagonista del “tocon” (todos contra....) que es el que define las elecciones en Colombia. Y es que aquí se dice que la gente no vota a favor de sino “en contra de”. De ahí que el “toconsan” sea el cobro a los más graves escándalos del gobierno como son los llamados “falsos positivos” (homicidio de civiles presentados como ilegales muertos en combate); las interceptaciones ilegales a magistrados, periodistas y políticos de oposición; y la polémica asignación de recursos para la promoción del campo a través del programa estatal Agroingreso Seguro.

Sin embargo, a la hora de mirar propuestas, la Legalidad Democrática, liderada por Mockus, y la Prosperidad Democrática, que abandera Santos, no hay tanta distancia. La diferencia, según Gerson Arias, de la Fundación Ideas para la Paz, está en el margen de maniobra de los candidatos.

En temas sensibles como el narcotráfico, ambos señalan en la importancia del respaldo de Estados Unidos y son concientes de que el Plan Colombia tendrá que replantearse, aunque cada uno da razones diferentes. Ambos también insisten en la importancia de las alianzas con otros países, en especial, México para enfrentar a las redes de traficantes.

Santos, como ministro de Defensa, fue el gestor del acuerdo de cooperación militar con EU que permite a uniformados de ese país utilizar bases en Colombia. Santos considera que desde 1998, cuando comenzó el Plan Colombia, se sabía que los recursos no iban a ser infinitos. “Se estructuró pensando que, en la medida que se recuperara la institucionalidad y se avanzara en la lucha contra los cultivos ilícitos y el narcotráfico iban a disminuir los aportes”.

Para Mockus, el Plan Colombia tiene que adecuarse a la realidad del país, aunque señala que continuará con estrategias como las fumigaciones aéreas, “hasta que no haya una opción mejor”. También insiste en que es fundamental una alianza con México un país que ha vivido la misma situación de orden público derivada del tema del narcotráfico.

Para Arias, el candidato de La U tiene a su favor que fue ministro de Defensa y sabe cómo aglutinar a los organismos de seguridad y conseguir ayuda extranjera. Además, cuenta con el apoyo de militares y policías. En el caso de Mockus, cree que no podrá mantener su decisión de sostener las aspersiones aéreas. “Aunque su candidatura es por los Verdes y en Colombia es más de nombre que otra cosa, cuenta con el apoyo de los Verdes de Europa que sí tienen una filosofía de respeto al medio ambiente y le van a pedir que pare esta práctica”.

En el tema de la lucha contra las FARC, insisten en que se trata de un grupo ilegal al que se debe seguir combatiendo y que bajo ningún precepto van a negociar acuerdos para lograr la liberación de los militares y policías secuestrados. Para Santos y Mockus se trata de una estrategia perversa para mantener a las familias en vilo.

Pese a que a través de un comunicado, las FARC descartaron a todos los candidatos como una opción viable para el país, Arias considera que Mockus podría tener mejores posibilidades de acercamiento con el grupo ilegal. “Ahora hablar de intercambio humanitario no es popular, eso quita votos, pero sería más viable con Mockus, porque en su equipo hay gente que podría buscarlo”, explicó.

En el tema de las relaciones con los vecinos y la posibilidad de buscar ayuda para combatir al narcotráfico y los grupos armados ilegales, la situación es más complicada. Santos enfrenta un proceso en Ecuador por el bombardeo en el que murió el jefe guerrillero Raúl Reyes y sus relaciones con Hugo Chávez nunca han sido buenas. Entre ellos no hay química. “Mockus podría tener un mejor apoyo con Venezuela y Ecuador, aunque tampoco sería fácil”, afirmó Arias.

La duda es si el 63 por ciento de popularidad de Uribe se traduce en un apoyo a Santos, quien es considerado su sucesor natural o si los primivotantes, público objetivo de Mockus, se alejarán de su Blackberry y su computador portátil por unas horas para ir a los puestos de votación.

Clara I. Vélez Rincón/Medellín, Milenio, 29 de mayo.

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