Ahora vive de "pepena"

La pobreza que la obligó a dejar Puebla hace tres años la alcanzó donde jamás imaginó: Estados Unidos. Desde hace tres meses, Anastasia Castañeda Hernández subsiste “rejuntando botellas y latitas de soda”. Nadie le da trabajo.

Hoy sólo piensa en regresar a México, reencontrarse con su familia, así sea para ganar pesos en lugar de dólares. La crisis económica en ese país le pegó directo.

“Ya ni les envío dinero a mis hijos”, cuenta. Atrás quedaron los días cuando le pagaban ocho o 10 dólares por hora limpiando casas en zonas exclusivas en Arcadia, California, que le alcanzaba para mandar hasta 400 dólares al mes a México.

Ahora se la pasa tocando puertas para conseguir tres o cuatro horas de trabajo a la semana, relata. “Unos dicen que no tengo papeles y les da miedo darme trabajo, pero otros dicen que no tienen dinero pa’ pagarme”.

A sus 50 años edad, Anita tiene que volver a empezar. Originaria de San Francisco Ixtacamaxtitlán, en la zona norte de Puebla, dejó hace más de una década el pueblo con sus cuatro hijos, para buscarse un mejor porvenir, y se asentó en el municipio de Oriental, de donde partió sola hace tres años hacia Estados Unidos.

Para esta mujer náhuatl, de nada sirvió el esfuerzo por aprender algunas palabras en inglés y entender a quienes la contrataban. “Me costó mucho quedarme en la primera casa —en Monrovia, California—, pero cuando vieron que era honrada y de verdá limpiaba bien, otros me dieron trabajo, pero eso ya se acabó”.

Espera conseguir dinero para volver a Oriental, con sus hijos. Fueron su motivo para ir a Estados Unidos como indocumentada y sin preparación escolar, pues quería un futuro distinto para ellos: uno va la universidad, dos la prepa y otra a la secundaria.

Las jornadas de hasta 12 horas diarias de trabajo limpiando casas tenían como recompensa el dinero que cada mes les enviaba a sus hijos para proseguir sus estudios.

Pero la crisis en Estados Unidos le ha quitado toda posibilidad de quedarse ahí: “ya no tengo ni para comer, se sufre mucho así, na’más pienso en regresar con mi familia, nunca pensé que esto me iba a pasar”.

Anastasia sabe que la vida en México está difícil, “pero ya cuando esté allá, así sean tortillas con sal lo que comamos vamos a salir adelante, ya estaré en mi tierra con mis hijos, pero aquí ya no se puede vivir”.

Silvia Otero, El Universal, 31 de octubre.


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