'Llegan muchos, pero se vuelven a ir'

Al entrar al mini súper del señor Daniel Lee uno parece trasladarse a Seúl.

El televisor, colgado en la pared, frente a la caja, está sintonizado en KBS2, el canal estatal de Corea del Sur, que transmite, entre otros programas, las telenovelas que han comenzado a ganar popularidad en el mundo occidental y que se distinguen porque no tienen escenas con connotación sexual, pues los actores rara vez se dan un beso.

La hija del señor Lee ve Gag Concert, un programa juvenil de sketches cómicos, mientras que su esposa lee un ejemplar de Hanin Diario, un periódico en coreano con noticias del país asiático, del mundo y algunas de México.

Los estantes y refrigeradores del local ubicado en la calle de Londres, en el corazón de la Zona Rosa, se encuentran repletos de productos coreanos: salsas, noodles, algas, pescados, dulces, helados, ollas y medicamentos.

El señor Lee y su familia forman parte de la creciente comunidad de inmigrantes procedentes de Corea del Sur, que según datos censales ronda los 4 mil, 10 veces más que hace una década.

Además de establecer negocios en la Zona Rosa, como estéticas, restaurantes y consultorios médicos, la comunidad coreana también se ha asentado en Santa Fe e Interlomas.

Según el Centro Cultural Coreano, inaugurado este año, el comercio entre ambos países en 2011 fue de más de 14 mil millones de dólares, equivalentes a 40 millones de dólares diarios.

En su portal indica que la Secretaría de Economía tiene registradas a por lo menos mil 400 empresas coreanas con inversión en México.

En los 25 años que Lee lleva viviendo en el DF ha sido testigo del aumento de sus paisanos.

"Vienen y se van a otro lado, se quedan un año o dos y se vuelen a ir"' apunto.

Jenny, de 21 años, emigró en 2007 a México por el trabajo de su padre, que se dedica a la fabricación de camisas.

Próximamente, su padre se mudará a otro país por motivos de trabajo pero ella y su hermana mayor se quedarán para continuar sus estudios universitarios.

La joven, quien entre semana estudia Psicología Social y trabaja mientras que los fines de semana los destina a su Iglesia, asegura vivir más contenta y relajada que en Corea del Sur.

"En Corea, los estudiantes no pueden salir, nada más pueden estudiar, estudiar y estudiar y aquí sí se puede", cuenta.

Lee recuerda que él viajó a México invitado por un amigo para que ejerciera su profesión de cocinero.

"En un principio dije: 'trabajo aquí un tiempo y después me voy a Estados Unidos'. (Pero) me gustaron mucho los mexicanos, siempre estaban platicando y me sentí como en Corea", relata Lee, quien habla con soltura el español que aprendió estudiando libros y poniéndolo en práctica con sus amigos mexicanos.

Al poco tiempo se trajo a su esposa y se hizo de su propio restaurante coreano en la esta misma colonia, el cual vendió hace seis años agotado de trabajar en la cocina. Entonces cambió de giro y emprendió esta tienda que ha funcionado.


Verónica Sánchez, Reforma, 5 de agosto.

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