La televisión hace magia. Esta noche del Senado junta como hermanos al PRI, al PAN y al PRD. Esta noche iguala los discursos y los votos. Queremos sacar el poder del dinero de la lucha por el poder, dicen los tres partidos. El panista Santiago Creel, en una ruda pieza oratoria repleta de dardos irónicos contra las televisoras, se lanza más allá: “No celebremos, todavía quedan muchos grupos de interés que reordenar en este país. Éste es el primer paso”.
La reforma electoral, como se dice en el argot parlamentario, está “planchada”. Hay acuerdo general, salvo en puntos particulares y en la oposición de los partidos pequeños que verán achicados sus dineros. El debate de esta noche no es entre las fuerzas políticas, sino entre el Senado y las poderosas cadenas de televisión del país.
El desenlace arrancó la tarde del martes, cuando la televisión –es decir, Televisa y Tv Azteca– trajo a sus abogados y sus figuras a pegar a los senadores. Esta noche, los legisladores responden con una reforma que, entre muchas otras cosas, quita a las televisoras un pastel de 3 mil millones de pesos (o la mayor parte de ese pastel, del que también comen las radiodifusoras), es decir, el dinero de los espots en las campañas electorales.
La sesión del Senado, citada para el mediodía, se pospone para la tarde en un afán de que se sumen los partidos chicos que se oponen.
Pasadas las seis, abre la tarde el petista Alejandro González Yáñez: “Lo costoso no es la democracia, lo costoso son los espots”, dice, condensando el ambiente interesado y festivo a la vez que se reproduce en los pasillos desde antes del inicio de la sesión.
“Les salió el chirrión por el palito”, dicen, de todas las formas posibles, felices de los resultados de la cadena nacional que hicieron las televisoras la tarde del martes pasado.
Los estamos parando en seco
Carlos Navarrete, coordinador de los senadores del PRD, hace un discurso articulado, emotivo, fincado en las líneas trazadas por Pablo Gómez el martes durante el encuentro con los representantes de las televisoras.
“Estamos tocando por la vía de la reforma constitucional a intereses fácticos mediáticos, intereses que asumen que porque son concesionarios de un bien público pueden imponerse al Estado y a sus órganos, y pueden poner de rodillas a partidos, a candidatos, a legisladores y a todos en la sociedad, porque controlan el acceso a la televisión y a la radio, y eso no puede seguir más. Eso es lo que estamos parando en seco.”
El desliz de Navarrete (todos los partidos, dice, “fuimos a tocar las puertas traseras de las empresas para entrar a la competencia electoral”) se pierde en sus elogios a las bancadas del PAN y del PRI. A la primera, por su “valentía”, porque “los que gobiernan deben cuidar muchos factores de equilibrio”. A la segunda, porque “con toda su experiencia ha decidido transitar en la reforma”.
El perredista acusa recibo de la andanada de las televisoras contra el Congreso: “Los poderes fácticos nunca se imaginaron que al agredir, como lo han hecho, a la Cámara de Senadores, iban a encontrar la solidez, el cierre de filas, la altura que están encontrando”.
Navarrete termina con una cita de Belisario Domínguez, y acto seguido el cierre de filas brinca de la retórica a las curules. Se levantan primero, en el aplauso, los senadores del PRD, y les siguen priístas, panistas y petistas. El aplauso es largo y lo coronan palmadas y abrazos. La magia de la televisión junta a los adversarios.
La escena ha de repetirse al finalizar los discursos de los coordinadores del PRI y del PAN.
Manlio Fabio Beltrones trae a cuento las elecciones de 2006. “A la vista aún están las secuelas provocadas por la inequidad y el uso indiscriminado del dinero para salvaguardar intereses particulares. ¿Qué se defiende, el país de los espots y los ratings, o el derecho de los ciudadanos a obtener información que sirva para orientar sus decisiones?”
El coordinador de los priístas se refiere también al Instituto Federal Electoral y acusa a los medios electrónicos de mentir cuando dicen que se afectan la autonomía y la independencia de ese organismo. “Al IFE la reforma lo fortalece institucional y procedimentalmente”, dice, y alguien comenta por lo bajo que también saca del instituto a Luis Carlos Ugalde, puesto ahí por la acérrima enemiga de Beltrones, Elba Esther Gordillo.
Por esa línea va el siguiente en el turno, Santiago Creel, cuando dice que la reforma “también limita al dinero, porque rompe con la vinculación entre partidos políticos y organizaciones gremiales, vinculación muchas veces basada no solamente en intereses políticos, sino en algunos casos también en intereses de carácter económico”.
Uno tras otro, en las intervenciones de apertura, los senadores responden a las críticas que los medios electrónicos, encabezados por las televisoras, han lanzado en días y horas recientes.
Por la mañana, las cabezas de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión (CIRT) vuelven a la carga y exigen un referendo sobre la reforma. Defienden al ya caído Consejo General del IFE, pero sólo para arropar una idea que ya nadie les cree: que la reforma está coja e incompleta y que a ellos no les interesa seguir ganando millonadas, sino proteger la democracia.
En una conferencia de prensa, cuya versión es repartida a lo largo de la tarde en el Senado, el periodista Sergio Sarmiento resume la postura de “representantes y trabajadores” de los medios electrónicos. Como el martes, la industria dice que la reforma no sólo es una “agresión a los medios, sino que afecta derechos fundamentales de los mexicanos”, como los derechos a la libertad de expresión e información.
Es el dinero, responde Creel, “la fuente de la inconformidad de los concesionarios de la radio y la televisión”. Y sigue: “Los intentos por disfrazar esta inconformidad, y por llamarla de otro modo, son inútiles. Así la engañen con la misma libertad de expresión”.
Santiago Creel, enfrentado en el pasado reciente con las televisoras, se va a fondo: “El dinero es lo que ha distorsionado, es lo que ha pervertido la relación entre medios electrónicos, partidos y candidatos… Una relación, por cierto también, en la que nadie o casi nadie puede arrojar la primera piedra, y hay que decirlo con claridad, y yo por delante”.
Ya en esa ruta, Creel critica a las televisoras por sacar de las pantallas la intervención de Ricardo García Cervantes. “Ayer mismo se dijo que la programación política no tiene rating, se dijo también que no es popular, a pesar de que se dio un encadenamiento de señales por más de cuatro horas y –por cierto– sin interrupciones comerciales”.
¿Qué será de las frase de Creel en el Canal de las Estrellas? “La finalidad es que nuestros actos y nuestras decisiones se orienten más por las ideas y los principios que por los espots”, dice él. “Que pensemos más en la Constitución y menos en la televisión”.
¿Quién miente?
En la televisión, en tanto, se sigue diciendo que los partidos van a gastar más. Ricardo García Cervantes, el senador sacado de las pantallas, afirma que se trata de otra mentira de los medios electrónicos y que en 2009 los partidos recibirán 70 por ciento menos dinero para sus campañas. “¿Quién dice mentira? ¿Quién dice verdad?”
Pablo Gómez acusa recibo de la solicitud de referendo hecha por la CIRT. “Los perredistas lamentamos que el IFE no sea autoridad para organizar un referendo, pues esa figura todavía no existe en la Constitución”.
Los partidos chicos patalean por el reparto de los dineros y los espacios en los medios, un asunto de trámite.
Llega la votación, al filo de las 10 de la noche. Ciento diez senadores en favor y 11 en contra. Largo aplauso corona la noche, media hora antes del noticiero estelar.
¿Serán quemados los senadores en el fuego eterno de las pantallas?
Aquí están seguros de que no. Recuerdan que está pendiente la ley de radio y televisión, que toca las concesiones, las nuevas tecnologías, los intereses de los ahora adversarios del Senado.
Presente como testigo, el secretario general del PRD, Guadalupe Acosta Naranjo, suelta: “Ellos tienen las pantallas, pero acá está grande el machete, ¿no?”
Crónica de Arturo Cano, La Jornada, 13 de septiembre.
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