1º DE DICIEMBRE DE 2006: A UN AÑO DE LA TOMA DE PROTESTA DE FELIPE CALDERÓN: 4. VICENTE FOX.

Mientras se desencadenaban los acontecimientos vinculados a la toma de la tribuna y al cambio presidencial, Vicente Fox vivía sus últimos días al frente del país. ¿Qué se comentaba sobre su desempeño a dos días de dejar el poder? A continuación, una muestra al respecto, conformada por cuarenta comentarios, es decir, 15.38% de los 260 correspondientes al tema.

La integración de su gobierno, paso previo a su asunción, permitió saber de antemano el curso de su administración. Dijo haber confiado la selección a head hunters, como si el gobierno de un país equivaliera a la gerencia de una empresa. Y así le fue. Nunca ha habido tal movilidad en un equipo gubernamental como en el encabezado por Fox: no se admitió nunca que nadie fuera despedido por incompetencia (pues a la antigua usanza no se explicaron las causas de las remociones y de las renuncias). Pero lo cierto es que sólo cinco de los 18 miembros del gabinete original figuran en el gabinete (que mañana concluye sus funciones) en la misma posición donde comenzaron. Su invento personal, las coordinaciones de sector, fracasaron pronto o tarde: se frustró su intento de que hubiera un coordinador del área de "orden y respeto", encargo que había hecho a Adolfo Aguilar Zinser, que sólo se mantuvo como consejero de Seguridad Nacional, posición a la que Fox concedió tal importancia que la dejó vacante cuando Aguilar Zinser quiso ser representante mexicano en las Naciones Unidas, sin que nadie reparara en el atropello que ese paso significó a la diplomacia profesional; el ex rector José Sarukhán dejó muy pronto de ser comisionado de Desarrollo Humano, es decir coordinador de la política social, y con ello la República perdió sus servicios que tan relevantes mostraron ser en la Universidad Nacional; Ernesto Ruffo, el protogobernador surgido de la oposición, no perseveró en la Comisión de Asuntos Fronterizos, ni Carlos Flores Alcocer en la coordinación de asesores de Planeación Estratégica y Desarrollo Regional.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, 29 de noviembre de 2006.

Que el presidente Fox duerme desde anoche en el hotel Camino Real de Mariano Escobedo.
De ahí saldrá el viernes con la banda tricolor en el pecho.
“Trascendió”, Milenio, 29 de noviembre de 2006.

Como dicen, "el miedo no anda en burro", o "más vale que digan «aquí corrió»"...
Poco a poco
"La distancia se va haciendo menooos...", cantara José Alfredo Jiménez.
Y es que ayer en la noche, el presidente Vicente Fox y Marthita Sahagún dejaron la residencia oficial de Los Pinos para mudarse a una suite presidencial del Hotel Camino Real. Ahí pernoctarán hasta el sábado, y después se mudarán a Guanajuato, su estado natal...
Hum, dicen, la estancia en el hotelazo es cortesía de los Olegarios...; ni eso fueron capaces de pagar...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 29 de noviembre de 2006.

Los días finales agotaron ya un sexenio perdido. Fox no saldrá con mala popularidad pero al final no estuvo seis años en un concurso de belleza sino que le tocó comprometerse con el cambio político y fracasó. Fue un fracaso personal y de partido. Tomó un país esperanzado y dejará un país decepcionado. La crisis sigue siendo la misma. Calderón ganó no por su oferta sino porque concitó el voto contra López Obrador.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 29 de noviembre de 2006.

Fox no supo ser jefe de su equipo. Más de uno se retiró en busca de su propio porvenir, sin importar la causa común. Fueron notorias las contradicciones, diferencias y aun reyertas entre secretarios de Estado. O por lo menos la desinformación: El secretario del Medio Ambiente José Luis Luege, por citar sólo un caso reciente, se enteró por la prensa del alza al precio de la gasolina Premium, ocurrida semanas después de que el gobierno se había ufanado de la mejora ecológica lograda con ese combustible, en un acto en que el histriónico presidente de la República hizo de despachador, manguera en mano.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, 29 de noviembre de 2006.

Por cierto que grandes contradicciones y misterio hay luego del foxidesmayo del domingo.
Contra la información oficial del domingo, de que luego el desmayo que sufrió el presidente Vicente Fox en el rancho La Estancia en Guanajuato, el mandatario había regresado a la fiesta con los Appolegisladores panistas (ahora así se van a llamar), que encabezaba cuando ocurrió el incidente, el propio (ba)voz-cero presidencial, Rubén Aguilar, declaró que por la tarde de ese mismo día, Fox Quesada fue trasladado al Hospital del Estado Mayor Presidencial para someterlo a una valoración médica...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 29 de noviembre de 2006.

Si no desempeñó a derechas el Poder Ejecutivo, la relación de Fox con los otros poderes explica la pobreza de sus resultados. Admitió en su discurso inaugural, porque así lo previene la Constitución, que él propondría y el Congreso dispondría. No fue capaz de hacerlo coincidir con sus propósitos en los temas cruciales, entre otras razones porque no se atrevió a plantearlos: la reforma laboral, conocida como ley Abascal, no llegó a San Lázaro desde Los Pinos sino que se simuló que la presentaban diputados. Practicó la paternidad irresponsable respecto de iniciativas que formalmente surgieron de su oficina: las abandonaba sin cuidados. Y hasta se alegraba de sus propios fracasos: cuando el Senado reformó la Constitución en materia indígena, en sentido contrario de la propuesta presidencial (que de avanzar le hubiera provisto una sólida plataforma política), alabó el resultado, no se sabe todavía si por ignorancia o porque practicaba un doble lenguaje.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, 29 de noviembre de 2006.

Pero evaluemos a partir de datos duros: según el INEGI, la economía sólo tuvo durante el gobierno que termina un incremento promedio de 3.4%, dos puntos abajo del 5.5% logrado por el de su antecesor Ernesto Zedillo y muy lejos del 7% anual prometido por Fox.
El desempleo en septiembre pasado alcanzó a un millón 780 mil personas, cantidad que al compararse con las 612 mil que había al principio de esta administración, refleja que la desocupación total casi se triplicó en el sexenio. Súmense a esto los 11 millones de mexicanos que se desempeñan en la economía informal y el medio millón que anualmente emigra del país en busca de empleo.
Raúl Rodríguez Cortés, “Gran angular”, El Gráfico, 29 de noviembre de 2006.

Incapaz de admitir que el Congreso dispusiera frente a sus propuestas, Fox multiplicó los vetos y las controversias constitucionales para sacar avante sus puntos de vista (o de los intereses que gestionaba). Y ocupó el tiempo de difusión presidencial no en explicar por qué aumentó de súbito en un peso el litro de la leche popular, sino en defenderse de, y ofender a, los legisladores las dos veces que rehusaron autorizar prescindibles viajes al exterior.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, 29 de noviembre de 2006.

Alegan los defensores de Fox que su gran legado es la democracia, como se pretende hacernos creer en la campaña mediática que nos bombardea. Pero ese aserto no resiste el veredicto del statu quo: ¿o acaso es un demócrata quien con sus declaraciones y propaganda puso en riesgo la validez de la elección presidencial, según verdad jurídica asentada por el Tribunal Electoral? No, no puede ser demócrata quien desde el desafuero de López Obrador buscó detener a la mala una opción política, acabó poniendo en duda la equidad e imparcialidad electoral, dividió al país y enfrentó a la sociedad.
Raúl Rodríguez Cortés, “Gran angular”, El Gráfico, 29 de noviembre de 2006.

Y respecto del Poder Judicial, le infirió un daño profundo al implicar al presidente de la Suprema Corte en el desafuero a López Obrador (del que después se desafanó) y al Tribunal Electoral en su segunda victoria presidencial.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, 29 de noviembre de 2006.

Por otra parte, hoy llega a su fin el experimento Fox. Los resultados son lamentables en general pero, en particular, el saldo es perdurablemente negativo en el terreno de la división y el odio sociales que el PAN-gobierno instaló entre los mexicanos con tal de hacer ganar al candidato del continuismo y de aplastar la denuncia y la resistencia contra el poliédrico fraude electoral cometido.
Seis años atrás, el hombre que entonces calzaba botas ¬ahora, ni eso¬ generaba entre un gran segmento de la población una esperanza fantasiosa sobre cambios y mejorías. Hoy, no sólo hay desánimo y frustración, sino un escenario institucional de desastre que tiene como puntos más llamativos San Lázaro y Oaxaca pero que se extiende a muchos otros lugares y muchas otras instancias de la vida pública. Ausente, manipulable y frívolo, el ex gobernador de Guanajuato ha llevado a los niveles más bajos la figura presidencial y en esa desidia, aprovechada por otros (sobre todo por su dominante y ambiciosa esposa actual), con el fraude electoral abrió las puertas a la gran división nacional.
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 30 de noviembre de 2006.

Vicente Fox termina hoy su sexenio con números rojos. La ocupación de la tribuna de la Cámara de Diputados por la bancada de su partido es mínima expresión de la crisis política causada por el Presidente al entrometerse en el proceso electoral. Ése es un pecado, para decirlo en términos de su cosmovisión, que nadie le perdonará nunca.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 30 de noviembre de 2006.

Lo condenarán sus enemigos momentáneamente por los yerros a los que nadie escapa, pero lo absolverá la historia por sus aciertos, que borrarán las faltas. Éstas lo opacarán un tiempo; aquéllos lo engrandecerán en la posteridad.
En esa dura realidad, que también es alentadora perspectiva, se halla Vicente Fox Quesada, Presidente de México para el periodo 2000-2006, que en horas terminará.
El severo juicio que ha comenzado con ira, en algún momento será tocado por la serenidad. Entonces será justo y se valorará en su justa dimensión el bien que hizo y el que no pudo hacer.
Oscar Mario Beteta, “En petit comité”, Milenio, 30 de noviembre de 2006.

Por sí o a instancias de su esposa, que gobernó al que a menudo dejó de gobernar, Fox decidió impedir que Andrés Manuel López Obrador contendiera por la Presidencia o llegara a ella. Su mayor intento, el desafuero, culminó en fracaso admitido por el propio Fox, que tardíamente se percató de la desmesura de su pretensión y las graves consecuencias, aun en contra suya, que implicaba la exclusión del entonces principal aspirante opositor. En sus hesitaciones frecuentes, sin embargo, ya en el proceso electoral Fox volvió a fijarse como meta la derrota de López Obrador. Entró a la contienda abatiendo su propia dimensión. No sólo abandonó su papel de jefe de Estado, capaz de sobrevolar las querellas entre partidos y candidatos, sino que se constituyó en antagonista abierto del abanderado de la coalición Por el Bien de Todos. Más que impulsar a Felipe Calderón (a quien había llamado tardíamente al gabinete y después echó de él), Fox se propuso impedir que López Obrador ganara una elección en la que aparecía con altas posibilidades de alcanzar la victoria. Puso en riesgo la elección, dijo el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en actitud timorata, porque no extrajo de ese diagnóstico la conclusión obligada. El dictamen fue, además, incorrecto. Fox no puso en riesgo la elección: la arruinó, pues día con día se muestra el carácter pírrico de la victoria de Calderón.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 30 de noviembre de 2006.

QUE NO se diga que Vicente Fox fue incapaz de lograr acuerdos con los partidos políticos.
AL CONTRARIO, en medio de la crisis actual, tanto PRI como PRD y chance hasta el PAN sólo se han puesto de acuerdo en una cosa: que el Presidente saliente no se presente a la toma de posesión de Felipe Calderón.
LUEGO de que ayer nuevamente las negociaciones se fueron por el desagüe de San Lázaro, los perredistas y los tricolores mantenían una exigencia firme: que no vaya Vicente Fox.
Y POR lo que se vio ayer, de parte de los panistas no hay mucho interés en defender la presencia del mandatario que ya se fue, aunque oficialmente lo haga esta medianoche.
NOMÁS FALTA ver cómo le hacen para brincarse la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, que muy clarito establece en sus artículos 36 y 37 que el Presidente saliente participará en la ceremonia de toma de posesión.
¿O ACASO les tiene sin cuidado violar tantito una ley más? Es pregunta.
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 30 de noviembre de 2006.

Aunque el daño está hecho, tras 2 mil 190 días que parecieron eternos, por fin llegó el mejor momento del gobierno del "cambio": en unas cuantas horas más, Vicente Fox se va, y Foxilandia con él.
Tres meses atrás, él mismo "bajó la cortina", "cerró la tienda", pero ni por un segundo dejó de patinar ni hacer escándalos. Ahora la Constitución lo obliga a que su retiro sea efectivo, y un adelanto concreto es que ya no vive en las cabañitas de Los Pinos (tan amoro$$$amente decoradas por Martita), sino en un hotel (Camino Real) propiedad de uno de los empresarios que mayor raja le sacó al "cambio" (Olegario Vázquez Raña), donde dice despachar.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 30 de noviembre de 2006.

Al calor del inminente relevo y de los acontecimientos de los últimos meses, algunas voces lo descalifican y lo condenan a priori. Nada hizo, dicen a coro sus más inflexibles críticos mientras los escépticos y los magnánimos hacen de la prudencia expectante y cauteloso silencio.
Mas para reconocer sus méritos, aún a título personal, con lo que le tributo admiración, reconocimiento y respeto, baste recordar que acabó con la llamada “dictadura perfecta”, cuyos integrantes han empezado a reconsiderar todas sus añejas prácticas para salud y beneficio de México.
Sobre esa base, la todavía tierna democracia mexicana pudo tener el cauce abierto, el paso libre y el horizonte despejado. La disputa civilizada del poder quedará como uno de sus grandes legados. La alternancia llegó para quedarse.
Oscar Mario Beteta, “En petit comité”, Milenio, 30 de noviembre de 2006.

Se argumenta que en economía Fox deja saldos favorables. En efecto, conservó las variables macroeconómicas como lo hicieron sus antecesores, porque en esa materia Fox fue tan priista como Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, siguió sus recetas y obtuvo sus resultados. Aplicó la misma política a través de las mismas personas: el subsecretario de Ingresos de Salinas se convirtió en su secretario de Hacienda. Y propuso para un segundo periodo a Guillermo Ortiz Martínez, hecho elegir gobernador del Banco de México por Zedillo, no sólo por sus prejuicios doctrinales sino, más terrenalmente, a fin de ponerlo a salvo de eventuales juicios derivados de su papel en las diversas etapas de la privatización y el rescate bancarios.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 30 de noviembre de 2006.

En el primer día del sexenio que termina este tecleador escribió: "A partir de hoy y durante seis años, Vicente Fox será el presidente de todos los mexicanos. Quienes no votamos por él, y quienes hemos criticado ácidamente lo que consideramos son sus errores personales e institucionales, debemos seguirlo haciendo en los mismos términos, para de esa manera alertar y combatir, acaso ayudar a corregir. Por lo pronto, y por hoy, hoy, hoy, el día de su toma de posesión, esta columna ha deseado dar paso al deseo de que el gran ánimo popular, esperanzado con un cambio positivo, pueda encontrar, a lo largo de seis años, la satisfacción deseada." La columna cerraba así: "Marta Christmas y Happy New Fox"...
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 30 de noviembre de 2006.

Fox contó para su gobierno con los abultados ingresos procedentes de las exportaciones de crudo, beneficiadas por altos precios sostenidos durante largo tiempo. Pero no sembró el petróleo, es decir no aprovechó esos excedentes para transformaciones de fondo de la economía, sino que lo arrojó al gasto corriente, por lo que los mexicanos no vieron mejorar sustantivamente su situación. Al contrario, alentó un consumismo pagadero con créditos usurarios, ofrecidos por bancos que tienen sus matrices en Estados Unidos, España, Canadá y Hong Kong. Nada de ello sería extraño en el mundo globalizado, pero implica una transferencia de recursos al exterior con perjuicio para la lánguida economía mexicana.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 30 de noviembre de 2006.

Seis años atrás, con su bono democrático en el bolsillo, Vicente Fox entró al Palacio de San Lázaro en medio del orden, la civilidad y la esperanza de un nuevo ambiente político, tras 71 años de priato. Ahora que se va e insiste en apersonarse en ese mismo recinto para presenciar el relevo de mando ¬al único que la Constitución explícitamente obliga a estar presente es al mandatario entrante, no al saliente¬, el ahora inquilino del Camino Real cosecha lo que a lo largo de su sexenio sembró: desorden, incivilidad, enrarecimiento del ambiente político y social, y el rechazo mayoritario de las fracciones parlamentarias en el Congreso, trabadas en una batalla campal. Y todo en sólo un sexenio. (…)
También seis años atrás, Vicente Fox comió tamales con los llamados niños de la calle y fue a la Basílica de Guadalupe, donde rezó varios minutos y en la intimidad ofreció la jefatura del gabinete del "cambio" a la madre Tonatzin, quien por lo visto no aceptó. Ahora sus comensales de aquellos días son jóvenes de la calle (lo único que les cambió fue la edad) y repetirá el numerito. "Voy a darle gracias a la virgen", ha dicho, cuando tendría que ir a pedir perdón.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 30 de noviembre de 2006.

También fue priista la política social de Fox, orientada por criterios clientelistas y de culto a la personalidad. Si se confiara en los mensajes propagados ad nauseam sobre algunos aspectos del programa Oportunidades, tendría que admitirse que Fox dispuso de una vara mágica suficiente para transformar como por ensalmo la vida de millones de personas, que vivieron una terrible época anterior a ese mandatario y una era maravillosa apenas él apareció en el escenario. El incremento súbito del precio de la leche popular muestra la dolosa manipulación del mismo para efectos electorales.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 30 de noviembre de 2006.

La Alianza Braceroproa, dirigida por Ventura Gutiérrez, organizó una peregrinación de Guanajuato a la Basílica de Guadalupe para manifestarse contra la pretensión de V. F. (el tecleador ya casi ni se acuerda qué significan esas iniciales) de ir a dar gracias a esa Virgen porque supuestamente le habría ayudado a realizar un buen gobierno. Anoche, al llegar a esa Basílica, la peregrinación vio que las puertas fueron cerradas para que no pudieran pasar. Y la pregunta es, ¿irá V. F. a dar las anunciadas gracias, o tendrá otro oportuno desmayo?..
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 30 de noviembre de 2006.

Ya están en el Distrito Federal las huestes del Braceroproa, comandadas por su líder Ventura Gutiérrez. Vienen a protestar nuevamente porque quedó en promesa el ofrecimiento de don Vicente (ya casi) MegaSpot de reintegrarles al menos una parte del dinero que les descontaron de su sueldo cuando fueron contratados para trabajar en Estados Unidos; ya de eso pasaron muchos años. Ayer se hicieron presentes en las oficinas del Senado de la República. Pero ese no era el propósito principal de su protesta. Tratarán de impedir el acceso de don Vicente a la Basílica de Guadalupe, adonde piensa asistir después de entregar la banda tricolor a Felipe Calderón. (Mejor que no se enteren de que ya dejó la cabaña de Los Pinos y se hospeda en el hotel Camino Real, no se les vaya a ocurrir darse una vuelta por ese rumbo y no lo dejen dormir las últimas noches que pasará en la capital antes de irse a refugiar a su rancho).
Enrique Galván Ochoa, “Dinero”, La Jornada, 30 de noviembre de 2006.

Sería interminable detallar las promesas incumplidas ¬en campaña y en el gobierno¬, pero más allá del onírico 7 por ciento anual de crecimiento económico, el millón 350 mil empleos por año de mandato, los 15 minutos chiapanecos, la "paz social" en Oaxaca, la "victoria" del Estado en su batalla contra el narcotráfico, la "superación" de la pobreza, la "enchilada completa" en materia migratoria, la "recuperación" del poder adquisitivo de los mexicanos, las "oportunidades iguales para todos sin distingo de sexo, edad, raza, religión o preferencia política" (lo mismo dice el Felipillo), "mis acciones y palabras serán honestas y dignas de credibilidad, fomentando una cultura de confianza y de verdad", "actuaré siempre en forma imparcial, sin conceder preferencias o privilegios indebidos a persona alguna", "actuaré con eficacia y calidad en la administración pública", y tantas otras quimeras y tomaduras de pelo, Vicente Fox deja al país enfrentado, dividido, muy cerca de la ruptura, y en el balance habrá que sumar su administración al inventario de sexenios perdidos en materia económica y social.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 30 de noviembre de 2006.

El fracaso de la política exterior se sintetiza en el muro fronterizo cuya construcción y financiamiento fueron decididos por el presidente Bush, cuya amistad quiso granjearse Fox como meta diplomática personal. Con la ilusa pretensión de establecer una relación especial entre Washington y México, concretada en un imaginario acuerdo migratorio, Fox y sus dos cancilleres subordinaron buena parte de la política exterior a ganar el favor del poderoso que desdeñó esos intentos. El número de jefes de Estado y de gobierno que acudirán mañana (independientemente de las condiciones en que ocurra el acto) a la toma de posesión del sucesor de Fox es mucho menor que el de quienes vinieron a su propia protesta. Un factor de esa disminución es la diplomacia foxista, regida por la improvisación y el capricho. Si bien un representante mexicano preside el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, no dejan de pesar los fracasos en la pretensión de Luis Ernesto Derbez de encabezar la Organización de Estados Americanos y en la dos veces fallida de Julio Frenk para dirigir la Mundial de la Salud, no obstante sus méritos personales y su antigua pertenencia a esa organización.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 30 de noviembre de 2006.

La democracia, a la que Fox, el PAN y otras fuerzas le abrieron la compuerta, se enriqueció en este régimen con la ampliación y consolidación de las libertades, la tolerancia, el diálogo, el respeto, los consensos y la rendición de cuentas.
Las acciones y decisiones de Fox son eminentemente fundacionales; son un punto de partida que hoy no se ve plenamente y por lo tanto no se aprecian a cabalidad. Pero con el tiempo fructificarán; serán la base de la cultura que servirá a México de nuevo punto de partida para mejor.
La injusticia e ingratitud; la deslealtad y la traición, suelen ser el pago que reciben los hombres notables; pero con el tiempo, su grandeza convierte esos sentimientos en gratitud y respeto; gloria y honor. Y eso hará Vicente Fox.
Por lo que a mí toca, gracias, señor Presidente.
Oscar Mario Beteta, “En petit comité”, Milenio, 30 de noviembre de 2006.

Al final, Fox ganó y él mismo así lo admitió en un acto de rara sinceridad al declarar que entre sus logros estaba el haber ganado "dos elecciones": la propia y la de su sucesor. En el antiguo régimen era el artífice del "triunfo" de su sucesor pero se suponía que ése no sería el caso en el nuevo. En la medida en que Vicente Fox triunfó en el 2000, ayudó a abrir las puertas de la democracia electoral, pero en la medida en que él "ganó" la Presidencia para su sucesor, revivió uno de los peores aspectos del viejo régimen y contribuyó a erosionar la confianza en una democracia que aún necesita de consolidación.
Lorenzo Meyer, “Agenda ciudadana”, Reforma, 30 de noviembre de 2006.

Una duda se pasea por los pasillos de Los Pinos, bueno, es un decir, porque su principal inquilino en los últimos seis años ya dejó la residencia oficial. El tema es que Vicente Fox se debate entre acudir o no a la ceremonia en que Felipe Calderón protestará como Presidente de todos los mexicanos. En un inicio, la propuesta del PRI para evitar el mal trago fue descartada, pero ahora se lo está pensando mejor. Total, no será él quien atraiga los reflectores.
“Frentes Políticos”, Excélsior, 30 de noviembre de 2006.

El presidente Fox prestaría un servicio a la República si se abstuviera de presentarse a la asunción de Calderón, mañana. La Constitución no exige su presencia y, al contrario, determina que su mandato concluye esta noche, por lo que mañana en la mañana habrá vuelto a ser un ciudadano, cuya presencia estorbaría el de suyo complicado acto con que comenzará un nuevo gobierno. No lo vamos a extrañar pero si practicara ese gesto sensato tendríamos menos motivos para deplorar su paso por la Presidencia de la República.
Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública”, Reforma, 30 de noviembre de 2006.

Y si Vicente Fox no acude a la ceremonia del relevo de poderes ¿se perdería el país de algo?
Jesús Sánchez, “Recuento Político”, El Financiero, 30 de noviembre de 2006.

Era un día como hoy hace justo seis años. Contrario al enfrentamiento que vivimos hoy, el 1 de diciembre de 2000 bien podríamos decir que el país estaba eufórico.
Fox había logrado lo que hasta hace unos meses se creía imposible: sacar al PRI de Los Pinos y además, sin balazos de por medio, como rezaba la amenaza de Fidel Velásquez. Una amenaza que ni siquiera pudo ver que no se cumplió porque murió unos meses atrás.
En la mismísima toma de posesión en San Lázaro, nomás puesta la banda presidencial, Fox dio muestra de lo que sería el talón de Aquiles —o uno de ellos— de su sexenio: sus palabras. En ese momento parecía algo anecdótico. Saludó a sus hijos, presentes en San Lázaro, antes que al Congreso.
Esa mañana había comenzado su día arrodillado ante la Guadalupana (ayer terminó su sexenio de manera igual). Más tarde, en el Auditorio Nacional, su hija Paulina le dio un Cristo. Marta (sin h, una letra que adquirió una vez casada) era entonces su vocera y veía —supuestamente— los toros desde la barrera.
Estábamos presenciando el inicio de un sexenio pletórico de esperanza y que culminó como una gran oportunidad perdida.
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, 1º de diciembre de 2006.

El presidente Fox había perdido el periodo de transición y llegó a la toma de posesión con un mal diagnóstico y una idea poco clara de la magnitud del reto al que se enfrentaba. No era un político profesional y quiso hacer de eso una virtud, cuando, a la hora de gobernar, ello se transforma en una carencia. En la ceremonia en el Congreso comenzó a rebajar su investidura, saludando, como si fuera un acto escolar, primero a sus hijos y luego a los legisladores. A la gente de la calle el gesto le cayó bien, pero el Congreso comprendió que las formas habían quedado atrás y se lo cobraron cotidianamente. Ese día, cuando nadie se lo hubiera podido impedir, podía haber presentado, de una vez, las propuestas de reformas fiscal y energética que el país, aún hoy, exige. Ni las nombró y envió un mensaje: no tenía claridad de sus prioridades y buscaría gobernar con base en encuestas de popularidad. Optó por ofrecerle al EZLN una paz que honraba aquello de alcanzarla en Chiapas en 15 minutos, pero regresó así, al tope de la agenda nacional, un tema que había desaparecido de ella tiempo atrás. Retiró al Ejército de las posiciones que ocupaba en Chiapas desde 1995 y con ello envió, también, otro mensaje: el Estado renunciaba al uso legítimo de la fuerza a cambio de consideraciones políticas, aunque así se debilitara.
Esa combinación de mensajes: abandono de las formas, falta de prioridades y renuncia al uso legítimo de la fuerza, resultaron las tres variables que, acomodándose de distinta manera, fueron socavando el sexenio y la administración de Fox y se pusieron de manifiesto cada vez que debía tomar una decisión clave. Podemos hacer un recorrido por todas las carencias que presentó la administración saliente, pero siempre nos vamos a encontrar, en el fondo, con las mismas tres variables: abandono de las formas y, por ende, degradación de la institución presidencial; ausencia de un cuadro claro de prioridades y, en consecuencia, una total desorganización y dispersión a la hora de tomar decisiones, así como la negativa a la utilización de la fuerza legítima del Estado, aunque con ello perdieran el Estado de derecho y la gobernabilidad del país.
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 1º de diciembre de 2006.

Sería el eco aún de la gritería, la noche de la victoria: "¡No nos falles!"; sería la nostalgia por un poder jamás ejercido; sería el cuesta abajo total de los últimos dos años; sería que se sentía en confianza. El caso es que en su última cita con la cúpula empresarial el presidente Vicente Fox lloró espeso y largo
El dramatismo del momento lo intentarían apagar los dirigentes de los organismos patronales con un regalo de despedida al gusto de sus ojos: una silla de montar charra aderezada con piel de cocodrilo. Pieza única de Guanajuato.
El caso es que tres días después, en la intimidad del rancho de San Cristóbal, el Ejecutivo desahogaría su pecho con uno de los pocos amigos que sobrevivieron a los desencuentros que llegaron al arribo del otro Fox que nació tras su boda con Marta Sahagún.
- Les fallé en el tema de la seguridad.
Alberto Barranco, “Empresa”, El Universal, 1º de diciembre de 2006.

De gira por León, Guanajuato, el presidente Fox aseguró:
"Mañana (hoy), una vez que entregue, y lo haré con el gran gusto de un ciudadano mexicano, pondré la banda presidencial en el pecho de don Felipe Calderón"...
Como siempre, errándola (por no decir otra cosa). La banda presidencial, el presidente del Congreso de la Unión, se la deposita en las manos al nuevo presidente, en la ceremonia de toma de posesión, ¡no se la pone el saliente!..
Mejor, como la caricatura de Helioflores de El Universal:
Vicente Fox se despide de los mexicanos, y dice: "que la sigan pasando bien...".
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 1º de diciembre de 2006.

Y ya metido en detalles, surgió el caso de los machetes de Atenco que se atrincheraron contra la posibilidad de un nuevo aeropuerto central. El conflicto de Oaxaca.
La paradoja del caso es que días después empezó a circular entre los integrantes del gabinete ampliado un catálogo de lo que el gobierno foxista calificaba como beneficios de la estabilidad económica. el único capítulo más o menos presumible del sexenio perdido. Las entrelíneas decían que no hubo changarro. pero al menos vocho y televisión. para algunos mexicanos.
Si al arribo del gobierno que se guardó el cambio había 19.1 millones de hogares con un aparato de televisión blanco y negro o de color, el año pasado la cifra había aumentado a 22.6, es decir el canal de la estrellas alcanzó a 3.4 millones más. Y si en el año 2000 se contabilizaban 7.4 millones de familias con al menos un vehículo, a 2005 la cifra había saltado a 9.2, lo que implica un avance de 2.5 millones. por más que gran parte de ellos se metieron de contrabando al país.
De hecho, la propia lista advierte que se trata de datos estimados "por no haber información disponible en un censo y conteo". Y si le seguimos, el número de familias con hornos de microondas pasó de 4.6 a 9.2 millones; las que tienen refrigerador de 15.3 a 19.6; las que tienen computadora de 2.1 a 4.9; las que tienen lavadora de 11.6 a 15.6; las que tienen licuadora, de 18 a 21.2.
Alberto Barranco, “Empresa”, El Universal, 1º de diciembre de 2006.

Vicente Fox se fue dejando una estabilidad macroeconómica, que debe reforzarse. Deja un buen perfil de vencimiento de deuda, lo que hace al gobierno totalmente solvente. Pero todavía tenemos puntos débiles en el capítulo de estabilidad, como son la dependencia en la tercera parte de los ingresos públicos del volátil precio del petróleo, o la bajísima recaudación fiscal donde apenas contamos con 13% de recursos tributarios respecto del PIB, siendo la razón más baja de América Latina.
José Yuste, “Activo empresarial”, Excélsior, 1º de diciembre de 2006.

El ex presidente Vicente Fox prometió sacar al PRI de Los Pinos y lo cumplió. Juró mantener la estabilidad económica y lo logró. Prometió pacificar Chiapas en 15 minutos. Se tardó mucho más, pero Chiapas está en calma.
Ofreció vocho y changarro para todos. Esos autos ya no se producen en México (ni en ninguna otra parte del mundo). Los changarros no aumentaron lo esperado, pero se multiplicó hasta la saturación el comercio ambulante y millones de mexicanos salieron al extranjero a buscar empleo.
Se comprometió a impulsar un crecimiento económico de 7 por ciento anual y elevar la capacidad adquisitiva de los trabajadores. Apenas logró llegar, en ocasiones, a la mitad de esa meta y las amas de casa se quejan de comprar menos con el mismo dinero.
Juró acabar con la corrupción. Persiguió a algunos "emisarios del pasado", pero en su entorno familiar son varios los acusados de enriquecimiento inexplicable.
Miguel Ángel Rivera, “Clase Política”, La Jornada, 1º de diciembre de 2006.

Pero eso todavía no lo sabíamos y ese 1 de diciembre de 2000 Fox fue a una comida en Palacio Nacional, donde acudieron integrantes destacados de toda la sociedad.
En una mesa frente al presídium, había una mesa que estaba semivacía. O más bien, sólo la ocupaba un matrimonio. Al parecer las importantes personas que ocuparían esa mesa eran un grupo de embajadores que no llegaron.
Ese matrimonio de dos políticos acababa de regresar de Estados Unidos, de la Universidad de Harvard, donde el marido, que ahora era el coordinador de la bancada panista en la Cámara de Diputados, había estudiado una maestría y se había relajado muchísimo. ¡Con decirle que volvió a ir a clases en bicicleta, algo que no hacía desde la prepa!
Aunque definitivamente Vicente Fox no había sido su gallo cuando la sucesión panista, ahora tanto marido como mujer estaban encantados. Como panistas, llegar a la Presidencia era la cristalización de un sueño que heredaron de sus padres. En ese momento, tomaban tequila para festejarlo.
Él, el marido, había escrito al respecto un sentidísimo escrito para Proceso dedicado a su padre, Luis Calderón Vega, donde relató su sentir durante el 2 de julio…
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, 1º de diciembre de 2006.

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