En la radio atribuyeron a “perredistas” la estulta incursión de los protestantes en el recinto, pero la realidad es que su principal nexo con el partido es el cada vez más delgado hilo que encarna el “presidente” pirata de la “república” patito.
Y es que quienes acudieron ayer a la Plaza de la Constitución para escuchar su “informe de gobierno” son lopezobradoristas pero no necesariamente perredistas, en su mayoría integrantes (con perdón del cardenal Norberto Rivera) de una feligresía que se la pasa rindiendo culto al (pese a todo) más carismático de la sui géneris “izquierda” nacional.
La invasión del templo se debió al hecho simple de que las campanas hubieran repicado (como lo hacen siempre, en otras y a la misma hora), pero esta vez mientras Andrés Manuel, a quien nadie debe osar interrumpir, predicaba su peculiar evangelio con una rollera “campaña nacional en defensa del petróleo”.
Carlos Marín, “El asalto a la razón”, Milenio, 19 de noviembre.
Pero ayer lunes, el PRD volvió a mostrar su cara más esquizofrénica. Para el secretario general del partido, Guadalupe Acosta Naranjo, el hecho es condenable, pero dijo que no fueron perredistas quienes ingresaron a la Catedral. Pues las fotos, quienes convocaron al acto y los discursos pronunciados dicen otra cosa. Quizá para el dirigente de Nueva Izquierda ese es “otro” perredismo. Pero como ellos nunca lo denuncian ni se deslindan de él, resulta que es el mismo y, como lo hemos dicho en muchas otras oportunidades, mientras los sectores más sensatos del perredismo no condenen a esos grupos fascistoides que lo mismo agreden en conferencias y presentaciones de libros que en templos, lo mismo al Nobel de Química Mario Molina que a los invitados a un acto público, serán cómplices de los mismos
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 20 de noviembre.
Los líderes del PRD quieren lavarse la cara: Acosta Naranjo deslinda al PRD del asalto que fue un montaje, pero ya pidió una audiencia al cardenal.
Guerrero: que hubo mano negra, y que él —¿es buen feligrés?—, notó que el repique de campanas fue más largo que cada domingo.
Ebrard: que el cardenal no tiene autoridad para cerrar la Catedral. Noroña afirmó que fue poca cosa. Hay fotos y videos de los asaltantes.
Pepe Grillo, Crónica, 20 de noviembre.
Dice Rosario Ibarra de Piedra que ella no incitó a la violencia. Dicen en la sede del Partido de la Revolución Democrática que nada que ver, que ellos no tienen nada que ver con la violencia. Dice Marcelo Ebrard que él no permitió la violencia. Dice Fernández Noroña que “sobredimensionaron” el episodio: que no hubo violencia. Dice Leonel Cota que él autorizó a Fernández Noroña a decir lo que dijo sobre la violencia. Dice Guadalupe Acosta Naranjo que fueron personas ajenas al PRD quienes incitaron a la violencia. Dice Jesús Ortega que ni su partido ni el Frente Amplio Progresista avalaron la violencia. Dice Agustín Guerrero que hubo “mano negra” para incitar la violencia
Yuriria Sierra, “Nudo Gordiano”, Excélsior, 20 de noviembre.
Por cierto, que la actitud de un grupo de “provocadores” que estuvieron en el mitin dominical y que irrumpieron en la misa que se celebraba en la Catedral Metropolitana, fue rechazada por perredistas, como es el caso de Guadalupe Acosta Naranjo, quien inclusive busca una entrevista con el clérigo.
La desconfianza que priva en el interior del PRD es fuerte, cuestionan la integridad de las corrientes internas, por lo cual prefirieron evitar que alguno de sus miembros conformara los órganos que conducirán la elección del nuevo dirigente nacional. De tal forma, que quedaron integrados como miembros de la Comisión Técnica Electoral: Arturo Núñez Jiménez, Edmundo Cancino, Graciela Sánchez Mota, y la comisión de Garantía y Vigilancia la forman Renato Sales, Dolores de los Ángeles Nazares y Ernestina Godoy.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 20 de noviembre.
Pero nadie puede hablar de una “casualidad” o de una reacción “espontánea de la gente” frente a una supuesta agresión de esa perversa derecha que se esconde bajo las sotanas de Catedral —a pesar de que la señora Rosario Ibarra de Piedra y el señor Agustín Guerrero salgan con el cuento chabacano de que se infiltraron provocadores con la consigna de manchar el éxito de la CND—, porque todos en el PRD y muchos fuera de ese partido saben quién es el tabasqueño, de qué es capaz y cuáles son sus métodos de hacer política.
No, la “toma de Catedral” tiene la misma genética porril que la “toma de pozos petroleros”, que el “asalto al Congreso”, que el “bloqueo del corredor zócalo-Reforma” y que muchos otros escándalos propios del señor Gerardo Fernández Noroña, que al igual que su jefe sabe bien que el escándalo, el espectáculo de supuestos radicalismos políticos, que la dizque “reacción espontánea de la gente” son más efectivos que cualquier otra estrategia política. Claro, si de ganar el reflector se trata
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 20 de noviembre.
Es una señal que al acto del domingo no haya concurrido ni un solo gobernador perredista y tampoco las dirigencias de Nueva Izquierda y de otras corrientes del partido, pero si el PRD no quiere seguir pagando los costos de estos grupos fascistoides del lopezobradorismo, no puede sólo cerrar los ojos a lo ocurrido: debe condenar todo acto de estas características y tomar medidas contra estos grupos y sus dirigentes. Y no han podido ni siquiera quitar al principal operador de los mismos, Gerardo Fernández Noroña, del Comité Ejecutivo de su partido
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 20 de noviembre.
René Arce, senador del PRD, nos comentaba anoche su preocupación por lo sucedido. Lamenta que los ayatolas hayan caído tan fácilmente en lo que considera una provocación del clero y que se hayan metido en la Catedral, lo que no justifica de ninguna manera. “Es un acto condenable en todos sentidos”, admitió. René está convencido de que Andrés Manuel debe deslindarse de inmediato del hecho y condenarlo sin ambigüedades. Sabe que habrá un costo para el partido y que hay que hacer un control de daños.
Arce recordaba que Rosario realizó, hace 15 o 20 años, una huelga de hambre al interior de la Catedral, y que en esa ocasión hubo solidaridad del clero. “Eran tiempos de apertura de la Iglesia”, nos dijo el senador. “Estoy seguro de que (Rosario Ibarra) no lo hizo con la intención de que fueran a Catedral”, dijo.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 20 de noviembre.
Fernández Noroña declara, ufano: “Si hay paz en el país es porque aseguró nos la deben a nosotros. Es injusta la campaña permanente de acoso al partido, de descalificación”. Fernández Noroña no quiere hacerse responsable de todo el terreno que él ha sembrado para que germine la violencia.
Guadalupe Acosta Naranjo, Leonel Cota y hasta Jesús Ortega hacen maromas declarativas para intentar zafarse de su constante tolerancia a todas las expresiones de violencia que ha habido, de militantes y simpatizantes perrredistas, que son intolerantes hacia el resto de una sociedad que no concuerda con sus opiniones.
Yuriria Sierra, “Nudo Gordiano”, Excélsior, 20 de noviembre.
Quien no abandona nunca a López Obrador es Gerardo Fernández Noroña. El ya-no-vocero pero todavía secretario de Comunicación del PRD, y uno de los principales líderes de las protestas contra el cardenal, acusó a los responsables de la Catedral de excederse. "Se prolongó el repiqueteo de las campanas al grado de que doña Rosario Ibarra suspendió su discurso. Nadie escuchaba nada. Eso molestó a la gente. Los medios fueron testigos. Eso irritó a todos".
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 20 de noviembre.
El punto es que todos buscaron deslindarse y nadie ha asumido su parte de responsabilidad, que la tienen: las autoridades de la Catedral, si en verdad alteraron el llamado a misa para interrumpir el acto de López Obrador; los organizadores del mitin por no controlar la conducta de los suyos, y doña Rosario Ibarra que si bien no dijo lo que dijo para que invadieran la Catedral, sí dijo lo que dijo y provocó de alguna manera, pues los violentos lo entendieron como una clarinada.
Ya es tiempo de que en este país de los deslindes cada quien asuma sus dichos, sus hechos, sus silencios y el riesgo que representa tomar el micrófono en una plaza en la que, haya intención o no, se tiene que asumir la responsabilidad de lo que ahí se diga.
Porque si el domingo fue la Catedral, ¿qué sigue?
No sé, pero, eso sí, se volverán a deslindar los mismos.
Joaquín López Dóriga, “En privado”, Milenio, 20 de noviembre.
BIEN DICEN que el miedo no anda en burro.
LUEGO DE LA IRRUPCIÓN que el pasado domingo hicieron grupos perredistas a la Catedral Metropolitana, que trajo como resultado que las autoridades católicas decidieran cerrar indefinidamente el recinto, ya la alta dirigencia del PRD anda viendo cómo soluciona el entuerto.
Y ES QUE desde la guerra de los cristeros no se cerraba una iglesia en México, situación que ya preocupó a los del sol azteca, que le pidieron audiencia al cardenal Norberto Rivera.
CLARO QUE el interés tiene pies, y es que la maniobra tiene dos fines: bajarle a la imagen belicosa del PRD, y fumar la pipa de la paz con la grey católica que, entre paréntesis, según el último censo posee nada más el 87.9 por ciento del total de la población mexicana entre sus feligreses.
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 20 de noviembre.
Parte del problema para los lópezobradoristas y para el PRD es que, precisamente, los medios de comunicación estaban ahí presentes y registraron todos los detalles del ataque a Catedral. Estas imágenes pueden tener un costo político muy importante en un país católico como el nuestro (aunque el PRD tiene la ventaja de que la nueva ley electoral prohíbe las "campañas negativas", lo cual podría impedir que estas imágenes fueran difundidas en las contiendas electorales).
Si el repique de las campanas fue una provocación como argumentan los lópezobradoristas, entonces la provocación tuvo éxito. Los reportes periodísticos señalan que las campanas repicaron durante nueve minutos. Esto fue suficiente para la agresión.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 20 de noviembre.
Y del lado de los perredista, también en forma exagerada quisieron proteger a Rosario Ibarra, porque supuestamente se ha dado un linchamiento hacia su persona y han tratado de ex culparla de su responsabilidad, pero varios asistentes al mitin dominical reconocen que sí fue exagerada y manipulaba a sus compañeros de partido. Al final impidieron que de último momento se discutiera ante el pleno.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 21 de noviembre.
A todo esto, ¿qué han dicho en el “gobierno legítimo”? Ellos desaprobaron la irrupción de sus simpatizantes
Leonel Cota, presidente nacional del PRD, dijo que ellos ni organizaron, ni programaron, y mucho menos están de acuerdo con lo sucedido el domingo.
José Guadalupe Acosta Naranjo reconoce que sus militantes “son católicos… no de Marte”.
¡Hasta Marcelo Ebrard reconoció su fe católica! ¡¿Qué tal?!
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 21 de noviembre.
Hay en este episodio reminiscencias de la guerra cristera y su secuela de violencia y muerte, así como una suma de torpezas y responsabilidades que ahora nadie quiere asumir. La Iglesia, por supuesto, niega cualquier posibilidad de provocación y explota al máximo su calidad de víctima. Los otros protagonistas, es decir, el PRD, López Obrador y la Convención Nacional Democrática, se deslindan. Incluso Rosario Ibarra respondió a este reportero, cuando le solicitó una entrevista, que no hablará más del asunto porque no desea entrar a ese debate. Creo que esta vez se equivoca, pues acaso sea ella la principal obligada a asumir la responsabilidad de sus palabras, más aún si fueron pronunciadas en una enardecida plaza pública y aunque hayan sido consecuencia de una bien diseñada provocación
Raúl Rodríguez Cortés, “Gran angular”, El Gráfico, 21 de noviembre.
Días después de que su partido fuera acusado de ser uno de los responsables del asalto al Catedral metropolitana, Leonel Cota salió a desmentir los hechos, pero con el mismo discurso que ya habían utilizado sus correligionarios. Ni 48 horas le sirvieron al dirigente perredista para estructurar nuevas ideas y frases que sostuvieran su dicho; ¿será que desconfían tanto en sus capacidades que ni siquiera participó en la reunión que sostuvieron los representantes de la Iglesia católica, con los dirigentes perredistas? Sí que urge la renovación de la dirigencia, porque si de algo puede presumir Cota, es de su estilo gris para llevar las riendas del partido
“Binoculares”, El Gráfico, 21 de noviembre.
Fue el mismo domingo pasado que por fin se volvieron a ver las caras de los dirigentes del PRD por esta capital. Mientras su partido se desbarata por las pugnas internas, y se crean leyes contrarias a los intereses que dicen defender, los señores se la pasan cachetona en Cuba, pero lo peor es que esos viajes no los ilustran. Si no, nada más pregúntenles al presidente de ese partido en el DF o al delegado de la Cuauhtémoc ¿qué tal les fue en la Habana?, porque aquí, en la ciudad, cada vez les va peor. ¡Felicidades!
Miguel Ángel Velázquez, “Ciudad perdida”, La Jornada, 21 de noviembre.
Ya se conocen los nombres de algunos de los agresores de la Catedral y resultaron ser miembros destacados del PRD y, uno de ellos, de los principales y más cercanos operadores de Gerardo Fernández Noroña. La tesis de la provocación de derecha se ha caído y, si el PRD no limpia sus aguas, todo el partido terminará contaminado
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 21 de noviembre.
Hablamos también con el polémico Gerardo Fernández Noroña, secretario de comunicación del CEN del PRD, a quien han señalado como dirigente de los rijosos. Luego de las disculpas que ofreció ayer a los feligreses que se sintieron ofendidos con la irrupción de los ayatolas obradoristas en el templo, Gerardo salió con una nueva versión
“La hipótesis de que haya sido una provocación toma cada vez más fuerza. Hubo cosas un tanto extrañas. El repique de campañas que duró más de nueve minutos. Había mucha gente en las torres de Catedral. Una decena. Todo ello es muy irregular.
“Pudieron ser infiltrados. ¿Nosotros qué ganamos en un conflicto con la jerarquía católica? No tenemos ningún interés en confrontarnos con quienes representan la religión importante en nuestro país. Nuestro objetivo es cuestionar al usurpador, la privatización de Pemex, el gasolinazo”.
¿Y la arenga de Rosario Ibarra de ir a “indagar” porque sonaban las campanas? “Ir a indagar no es vayamos a la Catedral”, repuso Noroña. ¿Entendió? Yo tampoco.
Francisco Garfias, “Arsenal”, Excélsior, 21 de noviembre.
Entre deslindes (hasta Fernández Noroña, el performancero mayor, se lavó las manos a toda prisa) y acusaciones histéricas (con toda valentía el PAN llamó “cobardes y jacobinos” a los que mancharon la homilía), la única manera de resolver el Catedralgate sería si Hugo Valdemar, El Peje, Marcelo Ebrard, Rosario Ibarra y don Norbeto Rivera, resolvieran sus diferencias en un rudo partido de hockey en la pista de hielo del Zócalo como si estuvieran en el Rockefeller Center, al ritmo de la vieja rola: Yo no soy campanero, soy calibán, por ti seré por ti seré.
Jairo Calixto Albarrán, “Política cero”, Milenio, 21 de noviembre.
No se puede llenar las plazas, disparar las arengas y luego eludir la responsabilidad; bueno, sí se puede, lo hemos oído, pero no se debe. El simple hecho de convocar a las masas conlleva una responsabilidad que ahora nadie quiere asumir: ni el PRD, como partido ni los organizadores del mitin del Zócalo como tales; ni el gobierno del Distrito Federal ni López Obrador, ni la Iglesia católica ni doña Rosario.
Y todos, absolutamente todos, tienen su parte. Por eso la niegan.
Joaquín López Dóriga, “En privado”, Milenio, 21 de noviembre.
Noroña lo negaba, y confesó que fue un asalto lopista.
Que quien lo encabezó fue “uno de la resistencia” que ordenó López.
Se refiere al cabecilla del asalto, “El Gordo”.
¿Quieren más? que le pregunten a Noroña.
Pepe Grillo, Crónica, 22 de noviembre.
El PRD quedó colocado contra la pared de exaltaciones y autoritarismos que ese partido, y especialmente el presidente legítimo, han cultivado particularmente desde el año pasado. El mesianismo de Andrés Manuel López Obrador se encuentra tan debilitado como las audiencias que reúne en el Zócalo, pero dejó sembrado un rencor colmado de agresividad que será parte de la sociedad mexicana durante mucho tiempo. Reacio a las soluciones políticas el discurso de un fraude que jamás fue comprobado, pero que en algunos sectores ha tenido el efecto de la mentira repetida un millar de veces, no deja más salida que la confrontación.
El cacique perredista, cuya hegemonía se mantiene gracias a la condescendencia de todas las corrientes dentro de ese partido, se confronta en el terreno de la retórica y los gestos simbólicos. Pero algunos de sus seguidores más primitivos son capaces de exhibir una intolerancia como la que mostraron cuando entraron en Catedral. Si el PRD fuera una organización seria, el suceso del domingo estaría siendo leído por sus dirigentes como advertencia de un desbordamiento que, aunque protagonizado por grupos minoritarios, podría maltratar muy seriamente la capacidad política de ese partido. Como no lo es, sus líderes consideran que basta con las disculpas a cargo nada menos que de Gerardo Fernández Noroña —profesional de la provocación— y con el sometimiento del secretario general de ese partido a las exigencias de los obispos.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y poder”, Crónica, 22 de noviembre.
Más allá del efecto mediático de la toma de la Catedral Metropolitana bajo el falaz argumento de que las campanas “repicaron de más”, dos personajes son fundamentales para ubicar el pasado y el presente: Gerardo Fernández Noroña cuya historia está marcada por fanatismos, chantajes y rencores y Marcelo Ebrard, quien desde el domingo pasado ha visto derrumbarse dramáticamente gran parte de su capital político, debido a que desertó de su obligación constitucional de garantizar la seguridad en el DF y prefirió convertirse en cómplice de la anarquía de las huestes lopezobradoristas.
Y dentro del tramposo juego que han tendido Andrés Manuel López Obrador y compañía para tratar de ocultar lo evidente: que cometieron un error mayúsculo al reventar la misa dominical, ahora resulta que un humilde trabajador, Rafael Parra, campanero mayor de la Catedral, es parte de la “mafia más peligrosa de México”, ubicada por el caudillo como la responsable de “provocar” a su movimiento “porque ambicionan la industria petrolera”. Vaya paranoia.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 22 de noviembre.
El segmento perredista proclive al entendimiento con Felipe Calderón se ha avenido virtuosamente a los planes de los poderes terreno y religioso (el eje Los Pinos-Catedral) que a partir de la provocación con campanas pretenden cerrar judicialmente el paso a protestas políticas y sociales que desborden los límites “institucionales”. Acomedidos, los declarantes distinguidos de Nueva Izquierda han criticado y denunciado los magnificados “excesos” dominicales de ciudadanos indignados. En realidad, lo que buscan es bajar de tono e intensidad la resistencia civil al calderonismo y castigar la creciente crítica al entreguismo y traición de presuntos izquierdistas (hoy se abrirán expedientes judiciales por el caso de la Catedral; mañana se podrá hacer lo mismo con quienes sin parar recuerdan a F.C. en actos públicos, o sus inmediaciones, su origen electoral).
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 22 de noviembre.
La cúpula de la Iglesia católica y los líderes del PRD, especialmente el ahora ex candidato presidencial, no han tenido malas relaciones. Cuando gobernó la ciudad de México, López Obrador invitaba con frecuencia al cardenal Norberto Rivera y otros clérigos a inauguraciones y convivios significativos para su precampaña política. En reconocimiento al trato deferente que le dispensaban, el entonces jefe de Gobierno les regaló cinco predios en los que se había proyectado la Plaza Mariana, ampliación de la Basílica de Guadalupe, y que tenían un valor de 156 millones de pesos (como informó con todo detalle La Crónica de Hoy el 20 de febrero de 2004). La construcción de ese proyecto quedó congelada y actualmente el destino de esas tres hectáreas es incierto.
Mantener esa relación le interesa más al PRD que a la Iglesia católica. Por eso ayer el secretario general de dicho partido fue al Ministerio Público a presentar una denuncia, por los hechos del domingo, junto con el presidente del “Colegio de abogados católicos”. Armando Martínez Gómez se ha convertido en uno de los personajes más conspicuos del flanco derecho de la vida mexicana: ha estado en la primera línea en el combate contra iniciativas como la ley de sociedades de convivencia y la despenalización del aborto, se opone militantemente a la eutanasia y en julio pasado anunció que presentaría, a nombre del Arzobispado, una iniciativa de reformas constitucionales para que el Estado ofrezca educación religiosa en las escuelas y para permitir que los sacerdotes hagan prédicas políticas desde el púlpito.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y poder”, Crónica, 22 de noviembre.
¿Qué tiene que ver el frustrado guerrillero, senador y diputado con los desmanes en la Catedral? Mucho, ya que, cuando se autonombró líder de los deudores de la banca después de los “errores de diciembre” derivados del salinismo que llevaron a millones de mexicanos al desastre financiero, buscó al cardenal Norberto Rivera Carrera para pedirle que públicamente se pronunciara en favor de los deudores.
Sin embargo, esa misión no era para un representante católico, cuya palabra podría tener un peso moral, mas no legal, y por eso se rechazó la petición de Fernández Noroña, quien, enfurecido por la negativa, desde hace varios años ha arremetido contra Rivera Carrera, al que no le perdona no haberse prestado a sus intereses.
Los rencores de Fernández Noroña se juntaron con los de AMLO, quien también se siente agraviado por el respaldo de la Iglesia católica a Felipe Calderón y, entonces, lo demás fue historia: irrupciones violentas a la Catedral, como la ocurrida el domingo pasado.
Martín Moreno, “Archivos del poder”, Excélsior, 22 de noviembre.
Aunque no es reciente, la avenencia del PRD con la jerarquía eclesiástica nunca había llegado tan lejos. El hecho de que Guadalupe Acosta Naranjo, secretario general de ese partido, se ponga al servicio del abogado de tantas causas conservadoras, da cuenta de la desesperación que ha cundido en la dirigencia perredista a causa del altercado en Catedral pero, sobre todo, de la profunda confusión que domina las coordenadas políticas de ese partido.
Por lo general, el PRD ha sido más que condescendiente con los intereses e incluso con el siempre insatisfecho afán de la jerarquía eclesiástica para ganar más presencia e influencia públicas. A contrapelo de las tradiciones laicas que mantienen las izquierdas en casi todo el mundo, en México el PRD y varios de sus principales dirigentes han confundido la defensa de la democracia con las prerrogativas políticas de la Iglesia católica. No han querido entender que el laicismo implica separación entre la religión y la política y, también, respeto a las convicciones religiosas —o a la ausencia de ellas— de cada individuo.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y poder”, Crónica, 22 de noviembre.
Modernos, civilizados, muy bien entendidos, los campaneros del PRD han trabajado intensamente para construir lazos de complicidad con empresarios, intelectuales “moderados” (a algunos de ellos, en premio, los impulsan a ocupar plazas en el IFE: consejerías a la carta), el círculo íntimo del felipismo y, ahora, con el alto mando del clero político. Por ello es posible ver en querellante estampa de hermandad política e ideológica al chuchista secretario general del comité nacional perredista, Guadalupe Acosta Naranjo, con el presidente del Colegio de Abogados Católicos, Armando Martínez Gómez. Por sus denuncias los conoceréis. Ausente (salvo Carlos Navarrete, coordinador de los senadores) la primera plana de Nueva Izquierda el día del Zócalo y las campanas, ahora ese grupo es el más presente en el juego de las indignaciones y los bochornos. ¡Oh, cómo es posible que la gente se comporte así: a ese paso quién sabe qué querrán en 2010 que no sean festejos acartonados! Lo importante para los políticos de badajo jalado con la izquierda es ayudar a que sea satanizado el movimiento de resistencia civil. Por ello no critican la provocación a campanazos ni hablan del chantaje clerical ni se oponen a las maniobras norbertinas: lo que quieren es mano dura contra quienes se enfrentan a los poderes pervertidos, ellos, desde luego, en ese santo paquete
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 22 de noviembre.
Los acérrimos enemigos internos de Andrés Manuel López Obrador, los integrantes de la corriente Nueva Izquierda, Los Chuchos, terminaron por lavar la cara a los seguidores de El Peje en el caso de la Catedral metropolitana.
Guadalupe Acosta Naranjo, secretario general del PRD y distinguido integrante de Los Chuchos, tomó la decisión de acercarse a los jerarcas de la Iglesia católica en la ciudad de México para encontrar una solución a la irrupción violenta al templo, registrada el domingo pasado, nos explican. Don Lupillo envió una carta al cardenal Norberto Rivera; se reunió con el vocero de la Arquidiócesis, Hugo Valdemar, y acudió con el abogado de la Catedral, Armando Martínez, a presentar una denuncia ante el Ministerio Público del DF para solicitar una investigación en contra de los rijosos. Nada más falta que acusen a Los Chuchos de traidores, nos comentan algunos perredistas
“Bajo reserva”, El Universal, 23 de noviembre.
La (¿nueva?) izquierda arrodillada ha construido su Yerro de las Campanas. Cromáticamente intercambiables a la hora de presentar concertadas denuncias penales, el presidente de los abogados católicos lució corbata amarillo sol azteca y el chuchista secretario general del PRD mostró marianas franjas azules (con delicados contrastes color rosa). El norbertismo repicante ha usado a los “izquierdistas” del Jesús (Ortega) en la boca y ha llevado a los empresarios del perredismo a un explícito colaboracionismo judicial: a partir de la contrición, convertida en acta del Ministerio Público, podrá ser hostigado un centenar de activistas de la resistencia al calderonismo. La Santa Inquisición Tripartita (gobierno federal, arquidiócesis capitalina y PRD compungido) necesita dar escarmientos ejemplares y, aprovechando un incidente de provocación e insensatez, echará a andar mecanismos de presión y represión con la esperanza de atemorizar y aislar al segmento cívico que se opone activamente al calderonismo, a la injerencia clerical y sus abusos sexuales y, desde luego, a la elite de negocios partidistas de falsa izquierda que desea formalizar sociedad comercial con el felipismo
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 23 de noviembre.
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