Un PRI inclinado hacia la izquierda, perredistas divididos en institucionales y confrontacionistas, un PAN y su gobierno que ceden en sus objetivos para evitar un sisma mayor en el sistema político mexicano y una atmósfera de vencedores y vencidos son elementos de la nueva correlación de fuerzas que dejó la reforma petrolera.
Desde el pasado 8 de abril, cuando el presidente Felipe Calderón entregó al Senado su iniciativa de reforma a Petróleos Mexicanos (Pemex), iniciaría una nueva correlación entre los líderes de esas tres principales fuerzas políticas que involucró a secretarios de Estado.
A través de sus negociaciones, los coordinadores del PRI, Manlio Fabio Beltrones, PAN, Gustavo Madero, y PRD, Carlos Navarrete, sepultaron el poder presidencialista de ordenar el fast track legislativo al mezclar la iniciativa petrolera del Ejecutivo con las más sentidas demandas de esos tres partidos: el 1 de octubre, durante una reunión con los legisladores del tricolor, el Presidente expresó su disposición para que su iniciativa fuera modificada.
Abren diálogo
Para llegar a la aprobación de la reforma, el pasado 24 de octubre Calderón intensificó sus negociaciones a través del Secretario y subsecretarios de Hacienda, el titular de la Segob, además del coordinador Gustavo Madero con el objetivo de aprobar la reforma, aunque ya no fuera la original de abril. A ellos les tocó negociar tanto con los senadores del PRI como con el ala institucional del PRD.
Ello abrió un histórico proceso de diálogo del gobierno con el sol azteca nunca visto desde el 2006. En su momento, del lado del PRI, una voz legislativa confirmó que el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, así como un “Secretario de Presidencia” estuvieron en contacto directo con los legisladores del tricolor para “amarrar” acuerdos.
Jose Antonio Crespo, analista del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), expone que esa apertura del sol azteca, su mancuerna con el PRI, la toma de tribunas en abril pasado y la presión de López Obrador en las calles provocó que la administración calderonista cediera en su idea de dar a la iniciativa privada mayor participación en las áreas estratégicas de Pemex.
“Sumaron la mayor fuerza de presión el PRI con el PRD, y obligaron al PAN a aceptar una reforma muy alejada que originalmente presentó el gobierno… Me parece que fueron los que hicieron la mancuerna decisiva obligando al PAN a aceptar esos términos para evitar un conflicto mayor con López Obrador”, comenta.
“Quien fungió ahí como fiel de la balanza, nuevamente, como interlocutor, fue el PRI… dio su aval para que se fuera dando la reforma más del lado del PRD que del PAN. “El PRI, con la fuerza que va a adquirir en la Cámara (de Diputados) la elección del año que viene va a ser el que dictamine por dónde van las reformas”, refiere.
Papel de los coordinadores
Crespo asevera que al interior del Senado los coordinadores del PAN, PRI y PRD jugaron un papel específico: “Beltrones perdió control porque al abrirse al espacio del debate se empezó a correr a la izquierda, le dio tiempo a los priístas (de ser) más nacionalistas, menos privatizadores, de hacerse oír”.
El politólogo estima que si bien Santiago Creel fue removido de la coordinación panista por aceptar el debate propuesto por el Frente Amplio Progresista (FAP), en el mismo puesto Gustavo Madero también tuvo que terminar por ceder a las demandas del PRD y sus aliados de ese frente, con el fin de no agregar una crisis más a la económica y de seguridad en México.
Respecto de Carlos Navarrete, “hizo lo que tenía que hacer -comenta- tratar de incorporar las demandas y la iniciativa del PRD, en mayor medida que también es un triunfo para él, en la medida que buena parte de la plataforma perredista quedó ahí reflejada” en la reforma.
AMLO se quitó el triunfo
Para José Antonio Crespo la reforma dejó vencedores y vencidos políticos. Dentro de los primeros, el PRI y el PRD. En los vencidos el PAN, el Presidente y el propio López Obrador.
Y es que el analista expone el que político tabasqueño había ganado “porque sabía que la reforma quedó tan diferente de la iniciativa original de Calderón, pero echó a perder su propio triunfo político al movilizarle de todas maneras, ya sin mucho fundamento. Se quitó el triunfo a sí mismo y se lo dio a Calderón.
“Se le revierte y más bien va a pagar un costo político creo que alto de lo que pudo haber sido capitalizar un triunfo”, afirma.
En este sentido considera que el PRI podrá capitalizar la reforma, lo mismo que el propio Presidente, a pesar de que lo que propuso quedó reducido.
Desde el pasado 8 de abril, cuando el presidente Felipe Calderón entregó al Senado su iniciativa de reforma a Petróleos Mexicanos (Pemex), iniciaría una nueva correlación entre los líderes de esas tres principales fuerzas políticas que involucró a secretarios de Estado.
A través de sus negociaciones, los coordinadores del PRI, Manlio Fabio Beltrones, PAN, Gustavo Madero, y PRD, Carlos Navarrete, sepultaron el poder presidencialista de ordenar el fast track legislativo al mezclar la iniciativa petrolera del Ejecutivo con las más sentidas demandas de esos tres partidos: el 1 de octubre, durante una reunión con los legisladores del tricolor, el Presidente expresó su disposición para que su iniciativa fuera modificada.
Abren diálogo
Para llegar a la aprobación de la reforma, el pasado 24 de octubre Calderón intensificó sus negociaciones a través del Secretario y subsecretarios de Hacienda, el titular de la Segob, además del coordinador Gustavo Madero con el objetivo de aprobar la reforma, aunque ya no fuera la original de abril. A ellos les tocó negociar tanto con los senadores del PRI como con el ala institucional del PRD.
Ello abrió un histórico proceso de diálogo del gobierno con el sol azteca nunca visto desde el 2006. En su momento, del lado del PRI, una voz legislativa confirmó que el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, así como un “Secretario de Presidencia” estuvieron en contacto directo con los legisladores del tricolor para “amarrar” acuerdos.
Jose Antonio Crespo, analista del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), expone que esa apertura del sol azteca, su mancuerna con el PRI, la toma de tribunas en abril pasado y la presión de López Obrador en las calles provocó que la administración calderonista cediera en su idea de dar a la iniciativa privada mayor participación en las áreas estratégicas de Pemex.
“Sumaron la mayor fuerza de presión el PRI con el PRD, y obligaron al PAN a aceptar una reforma muy alejada que originalmente presentó el gobierno… Me parece que fueron los que hicieron la mancuerna decisiva obligando al PAN a aceptar esos términos para evitar un conflicto mayor con López Obrador”, comenta.
“Quien fungió ahí como fiel de la balanza, nuevamente, como interlocutor, fue el PRI… dio su aval para que se fuera dando la reforma más del lado del PRD que del PAN. “El PRI, con la fuerza que va a adquirir en la Cámara (de Diputados) la elección del año que viene va a ser el que dictamine por dónde van las reformas”, refiere.
Papel de los coordinadores
Crespo asevera que al interior del Senado los coordinadores del PAN, PRI y PRD jugaron un papel específico: “Beltrones perdió control porque al abrirse al espacio del debate se empezó a correr a la izquierda, le dio tiempo a los priístas (de ser) más nacionalistas, menos privatizadores, de hacerse oír”.
El politólogo estima que si bien Santiago Creel fue removido de la coordinación panista por aceptar el debate propuesto por el Frente Amplio Progresista (FAP), en el mismo puesto Gustavo Madero también tuvo que terminar por ceder a las demandas del PRD y sus aliados de ese frente, con el fin de no agregar una crisis más a la económica y de seguridad en México.
Respecto de Carlos Navarrete, “hizo lo que tenía que hacer -comenta- tratar de incorporar las demandas y la iniciativa del PRD, en mayor medida que también es un triunfo para él, en la medida que buena parte de la plataforma perredista quedó ahí reflejada” en la reforma.
AMLO se quitó el triunfo
Para José Antonio Crespo la reforma dejó vencedores y vencidos políticos. Dentro de los primeros, el PRI y el PRD. En los vencidos el PAN, el Presidente y el propio López Obrador.
Y es que el analista expone el que político tabasqueño había ganado “porque sabía que la reforma quedó tan diferente de la iniciativa original de Calderón, pero echó a perder su propio triunfo político al movilizarle de todas maneras, ya sin mucho fundamento. Se quitó el triunfo a sí mismo y se lo dio a Calderón.
“Se le revierte y más bien va a pagar un costo político creo que alto de lo que pudo haber sido capitalizar un triunfo”, afirma.
En este sentido considera que el PRI podrá capitalizar la reforma, lo mismo que el propio Presidente, a pesar de que lo que propuso quedó reducido.
Jorge Monroy, El Economista, 28 de octubre.
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