No la tomamos, nomás la resguardamos

Ya esperábamos que sucediera eso”, lamentaba al pie de su curul, toda de blanco, la perredista Ruth Zavaleta Salgado.

El reloj electrónico del recinto legislativo de San Lázaro marcaba las 10:50 de la mañana cuando el grupo de diputados federales del PRD, identificado con Andrés Manuel López Obrador, tomó por asalto la parte superior de la zona donde se ubican los integrantes de la Mesa Directiva para conducir las sesiones del pleno cameral para impedir la aprobación de la reforma petrolera.

El desorden ya se había hecho en el salón.

A gritos y mentadas

Oscar Mohamar Dainitin (PAN), el mismo que roció gas lacrimógeno a los perredistas en diciembre del 2006, previo a la toma de posesión de Felipe Calderón Hinojosa, como Presidente de México, y luego negó la acción hasta que sus propios correligionarios lo desenmascararon previa investigación exhaustiva, se lucía mentando madres a chiflidos.

“¡La patria no se vende, la patria se defiende! ¡Pemex, sí!, ¡Yanquis, no! País petrolero y pueblo sin dinero”, coreaban los seguidores del excandidato presidencial del PRD, engarzados los brazos.

Pasmados en sus curules, de pie o sentados, los panistas se limitaron a observar el espectáculo, mientras Rubén Escajeda, Carlos Zatarain, Alfredo Barba y Víctor Ortiz del Carpio, todos del PRI, se hicieron del control de la tribuna.

“No la tomamos”, aclaraba Escajeda, sino que sólo la resguardaban para garantizar el desarrollo de la sesión.

“No nos gusta pelear, pero no le hacemos el fuchi. Por lástima no los sacamos a madrazos de aquí’’, retaba Barba, con sus 64 años a cuestas.

A las 11:12 de la mañana los panistas reaccionaron y, entonces sí, de uno por uno se apostó en ambos costados de la zona intermedia de la tribuna, impidiendo el descenso de los seguidores de AMLO.

Duarte convocó desde la tribuna a los coordinadores parlamentarios a una reunión de emergencia para definir la ruta a seguir.

Francisco Domínguez, al frente de las acciones de los panistas, ordenaba a sus correligionarios que si se desataba la violencia regresaran a sus lugares de inmediato.

En eso apareció Layda Sansores (Convergencia), provista de un megáfono, y a su paso rumbo a la zona superior del recinto donde se encontraban sus compañeros de batalla del PRD se hizo de palabras con Elia Hernández (PAN), quien intentó, sin éxito, detener su marcha.

Se abre la sesión

En punto de las 11:30 de la mañana, Duarte pidió a los legisladores tomar sus lugares, en medio del alboroto.

Se escucharon aplausos de la mayoría de diputados que estaban por no cambiar de sede para sesionar.

“No podemos ser rehenes de 20 diputados’’, afirmaba el priísta Escajeda.

“Se abre la sesión’’, ordenó Duarte a las 11:33 de la mañana.

Los perredista sonaron sirenas y cornetas, cuyo estruendo impedía escuchar la sesión, conducida por Duarte y demás integrantes de la Mesa Directiva al pie de la tribuna, área acondicionada de improviso.

Ruth Zavaleta ocupó ahí su lugar de vicepresidenta.

La bancada del PRD votó dividida la reforma petrolera.

Casi siete horas después, las siete minutas de la reforma petrolera habían sido ratificadas por la Cámara Baja y turnadas al Ejecutivo federal para su promulgación y posterior entrada en vigor.

Rolando Ramos y Margarita Palma, El Economista, 29 de octubre.


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