Relanzan nexos

Dicen que del odio al amor hay un paso. La dirigencia nacional del PAN pone la alfombra roja y saca la mantelería para el que hasta el lunes fue su enemigo. Recibe y aplaude al canciller de Cuba, rival ideológico, contrincante al que tantas veces había criticado.

Felipe Pérez Roque es recibido por la cúpula panista con los brazos abiertos aunque con los puños apretados y los dientes chirriando. Es una sonrisa forzada. Hay más de uno que no hace mucho juraba apoyar la transición en la isla, “acabar con la dictadura” y “rescatar” a los exiliados.

Hoy, cosas de la vida, están obligados a guardar silencio, a no hablar de opositores, partidos en Miami, la Fundación Nacional Cubano Americana, Alfa 66, transiciones, elecciones o economía de mercado. Hoy todos tienen que ponerse de pie porque Pérez Roque ha llegado.

“¡Canciller!”, le exclama con la mano tendida Juan Ignacio Zavala, cuñado del presidente Felipe Calderón. Pragmático, Pérez Roque devuelve el saludo. En cascada, vienen los de los demás: la cúpula panista extiende manos, sí, las manos, tiene hasta abrazos para el diplomático.

Están todos los que habían condenado a Cuba y que respaldaban la aplicación en la isla de “una política universal de derechos humanos” hace unos años. Rogelio Carbajal, César Leal y Germán Martínez, por mencionar a algunos.

Pérez Roque ha logrado lo que ningún cubano del régimen anterior: penetra hasta el corazón del salón más sagrado del panismo. Es la sala Carlos Castillo Peraza, donde cada mes sesiona el Comité Ejecutivo Nacional panista, la sala donde se han tomado las principales decisiones del blanquiazul, la misma donde se ha definido el destino del partido.

Y hoy se adueña de ella.

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“¡Eso es una locura, eso se llama despotismo, eso es dictadura aquí, en China y en Cuba!”, exclamó Germán Martínez hace 4 años durante un debate legislativo. Hablaba de la isla. Pero este martes la escena es diferente. Regala una gorra de beisbol al cubano. También un libro de Castillo Peraza.

Recibe unos puros a cambio.

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Santiago Creel aplaude en el pleno del Senado. Junta palmas a la llegada de Pérez Roque a Xicoténcatl para ser honrado por todas las fuerzas políticas del país, incluidas las de la derecha.

Pérez Roque está ante el pleno. Pérez Roque, cuyo país y gobierno fue atacado por unos y defendido por otros en ese mismo salón, está ahí, en el pleno con la mano en alto.

Ha terminado el homenaje y hay quienes se levantan a saludar y quienes prefieren permanecer en sus asientos. Del PAN son más los que están en este último grupo. Creel rompe: el ex secretario de Gobernación se acerca a Pérez Roque.

Le da la mano. El cubano le dice algo al oído.

Después, Pérez Roque dirá:

“He estrechado la mano del senador Creel y le he manifestado nuestro respeto. Creo que de una manera es un símbolo. Un símbolo de que los enfrentamientos del pasado ya son cosa del pasado.”

Porque del odio al amor, sólo hay un paso.
Víctor Hugo Michel, Milenio, 22 de agosto.

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