Entrevista a Erubiel Tirado

Erubiel Tirado, maestro en derecho por la London School of Economics, profesor de la Universidad Americana y responsable de la cátedra sobre seguridad nacional en la Universidad Iberoamericana.

A poco mas de dos años y medio del inicio de la llamada estrategia de combate anticrimen impulsada por el Presidente Calderón, nos sigue faltando una evaluación profunda, crítica, como “en serio”, que permita ver en dónde se está fallando, si se está avanzando y que permita ver hacia dónde. Recientemente, la delicada situación que se ha dado en Michoacán, con este grupo delictivo de La Familia en contra de elementos policiacos de la entidad, ha generado serias dudas acerca de la eficacia de los operativos aplicados por el Gobierno Federal en distintos estados de la República. Incluso se empezó a hablar hace unos días del fallo global de la estrategia general anticrimen implementada por esta administración.



GC: Quisiera que me ayudaras a hacer un alto en el camino para entender qué ha pasado en la guerra en contra del crimen organizado, qué ha pasado en cuanto a la recuperación de territorios, al fortalecimiento o no de los cárteles de la droga, al consumo de estas sustancias por parte de la población ¿cuáles han sido los logros en esta lucha, si es que se ha tenido alguno y cuáles han sido los grandes fracasos?



ET: Dividiría mi respuesta en dos aspectos, primero en los estrictamente materiales en términos de respuesta inmediata, que es lo que venimos viviendo desde el inicio del régimen, y segundo: el tejido social, que no es un asunto menor, una visión más integral del fenómeno que además es mucho más complejo.



Primero que nada el esquema de respuesta de militarización, de mostrar fuerza y poder, tratar de recuperar territorios, de descabezar organizaciones y de reproducir un fenómeno, una lección que nos dejó la experiencia de Colombia, que al descabezar las grandes organizaciones éstas se “atomizaban” y entonces se convertían en estructuras horizontales más difíciles de combatir y los liderazgos eran más difíciles de identificar. Entonces ahí tenemos un primer error de cálculo, primero el esquema estrictamente perjudicial de sacar el Ejército a las calles o intensificar su presencia con los operativos conjuntos, simplemente asumiendo que con el Ejército no se iban a meter o que a ellos nadie iba a tirarles, que eso era más que suficiente para que disminuyera la violencia o la disputa de los territorios. Ese fue uno de los errores iniciales y que evidentemente mostró sus limitaciones a la vuelta de unas semanas, porque la violencia no disminuyó, quizá inicialmente sí, pero la disputa de los territorios siguió ocurriendo, siguieron las ejecuciones y se dio un escalamiento inicial de confrontaciones con las fuerzas federales, incluido el Ejército. Entonces ese primer cálculo, de que con la fuerza presencial era más que suficiente, mostró sus limitaciones, lo mismo que el esquema de descabezamiento y también el de la extradición de los grandes capos. Eso no contribuyó a que se iniciara el tránsito hacia un camino de control de la situación, porque los territorios siguen estando en disputa, lo que hemos visto es un escalamiento de los microconflictos, que no son tan micro, que el Estado Mexicano no logra controlar, el ejemplo más claro que tenemos es el de Chihuahua, Ciudad Juárez, y Michoacán.



GC: ¿Tú dirías que sacar el Ejército a las calles no ha dado resultados?



ET: No ha dado resultados, quizá podamos asumir que no había de otra, pero el problema no es tanto el sistema con el que los están sacando a la calle, si fuera “bueno, vamos a preparar algunos policías en lo que están los nuevos policías profesionales, ya después sacamos al Ejército” pues suena bien, antes siquiera nos decían eso, aquí el problema es que ahora ni siquiera nos dicen cuándo. Ahora también, estamos entrando en una dinámica de simulaciones y en esto sí quisiera ser bastante claro y enfático, nos hablan de que vamos a sacar al Ejército de las calles en algún momento, pero lo que estamos haciendo es militarizar a los policías, es decir, estamos formando nuevos policías con una idiosincrasia y preparación estrictamente militar y es un proceso sumamente perverso y a la inversa de lo que necesitamos los ciudadanos. Porque si estamos viendo que se están multiplicando las quejas por violaciones graves a los derechos humanos y los abusos que están realizando algunos elementos de las fuerzas armadas, en estos operativos lo vamos a ver multiplicado de manera exponencial con los nuevos “policías”, policías militarizados. Lo mismo pasa con los operativos conjuntos, tenemos militares de verde olivo y tenemos militares que están comisionados pero están vestidos de azul. Este esquema es sumamente perverso y no nos va a llevar realmente a una buena reformulación del esquema que está llevándose a cabo.



La segunda parte de la respuesta abarca tanto el ámbito político como el social, el ámbito político lo tenemos muy presente con el esquema de la narcopolítica. El Presidente desde el año pasado ya lo reconoció, aunque decía que sólo ocurría a nivel local, empezaba a apuntar a entidades como Tamaulipas, comenzó a actuar realmente en el caso de Michoacán, aunque no sabemos qué tanto eso era un cálculo político real o qué tanto estaba atacando el fenómeno y eso es algo que debería aclararse. A mí no me queda muy claro por parte de las respuestas de la entidad, si hay elementos de intrusión ahí está el Congreso, que debe intervenir a instancias del gobierno estatal o de la soberanía estatal, pero no veo más que reclamos y discursos que no solucionan, lo único que vemos es un estancamiento político en los niveles federales y locales pero no hay visos de que se demuestre ni de un lado ni del otro que están fuertes y que están actuando con un cálculo político. El otro nivel de esta situación es todavía más complejo, estamos hablando de tejidos sociales descompuestos, estamos también hablando de que los grupos armados del narcotráfico y del crimen organizado cuentan con un respaldo social, inducido o ganado a pulso, yo no lo sé, de eso apenas se están teniendo algunos datos a la vista, en donde realmente lo único que nos queda claro es que la respuesta estrictamente de fuerza policiaco-militar no es suficiente y que el Estado Mexicano tiene que vislumbrar una estrategia mucho más integral para recomponer esos tejidos sociales que hoy por hoy están apoyando y alimentando el narcotráfico y el crimen organizado.



GC: Y que esta lucha no está dando el resultado esperado. ¿Y el asunto de la legalización del consumo de drogas no ayudaría?



ET: Por supuesto que ayudaría a despresurizar el fenómeno de mercado y eso es importante porque Estados Unidos no desea que así ocurra y hay un gran debate en ese sentido. No es una solución mágica pero se debe considerar.
Guadalupe Castilla, Crónica, 27 de julio.

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