Su bastión El PRD mantiene dominio en DF Resultados

Las elecciones de 2009 en el Distrito Federal demostraron varias cosas: que la capital del país tiene patrones de votación peculiares y complicados; que estos patrones terminan beneficiando al partido con la mayoría relativa; que, a pesar de su caída, el PRD sigue siendo, con mucho, el principal partido chilango y que el sistema de asignación de plurinominales a la Asamblea Legislativa se pasa de complejo.

La capital del país lo es también la del voto diferenciado y el voto nulo. Esto se traduce, y 2009 fue la regla, en una pulverización del voto entre todos los partidos contendientes. Si tomamos en cuenta los votos válidos (es decir, incluimos los anulados), el partido ganador, el PRD, obtuvo apenas poco más del 26 por ciento del total en la elección de diputados locales. El DF resultó ser la entidad en la que tres partidos menores —PVEM, PT y PSD— obtuvieron su cota máxima a nivel nacional.

Tener entre un cuarto y un tercio de los electores del Distrito Federal bastó para que el PRD se alzara victorioso en todas, menos en cuatro delegaciones capitalinas. El PAN mantuvo sus posiciones en Miguel Hidalgo y Benito Juárez, y conquistó Cuajimalpa. El PT, a través del fenómeno Juanito, dio la sorpresa derrotando fácilmente al sol azteca en Iztapalapa. Lo más que pudo hacer el PRI fue dar la lucha cerrada en Milpa Alta.

En la lucha por los escaños de la Asamblea, el PAN ganó 9 distritos, más del doble de los que había obtenido tres años atrás y el PT obtuvo uno (en Iztapalapa, por supuesto). Sin embargo, las victorias obtenidas por Acción Nacional de poco le sirvieron para aumentar su bancada en la ALDF, ya que la dispersión de los votos entre muchos partidos que alcanzaron registro local y la metodología seguida para la asignación de curules, acabaron castigándolo.

Tres fueron las carreras electorales delegacionales más disputadas y con más seguimiento en los medios. En Miguel Hidalgo, el PRD presentó a la ex velocista Ana Guevara, quien se enfrentó a Demetrio Sodi, ex candidato panista a la jefatura de gobierno; en Coyoacán, la pelea estuvo entre Obdulio Ávila, de Acción Nacional y el perredista Raúl Flores; la de Iztapalapa es una historia compleja y algo chusca: ahí los candidatos eran Silvia Oliva del PRD y Rafael Acosta, Juanito, del PT. En los dos primeros casos, los retadores (Guevara y Ávila) pusieron temporáneamente en aprietos a los candidatos cuyo partido quería repetir, pero fueron incapaces de rebasarlos. El tercero merece párrafo aparte.

tragicomedia. Iztapalapa había sido, desde hace décadas, el principal bastión perredista en el Distrito Federal. Como resulta ser, además, la delegación más poblada y una de las que ejercen mayor presupuesto, es enormemente codiciada. Las principales facciones del PRD se enfrentaron en las elecciones internas y, entre acusaciones mutuas de fraude, se impuso Clara Brugada, de Izquierda Unida, cercana a Andrés Manuel López Obrador. La candidata derrotada, Silvia Oliva, de Nueva Izquierda, interpuso un recurso en el Tribunal Electoral y, pocas semanas antes de la elección, cuando hasta las boletas ya estaban impresas, los jueces le dieron la razón y la candidatura perredista.

Tras esta decisión se generó uno de los aspectos más truculentos y tragicómicos de la elección del 2009. López Obrador, quien durante toda la campaña estuvo cercano al Partido del Trabajo, decidió que los simpatizantes de Clara Brugada votaran por Juanito, el hasta entonces oscuro candidato petista, que éste renunciaría tras tomar posesión y que el jefe de gobierno del DF y la Asamblea nombrarían a Brugada en su lugar. Bajo ese esquema maquiavélico, quien votara por Brugada en la boleta, en realidad lo estaba haciendo por Oliva, su enemiga política, y quien lo hiciera por Juanito, sufragaba realmente por Brugada. El PT ganó por más de diez puntos porcentuales la demarcación, poniendo —de paso— en un brete a Marcelo Ebrard y a la ALDF.

Por lo demás, y a pesar de que los problemas de la ciudad son muchos y complejos, la mayor parte de los grandes temas pasó desapercibida en las campañas. Dominaron las frases huecas, el PRD presumió un poco de las obras realizadas bajo la gestión de Ebrard y los demás partidos hicieron hincapié en los problemas de seguridad, sin que brillara ninguna propuesta innovadora.



2009 El Retorno del PRI



a Brugada (que el jefe de gobierno capitalino y la Asamblea de Representantes tuvieran que acceder eran detalles menores). Esto no hizo sino arreciar la pugna entre la gente de Ortega y la de López Obrador. En esas tristes condiciones, llegó el PRD a las urnas.

De los otros partidos, lo más destacado es la exitosa campaña mediática del PVEM, que tuvo mucho qué ver con la pena de muerte y muy poco con la ecología y que le redituó amplias franjas del voto joven. Nueva Alianza, en tanto, supo conservar su registro y representación, mientras que el Partido Socialdemócrata lo perdió a nivel nacional (y en el DF quedó reducido a un solitario representante).

La victoria priista tuvo un par de manchas. Perdió ante el PAN la gubernatura de Sonora, en donde el escándalo de posible tráfico de influencias en las guarderías subrogadas del IMSS le cobró factura electoral, tras la tragedia que costó la vida a 48 niños. Perdió también Monterrey. Al mismo tiempo, siguió mostrando su debilidad en el Distrito Federal.

En la capital, el PAN conquistó una delegación más, así como varias diputaciones uninominales, pero el voto se pulverizó tanto que, aún con menos del 30 por ciento de la votación efectiva, el PRD mantuvo 13 delegaciones y ganó 30 de los 40 distritos locales. La nota fue la victoria de Juanito en Iztapalapa, cuyo desenlace está todavía por verse.

Al día siguiente de la elección —y en vista de que será obligatorio que el gobierno y el PAN negocien con el PRI cualquier reforma de importancia—, el belicoso Germán Martínez Cázares renunció a la dirigencia de su partido. En el PRD corrieron vientos de expulsiones —de López Obrador— y de remociones —de Ortega—, pero, a instancias del jefe de gobierno Ebrard y de los gobernadores Medina y Godoy, los grupos han buscado pactar para evitar una fractura.

El tiempo dirá si la decisión del electorado por volver a otorgarle la confianza al PRI fue en firme o si fue un momento de nostalgia.
Francisco Báez Rodríguez, Crónica, 15 de julio.

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