Los medios se enfrentan con el poder

BOGOTÁ.— En Sudamérica hubo otros tiempos en la relación de los medios y muchos de los gobiernos que ahora ofician de verdugos de la prensa. En 1999, Hugo Chávez acababa de llegar a la Presidencia y los tradicionales periódicos venezolanos saludaban lo que el flamante mandatario calificó de “el fin de la IV República”. Incluso una accionista de El Nacional se transformaba en la primera ministra de Comunicaciones del gobierno chavista.

Aquello no duró mucho. El impulso de la ley habilitante, en noviembre de 2001, llevó a los medios independientes a batir tambores contra Chávez y su administración. La estatización de tierras, el primer intento por quitarle todo atisbo de autonomía a Pdvsa, la petrolera estatal, ya comenzaba a evidenciar el rumbo de la “revolución”. El planteamiento que el periodista y director del diario Nuevo Día, Rafael Poleo, se formulaba entonces era concreto: “Primero irá por las tierras, luego las empresas y después los medios. Es la filosofía de Chávez”.

En abril de 2002 llegó el fallido golpe militar, con algunas cadenas televisivas participando activamente. Aquella conducta fue la excusa para que Chávez iniciara una ofensiva que desde entonces se ha ido intensificando. En junio de 2007 no le renovó la licencia a RCTV, la cadena más popular del país y comenzó a amenazar a Globovisión, el canal de noticias por tv cable, que se erigió en el único medio televisivo no controlado por el Estado en el país. De allí a a la decisión de ordenar el cierre de 33 emisoras de radio y del Canal 7 en el estado de Bolívar y a iniciar procedimientos administrativos a más de 240 radioemisoras, hubo una cadena de presiones y ataques contra los medios y muchos periodistas.

“Chávez seguirá el acoso hasta sacarnos del aire, pero nosotros no claudicaremos”, explica Alberto Federico Ravel, director de Globovisión, tras el ataque que sufriera la emisora el 30 de julio a manos de militantes chavistas.

Si las escenas de mayor gravedad se dieron en Venezuela, en los países aliados nada es muy distinto. Como si acosar y enfrentarse con los medios fuese uno de los mandamientos chavistas para el control del poder, Rafael Correa acusó recientemente a la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos de ser “el poder más corrupto del país”.

Esa fue la respuesta del presidente de Ecuador a la entidad, después de que ésta denunciara el ataque del que fueron víctimas varios periodistas del diario El Comercio.

Asimismo, Correa en persona anunció para los próximos días el fin de varias licencias a canales de televisión y radio, una vez que una comisión técnica termine un informe sobre su situación legal. Ya advirtió “el informe es gravísimo. Habrá que revertir algunas frecuencias. Caerán algunas vacas sagradas…”

Cómo Chávez, los Kirchner en Argentina arrancaron su gobierno en 2003 con muy buena relación con el grupo Clarín, pero tenían como deporte favorito hostigar a los trabajadores de prensa con nombre y apellido. Acusaban a los medios de “tergiversar la realidad” castigando a los más críticos negándoles publicidad estatal. Luego llegó el enfrentamiento con Clarín y la adquisición de medios por parte de empresarios amigos de la pareja presidencial, con su consecuente oficialismo.

Se trata de una medida que en Bolivia el gobierno de Evo Morales comenzó ya a llevar adelante, según el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, “el Estado debe tener no sólo uno, sino muchos periódicos”. La administración de Evo Morales nació enfrentada con los medios, principalmente con Unitel.

Hoy, el presidente no recibe a los medios locales ni quiere responder preguntas. “Quisiera que ustedes eduquen a los periodistas para que sepan cómo preguntar, porque preguntan todos a la vez como en una granja de pollos”, dijo Morales al presidente de la SIP, Enrique Santos, en la reunión que mantuvieron hace algunas semanas.

“El proyecto pasa por silenciar las críticas, acallar a la oposición y avanzar hacia el totalitarismo”, resume el analista venezolano Teodoro Petckoff. Lo cierto es que la tendencia de estos gobiernos es la de atacar a la prensa como si ésta fuese la principal fuerza de oposición.

“En la lógica del chavismo y sus aliados, esto ocurre cuando se destruye a la oposición, se debilita a los partidos y, por ende, a la democracia. Ahí, la única oposición visible son los medios”, explica el comunicólogo, Antonio Pasquali. Según la teoría de Pasquali, los medios son el último escollo de algunos para alcanzar la meta más ansiada según los manuales bolivarianos: la suma del poder.

José Vales enviado, El Universal, 10 de agosto.


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