También marcará el rumbo de las elecciones la demanda penal en contra del candidato panista la gubernatura, Martín Orozco Sandoval, por supuestos actos de corrupción y tráfico de influencias durante su administración como alcalde de la capital, de 2005 a 2007, y que mantiene en la cuerda floja su registro oficial.
El PRI se ha beneficiado de esas disputas, al grado de que sus militantes aseguran que habrán de recuperar el gobierno luego de 12 años de haberlo perdido, con un candidato al gobierno del estado, como Carlos Lozano de la Torre, a quien se le califica como muy cercano al actual gobernador en la entidad.
A ello se agrega la malograda coalición entre e PRD y Convergencia, “Aguascalientes nos Une”, recientemente desmantelada y que llevó a Convergencia a nominar a Vicente Pérez Almanza, y al PRD a Nora Ruvalcaba como su aspirante a la silla del Palacio Mayor.
En Tlaxcala se inician las campañas el próximo fin de semana y las tres coaliciones que buscan la gubernatura llegan fracturadas en medio de cuestionamientos sobre la falta de transparencia de sus métodos de elección y la exclusión de grupos de militantes, por lo que el panorama y resultados de la elección son inciertos.
La lucha para suceder al panista Héctor Ortiz Ortiz se vislumbra cerrada entre el priísta Mariano González Zarur, de Unidos por Tlaxcala (PRI y PVEM) y la calderonista Adriana Dávila Fernández, de Por el Progreso de Tlaxcala (PAN, Panal y PAC), si bien la perredista Minerva Hernández Ramos (DIA, PRD, PT y Convergencia) podría dar la sorpresa en las urnas. La cuarta aspirante es la senadora con licencia Rosalía Peredo Aguilar, por el local Partido Socialista.
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