Santos y Mockus, duelo de “duros”

Bogotá, 28 de mayo. A pocas horas de las elecciones presidenciales, Colombia vive un clima de tensa expectativa en torno a los resultados que, según la mayoría de analistas, no permitirán elegir el domingo al nuevo mandatario de esta nación suramericana, obligando a la realización de una segunda vuelta, el 20 de junio próximo.

Cerca de 30 millones de electores, de los que tradicionalmente sufraga sólo la mitad, podrán escoger entre nueve candidatos a la presidencia, dos de los cuales –Juan Manuel Santos y Antanas Mockus– encabezan ampliamente la intención de los votantes, según las numerosas encuestas publicadas en los últimos días.

Santos, ex ministro de Defensa del actual gobierno y candidato del Partido de la U, se presenta como el sucesor del presidente Álvaro Uribe, ofreciendo dar continuidad a la política de guerra contrainsurgente que ejecutó el actual jefe de Estado a lo largo de ocho años, en dos mandatos consecutivos.

Perteneciente a una familia tradicionalmente ligada al poder, nieto de un ex presidente de Colombia, ministro en varias oportunidades y estrechamente ligado a Washington, Santos (59 años) es definido por analistas locales como un hombre calculador, inclinado a las decisiones audaces y a la confrontación directa con sus adversarios. De hecho, fue él quien planeó y ordenó ejecutar –como ministro de Defensa– el bombardeo a territorio ecuatoriano contra un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), episodio en el que fue abatido el líder insurgente Raúl Reyes, el primero de marzo de 2008. Este hecho deterioró gravemente las relaciones de Colombia con casi todos los países del vecindario, especialmente Ecuador y Venezuela.

Con un promedio similar de intención de voto, aproximadamente de 35 por ciento, Antanas Mockus (58 años) equilibra la balanza del actual proceso electoral, que hace apenas cinco meses se inclinaba decididamente a favor de Santos. Hijo de inmigrantes lituanos, matemático y filósofo, ex rector de la Universidad Nacional y dos veces alcalde de Bogotá, Mockus protagonizó un ascenso vertiginoso que muchos atribuyen a su lenguaje pausado y pedagógico, que contrasta con la beligerancia de Santos y de otros candidatos, también uribistas, cuyas principales ofertas giran alrededor de aumentar el gasto militar para doblegar a las guerrillas de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional.

Sin embargo, para analistas como Carlos Lozano, director del semanario Voz, las diferencias entre Mockus y los candidatos uribistas son apenas de apariencia.

“Mockus no sólo es partidario de las mismas políticas económicas que han llevado al país a la grave crisis social que afronta hoy, sino que además ha descartado la posibilidad de una salida política al conflicto armado, uniéndose a los que claman por echarle más combustible al fuego de la guerra”, dijo Lozano a La Jornada.

El propio Mockus, candidato del Partido Verde, ha salido al paso a quienes advierten que en una eventual presidencia suya saldrían ganando las fuerzas guerrilleras, afirmando: “no soy un blando, soy un duro limpio”.

El centro de su discurso enfatiza en la necesidad de generar una cultura de respeto a la legalidad y en un aumento radical de la inversión en el sector educativo. Tanto él como su fórmula vicepresidencial, el ex alcalde de Medellín Sergio Fajardo, provienen de la academia, lo cual ha incidido en un masivo apoyo de los jóvenes a la denominada “ola verde”.

Con menos de 10 por ciento de la intención de voto aparecen en las encuestas los aspirantes del Partido Liberal, Rafael Pardo; del izquierdista Polo Democrático, Gustavo Petro; del Partido Conservador, Noemí Sanín, y del uribista movimiento Cambio Radical, Germán Vargas Lleras. Otros tres candidatos que juntos no suman uno por ciento completan el abanico de aspirantes a ocupar la Casa de Nariño a partir del próximo 7 de agosto.

Un impresionante dispositivo militar y policiaco sirve como telón de fondo a estas elecciones, las cuales tendrán lugar en medio de lo que algunos expertos en el conflicto consideran como una revitalización de los grupos armados irregulares, que –tras duros golpes sufridos en 2008– han mostrado nuevamente un notorio poder de fuego en diversas zonas de la geografía colombiana. A comienzos de la actual semana, nueve infantes de marina murieron en una emboscada tendida por las FARC en el departamento del Caquetá.

Expertos en asuntos electorales y observadores de organismos internacionales han alertado sobre los altos índices de corrupción que rodean el sistema electoral de Colombia, donde es común la práctica de la compra de sufragios, así como la presión armada de bandas de extrema derecha contra los votantes. En su informe posterior a los recientes comicios legislativos de febrero, la OEA denunció este tipo de sucesos en por lo menos 15 departamentos del país.

En caso de que ninguno de los candidatos obtenga 50 por ciento de los votos –como señalan todos los pronósticos–, los dos primeros irán a una segunda vuelta el 20 de junio, en la cual –asegura Carlos Lozano– “se pondrá en marcha la más formidable maquinaria de los partidos uribistas y de todos los factores de poder, incluido el gobierno, para que Santos sea elegido”.

Los principales temas de campaña son: Venezuela, bombardeos, empleo, Estados Unidos, seguridad, intercambio, corrupción, derechos humanos, legalidad y educación.
Jorge Enrique Botero, La Jornada, 29 de mayo.

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