Aguardan a “La Bestia”, entre el hambre y la sed


TENOSIQUE.- Pobreza, falta de empleo y la violencia imperante en la región sur del Pacífico son las causas por las que tres migrantes hondureños —dos jóvenes y un adulto— coincidieron dejar hace dos semanas de su país.
Desde hace tres días, alrededor de 200 hombres y mujeres de Guatemala, El Salvador y Honduras se encuentran varados en el triángulo donde confluyen los estados de Chiapas, Tabasco y Veracruz, en espera de que el tren que recorre México de sur a norte, conocido como La Bestia, parta hacia Coatzacoalcos. Sin embargo, su situación se ha vuelto complicada por la falta de alimentos, después de que se retiró el apoyo a albergues por parte del gobierno federal-
“Llevamos tres días. Necesitamos comida. Nadie ha venido a ayudarnos”, dice el hondureño José Cárdenas, que remarca su apellido: “Cárdenas, como el lugar que aquí cerca (en Tabasco)”.
Cárdenas y los jóvenes Juan Carlos y Wilson se han instalado a un lado de la vía del ferrocarril en la Estación Chontalpa, una comunidad de Tabasco, a un paso de la carretera que comunica con el estado de Chiapas, para clamar ayuda entre los automovilistas que por ahí transitan, que sin miramientos entregan piñas, refrescos, agua, pan y dinero en efectivo.
Entre sus manos, José sostiene un billete de cinco lempiras para que los automovilistas vean que es un inmigrante hondureño que necesita ayuda para sobrevivir, ya que todavía le faltan recorrer más de mil 600 kilómetros para alcanzar la frontera con Estados Unidos.
—¿Ya tienen un lugar seguro donde tratarán de buscar trabajo en Estados Unidos? —se les pregunta a los tres.
—No tenemos nada seguro. Iremos a cualquier parte de la frontera que podamos llegar —responde Cárdenas.
Bajo el abrasante sol, otros extranjeros claman ayuda para sobrevivir en Estación Chontalpa, ya que durante los tres días en que permanecen varados han sobrevivido comiendo un poco de fruta de la región como piñas, guineos y agua.
La situación, dicen, se tornará más difícil para ellos, sobre todo a partir del martes cuando el Grupo Beta del Instituto Nacional de Migración (INM) decidió suspender ayuda humanitaria a los extranjeros que llegan a México por la selva del Petén guatemalteco.
Sólo les queda esperar
En Estación Chontalpa, los extranjeros denotan cansancio. Algunos descansan bajo la sombra de una casa, deambulan por el poblado y otros se congregan alrededor de una caseta de teléfono, pero son pocos los que deciden trepar a La Bestia en espera de que el tren parta hacia Veracruz, aunque no hay nada seguro. Deberán esperar.
Wilson cuenta que en Honduras quiso estudiar para maestro, pero se decepcionó cuando supo que “se gana muy poco”, pero lo que también lo llevo a salir de su nación fue la violencia que impera en su barrio. “Por eso decidí salir de mi país y buscar trabajo en Estados Unidos”.
Por su parte, Juan Carlos únicamente se concreta en pedir ayuda: “¡Ayúdenos con algo para comer!”.
José Cárdenas asegura que los 200 extranjeros no han sido molestados por la corporación policíaca, a pesar de que por la vía del ferrocarril hay patrullajes de los agentes municipales.
El sacerdote Tomás González Castillo, de La 72, hogar y refugio para personas migrantes, de Tenosique, Tabasco, donde los 200 extranjeros partieron la semana pasada, explica que son dos las razones por las que el INM suspendió la ayuda humanitaria:
“No hay manera de justificar el presupuesto que el Instituto Nacional de Migración ejerce en la alimentación de los migrantes fuera de las estaciones”, además de “la falta de presupuesto generada por el cambio de gobierno”.
Por ello, González Castillo demanda al INM reconsiderar la suspensión de alimentos, porque esta decisión puede provocar el cierre de la Casa del Migrante, de Tenosique, Tabasco, e “impulsar la xenofobia en la sociedad, que no manifiestan otra cosa sino la ausencia de una política migratoria integral y autónoma”.
Pide “iniciar una política integral de atención a personas migrantes, donde una pilar importante sea la sensibilidad a la sociedad sobre el compromiso ético que tenemos como nación de atender a los migrantes mexicanos y extranjeros”.
Además urgió a la sociedad civil a participar para apoyar con esta emergencia y “nos brinden su solidaridad a través de sus donativos en especie o de manera económica”, explica el sacerdote.
A más de 100 kilómetros de ahí, en Raudales Malpaso, Chiapas, un agente de la Policía Federal asegura que son pocos los indocumentados que “pasan por acá, sólo detenemos dos o tres por día”.
El grueso de la migración está en el triángulo donde confluyen Chiapas, Veracruz y Tabasco, y otro tanto en Arriaga, Chiapas-Chahuites, Oaxaca.
Todos los días son cientos los centroamericanos y sudamericanos que buscan su futuro en el tren de mercancías La Bestia, como así se denomina a este convoy que recorre México de sur a norte.
Los trayectos que recorre este tren aunado a la falta de alimentos ponen en riesgo a los migrantes que cruzan el territorio mexicano con el fin de llegar a la frontera con Estados Unidos y hallar ahí el empleo digno que no pueden encontrar en sus países de origen.
Fredy Martín corresponsal, El Universal, 16 de agosto.

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