“En dos días sólo comí una lata de frijoles, tortillas y queso”, narra David, desde SLP; el hondureño va sobre La Bestia rumbo a EU

En el traspatio de la frontera sur de Estados Unidos, una de las de mayor afluencia en el mundo,  mil indocumentados que transitan por territorio mexicano, están expuestos al abuso de autoridades o corren el riesgo de secuestrados por el crimen organizado; Edgar David de Ríos aún continúa a salvo en los 16 días que lleva de recorrido.

Luego de dos días y medio sin saber de David, que salió el sábado del albergue de Huehuetoca con un grupo de 9 migrantes, fue localizado en San Luis Potosí.

Su  es Houston, Texas, lugar en el que se encuentran su esposa y sus hijas Briana y Jenny, de apenas uno y dos años.

Durante la  al celular que le fue proporcionado para monitorear su trayecto, Edgar, de 23 años, se escuchó alegre porque la distancia para ver a su  se acorta, pero hay algo que le preocupa: ser presa de la delincuencia organizada, en especial de Los Zetas.

Desde su salida del ejido de San Bartolo, en Huehuetoca, (sábado 16:40 horas) hasta la madrugada del lunes, que fue cuando llegó al albergue de San Luis Potosí, solo había comido una lata de frijoles, tortillas y queso.

"Charoleamos porque ya tenía hambre y me regalaron una lata de frijoles, tortillas y queso, ya con eso la hice, pero el frío está cabrón en el lomo de La Bestia, pero vale la pena con tal de estar con mi familia", comenta.

La conversación sólo duró 3 minutos, porque el saldo se le terminó.

¿Cómo va el camino? —Se le pregunta-

—Bien, gracias a Dios, seguimos los diez que salimos de Huehuetoca. Ya estamos en la Casa del Migrante de San Luis.

—¿A qué hora llegaste a San Luis?

—El lunes por la madrugada

—¿Cuándo sales de ahí?

—Hoy (martes) a las 10 de la noche, primero Dios.

—¿Cuál es tu próxima parada?

—Si todo sale bien, mañana (miércoles) ya estoy por Saltillo.

—¿Sales con el mismo grupo?

—Sí

Edgar David de Ríos trabajaba como disc-jockey en un antro de Houston, pero fue deportado y hace trece días salió de nuevo de su natal Honduras para intentar reunirse con su familia antes del 26 de agosto, fecha de su cumpleaños.

Aunque ya lleva más de la mitad del camino, aún corre peligro en territorio mexicano. "Me falta lo más difícil, cruzar la frontera sin ser visto por la migra".

Católico, Edgar siempre deja en manos de Dios su camino. "Vamos a echarle; sólo pido a mi Diosito que me cuide y que me quite los males del camino para poder llegar a Houston", termina la conversación.

Dennis A. García, La Crónica, 8 de agosto.

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