Juan Manuel Santos, enfermo de uribismo


BUENOS AIRES.— El presidente, Juan Manuel Santos, padece del mal del uribismo. Próximo a cumplir, el 7 de agosto, la mitad de su mandato, está enfrentado con su antecesor y en franco descenso en las encuestas, después de una sensible desmejora en la política de seguridad y un retroceso económico, que comienza a afectar a algunos sectores sociales y a su gobierno en particular.
Los últimos golpes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), como el de la noche del miércoles en Caquetá, inusuales por el tiempo que habían pasado sin anotarse un éxito militar, el alzamiento indígena en la localidad de Toribio, en el departamento del Valle y el enfrentamiento Santos-Uribe, que ocupa todos los días y las horas de su gestión, hicieron que la imagen del presidente se deteriorara en más de 30 puntos desde julio de 2011.
La última encuesta de la empresa Napoleón Franco le otorgó una aceptación popular del 50.2%, mientras que el 68% de los consultados piensa que el país “va por mal camino”.
La más reciente muestra de ello fue el ataque de las FARC contra las torres de energía eléctrica en La Montanita, Caquetá, que dejó a más de 30 mil personas sin servicio eléctrico. El atentado le fue atribuido por el ejército al Frente 15 de la guerrilla, que en los últimos meses protagonizó diversos ataques contra las fuerzas regulares y contra la infraestructura.
“Las FARC vuelven a coger protagonismo y justamente Santos, quien fue el ministro de Defensa de los mayores golpes contra la guerrilla en su historia, ahora falla en ese campo. Después está el tema económico, donde el país siente el golpe ya de la crisis internacional”, explicó el analista Bernardo Gutiérrez.
La economía no viene repitiendo las plataformas de crecimiento de los últimos años, cuando tocó 7 y 6% en 2010 y 2011, respectivamente. Los principales analistas económicos indican que este año no superará el 4% del PIB y eso arrastra algunos problemas para diferentes sectores empresarios.
Como si fuera poco, con las FARC y el escándalo de los “falsos positivos” que tiene a cientos de altos mandos militares en la cárcel o en el banquillo de los acusados, el gobierno debió enfrentar hace dos semanas un hecho inédito: el alzamiento de grupos indígenas en el Valle, hastiados de ser víctimas tanto de la guerrilla como del ejército, lo que “tomó por sorpresa al gobierno, que no esperaba una reacción semejante”, según explicó Gutiérrez.
“Todo esto trajo un clima de desánimo general, de preocupación social como yo nunca había visto en los últimos 10 años”, explica Pardo, quien añade que, en contraste con lo que está ocurriendo a Santos, la imagen de su antecesor, Álvaro Uribe, en las encuestas está intacta.
Con 30 puntos menos
Santos terminó su primer año de gobierno con una popularidad del 80% y ahora lo hace con casi 30 puntos menos. La ley de distribución de tierras y de reparación de víctimas, la reforma judicial y la económica, aparecen como los grandes lineamientos sobre los que se basó esta primera mitad de mandato.
De hecho, 1.2 millones de personas abandonaron la pobreza en estos últimos 720 días, pero eso “no es tomado en cuenta por la opinión pública aunque, paradójicamente, un 54% desaprueba la acción del gobierno”. Pero la retracción económica es el primer síntoma de que la crisis internacional comenzó a pegar en Colombia y en la región.
De hecho, para el 2013, Santos espera insuflar a la economía más de 2 mil millones de dólares en obras de infraestructura para revivir la actividad.
Pero más que económico, su talón de Aquiles es político y se llama Uribe. El ex presidente no deja pasar error alguno de su sucesor sin criticarlo, ya sea vía Twitter o en cualquier tribuna que tenga disponible.
Santos no se amedrenta y responde. Y son ellos los que protagonizan la pelea de fondo, mientras el país espera que ambos se vean las caras en los comicios de 2014. Uribe para defender el legado de su gestión, la más exitosa, pero también la más controvertida de la historia; Santos para mostrar que su pragmatismo, el que lo llevó a acercarse al venezolano Hugo Chávez y al resto de los países progresistas de la región, dio finalmente sus frutos. Aunque, a pocos días de cumplir dos años, el presidente parece haberse quedado sin mucho aire.
José Vales corresponsal, La Jornada, 3 de agosto.

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