48 HORAS DESPUÉS DEL INFORME PRESIDENCIAL. SEGUNDA PARTE.

Esta segunda entrega sobre el tema abarca 76 comentarios de los 205 seleccionados, es decir, un 37.07% del total, organizada bajo las siguientes líneas:
a) 29 comentarios, un 38.15% se refieren a la ceremonia del sábado 1º de septiembre en el Palacio Legislativo de San Lázaro.
b) 16 comentarios, el 21%, hacen mención al papel que en el evento desempeñó la diputada perredista Ruth Zavaleta, presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
c) Por último, 31 comentarios, 40.8%, aluden a la ceremonia del domingo 2 de septiembre en el Palacio Nacional, en el marco de la lectura del documento informativo al que dio lectura el Presidente Calderón.

La entrega del sábado.
Que el presidente Calderón seguirá el protocolo del Informe de principio a fin. Antes de ir al Palacio Legislativo de San Lázaro pasará a Palacio Nacional para colocarse la banda presidencial, algo que Vicente Fox no pudo hacer el año pasado, cuando el Zócalo estaba tomado por los fieles de Andrés Manuel López Obrador.
A Calderón no le preocupa que un grupo de opositores, encabezados por Gerardo Fernández Noroña, lo estén esperando para impedirle entrar por la Puerta Mariana.
Se decía ayer, por cierto, que flanqueando a Fernández Noroña estará el ¡mismísimo delegado en Cuauhtémoc, José Luis Muñoz Soria!
“Trascendió”, Milenio, 1º de septiembre.

Hoy no habrá Informe presidencial en San Lázaro. O a lo mejor sí, pues la bitácora oficial ha cambiado varias veces en las pasadas 48 horas. Pero lo último sabido, con relativa certeza, a la hora de escribir este artículo el viernes 31 de agosto por la mañana, era que el Presidente iría a San Lázaro, sede del Poder Legislativo, a entregar a la soberana legislatura federal su reporte sobre el estado del país y que mañana hablará a la nación desde el Palacio Nacional, sede oficial en desuso del Poder Ejecutivo.
El Presidente hará esto por prudencia y respeto a los ciudadanos, pienso, no por temor, para evitar confrontaciones con los legisladores. Cumplirá la ley al entregar su reporte a los diputados y eso es perfectamente suficiente, aunque no encaje en el protocolo al que nos tenían acostumbrados los regímenes imperiales de los 70 años priistas y de los primeros cinco años panistas.
Felipe Díaz Garza, Reforma, 1º de septiembre.

El camino de Los Pinos a San Lázaro no estuvo exento de piedritas. El pequeño autobús, nuevo por cierto, se empezó a jalonear en el trayecto. ¿Le pusieron gasolina? ¿Checaron el aceite? ¿Se brinca la corriente de las bujías?, se preguntaban los legisladores que acompañaban al mandatario. Sin tráfico de por medio, el vehículo tardó 40 minutos en recorrer la tortuosa ruta Los Pinos-San Lázaro. Los legisladores estuvieron a punto de salir en bloque para empujar la unidad. Pero tuvo que salir al quite el Estado Mayor Presidencial para resolver la falla
“Bajo reserva”, El Universal, 2 de septiembre.

Quienes emplearon blindaje extremo fueron los diputados y los senadores panistas. Al abordar sus autobuses en la sede del partido, para trasladarse a San Lázaro, tuvieron unos invitados especiales. De esos que usan chícharo en la oreja y son del Estado Mayor Presidencial. Nada más por las dudas
“Frentes Políticos”, Excélsior, 2 de septiembre.

—¡Felipe, Felipe!, le gritaba la claque a su paso por el pasillo central —nunca menos imperial— del salón de sesiones a donde, no lo iban a dejar entrar los rijosos del PRD —¿no que no?; sí que sí, ya volvimos a venir, habrían dicho quienes la burla quisieran—, pero todo esto no tenía sino el sabor y el valor de las viejas fórmulas de cuando los niños jugábamos a los policías y los ladrones: — Yo disparo y entonces te tiras al suelo y te mueres, ¿sí? ¡bang!, ¡bang! Unos hacen el juego y otros aceptan jugarlo. Todos somos felices, la Constitución se mantiene impoluta y el nuevo lenguaje de la política mexicana se nutre cada vez más de actos histriónicos. ¿Quién gana y quién pierde? Pues gana el presidente y los demás no pierden nada sino el tiempo. El irrecuperable tiempo.
Rafael Cardona, “El Cristalazo”, Crónica, 2 de septiembre.

A las cinco en punto sabrían los ciudadanos ajenos pero arrastrados a la marcha de la locura si hubo Informe o no, si fue estrictamente por escrito o se entregó con un par de frases dichas, o unas cuantas palabras de saludo al Poder Legislativo a través de la diputada Zavaleta. La tempestuosa disolución de la obligación impuesta al titular del Ejecutivo de informar al pueblo soberano, por conducto del Poder Legislativo, sobre el estado que guardan los asuntos de la nación, envileció la separación de poderes al trastocar el sistema de pesos y contrapesos; al confundir la dignidad del mandato popular y la austeridad republicana con una ríspida pugna en el ánimo de quienes han llegado a llamar “sumisión” a toda palabra, o gesto protocolario al menor asomo de civilidad en el trato entre representantes de poderes. Desde luego en público y, sobre todo, ante las cámaras imperiosas de la televisión
León García Soler, “A la mitad del foro”, La Jornada, 2 de septiembre.

Al final, Calderón subió a la tribuna y entregó su informe escrito tras una breve alocución sobre su obligación constitucional. El salón, sin la presencia de los perredistas, se veía desairado. En ausencia de Zavaleta, el documento lo recibió el panista Cristian Cataño. No hubo el tradicional toque de bandera ni el Himno Nacional al arribo del presidente. Lástima. El plan anunciado por Zavaleta, y la tolerancia institucional mostrada por Felipe Calderón, hubiera sido una oportunidad para ir ganando espacios y construir a paso de tortuga la democracia que tenemos muchos años esperando
Jorge Camil, La Jornada, 2 de septiembre.

En este evento nadie se llevó la victoria. Felipe Calderón le ganó a Vicente Fox tan sólo por unos escalones. Ambos entregaron y se fueron. El primero lo hizo en la máxima tribuna del Congreso; el segundo, en el pasillo, en medio de empujones y gritos desenfrenados. Sin embargo, en ambos casos fueron amordazados y sometidos a intereses y caprichos políticos
Vianney Esquinca, “La inmaculada percepción”, Excélsior, 2 de septiembre.

En esta ocasión, Andrés Manuel López Obrador ganó. Desde Presidencia se dijo que el primer mandatario “rebasó por la izquierda” al sol azteca. Se apostó a que Nueva Izquierda lo reconocería sin ambigüedad alguna y el Peje quedaría aislado. Nada de eso aconteció. Los únicos que se creyeron lo del “rebase por la izquierda” fueron los encargados por Los Pinos de propalar la especie. Nueva Izquierda se quedó sin capacidad para maniobrar en este round y debió plegarse –al menos por el momento– al mandato que miles de ciudadanos fijaron durante la constitución de la Convención Nacional Democrática
Luis Hernández Navarro, La Jornada, 2 de septiembre.

¿QUIÉN GANÓ en el Informe de Gobierno realizado ayer en San Lázaro? En realidad nadie. Más bien quedaron a deber todos.
Y ES QUE si bien la ceremonia tuvo momentos plausibles, al mismo tiempo está difícil que alguien se pueda sentir satisfecho al 100 por ciento con lo que sucedió ayer.
SI SE MIRA el vaso medio lleno, se puede decir que por primera vez en casi 20 años, en esta ocasión no hubo un solo grito, una sola interpelación, ni siquiera un chiflido... pero tampoco hubo Informe.
SI BIEN se le dio cristiana sepultura al viejo formato -que tantas veces se dijo que era obsoleto-, la realidad es que ayer no nació un nuevo modelo de relación entre poderes. Eso sigue pendiente.
SEA COMO SEA tanto los partidos políticos como la Presidencia de la República se mostraron contentos por el resultado pues, a su juicio, cada uno obtuvo lo que quería y no hubo violencia.
A QUÉ NIVEL de degradación hemos llegado en la política nacional, que ahora hay que festejarles el haber cumplido un acuerdo y no darse de golpes.
A VER si ahora que ya pasó el numerito del Informe, tanto el Ejecutivo como el Legislativo se ponen a trabajar en las cosas que realmente le importan a la gente como, por ejemplo, impulsar el crecimiento económico.
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 2 de septiembre.

El presidente Calderón llegó, los perredistas se fueron, el presidente Calderón subió hasta la tribuna, entregó su informe, dirigió un discurso casi improvisado, como los de la campaña, convocó al diálogo y se retiró. Victoria para la Presidencia, se puede inferir, sin embargo habrá que ver qué cantidad de acuerdos acarreará esta negociación. Qué cantidad de apoyos a leyes o a no presentarlas hay ahí atrás, cuánto costó realmente el informe, eso lo sabremos en un tiempo y con hechos concretos.
Luciano Pascoe, “La zanahoria del caballo”, Crónica, 2 de septiembre.

La diputada perredista Ruth Zavaleta, presidenta de la Mesa Directiva de San Lázaro, tuvo voz de profeta. Horas antes había dicho que esta sería la ceremonia de entrega del informe presidencial en el pleno del Congreso de la Unión más breve de la historia de México. No se equivocó
El presidente Felipe Calderón sólo estuvo 11 minutos en el Palacio Legislativo, tres de ellos en tribuna. Para que eso se diera, los coordinadores del PAN, Héctor Larios, y del PRD, Javier El Güero González Garza, sellaron el acuerdo chocando sus copas de vino tinto, y no con tinta sangre, como muchos esperaban
“Bajo reserva”, El Universal, 2 de septiembre.

Este primero de septiembre se libró una batalla central para el futuro de Felipe Calderón: el de su legitimidad como mandatario. El hombre de Los Pinos no pudo evitar el pleito. No tuvo la fuerza para hacer lo que hacen los que mandan: fingir que este asunto no forma parte de la agenda política nacional. / Para ganar esta pelea, el jefe del Ejecutivo necesitaba que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y sus aliados aceptaran que es legítimo, o, al menos, reventarlos internamente para que una parte lo reconociera. Quiso, pero no pudo hacerlo.
Este “Día del Presidente” no fue del presidente. Felipe Calderón entró al Palacio de San Lázaro, pero no pudo pronunciar el tradicional mensaje ritual. Apenas si emitió unas breves palabras. Una parte muy significativa del Congreso de la Unión, que representa 15 millones de votos, no estuvo allí cuando el hombre de Los Pinos entregó su Informe. Le hizo el vacío
Luis Hernández Navarro, La Jornada, 2 de septiembre.

Ayer Calderón entregó su Informe en el Congreso, ante una opinión ciudadana que mayoritariamente lo ve como un presidente perseguido, con un nivel de aceptación muy por arriba del que en el mismo primer Informe mostraban Ernesto Zedillo y Vicente Fox y, lo impensable, como un Presidente que cumple. Y mientras tanto, en la otra cara de la moneda, esa misma opinión ciudadana ve al PRD y a su líder cada vez más lejos de los problemas y de los ciudadanos; se ve a los amarillos como peleoneros, irresponsables y vengativos, percepción que se ha reflejado en los procesos electorales locales, donde ha perdido casi por completo la simpatía ciudadana.
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 2 de septiembre.

Que los diputados y senadores del PRI, encabezados por Emilio Gamboa Patrón y Manlio Fabio Beltrones, llegaron ayer en bloque a San Lázaro con los gobernadores de su partido.
Querían dar una demostración de poderío y lo lograron.
Por cierto, Felipe Calderón buscó a Gamboa al final de su intervención en tribuna para despedirse de mano y agradecer el gesto de los representantes del PRI.
“Trascendió”, Milenio, 2 de septiembre.

Que en la papelería oficial, la Cámara de Diputados llanamente desconoció a Felipe Calderón como Presidente de la República.
En los gafetes e invitaciones especiales sólo se invitó o acreditó al Primer Informe de Gobierno del “licenciado” Calderón.
Eso forma parte del anecdotario, coincidieron varios legisladores del PAN.
“Trascendió”, Milenio, 2 de septiembre.

El Congreso de la Unión se ha suicidado porque, en lugar de avanzar en el protocolo y enterrar una ceremonia profundamente arcaica, lo único que han logrado es excluirse de la misma, ya que Calderón dará su mensaje y será, gracias a los mismos legisladores, sin el riesgo de las interpelaciones, en un ambiente controlado y con el escenario perfecto frente a la ciudadanía. Es decir, el monólogo sigue vigente, solo que ahora se ha cambiado de sede y está más lejos de la posibilidad democrática del debate y la interpelación que nunca, porque sería de una idiotez excesiva que, el próximo año, el mismo Legislativo regrese al ceremonial de escuchar al Ejecutivo en San Lázaro. Calderón está comenzando septiembre con la más importante victoria política y mediática que pudo haber imaginado, pues fueron sus mismos enemigos en el campo de batalla quienes se retiraron y le abrieron el paso en el camino. Lo más interesante de todo esto es que, como un grotesco sueño surrealista, los suicidas se van abrazando y alabando unos a otros mientras caminan hacia el abismo político de la cobardía y el silencio. Ellos mismos se taparon la boca. Ellos mismos se excluyeron de cara a la sociedad. Ellos mismos violentaron el derecho de comunicación y diálogo entre los poderes de la unión. Y aún así, se felicitan.
Carlos Dragonné, Milenio, 2 de septiembre.

El 1 de septiembre de 2007 las negociaciones entre legisladores del PAN y del PRD sobre las formas del ceremonial revelaban un cambio. Minutos antes se acordó que el presidente Felipe Calderón entrara al salón de sesiones de la Cámara de Diputados, subiera a la tribuna y entregara su Primer Informe. No estaban los representantes del PRD y del PT que desconocen su triunfo electoral. Calderón estuvo dos minutos y marcó otra historia.
Jesús Rangel, Milenio, 3 de septiembre.

A ver qué tan atento estuvo al acto de San Lázaro. El PRI instruyó a Arnoldo Ochoa bajar de la tribuna, cuando la perredista Ruth Zavaleta dejara el recinto. Discreto, obedeció. La orden se dio en el restorán Puerto Chico, donde la lideresa del PRI, Beatriz Paredes, les cayó de sorpresa a sus diputados, que apapachaban al mandatario veracruzano Fidel Herrera, y aprobó: Quédense a escuchar al Presidente, pero no aplaudan. Y lo desairaron quedito, con el retiro de su representante
“Frentes Políticos”, Excélsior, 3 de septiembre.

El Estado Mayor Presidencial, bajo la jefatura del general de brigada Jesús Castillo Cabrera, desempeñó sus funciones en el Palacio Legislativo a la altura de las exigencias democráticas, sin levantar ninguna queja de los legisladores. Antes bien sorprendió a los automovilistas de la ciudad ver el convoy presidencial que se detenía en los semáforos rojos en su ruta al palacio de San Lázaro…
Juan Arvizu, “Vitral Político”, El Gráfico, 3 de septiembre.

Solamente el senador Dante Delgado de Convergencia se atrevió a enfrentar la conspiración del silencio de este 1o. de septiembre. Frente al acuerdo de silencio de todos los demás coordinadores parlamentarios, el ex gobernador veracruzano tuvo el valor de recordar que la política es diálogo y ofreció los puntos de vista de su partido desde la tribuna del Palacio Legislativo en el inicio del periodo ordinario de sesiones.
Todos los demás partidos se abstuvieron de ejercer este derecho, que es más bien una obligación frente a los ciudadanos que les pagan cientos de millones de pesos cada año. Por otra parte, los partidos se unieron en un acuerdo para impedir que el Presidente ofreciera su tradicional mensaje a la nación desde la tribuna con motivo de la entrega del I Informe de Gobierno. Una vez más, el agraviado por el silencio no es el Presidente sino el pueblo de México, que tiene derecho a escuchar la rendición de cuentas del jefe del Ejecutivo al que entrega cientos de miles de millones de pesos al año.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 3 de septiembre.

Por lo pronto, en la más fiel tradición del "día del presidente", Calderón cumplió con el rito el 1 de septiembre entregando el informe en el Congreso de la Unión, y el 2 del mismo mes leyendo un discurso ante un auditorio a modo y aplaudidor, como en los viejos tiempos.
Bajo este esquema, Calderón salió bien librado y hasta "triunfador" de un episodio en que en términos políticos y mediáticos, se impuso a los ultras del PRD que insisten en el "fraude" del 2 de julio de 2006 y sólo reconocen como único "presidente legítimo" a Andrés Manuel López Obrador.
Con la ceremonia en el Congreso, el jefe del Poder Ejecutivo cumplió estrictamente con lo que marca la Constitución, aun sin la presencia de los legisladores lopezobradoristas, que abandonaron el recinto antes de que Calderón ingresara al salón de sesiones para hacer entrega, por escrito, de su Primer Informe de Gobierno.
La ceremonia no duró más de cuatro minutos, sin que hubiese ningún tipo de incidentes, ni siquiera "gritos ni sombrerazos", como muchos habían anticipado.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 3 de septiembre.

De su parte, Calderón puntualizó la razón legal que le obligaba a estar ahí: “… En cumplimiento de lo expuesto por el artículo 69 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, cumplo con mi deber de asistir a la apertura de sesiones del Congreso y presento un informe…”.
A despecho de la segunda mayoría legislativa y de su guía político y moral, el orden legal y la cortesía camaral retornaron al recinto.
Y lejanos, casi perdidos entre el rumor, los aplausos y los gritos de las fracciones panistas en las dos cámaras del Congreso de la Unión en apoyo a su correligionario, el presidente de la República, en los cerebros de algunos que volteaban hacia las desiertas filas de la izquierda legislativa revivieron los dos versos finales de aquella vieja, triste y clásica canción del folklore nacional:
“… a escuchar el triste adiós que sea tu retirada…”
Leopoldo Mendívil, “Crónica Confidencial”, Crónica, 3 de septiembre.

El PRD en el Congreso se comportó como mafia, como tribu, como grupo faccioso. Pero sus contradicciones fueron al mismo tiempo el cerrojo de su derrota: sin cambios en el protocolo, Felipe Calderón Hinojosa tomó posesión formal de la presidencia de la República el sábado porque el PRD le cedió la plaza, le dejó libre el Poder Legislativo y el jefe del Ejecutivo cumplió con el protocolo que lo afianzó en la presidencia.
Así, resultó paradójico que el presidente legítimo López Obrador no hizo más que facilitar la legitimación de Calderón. Agobiado por el rencor personal por haber perdido las elecciones presidenciales, López Obrador hace tiempo que archivó la inteligencia política, que tiró a la basura la lucha social y que está dominado por las pasiones malsanas del resentimiento.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 3 de septiembre.

No hubo ningún entierro del “Día del Presidente”. Como en los mejores tiempos del maximato priísta, Felipe Calderón Hinojosa ofreció ayer su Informe de gobierno y sólo fue interrumpido por los vítores y los aplausos.
Quienes le seguimos por televisión nos encontramos con que veinte años de borrascosos informes habían sido eliminados. Como en épocas que ya creíamos idas, no hubo gritos, ni pancartas, ni interpelaciones. / Para la investidura presidencial, el ritual fue perfecto: por ordenado, por ceremonioso y por hinchado de solemnidad.
Ricardo Raphael, El Universal, 3 de septiembre.

Cuando antier sábado hizo erupción el volcán de San Lázaro, creí que era un remake de la película de 70 años antes. Don Felipe Calderón apareció, después de la conmoción, sacudiéndose las cenizas, qué digo las cenizas, ni siquiera volteó a verse el traje como los toreros después de un revolcón. Fue recibido por las muchachas y los sabios que lo cobijaron con enhorabuenas y felicitaciones. Había entregado el Informe y cumplido el artículo 69 en menos de lo que usted tarda en leer este párrafo. No usó el micrófono de la tribuna sino uno de mano, no se le rindieron honores protocolarios en el salón y no se le colocó el atril con el Escudo Nacional
Jacobo Zabludovsky, “Bucareli”, El Universal, 3 de septiembre.

Pero para Calderón cada paso, de los escasos 50 que dio para llegar a la máxima tribuna de San Lázaro, significó un peldaño que debió saberle a gloria. Porque a querer o no, la imagen que proyectó el Presidente fue la de un político seguro que no hizo de su evidente triunfo, al poder entrar al salón de plenos y subir a tribuna, ningún motivo de escarnio o vanagloria y, por el contrario, mantuvo la sobriedad en el breve discurso que le ordenaba la Constitución, y hasta tuvo la capacidad para meter un mensaje político sintético, pero contundente: “Estoy abierto al diálogo y cuando el Congreso quiera podemos dialogar”, fue al final el mensaje que logró pronunciar, en la tribuna, Calderón.
Si a eso se añade el discurso presentado ayer en Palacio Nacional, que también mantuvo el tono sobrio y repitió el llamado a construir las nuevas reglas para la democracia y la relación entre poderes, la conclusión pudiera ser que un fin de semana que hasta el viernes se presagiaba negro y complicado para Felipe Calderón, terminó por volverse positivo y significó un avance, en términos políticos y de opinión pública, para el Presidente que ha tenido uno de los arranques de sexenio más turbulentos y cuestionados de que se tenga memoria
Salvador García Soto, “Serpientes y Escaleras”, El Gráfico, 3 de septiembre.

El sábado pasado atestiguamos los funerales de un ritual que, con diversas modalidades, es inherente a todo régimen presidencial, pero que en México se erigió como símbolo del presidencialismo exacerbado, autoritario, absoluto. El ritual empezó a sufrir achaques desde 1988 y en 2006 padeció ya sus últimos estertores. La civilidad relativa con que se celebró en San Lázaro fue una clemente eutanasia pactada por los partidos para que el decrépito rito pasara a mejor vida en paz, en tranquilidad, en silencio. Los dos bloques adversarios encontraron el punto de conciliación donde se cumplieran sus exigencias mínimas, con los menores costos para todos. Para el PAN-gobierno era imprescindible que Felipe Calderón subiera a la tribuna; no iba a aceptar la humillación que sufrió Vicente Fox, de entregar su escrito en el patio trasero. El PRD no podía permitir, al menos no cruzado de brazos, que la ceremonia se realizara en un ambiente de falsa normalidad política
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, 3 de septiembre.

Equivocarse, mi estimado, es humano. Perseverar es pernicioso. Con penas y sin gloria finalizó el teatro del entregas… y te vas. Felipe Calderón entró a San Lázaro sin rendirle los honores al lábaro patrio y, por primera vez en la historia, no le fue recibido su (des)informe por la presidenta de la Mesa Directiva del Congreso. En un desairado acto de poco más de tres minutos terminó lo que en las últimas semanas fue, my friend, la histeria colectiva en diversos medios de comunicación. / En un recinto frío donde se escucharon etéreos los aplausos de los panistas, la ausencia de los amarillos y la distintiva seriedad lejana de los priistas enmarcaron la compleja e ineludible realidad política que vive la nación donde las heridas del proceso electoral de 2006, a catorce meses, están lejos de ser una cosa del pasado.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 3 de septiembre.

La presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Pero ayer, el pleno de los diputados aprobó con 430 votos a la nueva Mesa Directiva encabezada por la perredista Ruth Zavaleta. Los nuevos dirigentes recibieron 428 votos. 70 diputados no se presentaron a cumplir con su responsabilidad.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 31 de agosto.

Ya con la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados en la bolsa (la diputada perredista Ruth Zavaleta tiene la encomienda), los legisladores del PRD mantienen en ascuas la ruta que seguirá la entrega del primer Informe de Gobierno de Calderón. ¿En la tribuna o en otro sitio?, es la interrogante. Sin embargo, los órganos de gobierno de San Lázaro giraron las invitaciones a las más de 80 representaciones diplomáticas acreditadas en México para asistir al acto oficial
“Bajo reserva”, EL Universal, 31 de agosto.

Que Ruth Zavaleta, la flamante presidenta de la Cámara de Diputados, ya encontró la forma de dirigirse a Felipe Calderón sin meterse en líos.
No lo llamará Presidente, tampoco ciudadano.
Le dirá jefe del Poder Ejecutivo.
“Trascendió”, Milenio, 1º de septiembre.

Que el blog el Sendero del Peje, que ha llamado a saturar el buzón del celular de Ruth Zavaleta, pide a sus seguidores que “no usen groserías ni amenazas” en los mensajes para persuadirla de que “no deje entrar al pelele al salón de sesiones”.
En la misma página pacifista se puede leer lo siguiente: “La diputada Ruth Pantaleta acaba de estar en el noticiero de Ricardo Rocha y ya anunció que está más que lista para dar el esperado chaquetazo mañana.
Entre otras estupideces dijo que se cumpliera la Constitución. No se puede cumplir la Constitución con un vulgar usurpador como FECAL”.
Y así por el estilo seguía el “chat de la democracia”.
“Trascendió”, Milenio, 1º de septiembre.

¿Ruth Zavaleta, mujer de principios? Así se anunció ayer, pero olvidó que estando al frente del Congreso de la Unión representaba a todo el Poder Legislativo y prefirió actuar en nombre de su partido, ¡qué caray!
“Frentes Políticos”, Excélsior, 2 de septiembre.

Y fue consecuente con su palabra Ruth Zavaleta.
En funciones de presidenta del Congreso, se abstuvo de recibir el Informe Presidencial, con lo que se quedó a medio camino entre dura y moderada.
Como quien dice: ni chicha ni limonada.
Es una lástima.
Porque hubo quienes creyeron de veras que las convicciones de la perredista tienen firmeza de riel.
Y que es una política que cuando dice liebre, es liebre.
Habrá que esperar ahora, ver cuánto tiempo le llevará recuperar lo perdido
Pepe Grillo, Crónica, 2 de septiembre.

Diecinueve minutos permanece Ruth Zavaleta en la presidencia de la Cámara de Diputados antes de pedir la comprensión para convertir sus convicciones en una presidencia del Congreso delegada y dejarle la silla a —¡válgame Dios!—; a Cristián Castaño, quien de pronto tiene en sus manos una maravillosa dádiva de la vida: “responderle” su primer “informe” al panista non entre los panistas de la historia de México, a su líder, al custodio de la doctrina, al hombre de la firmeza persistente, a Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, como decían con toda la amplitud los documentos oficiales alusivos a la ocasión.
Rafael Cardona, “El Cristalazo”, Crónica, 2 de septiembre.

Ruth Zavaleta, (no puedo aceptar recibir un documento impugnado por millones de mexicanos), con todo y su repentina desaparición de las pantallas de TV, invoca su profundidad y su pasado ideológico y su fidelidad a las causas democráticas y pide indulgente comprensión y la asamblea se decide no sólo a comprenderla sino a aceptar ese entendimiento como parte necesaria en el arreglo pues se trata de lavar las caras; dejarlas limpiecitas, presentables, sin escándalos, sin ofensas, sin malos modos.
No faltaba más.
Rafael Cardona, “El Cristalazo”, Crónica, 2 de septiembre.

QUIZÁS el único negrito en el arroz legislativo de ayer fue que el discurso de la perredista Ruth Zavaleta no fue transmitido dentro de la cadena nacional del Informe de Gobierno.
EL RETIRO de la presidenta de la Cámara de Diputados para no salir en la foto al lado de Felipe Calderón, a esa hora, sólo se transmitió por el Canal del Congreso.
CUENTAN QUE, cuando se enteraron, los panistas se mostraron preocupados y sorprendidos, especialmente su coordinador, Héctor Larios, pues la transmisión de ese mensaje era parte del acuerdo logrado con la gente del PRD.
HAY ALGUNOS que atribuyeron esa salida del aire a un mero error técnico, y por eso se buscó corregirlo más tarde retransmitiendo el mensaje.
SIN EMBARGO, hay quienes dicen que la orden de excluir a Zavaleta de la transmisión original a nivel nacional, provino directamente de la Secretaría de Gobernación.
¿A POCO en Bucareli quieren revivir prácticas que se creían bien enterradas? Es pregunta.
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 2 de septiembre.

Sábado, Cámara de Diputados
Pocos sabían que, al medio día, los coordinadores parlamentarios, con un brindis de vino tinto, habían llegado a un acuerdo: Ruth Zavaleta, presidenta de la Cámara, se disculparía con un mensaje duro pero institucional, y cedería a Cristian Castaño, vicepresidente panista, el lugar para que recibiera el Informe de manos de Calderón.
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 3 de septiembre.

¿De quién huyó Ruth Zavaleta al dejar la presidencia de la Cámara, honrosa tarea que no debió deshonrar?
¿Escapó de la furia de sus colegas que se desataría si recibía al Presidente?
¿Le negó a la mujer la ocasión de probar que también ellas pueden?
No, a la hora buena, la señora se negó a sí misma y a su carrera política de que decía enorgullecerse.
Cuando tuvo que ser lo que decía ser y que no le temía a AMLO ni a nadie, se dobló y salió corriendo
Pepe Grillo, Crónica, 3 de septiembre.

La diputada Ruth Zavaleta demostró ser una pieza desechable de los caprichos del caudillo. Su discurso de anuncio de retiro de la sala de sesiones fue una muestra palpable de la antidialéctica política: dijo ser institucional pero desconoció la institucionalidad. Ahora ella está obligada a renunciar a la presidencia de la Cámara porque la mitad de sus actividades estará relacionada con el Poder Ejecutivo que desconoció.
Asimismo, la diputada Zavaleta reveló la mediocridad política de la izquierda y sobre todo la negativa de la izquierda a luchar dentro de los espacios institucionales. Zavaleta actuó como guerrillera, sin duda influida por las tendencias guerrilleras de su compañero René Arce. La izquierda, pues, no quiere ganar el poder sino conquistarlo.
Carlos Ramírez”, “Indicador Político”, El Financiero, 3 de septiembre.

Un día antes —sometida a demasiados fuegos— la presidenta de la mesa directiva del Congreso, la perredista Ruth Zavaleta, argumentó que no podía recibir de manos del Presidente el Informe de gobierno ya que se trataba de alguien que “… proviene de un proceso electoral cuestionado en su legitimidad por millones de mexicanos”.
Cierto es que, además de Andrés Manuel López Obrador, otros mexicanos como él guardan dudas sobre los resultados de la pasada elección federal. Pero, al utilizar este razonamiento para justificar su ausencia, lo que Ruth Zavaleta provocó fue que otros tantos millones de mexicanos nos perdiéramos de escuchar, gracias a su propia voz, los puntos de vista de la oposición.
Como buenos neuróticos, los adversarios del Presidente se anularon a sí mismos. Y al hacerlo, pusieron como principal y máximo poder, el del Presidente de la República.
Entre tanto, el verdadero enemigo de la oposición, Andrés Manuel López Obrador, se pasó el día primero parodiando al Presidente. Cual vulgar imitador de su amiga (y no muy buena cómica), Jesusa Rodríguez, el ex candidato presidencial jugueteaba a ser Calderón. Con un tono impostado, de mitin en mitin repitió divertido: “también les informo que soy un mentiroso, que soy un cínico, que soy un pelele… que ya cumplí a los grandes empresarios…”
Ricardo Raphael, El Universal, 3 de septiembre.

Ruth Zavaleta dirimió como mejor pudo el dilema en que se hallaba: como presidenta de la Mesa Directiva debe actuar en nombre de todo el Congreso y no de su partido. Pero recibir el Informe de manos de Felipe hubiera propiciado la fotografía en todos los diarios del domingo, como implicando la anhelada aceptación por parte del PRD de la escatimada legitimidad de Calderón. El oficialismo le critica a Zavaleta ásperamente esa decisión. Pero, como para cualquier militante, a ella le beneficia más recibir el beneplácito de sus correligionarios que el aplauso de los adversarios, que en las circunstancias actuales es como "el beso de Judas" (como Cuauhtémoc Cárdenas bien debe saberlo). Pero bien pudo Zavaleta limitarse a solicitar permiso y comprensión para ausentarse, sin hacer tan explícita la razón de ello, pues ahí sí dejó traslucir la posición de su partido. Pero si en ello hubo un exceso de Zavaleta, también lo hubo, y no menor, del bando oficialista, al censurar el mensaje de la perredista durante la transmisión por red nacional: viejos tufos de antiguas eras. Y la explicación oficial de esa artimaña también es digna de los mejores años del autoritarismo: fue "un error al contabilizar los tiempos". ¡Pues vaya tino!
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, 3 de septiembre.

Si Ruth Zavaleta cumplió el primero de diciembre de 2006 la función concertada de ceder su lugar a Manlio Fabio Beltrones en la mesa directiva de San Lázaro, el sábado reciente todos los diputados y senadores perredistas fueron Ruth cesionista. Las bancadas legislativas del sol azteca cumplieron expresamente un libreto negociado con el PAN para que Felipe Calderón tuviese un escenario de lucimiento ponderado que, sin embargo, para alguien largamente acusado de ilegitimidad es oro político molido, a pesar de los detalles instrumentales que tácticamente le fueron decomisados (sin honores a la Bandera ni al visitante, ni podio ni llegada a la tribuna en sí, más el retiro de Zavaleta y su discurso censurado: mínimo arsenal de defensa argumental que los perredistas se reservaron para alegar que la derrota pactada fue un triunfo en ausencia).
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 3 de septiembre.

Ya sin la aureola de una mujer excepcional, la dizque presidenta de la Cámara no se atrevió a ir a Palacio Nacional.
Allí no había riesgo de que “sus” diputados la abuchearan. Pero el sábado la señora se definió: no está para los grandes días.
Pepe Grillo, Crónica, 3 de septiembre.

El “Día del Presidente”.
La intransigencia de la línea dura del PRD, aderezada con el oportunismo del resto de la oposición —sobre todo del PRI— y la ineptitud de un PAN incapaz de buscar soluciones imaginativas a los problemas, está a un paso de encaminar al país hacia una indeseable regresión política. El signo más ominoso de ello es el inminente regreso del Día del Presidente.
Por lo menos dos décadas nos llevó a los mexicanos desmontar parcialmente el presidencialismo avasallante, que año con año adquiría su nivel más alto en ocasión del informe de gobierno, cuando todos los poderes formales y fácticos le rendían pleitesía al titular del Ejecutivo, en menoscabo del indispensable equilibrio con el Ejecutivo y el Legislativo.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz”, Crónica, 1º de septiembre.

Mañana el presidente Felipe rendirá un Informe informal desde Palacio Nacional. Quizás el discurso sea transmitido nacionalmente por televisión, lo que nos aburrirá igual que nos aburrían los informes formales que sus antecesores solían rendir desde San Lázaro. No habrá saldo negativo alguno, excepto quizá si la transmisión del discurso presidencial, si la hay, interfiere con la transmisión encervezada de nuestro deporte favorito, que no es la construcción de la democracia sino el futbol.
Mas sí habrá, seguro, saldo positivo. En sólo un año hemos cambiado mucho. El ambiente del 1o. de septiembre y del 1o. de diciembre de 2006 era prácticamente de asonada con el Congreso rodeado por soldados y policías, con focos rojos de alarma encendiéndose en todas partes. Pero no pasó nada. Bueno, sí pasó. Fox cumplió su obligación y entregó su reporte y Calderón ejerció su derecho y asumió constitucionalmente la Presidencia de México. El ambiente de hoy no es de guerra civil, ni hay focos rojos de alarma en ningún lado. La vigilancia militar y policiaca es la usual en una de las ciudades más complejas y peligrosas del mundo.
Felipe Díaz Garza, Reforma, 1º de septiembre.

Por el contrario, el mensaje que Calderón leerá en Palacio Nacional el domingo 2 de septiembre puede ser el inicio de una nueva tradición. La necesidad de informar a los ciudadanos pasa por los medios electrónicos. Que la sede de dicho mensaje sea el Palacio Legislativo o Palacio Nacional es secundario. Lo que importa es lo que el Presidente dirá, cómo lo dirá y que los ciudadanos puedan escucharlo y verlo en la televisión. Lo que importa es que la atención del público no se concentre en los gestos absurdos y las interpelaciones grotescas, sino en el contenido del mensaje.
Jaime Sánchez Susarrey, Reforma, 1º de septiembre.

Así, Calderón, ante la amenaza del escándalo público en el Congreso, pacta —ayer— un silencio minimalista (además censurado) y —hoy— despliega mediáticamente su monólogo. Ya no habla donde debe, afirma ensimismado y (acaso) solitario —en Palacio— su fracturada autoridad. La salida adoptada, articulada al paquete de reformas por legislar, no resuelve ni de lejos la disfuncionalidad —ya entrópica— de la relación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, tampoco alivia la vulnerada legitimidad del Presidente, derivada de una elección defectuosa. Legitimidad con defecto de construcción, círculo perverso: AMLO nunca pudo probar el “fraude” que, sin embargo, la autoridad electoral no pudo desmentir
Alan Arias, Milenio, 2 de septiembre.

Finalmente Calderón, con prudencia y oficio político, decidió que si los perredistas insistían en atrincherarse en San Lázaro él dictaría su mensaje a toda la nación en la sede oficial del Ejecutivo, que es Palacio Nacional. (A fin de cuentas los perredistas, actuando peor que los panistas que pugnaban por la división, y desperdiciando una oportunidad histórica, optaron por abandonar el salón de plenos.) Como un favor se paga con otro, y considerando la flexibilidad de Calderón, la noche anterior al informe Ruth Zavaleta, presidenta de la Cámara de Diputados, declaró en entrevista con Carmen Aristegui que estaba dispuesta a recibir a Calderón en el salón de plenos, para que entregara su informe escrito en la tribuna del Palacio Legislativo. Y con ese pragmatismo que caracteriza a las mujeres inteligentes, la diputada reconoció, frente a la terquedad de sus correligionarios, que Calderón era el Presidente Constitucional de México y ella estaba obligada a tratarlo como tal.
Jorge Camil, La Jornada, 2 de septiembre.

Sin embargo, el mensaje puede ser ofrecido a los ciudadanos un día cualquiera sin hora fija. Cualquier momento resulta conveniente para escuchar cuando el jefe del Ejecutivo desea decir algo. Pero en este caso la importancia del asunto consiste precisamente en ver cómo se sustituye con la televisión la imposibilidad de usar la tribuna del Congreso cuando la tradición oratoria complementaba el requisito del informe escrito.
Importante e inusitado habría sido escucharlo como si se tratara de una convocatoria en defensa del poder legal; es decir, desde el balcón central del Palacio Nacional y hacia la plaza y las calles y la ciudad y el país; en ese espacio sagrado desde donde se miran los desfiles militares o se le grita a la Independencia de la Patria cada quince de septiembre (cuando lo permite Andrés López, para seguir con este poderío insuficiente) o cuando algo importante se debe decir.
Rafael Cardona, “El cristalazo”, Crónica, 2 de septiembre.

Y mientras que hoy en Palacio Nacional, el presidente Calderón dará lectura a un mensaje que resumirá lo alcanzado por su gestión, en el estado de Veracruz se vivirá uno de los procesos electorales más controvertidos, no sólo por la cerrada competencia entre el PRI y el PAN, sino por el peligroso retroceso que se vive. Como si no hubiera pasado nada en la democracia electoral mexicana, entre aquel 1988 y el 2007, los bandos en disputa se valen de los métodos más cuestionables para llevar votos a las urnas, en una elección que a horas de la jornada de votación ya reportó la pérdida de vidas humanas. El PRI podrá resultar ganancioso, pero el precio en desprestigio para la democracia electoral será incalculable. Al tiempo
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 2 de septiembre.

Este 2 de septiembre Felipe Calderón dará su Informe a la televisión en cadena nacional. En la pantalla no corre peligro de interpelaciones ni expresiones públicas de desaprobación. Allí nadie le va a responder ni lo va cuestionar. Tendrá un auditorio a modo, invitado para aplaudir. Frente a él no se encontrarán los integrantes de un poder autónomo, sino “la audiencia” que, como única opción de réplica, tiene la de apagar la radio o la televisión
Luis Hernández Navarro, La jornada, 2 de septiembre.

Pero el mensaje de esta mañana será un recurso; no un discurso.
Una transmisión por televisión de un mensaje nacional no es igual a la lectura ensayada de un “teleprompter” dentro del despacho presidencial iluminado como si fuera “El vuelo del águila”, dicho sea esto en memoria de don Ernesto Alonso. / No es lo mismo hacer política y transmitirlo por televisión, que hacer televisión en el vano intento de transmitir política.
Rafael Cardona, “El cristalazo”, Crónica, 2 de septiembre.

El Presidente no es un político que arrastre multitudes o inspire pasiones, pero se le agradece la sobriedad del estilo y el voluntarismo para atacar algunos problemas. Más que por sus aciertos, se le reconoce a Calderón la ausencia de desaciertos, más allá de algunos exabruptos verbales en momentos inoportunos. En general, el Presidente ha contenido la vena autoritaria que lleva dentro (una versión “macho engallado”), y que de vez en vez lo traiciona. Lo que ha mostrado en nueve meses ha enviado señales correctas a los grupos de poder: rápida intervención ante el narcotráfico (más mediático que útil), reforma del ISSSTE, control de daños en el caso de la tortilla, un gabinete disciplinado
Jorge Zepeda Patterson, “El Universal, 2 de septiembre.

Domingo, Palacio Nacional.
Muchos optaron por llegar temprano: no fuera a ser que en serio hubiera muchos manifestantes a favor del “presidente legítimo” afuera de Palacio Nacional. Había muchas vallas; el primer cuadro estuvo cerrado por seguridad. Los invitados llegaron a pie, la mayoría
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 3 de septiembre.

¿No que a los panistas no les gustaba el modelo priista para el acto anual de rendición de cuentas del Presidente? Ayer hubo Informe sin Congreso y nadie, a juzgar por lo visto, estuvo incómodo. Al contrario, sólo interrumpió a Felipe Calderón la ovación, incluso de pie, en la alusión a los migrantes maltratados, ¿o el aplauso era la colaboración para que el orador tomara un sorbito de agua y mejorara la respiración?
El discurso presidencial de ayer fue el más largo de la última década, pues la reforma de 1997 limitó a 45 minutos su disertación para informar. Pero cumplió con el modo: era 2 de septiembre, no el día uno, agenda marcada por la Constitución. Sin embargo, Calderón abrió una polémica: la Ley del Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales restringe el uso de la banda tricolor a la transmisión del Poder, al informe "frente al Congreso de la Unión", al 15 y 16 de septiembre y a la recepción de cartas credenciales de embajadores y ministros. Y su actividad especial de este domingo no encajaba con ninguna de esas citas
“Frentes Políticos”, Excélsior, 3 de septiembre.

Como deben ser los actos que interesan al país, en Palacio Nacional, el Presidente informó.
Lo hizo ante legisladores, líderes políticos, empresarios, ciudadanos, interesados en los temas de México.
No estuvieron quienes tienen intereses distintos.
El primero, descalificar desde hoy mismo cuanto se dijo en Palacio.
Porque de lo que se trata es de destruir, porque suponen que mientras peor nos vaya, mejores posibilidades tendrán ellos.
Pepe Grillo, Crónica, 3 de septiembre.

Al término de la lectura del informe del presidente Felipe Calderón, en Palacio Nacional, Santiago Creel reconoce que ahora “empezaremos a trabajar, a primera hora, para sacar adelante nuestras dos reformas comprometidas, la hacendaria y la electoral”, es decir, que concluye agosto y diputados y senadores se dedicaron a discutir sobre temas tan relevantes, como era la ceremonia del informe. Todavía viernes y sábado, durante muchas horas, peleaban sobre si el Ejecutivo era recibido en el pasillo o se le permitía llegar a “la tribuna más alta del país”.
Después de todo el show, el ex secretario de Gobernación, satisfecho, comentaba que iniciaron el periodo ordinario con “una ceremonia cívica sencilla, pero a la vez republicana, en donde no hubo violencia, no hubo insultos, no hubo atropellos, como infortunadamente los habíamos tenido en los últimos años”; Creel habla como si fuera un viejo priista.
Usted juzgue, “el mensaje da un adecuado diagnóstico de cual es nuestra realidad y por otra parte plantea una visión de futuro que tiene que ver con la transformación de este México y de las condiciones de bienestar”, a poco no las mismas frases pudieron haber salido de los labios de Lugo Gil, Lauro Ortega, o Alfonso Martínez Domínguez.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 3 de septiembre.

DURANTE el infomercial de Felipe Calderón en Palacio Nacional, dos gobernadores se quedaron sin silla.
Y NO ES porque, como dice el refrán, se hayan ido a la villa. Lo que pasa es que el tlaxcalteca Héctor Ortiz y el chiapaneco Juan Sabines andaban en el baño y los dejaron sin asiento.
OTROS QUE se perdieron en el juego de las sillas fueron los mandatarios de Nuevo León, Natividad González Parás, y de Tamaulipas, Eugenio Hernández, quienes terminaron sentados en la zona de secretarios de Estado y no en la de gobernadores.
NO SE SABE si Natividad y Eugenio de verdad se confundieron... o nomás querían saber qué se siente estar en el gabinete.
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 3 de septiembre.

También Felipe Calderón fue opositor anti-informe. ¿Pensó, en llegando al poder, proponer el fin del rito? Su partido en el Congreso sugirió posponer el informe para febrero y luego debatirlo en marzo, y la oposición rijosa tuvo dos primeros periodos de sesiones de la actual Legislatura para alzarse por las buenas contra el día del presidente, pero habría perdido una oportunidad maravillosa de soltar veneno. Así, de nuevo por las malas armó el último zafarrancho y le hubiera salido de perlas el asunto sin la ficha movida por Calderón para agregar a su primer informe un diálogo entre el Legislativo y el Ejecutivo, pero Carlos Navarrete, el amo perredista del sofisma, acusó al presidente en el anochecer del sábado, cuando ya el rito estaba muerto, de hacer “trampas mediáticas… a una semana del informe”.
Leopoldo Mendívil, “Crónica confidencial”, Crónica, 3 de septiembre.

El domingo 2, en un Palacio Nacional severamente resguardado en materia de seguridad para evitar el paso a unos vociferantes lopezobradoristas que agitaban pancartas y lanzaban gritos de "espurio", Calderón leyó, sin más interrupción que las de los aplausos de los presentes, un "mensaje" a la nación que se difundió en cadena de radio y televisión.
El documento leído por el jefe del Poder Ejecutivo, como todos los de su tipo, fue largo, autoelogioso y lleno de buenos propósitos, como si se tratara de un discurso de toma de posesión o de la prolongación de las ofertas de campaña electoral.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de Poder”, El Financiero, 3 de septiembre.

Algunos pequeños detalles, eso sí, cambiaron el guión tradicional: el discurso —esta vez pronunciado por un panista— no ocurrió el primero de septiembre, sino el día dos; tampoco sucedió en la residencia del Poder Legislativo, sino en Palacio Nacional; y en el lugar de escuchar la respuesta en la voz de un legislador, fue el silencio lo que ocupó ese lugar.
Tengo para mí que lo anterior no sucedió para atributo de la República, pero sí operó en benefició del poder presidencial. Con el cambio de fecha, Felipe Calderón logró que la cita fuera en su casa y también se ahorró la réplica —unas veces tediosa y otras beligerante— que los legisladores hacían. Se trató, en efecto, de un acto diseñado a modo para la comodidad del primer mandatario
Ricardo Raphael, “El Universal, 3 de septiembre.

El presidente cerró su discurso sin leer. Presumiendo de sus dotes de oratoria, hizo un llamado para que los actores políticos se hagan responsables frente a la tarea política que reclama el Estado mexicano. / Sin duda, el presidente Calderón salió robustecido de este acto de su gobierno. Fue así porque el Informe que presentara es, en principio, aceptable; y también, como antes se advirtiera, porque la oposición perdió un extraordinaria oportunidad para señalar sus diferencias.
Queda por valorarse todavía, si lo acontecido durante este fin de semana va a robustecer la cooperación interpartidaria o, en su defecto, el hecho de que el Presidente se haya dirigido sólo a quienes le aplauden, pueda afectar el futuro modelo de la negociación entre el gobierno y las oposiciones
Ricardo Raphael, El Universal, 3 de septiembre.

¿A quién se le ocurrió, de entre los “hombres del Presidente”, la puntada de llevar a Palacio Nacional la réplica de los viejos informes de gobierno al más puro estilo del PRI? Si fue una idea del presidente Calderón, el asunto resulta doblemente cuestionable. ¿Por qué? Porque estará dando la muestra más contundente de que una buena parte del discurso republicano que por décadas enarboló el PAN —ese discurso que reclamaba el fin del “día del Presidente”, que censuraba el aplauso complaciente, que criticaba los mensajes cargados de buenos deseos y pocos resultados—, no era más que demagogia, por un lado, que ya en el poder presidencial a Felipe Calderón se le olvidaron las banderas de su partido, por otro o, en el extremo, que le picó el mismo bicho que a López Obrador, quien pretendía vivir en Palacio Nacional, y que en el zócalo se organizó su propia ceremonia como “presidente legítimo”.
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, 3 de septiembre.

El poder, dice la voz popular, “los hace iguales”. Y el ceremonial que se organizó a sí mismo el presidente Calderón, el discurso enviado, la parafernalia y la concurrencia fueron —salvo por el recinto y el sustento legal o constitucional— una burda réplica de los informes anuales al estilo del PRI y de los penosos informes del gobierno de Vicente Fox. ¿Dónde quedó la sobriedad, el irrestricto apego a la legalidad, el sustento constitucional del “nuevo día del Presidente”?
Y es precisamente aquí donde reside el problema de fondo. ¿En qué artículo constitucional, ley reglamentaria de qué, ordenamiento de quién, se ordena y regula una ceremonia como la que vimos el domingo 2 de septiembre en el Palacio Nacional? ¿En calidad de qué acudieron a esa ceremonia los representantes de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial? ¿Se puede inventar, de la nada, un ceremonial como el que organizó la casa presidencial, al que acuden con su alta representación no sólo el Presidente de la República, sino el presidente de la Corte y los presidentes del Congreso?
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, 3 de septiembre.

De los saludos más fríos del Presidente fueron a Luis Carlos Ugalde (momentos antes había dicho, en pocas palabras, que lo respetaba pero que no haría nada por él y ayer Ricardo Monreal aseguró que para abril ya no estaría ahí) y claro, el góber precioso, Mario Marín sentado en el último lugar.
Un minuto antes de la llegada del Presidente arribó Agustín Carstens. Ni cómo no verlo llegar. El penúltimo, Alfredo Elías Ayub, de CFE.
En segunda fila, Josefina Vázquez Mota. ¿En su caso, será señal? Por lo demás, qué mal que si apenas hay cuatro secretarias de Estado no las pongan en primera fila. También atrás estaba Georgina Kessel, de Energía.
Los hermanos de la primera dama estaban en el balcón (literalmente). Su hermana, Margarita, estrenó peinado con flequito. Juan Pablo, después de jalar el rebozo de su mamá, se salió a la mitad del Informe.
Por cierto, un reclamo: nadie consideró espacio para los discapacitados. Hubo muchas referencias a indígenas, pero ninguna representación.
Todos felicitaban a Germán Martínez porque acaba de ser papá.
Uno de los primeros en llegar fue José Luis Luege. ¿Como para demostrar que sigue ahí?
¿Quién acompañó en la camioneta al Presidente? Juan Camilo Mouriño y Alejandra Sota.
Los únicos que se pusieron lentes oscuros: José Luis Soberanes y Cecilia Romero. El ministro presidente de la SCJN tiene unos que se oscurecen con la luz.
Si fue, nadie vio —para variar— a Sergio Vela, de Conaculta. La que sí andaba muy sonriente por ahí fue Consuelo Sáizar, del FCE.
¿Empresarios? Carlos Slim, al centro, con Juan Francisco Ealy Ortiz, Lorenzo Servitje, Olegario Vázquez Aldir. Como que faltó el sector filantrópico.
Beatriz Paredes no estaba en el hospital (fue un día antes, pero sólo de visita), sino operando… para Veracruz. Manuel Espino: obvio. Y tarde llegó Jorge Kahwagi.
Brillaron por su ausencia autoridades religiosas. Eso sí, al final del evento se escucharon claramente las llamadas de catedral a misa.
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 3 de septiembre.

Ya ayer se enteró en estas líneas cómo, en Michoacán, con sazón de Lázaro Cárdenas Batel, se cocinó una ceremonia pacífica en el recinto legislativo a cambio de no torpedear la candidatura de Leonel Godoy. Entre los demás mandatarios perredistas está vigente la orden de distanciarse del Ejecutivo. Pero Zeferino Torreblanca (Guerrero) y Juan Sabines (Chiapas) se desmarcaron y se sentaron a la izquierda del Presidente. ¿Ahora su partido los va a crucificar bajo los cargos de traición?
“Frentes Políticos”, Excélsior, 3 de septiembre.

Que mal cayó entre los asistentes que el único invitado de honor que no aplaudiera luego de que el presidente Calderón exaltara las virtudes del Ejército, las policías y los cuerpos armados en la lucha contra el crimen organizado, fuera el ombudsman José Luis Soberanes.
“Trascendió”, Milenio, 3 de septiembre.

Felipe Calderón quería darse su Día del Presidente. Entró a Palacio Nacional con una marcha triunfal y la banda tricolor en el pecho. Mandó construir en el patio un entarimado con ribetes imperiales y ordenó que su imagen creciera y se multiplicara en pantallas de todos los tamaños.Quería decirle a los mexicanos que en su gobierno se crean 2 mil 500 empleos diarios. Y que se le va ganando la guerra al crimen. Y que, como dijeron López Portillo o Salinas, no aceptará que el pago de la deuda con los pobres se difiera un día más.
Y repetirles que el petróleo se nos acaba y no piensa endosarle el apocalipsis a nadie. Y que México es líder mundial en reforestación. Y que será imparcial en las elecciones, como deben serlo también los gobernadores. Y que de la democracia deben beneficiarse los ciudadanos, no los políticos.
Quería reinstalar incluso la vieja costumbre de mentarle la madre de vez en cuando a los gringos. Y convencer con voz emocionada que tiene un proyecto amplio y con rumbo en el que caben todos los que estén dispuestos a ponerse de acuerdo con él, porque el objetivo central de su gobierno es transformar al México en ruinas en un país ganador.
Ciro Gómez Leyva, “La historia en breve”, Milenio, 3 de septiembre.

Sin embargo, para trascender la realidad hay que comenzar por transformarla. Qué bueno que el mensaje dominical del Presidente haya puesto tanto énfasis en la transformación de México. Ese debe ser el objetivo. Pero sería también el momento de transformar la propia realidad, la propia gestión de gobierno, para avanzar en ese objetivo. El presidente Calderón ha pasado con aprobado estos primeros nueve meses, pero como en todo periodo de gestación que sea fructífero, ha llegado la hora del nacimiento de algo nuevo. El Presidente, luego de lo sucedido este fin de semana, debería saber que los límites de su administración ya no están ni en el Congreso ni en los esquizofrénicos de la supuesta ilegitimidad, sino en su propio desempeño y el de su equipo. Es posible, como dijo, transformar a México y tener un país sin pobreza, más igualitario, sin migraciones forzosas, limpio, en paz, libre y seguro. Y ojalá haya acuerdos partidarios para llegar a ello. Pero el secreto está en la política del poder: desde allí debe comenzar el proceso. El presidente Calderón, en estos nueve meses, ya comprobó que puede avanzar y lo ha hecho con un gabinete que ha funcionado a medias. Es la hora de que ajuste máquinas y se lance en pos de sus objetivos
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 3 de septiembre.

Pero si bien Calderón —acompañado de los partidos— se erigió en el enterrador del viejo ritual, pudo por eso mismo hacer el milagro de resucitarlo de entre los muertos apenas al día siguiente, con un boato parecido al que regía en la época dorada del régimen priista. En aquellos tiempos, los presidentes acudían —transfigurados en semidioses— a rendir su Informe en un cálido ambiente, en un auditorio abarrotado de amigos y afectos, todos rendidos al culto de su personalidad. La oposición, casi inexistente, guardaba silencio respetuosa y resignadamente, en medio de una gran mayoría de legisladores oficialistas dispuestos a hacer sentir muy bien a su "líder nato". Y el Presidente-orador difundía con grandilocuencia sus logros y éxitos, sólo interrumpido por efusivos aplausos, no por interpelaciones o silbatinas. Y después, la felicitación de sus aliados, colaboradores —y aspirantes a serlo—, por la sapiencia y elocuencia mostradas durante su histórico mensaje. Y para culminar, los infaltables elogios de los conductores oficiales. Algo parecido —con sus matices y sin duda con más sobriedad— vimos ayer. Calderón es el primer mandatario en 20 años que pudo saborear las delicias de una ceremonia sin oposición ni bataholas. Aunque con la modalidad de hacerlo fuera del Congreso, en un Palacio Nacional rodeado, eso sí, por un puñado de rijosos perredistas que no quisieron apegarse a la tónica "claudicante" que sus legisladores mostraron el día anterior. Seguramente esta "resurrección" ocurrió por esta única vez, si es que los legisladores cumplen su oferta de que el próximo año tendremos un nuevo formato, más acorde con la pluralidad política y de ansiado republicanismo
José Antonio Crespo, “Horizonte Político”, Excélsior, 3 de septiembre.

Lo que vivimos ayer es precisamente esa suma de apetitos coyunturales, de la ausencia de prioridades y del final sometimiento de la política a los proyectos y acuerdos del día a día, que por sí mismos no articulan ni implican futuro. La distribución de las responsabilidades en esa dinámica se dirige hacia quienes desde posiciones de mayor capacidad de influencia y convocatoria en el Poder Ejecutivo debieran ver en la historia las enseñanzas que permiten evitar la grave y contundente condena a la frivolidad y el dispendio. Ese no ha sido y no será el camino que deba seguirse
Javier Oliva Posada, La Jornada, 3 de septiembre.

Me gustó la definición de Calderón sobre la necesidad de enfrentar los problemas ocultos y tratar de resolverlos, en lugar de heredarlos a las generaciones siguientes. Me gustó su confianza en que su generación hará de México el país próspero, equitativo y democrático que todos queremos.
Ojalá que tenga razón y que su generación pueda hacer siquiera la mitad de lo que se propone, todo eso que no hizo la mía, ni la anterior, ni las otras.
Héctor Aguilar Camín, “Día con día”, Milenio, 3 de septiembre.

Veinte veces, conté, veinte veces fue interrumpido por los aplausos en una mañana sin interpelaciones ni voces impertinentes en una sillería repleta de extras. El Presidente quiso reinterpretar, y lo hizo, la obra teatral del país de las carencias y los peligros que, gracias a la acertada conducción de un jinete esforzado y benevolente, avanza con sentido y firmeza entre tantas acechanzas.
El teatro del autoelogio. Por eso los espíritus de López Portillo, Salinas y demás egregios revoloteaban gozosos en Palacio Nacional.
Ciro Gómez Leyva, “La historia en breve”, Milenio, 3 de septiembre.

No era necesaria una exhibición de poder similar a las del priismo gobernante del siglo pasado. Ayer en Palacio Nacional todo fue igual a las ceremonias del Presidencialismo autoritario de antaño: los aplausos, la ausencia de reclamo, el discurso del éxito, la adversidad que nos hace los mandados, el país con rumbo. & ¿Era necesario encadenarnos otra vez?
Roberto Zamarripa, “Tolvanera”, Reforma, 3 de septiembre.

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