ELVIRA ARELLANO: BOTÓN DE MUESTRA DE LA POLÍTICA MIGRATORIA.

Treinta y cuatro comentarios formulados a lo largo de nueve días dan cuenta de la situación de Elvira Arellano, mexicana deportada de Estados Unidos a mediados de agosto tras un año de refugio en una iglesia metodista de Chicago. Activista, luchadora por los derechos de los mexicanos indocumentados en Estados Unidos. Treinta y cuatro notas que trazan un boceto de la situación de los connacionales en Estados Unidos. Un botón de muestra sobre la urgencia de una política migratoria que vaya más allá de la buena disposición del gobierno mexicano para ayudarla. Una promesa de campaña pendiente en la agenda presidencial.

¿Quién es Elvira Arellano?
Hace poco tuve una muestra más del sufrimiento de los nuestros allende la frontera. Al Senado de la República llegó un niño de escasos ocho o nueve años, en busca de apoyo para su madre. Saúl, Saulito, como le llaman sus amigos mexicanos que lo trajeron a esta tierra que es la de su señora madre, Elvira Arellano, que entonces supe que trabajaba en el aeropuerto aquel de la media noche fría, muy fría, en la que llegué para ir a un acto en solidaridad con compañeros de Puerto Rico que el gobierno de Estados Unidos mantenía presos…
Elvira Arellano estuvo refugiada más de un año en una iglesia de Chicago y viajó a Los Ángeles como parte de su campaña para demandar una reforma migratoria. Tenía pensado ir a Washington pero... (¡cuánta celeridad, qué gran presteza!). Tal pareciera que la seguían minuto a minuto sin perderla de vista, porque agentes de la Oficina de Inmigración y Cumplimiento Aduanal la detuvieron y, ni tardos ni perezosos, la deportaron
Rosario Ibarra, El Universal, 21 de agosto.

Pasará unas horas en la Ciudad de México antes de viajar a su natal Michoacán. ¿Cómo se siente recién expulsada de Estados Unidos, pero también recién convertida en símbolo para miles que jamás habían escuchado su nombre: la mujer que burló a la migra por más de una década, tuvo un hijo que siempre será ciudadano estadunidense, se encerró un año en una iglesia de Chicago, desde ahí tejió una red de defensa para los mexicanos que padecen lo que ella sabe mejor que nadie que padecen, y salió para entregarse y convertirse en una figura de talla internacional?
Ciro Gómez Leyva, “La historia en breve”, Milenio, 23 de agosto.

El caso de Elvira Arellano, la migrante deportada, me conmovió. Su historia nos deja ver la brutalidad de un sistema que puede separar a una madre de su hijo y su testimonio nos interpela a todos. Sin embargo, la parte más dura no me parece la de su deportación, sino su voluntad de regresar a Estados Unidos. Elvira ha planteado la posibilidad de volver y si bien su circunstancia personal puede explicar que alguien que ha sido objeto de una deportación tenga ganas de retornar, lo dramático es que miles de mexicanos anualmente están dispuestos a sufrir lo que haga falta para abandonar su país. No hemos logrado construir las condiciones necesarias para que los migrantes y los deportados prefieran pasar las de Caín allende la frontera antes que quedarse en este país dominado por la imposibilidad de dar el gran paso adelante.
Leonardo Curzio, El Universal, 27 de agosto.

Arellano se refugió en un convento, con su hijo de ocho años de edad, luchando por sí misma, sin ayuda del gobierno mexicano para reivindicar la precaria situación de nuestros paisanos en tierra ajena. Su activismo no fue percibido por las autoridades mexicanas, pues ni siquiera tuvo asistencia consular ante el problema que enfrentó (MILENIO Diario, 22/VIII/07). Arellano fue deportada ante la indiferencia de nuestras autoridades que claman y reclaman una reforma migratoria. Las redadas antimigrantes se han intensificado, las deportaciones masivas se han incrementado ante la indiferencia del gobierno mexicano. No obstante, Calderón reitera que “seguirá luchando por una reforma migratoria”. Sus declaraciones sólo muestran su falta de sensibilidad y su poca efectividad para enfrentar un problema tan grave.
José Luis Reyna, Milenio, 27 de agosto.

Dicen que los males no vienen solos... A Elvira Arellano le cayeron varios al mismo tiempo. Primero la orden de deportación, y a decir verdad se había acostumbrado ya a vivir con ella... pero luego, el año pasado, de veras la buscaron los de la migra (aunque ahora tierra adentro, ¿no que nada más estaban en la frontera?) para de veritas regresarla a México. ¿Cómo que la iban a deportar, su hijo, Saulito había nacido allá... ella había trabajado desde 1997... y eso no crea derechos? Se preguntaba una y otra vez, aunque no podía hacerse muchas preguntas porque era necesario actuar, había ayudado a muchos, ¿ahora quién la protegería? Y luego pensaba, ni modo que no, ay híjole, pues tal vez la querían echar pa' fuera por andar defendiendo a otros mexicanos, o salvadoreños, o latinos, no importa... porque para Elvira allá todos son iguales, sí, igualitos.
A Elvira no podían faltarle las críticas que le cayeron encima. Muchas veces ha escuchado a Pilar Marrero que escribe en La Opinión de Los Ángeles, que para qué se metió de activista, que eso le pasó por ir a Estados Unidos "ilegalmente" y tener un hijo de padre desconocido, que debió dejarse arrestar con su hijo y llevárselo... A ella le sucede lo que a muchas mujeres cuando deciden luchar y pararse sobre sus pies, aquí y allá la valentía de las mujeres disgusta a muchos. Pero bueno, la manifestación de protesta por su deportación en esa ciudad sin duda fue importante para Elvira, no sé si para compensar muchos sufrimientos... Elvira es un caso como miles que ocurren diariamente, muchos se ven en su espejo.
Guadalupe Loaeza, Reforma, 29 de agosto.

Elvira Arellano ha sido deportada en tres ocasiones de Estados Unidos: la primera en 1997; la segunda en 2002 y la tercera, supuestamente la definitiva, el 19 de agosto de 2007. De esta última etapa sobresale su reclusión, por cerca de un año, en una iglesia de Chicago, para evitar su expulsión del país norteño. En ese periodo el gobierno mexicano apenas si le echó un lazo y la eventual ayuda infructuosa. Finalmente, la activista fue obligada a cruzar la frontera, y lo hizo por Tijuana, ciudad en la que cotidianamente deambulan cientos, miles de mexicanos expulsados de los dos países
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 30 de agosto.

Elvira Arellano traspasa las fronteras del emblema y se convierte en prototipo. Mujer humilde mexicana ha vivido durante años en Estados Unidos en la frecuente calidad de “mojarra”, de mojada, de indocumentada pues. Es madre de un hijo de once años, que por haber nacido allá tiene derecho a la ciudadanía estadunidense. La Migra fue “a por ella”, y la michoacana, que no es ninguna pendeja, se refugió en una iglesia donde pagó con trabajo comunitario el asilo que le dieron.
Un día decidió salir de su sanctuary, que le dicen los gringos a los refugios impenetrables, y la policía la agarró y la puso de patitas en la calle, que quiere decir de patitas en México. Su hijo Saúl, para quien la desdichada Elvira quiere una mejor juventud que la que ella tuvo, sigue en Chicago.
Félix Cortés Camarillo, “Cancionero”, Milenio, 30 de agosto.

Elvira y los legisladores mexicanos.
Que Elvira Arellano, la michoacana indocumentada y madre de un hijo nacido en Chicago, recién deportada a México por el gobierno de Estados Unidos, estará al mediodía en el Senado y es casi un hecho que reciba una muestra de solidaridad de la Comisión Permanente.
Ahí, seguramente, se recordará también el caso de Norma Contreras Castro, indocumentada hondureña expulsada el 8 de agosto por el gobierno de Felipe Calderón, a pesar de tener una hija nacida en territorio mexicano.
México se queja ante Washington sin importarle lo que pueda decir Tegucigalpa.
O San Salvador, Managua o Guatemala.
Trascendió, Milenio, 22 de agosto.

Diputados y senadores llevaron al pleno de la Comisión Permanente, el caso de la indocumentada Elvira Arellano, quien fue deportada la semana pasada, por haber ingresado a Estados Unidos sin los documentos legales. La sentaron en un escaño, como si fuera una heroína.
Llama la atención, porque efectivamente hay que defender los derechos humanos de los mexicanos, pero no se puede aplaudir un acto ilegal, nos decía un senador. Si esto lo hicieran en el Congreso estadunidense los calificativos que le colocarían los mexicanos serían de todo tipo. Pero Teresa Ortuño, quiere que protejan a las familias de los indocumentados, a través de leyes migratorias, aunque se violen las leyes de los vecinos.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 23 de agosto.

Todos los partidos representados en el Congreso de la Unión expresaron en la Comisión Permanente su repudio por la deportación de Estados Unidos de la luchadora por los derechos de los trabajadores indocumentados Elvira Arellano.
Una actitud que merece reconocimiento y el respaldo general, pero también vale advertir a senadores y diputados, así como al gobierno mexicano, que preparen muchas fotocopias de las protestas, porque cientos de miles de padres de familia residentes en el vecino país están en riego de correr igual suerte.
Las cifras varían, pero entre los compañeros de lucha de Elvira Arellano hay quienes sostienen que millones de jefes de familia están en riesgo de ser expulsados. Las deportaciones significan el rompimiento de las familias. Elvira Arellano fue separada de su hijo, quien por haber nacido del otro lado de la frontera es ciudadano estadunidense, y lo mismo puede suceder –y ha ocurrido– a otros jefes de familia.
Miguel Ángel Rivera, “Clase Política”, El Universal, 23 de agosto.

Lo más que se les ocurrió a los legisladores que la recibieron fue demandarle al presidente Calderón que enviara una "enérgica protesta" por las condiciones bajo las cuales fue expulsada la señora Arellano a México. No se necesita ser experto en derecho internacional para saber que Estados Unidos, como cualquier otro país, tiene el derecho soberano de expulsar a quien haya entrado sin autorización a su territorio. Siendo ése el caso de la señora Arellano, el gobierno de México quedaría en ridículo presentando una protesta por una acción del gobierno estadounidense, plenamente respaldada por el derecho internacional. Igualmente inocentes e irresponsables han sido los comentarios de que el gobierno de México debe exigirle al de Estados Unidos que cambie sus leyes de inmigración. Habiendo tantos casos de claras violaciones de derechos humanos como los que tienen que ver con los varios asesinatos de indocumentados ocurridos este año de parte de agentes de la policía migratoria, ¿por qué mostrar ignorancia del derecho internacional?
Jorge Bustamante, Reforma, 29 de agosto.

Elvira y elgobierno mexicano.
El que se vio lento (como siempre en estos casos) fue el gobierno mexicano, que adujo que lamentó “la celeridad con la que Washington instrumentó la deportación” y (¡oh cinismo!)... demanda explicación, porque el caso “podría tener implicaciones sobre los derechos humanos de la connacional”, ya que fue obligada a separarse de su hijo nacido en ese país.
¡Hipócritas! ¡Mendaces! Nada les importa la suerte de Elvira Arellano separada de su hijo, ni la de todas las “Elviras” de este dolorido pueblo, que sufren allá o acá. Sí les importan y mucho las deportaciones masivas de hermanos centroamericanos que llegan a Chiapas o a Tabasco. Tan sólo en una semana han apiñado en autobuses a más de 2 mil 500 ciudadanos de esos países... Aquí también saben deportar con celeridad... tenemos pruebas
Rosario Ibarra, El Universal, 21 de agosto.

Asegura la Secretaría de Relaciones Exteriores que “el gobierno mexicano hizo todo lo que pudo hacer mientras ella (Elvira Arellano) estuvo en Estados Unidos”, pero por lo visto es obvio que no hizo mayor cosa… Los que sí se mueven son los paisanos en el vecino del norte. Miles de ellos mantienen la movilización en demanda del cese de redadas, deportaciones y la “política de terror” contra los indocumentados (“¡Arriba, abajo, la migra al carajo!”), amén de solidarizarse con Elvira y su hijo
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 27 de agosto.

La política migratoria de Calderón no se diferencia en nada de la de Fox. No hay ninguna iniciativa que reivindique a nuestros connacionales que, día a día, padecen de la represión de las autoridades migratorias estadunidenses. Ahí está el caso de Elvira Arellano, una activista indocumentada que fue deportada a México la semana pasada por considerarla una “amenaza” para el gobierno estadunidense. Éste es un caso entre muchos. Vale la pena destacar que la señora Arellano no ha claudicado en su activismo en pro de los cientos de miles de latinoamericanos que van en la búsqueda del “sueño americano”. Su lucha continuará, a decir de ella. En contraste, ninguna declaración fue hecha por las autoridades mexicanas para defender a una connacional que, estrictamente, ha luchado por conseguir un espacio reivindicatorio para los tantos latinoamericanos que migran a Estados Unidos.
José Luis Reyna, Milenio, 27 de agosto.

Y ante este complicado escenario donde el gobierno mexicano permanece tímido y tibio en su respuesta contra las ilegales redadas, el Gymboree y la cancillería no sopesan las divertidas repercusiones que golpearán, irremediablemente, la tan cacareada política exterior que pareciera estar más entusiasmada en sumar a los gobiernos de izquierda latinoamericanos para encontrar la legitimidad perdida, que en protestar enérgicamente sobre el trato inmisericorde hacia los inmigrantes que, expulsados por la falta de empleo y oportunidades, buscan un mejor nivel de vida.
La visita, después de su inédita deportación, de Elvira Arellano a Los Pinos, debe ser señal fundamental para encontrar salidas en la compleja relación bilateral que encuentra delicados escollos en el tema migratorio, sobre todo ahora que Arellano representa la realidad de un movimiento social que hace algunas lunas se desarrolla en Estados Unidos y pasará, muy pronto, a la báscula doméstica electoral.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 29 de agosto.

Con todo y que fue a Los Pinos y recibió esperanzadoras promesas de apoyo, la indocumentada Elvira Arellano enfrenta una realidad que nadie puede cambiar: por más alarmante y conmovedor que resulta el asunto de estar separada del hijo de ocho años que protegía, al usar papeles falsos para trabajar en el aeropuerto de Chicago, ella violó la ley en Estados Unidos. Y ese país es inflexible con los infractores. Suena rudo, sí, pero allá los tribunales no se enternecen con aquellos a quienes considera criminales
Frentes Políticos, Excélsior, 30 de agosto.

Que Felipe Calderón se comprometió a apoyar a Elvira Arellano. Que el Presidente (su paisano michoacano) le ofreció toda la ayuda personal necesaria a ella y al hijo, el pequeño Saúl. Pero que ella, aunque lo agradeció, decidió no aceptar el ofrecimiento. Lo que hizo fue pedirle al presidente Calderón que la nombre embajadora de la paz, en Estados Unidos, para poder regresar, por la vía diplomática, al país del que fue recientemente deportada. Todo eso me dijo Elvira, ayer, cuando la entrevisté para la segunda emisión de Cadena Tres Noticias. Que si el presidente Calderón y la canciller Patricia Espinosa no la mandan como embajadora de paz en EU no tendrá más remedio que seguir organizando a los paisanos desde este lado del Río Bravo.
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior”, 30 de agosto.

Ahora que su deportación se concretó, rápida, cordialmente y con una extraordinaria cobertura mediática, el inquilino de Los Pinos recibió a Elvira en la residencia oficial. De acuerdo con un comunicado, Calderón “expresó a Elvira Arellano toda su solidaridad ante la obligada separación de su hijo y le ofreció su apoyo frente a esta compleja situación… ratificó la prioridad que su gobierno otorga a las condiciones de vida de los migrantes mexicanos que residen en Estados Unidos y reiteró la necesidad de una reforma migratoria integral en ese país. Por su parte, la señora Arellano solicitó que el gobierno de México gestione ante las autoridades de Estados Unidos una visa que le permita regresar a ese país”. Y el michoacano “instruyó a la secretaria de Relaciones Exteriores a que la dependencia a su cargo realice un análisis de la situación que enfrentan la señora Arellano y su hijo y a que realice gestiones ante las autoridades estadunidenses para poder responder a esta solicitud”.
Eso dice el comunicado, pero se supone que el gobierno mexicano debió actuar en igual sentido y con la misma celeridad desde el momento mismo en que la ahora deportada se refugió en la iglesia de Chicago, en agosto de 2006, y no después, cuando fue obligada a regresar a su país de origen, mientras su hijo Saúl se mantiene en Estados Unidos.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 30 de agosto.

Los mexicanos en Estados Unidos.
El trato que se da en el país vecino a muchos mexicanos no parece importarles a los gobiernos. Hace tiempo denunciamos cómo en una enorme huerta de naranjos en California fueron empleados muchos compatriotas “indocumentados” —según las autoridades—. El dueño sabía que entraron al país sin los papeles requeridos y les dio empleo a todos. Contaron ellos que les decía que se protegieran de las fumigaciones y los pobres hombres trataban de cubrirse con lo que encontraran, pero era pretexto para mantenerlos ocultos hasta que terminaban la recolección de la naranja.
En cuanto esto sucedía, los denunciaba a “la migra” y ésta los echaba fuera sin que les hubiera pagado por su trabajo, el moderno esclavista californiano... Injusticia y crueldad a ambos lados de la frontera; gobiernos de tácticas gemelas y acciones similares. Por eso, desde este espacio, rindo homenaje de respeto y admiración a quienes luchan contra tamaña injusticia, y un ejemplo maravilloso de ello es... Elvira Arellano
Rosario Ibarra, El Universal, 21 de agosto.

Elvira no podrá regresar a Estados Unidos antes de 20 años. Es víctima, no de la abulia de los políticos mexicanos, sino de un capitalismo que tendrá que seguir funcionando con miles de Elviras, pero que se llena cada vez más de inflexibles precauciones contra ellas. Y que hoy todavía puede deportarlas, digámoslo así, educadamente. Lo terrible es pensar qué van a hacer cuándo las Elviras se les metan por millones.
Ciro Gómez Leyva, “La historia en breve”, Milenio, 23 de agosto.

La incipiente democracia mexicana no ha conseguido aún liberar las fuerzas necesarias para mejorar las condiciones de vida de la gente, entre otras cosas, porque quienes toman las decisiones no han cambiado lo suficiente. En este periodo de consolidación de la democracia los argumentos de los “salvadores de la patria”, aquellos que en dos pinceladas nos dicen cuál es el camino de la salvación que invariablemente pasa a través de los hechos de que ellos le instalen en el poder, parecen superfluos. Hacen falta políticos con habilidades como la discreción, la destreza para comprender los problemas del funcionamiento de la administración pública. Este tipo de habilidades son especialmente útiles en la etapa posterior a la transición de un régimen autoritario a una democracia imperfecta
Leonardo Curzio, El Universal, 27 de agosto.

El arresto y la posterior deportación de la señora Arellano demuestra con claridad que la lucha por mejorar las condiciones de vida de los que se van la hacen individuos y asociaciones de migrantes, y no instituciones gubernamentales. Se quiere, con razón, una reforma migratoria en la que el gobierno mexicano juegue un papel mucho más activo y no el de pedir y reclamar sin hacer algo sustantivo que acompañe a la exigencia. Por eso le asiste la razón a Bustamante: no hay diferencia entre Fox y Calderón, pues lo que uno reclamó y el otro exige ahora no se acompaña de una estrategia política que conduzca a disminuir los agravios que sufren tantos compatriotas al otro lado de la frontera. Vale decir que la señora Arellano rebasa, con mucho, el desempeño gubernamental mexicano.
José Luis Reyna, Milenio, 27 de agosto.

Elvira fue arrestada, pero Osama bin Laden sigue libre. La llamada "guerra contra el terrorismo" debe librarse en contra de verdaderos asesinos y criminales, no en contra de inofensivos trabajadores inmigrantes.
¿Saben cuál fue el delito de Elvira? Conseguir documentos falsos para trabajar limpiando aviones en el aeropuerto O'Hare de Chicago. Sí, es verdad, rompió las leyes. Pero su trabajo beneficiaba a muchos norteamericanos y, además, no le quitó el trabajo a nadie. Sólo quería darle una mejor vida a su hijo. Eso es todo.
Es irónico que un país que fue fundado por inmigrantes, y que hoy en día los necesita más que nunca, se ponga a perseguir a los extranjeros más débiles y desprotegidos. Elvira y millones de inmigrantes no son enemigos de Estados Unidos; Osama sí lo es.
Elvira y millones de inmigrantes no son culpables de los actos terroristas del 11 de septiembre del 2001. Sin embargo, ellos son los que están pagando las consecuencias de una política migratoria que no parece distinguir a los buenos inmigrantes de terroristas potenciales.
Esto ha generado mucho miedo entre los inmigrantes. Tomé la Blue Line del metro de Chicago -la misma ruta que seguramente tomaba Elvira para ir y regresar del aeropuerto- y ahí las conversaciones en español suelen incluir con frecuencia las palabras "migra" y "redadas".
Jorge Ramos Ávalos, Reforma, 28 de agosto.

¿Por qué el castigo? Por andar de activista, por ir a Estados Unidos como lo han hecho más de 12 millones, y quedarse allá sin papeles. Que quede claro, Elvira Arellano no es una criminal, aunque así se quieran interpretar las leyes de Estados Unidos. Es una mujer trabajadora, con empuje, con iniciativa, que no se sienta a llorar su desventura, que lucha, cruza la frontera, trabaja, tiene un hijo, lo saca adelante sola, se involucra como activista a favor de otros migrantes que viven lo que ella ha vivido. Es, eso sí, una mujer sencilla y humilde, pero muy muy muy valiente. Por eso allá muchos se ven en su espejo. ¿No fue eso la manifestación de Los Ángeles? Elvira sí, trabajó con un número de Seguro Social falso y en 2002 por eso la detuvieron, pero su caso se suma a miles de indocumentados que viven y trabajan en Estados Unidos, y también al de miles que son expulsados todos, todos los días.
Esperamos que a Elvira le vaya mejor que a otros que son deportadas o deportados: unas solas o solos, otras y otros que se traen a sus hijos. Los dos casos son un infierno, porque volver a adaptarse a no tener ni siquiera el dinero para comprar los útiles para la escuela, o a ganar seis dólares al día en vez de nueve por hora en una tienda o en un restaurante, es difícil, casi imposible. Guadalupe Loaeza, Reforma, 29 de agosto.

El mérito de la señora Arellano ha sido el de llamar la atención con su desafío, sobre la injusticia de esas condiciones de vulnerabilidad bajo las cuales están siendo colocados los migrantes indocumentados en Estados Unidos. Ese desafío a la autoridad que hizo la señora Arellano durante más de un año fue una generosa demostración de solidaridad con aquellos que están siendo víctimas de persecución como la que describe la segunda nota mencionada al principio. Esas redadas domiciliarias que están sufriendo los migrantes indocumentados de parte de esas autoridades, han dado lugar a un aumento considerable de prácticas policiales en violación de derechos humanos básicos que Estados Unidos se comprometió a cumplir al ratificar la Convención de la ONU de los derechos Políticos y Civiles de las personas.
El mérito de Elvira Arellano está siendo el de servir de caja de resonancia para que se "oigan" esas violaciones más allá de los muros mediáticos que las ocultan con imágenes de un país que dice respetar los derechos humanos. Un buen entendimiento de la importancia de ese mérito requiere de la separación que se haga de las reacciones en México de los que ahora desean "salir en la foto" junto a la señora Arellano.
Jorge Bustamante, Reforma, 29 de agosto.

Ya prendió la mecha de la sociedad organizada, pues se han sumado a su causa líderes comunitarios, no sólo del norte de California que han viajado a Tijuana para manifestar su apoyo, junto con Gloria Saucedo, integrante del grupo Hermandad Mexicana y quien está haciendo el cabildeo para apoyar a más de 600 mil madres que están pasando lo mismo que Arellano. Y no sólo de California (uno de los estados con mayor peso electoral en EU), sino en Nueva York, Texas y, prácticamente, en todas las entidades fronterizas. Sería una lástima que el presidente Calderón y la canciller Espinosa no reconocieran la mina de oro diplomática en la que se puede convertir Elvira Arellano, si la nombran, merecidamente, embajadora de paz en Estados Unidos.
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior”, 30 de agosto.

Pero más allá de la lentitud con la que el gobierno mexicano “protegió” a la ahora deportada, el compromiso que el inquilino de Los Pinos públicamente asumió con Elvira Arellano saca chispas, porque durante los 40 minutos que duró su encuentro alrededor de 48 mexicanos más fueron expulsados por las autoridades migratorias estadunidenses. Y ellos tendrían el mismo derecho que Elvira de exigir al gobierno mexicano que actúe en igual sentido, es decir, que realice “gestiones ante las autoridades estadunidenses para poder responder” a la misma solicitud, ergo, su retorno –pacífico y civilizado– al vecino país del norte
Independientemente de las suculentas razones políticas y mediáticas que convencieron al michoacano para dar audiencia a Elvira Arellano, justo unos días antes de su autodenominado primer informe de gobierno, el inquilino de Los Pinos debe saber que en el primer semestre de 2007 se registraron más de 317 mil deportaciones de mexicanos (algunos en más de una ocasión, porque los sacan y se vuelven a meter) por parte de la “migra” gringa, y ninguno de los afectados obtuvo audiencia en la residencia oficial (con o sin cámaras de televisión), ni –que ellos sepan– el gobierno inició “gestiones” para “atender su solicitud”.
De acuerdo con la estadística del Instituto Nacional de Migración, en el primer semestre de 2007 se registraron 1.2 deportaciones de mexicanos por minuto en la frontera entre ambos países, hasta llegar a poco más de 317 mil de enero a junio, y ninguno de ellos recibió una telefonazo de Patricia Espinosa, mucho menos una invitación a tomar café con el inquilino de Los Pinos, por más que los gritos de auxilio se escuchen a lo largo y ancho de la república. En todo 2006, último año del “cambio”, dichos registros sumaron 515 mil.
Eso sí, pueden estar tranquilos, porque el 2 de septiembre “sí habrá mensaje a la nación”.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 30 de agosto.

Decenas de miles de Elviras han sido separadas de sus hijos o están en el constante peligro de serlo, porque ellas –o, para el caso, sus maridos– son indocumentadas y sus hijos son ciudadanos del país más cruel. Tan cruel que el hijo de Elvira puede reclamar el ingreso legal de su madre a Estados Unidos una vez que cumpla 18 años. La tasa de retraso en los trámites migratorios de esta índole promedia doce años. Eso quiere decir que si las cosas siguen como están, y no hay indicio de que cambien, dentro de 20 años Elvira podrá llegar a algún aeropuerto gringo para reunirse con su hijo de 31 años de edad.
Félix Cortés Camarillo, “Cancionero”, Milenio, 30 de agosto.

¿Y la reforma migratoria?
Más allá de sus contribuciones económicas, la reforma migratoria debería aprobarse con un simple argumento de seguridad nacional: a Estados Unidos le conviene saber quién vive aquí. Pero la esperanza de una legalización se pudiera alejar hasta el 2013, como sugirió el congresista demócrata Rahm Emanuel. Él cree que el debate migratorio no revivirá hasta el segundo periodo de gobierno del próximo presidente.
A pesar de estas señales de desesperanza, el pasado fin de semana se realizó en Los Ángeles la marcha proinmigrante a la que Elvira ya no pudo asistir. Pero su tragedia personal no pasó desapercibida. El lema de la protesta fue: "Todos somos Elvira".
Es cierto. Con muy pocas excepciones, todos los que vivimos en Estados Unidos o nuestras familias vinieron de otro lado. Pero una feroz y extrovertida minoría, cargada de odio y prejuicios, está imponiendo su mensaje antiinmigrante a un país que tradicionalmente ha abierto los brazos a los recién llegados.
Me apenó mucho no haber llegado a tiempo a Chicago para conversar con Elvira. Pero lo más curioso es que me la encontré en las pláticas con cada uno de los inmigrantes que, como ella, aún no se dan por vencidos. Sí, en este país, todos somos Elvira
Jorge Ramos Ávalos, Reforma, 28 de agosto.

Y tenemos que plantearnos ¿qué pasa ahora para 12 millones de indocumentados, casi 7 millones de mexicanos, cuando fracasó la reforma migratoria? El caso de Elvira también forma parte de este drama: del endurecimiento de la política migratoria, de las redadas, de las persecuciones, de las deportaciones, de la acción de policías, de las familias rotas. Nomás una cifra para entender en Elvira el caso de millones de familias: entre 3 y 5 millones de niños de indocumentados nacieron en Estados Unidos y por tanto tienen derecho a la ciudadanía. ¿Y sus padres? Ellos pueden ser echados, deportados.
Elvira muestra otra cosa: que el racismo va adquiriendo carta de naturalización en el país del "melting pot" y de las "libertades y oportunidades" porque a los mexicanos o a los latinos los identifican y persiguen por el color de su piel, de su pelo, de sus ojos. Y ese racismo se plasma en leyes contra los indocumentados, sí, como lo digo, "leyes" estatales y municipales. En el legislativo federal los representantes y senadores más radicales no dejan de presentar propuestas que van desde negar la ciudadanía a los hijos de indocumentados nacidos en Estados Unidos, hasta plantear que se otorgue licencia para disparar contra indocumentados a la Patrulla Fronteriza. La valla y la tecnología también avanzan...
Guadalupe Loaeza, Reforma, 29 de agosto.

El gobierno de Calderón, mi estimado, debe entrarle con más solidez al toro de los indocumentados por la vía de los consulados que, lamentablemente, están descoordinados (y esfumados), amén de la falta de recursos para entrarle a la estrategia (mediática) de cabildeo local donde cada vez hay más casos de abusos documentados.
¿O qué logros informará Felipe sobre su política diplomática? ¿Acaso es suficiente que se estén repavimentando los caminos latinoamericanos dinamitados por Fox...? ¿Dónde están los frutos de tanto consulado en Estados Unidos...?
Las señales anuncian —ayer se registró otra redada migratoria donde 160 personas fueron arrestadas en Ohio– el delicado encono contra los inmigrantes y México no debe permanecer taciturno ante un interés nacional que trastoca nuestra estabilidad financiera gracias a los miles de millones de dólares anuales enviados a través de las remesas y ya ni hablar del coletazo que nos espera cuando toque fondo la crisis hipotecaria
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 29 de agosto.

El Presidente tiene una doble ventana de oportunidad con el caso de Elvira Arellano: si la nombra “embajadora de paz” no sólo mandará un firme mensaje al gobierno de Estados Unidos sobre la determinación de su gobierno, el de Felipe Calderón, de defender a todos los connacionales en ese país. También mandará ese mismo mensaje al pueblo de México: no permitir que los derechos de los mexicanos sean vulnerados en el exterior.
Pero no sólo está la ventana del mensaje político, al exterior y al interior, que mandaría el Presidente al darle a Elvira la encomienda para la que su sostenida lucha mucho la acredita, sino que traería de nueva cuenta a la mesa el debate de la reforma migratoria. Es la lucha de una mujer joven, madre soltera que toma la palabra y se hace escuchar para organizar y movilizar a la gente que padece algo similar. Hoy, una indiscutible líder de opinión de la comunidad de mexicanos en EU que puede, además, convertirse en un activo de primera línea para el gobierno de Felipe Calderón, de cara a las próximas campañas presidenciales en Estados Unidos. Las precampañas ya comenzaron y, tanto los candidatos demócratas como los republicanos tendrán, eventualmente, que definirse con respecto al tema de la reforma migratoria. ¿Qué mejor enlace diplomático —y decididamente político— podría tener el gobierno de Calderón para apurar las definiciones de los aún precandidatos a la presidencia gringa?
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior”, 30 de agosto.

Los grupos de derechos civiles de Estados Unidos están muy conscientes de la crudeza inhumana de las leyes migratorias de su país. Separar a las familias es una de las violaciones a los derechos humanos más elementales que se cometen día a día al norte del Bravo. El presidente Calderón ha dado instrucciones para tramitarle a Elvira Arellano una visa de regreso al país al que tanto le dio, entre otras cosas un hijo. Claro que el presidente Calderón nunca se ha parado en la ventanilla de un consulado americano, frente a la cara impenetrable de un cónsul que rechaza la petición de visa.
El asunto es más grave. Mientras no sepamos convencer a los legisladores –no al Presidente– de Estados Unidos, de que su política migratoria es imbécil, más Elviras morirán de amor. Porque solamente el que tiene un hijo sabe que vivir sin él no es vivir.
Félix Cortés Camarillo, “Cancionero”, Milenio, 30 de agosto.

En vía de mientras, retomo fragmentos de una nota publicada en el periódico La Opinión de Los Ángeles (Los mil y un deportados como Elvira, bajo la firma de Jorge Morales Almada): “la deportación de Elvira Arellano es una más de las miles que hay todos los días a lo largo de la frontera… La expulsión de mexicanos desde territorio estadunidense es una práctica cotidiana, tan normal que a nadie sorprende ver todos los días a decenas de deportados caminar por la calle Galileo de la colonia Postal, donde se ubica la Casa del Migrante Scalabrini… (su deportación) se suma a la de miles de indocumentados que son expulsados de Estados Unidos todos los días. Ahí está el caso de Adrián Patrón, quien ha dejado a sus tres hijos en Riverside. Ahí está la travesía que sufrió Silvano Pérez, a quien agarró la migra después de dos días de caminar por las montañas de Tecate. Ahí está la desesperación de José Pérez, originario de Guanajuato, donde dice que la vida no vale nada. En los primeros seis meses de este año alrededor de 100 mil mexicanos fueron expulsados de Estados Unidos por la llamada Puerta México, de San Ysidro a Tijuana, la misma que cruzó Elvira Arellano el domingo en la noche, la misma que cruzaron Adrián, Silvano y José el martes por la mañana”, todos ellos sin derecho a una taza de café en Los Pinos, porque no son políticamente explotables
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 30 de agosto.

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