LA REFORMA FISCAL: ACTORES Y ESCENARIOS. 21.- ESCENARIOS VISUALIZADOS.

27 comentarios dan cuenta de las perspectivas que los columnistas y articulistas visualizan en la reforma fiscal. Estos comentarios van desde las cantidades que se espera recaudar y el destino que se le dará al dinero recaudado, hasta, de nueva cuenta, el escepticismo ante la cantidad que se obtendrá vía esta reforma y su visualización a corto y mediano plazo.

Con esos impuestos, más otros cambios a las leyes fiscales, el gobierno de Calderón, apoyado por los diputados de PRI, PAN, y posiblemente del PRD, pretende crecer la recaudación en casi 300 mil millones de pesos y unos cinco puntos porcentuales del PIB, que se pretendieron alguna vez recaudar con el estigmatizado IVA en alimentos y medicinas.
Digamos que no es la misma medicina amarga que intentaron recetarnos Ernesto Zedillo y Vicente Fox, pero de que dolerán las estocadas calderonistas, no hay duda.
Salvador García Soto, “Serpientes y Escaleras”, El Gráfico, 18 de junio.

La reforma fiscal busca aumentar la actual recaudación tributaria del gobierno federal. Ésta es de entre 8 y 11 por ciento del Producto Interno Bruto. Es una de las tasas de recaudación fiscal más bajas del mundo. En contrapartida, las necesidades presupuestales son crecientes en el país. Aunado a los requerimientos financieros del sector público, los recursos que requiere el gobierno mexicano son inmensos. El gasto corriente del gobierno federal está por encima del 83 por ciento del presupuesto. Y el problema no sólo es la escasez de o elevado monto de recursos que se aplican en algunos rubros, como la educación, sino la ineficiencia con la que se ejercen. Por ejemplo en educación, México gasta más, como proporción del PIB, que muchos países desarrollados, y a pesar de ello está entre los más bajos del mundo en cuanto a calidad y aprovechamiento educativo. Por eso la iniciativa de reforma fiscal también prevé un esquema mucho más claro que busca mayor eficiencia en el gasto o la aplicación del presupuesto. Prevé el establecimiento de un Sistema de Evaluación del Desempeño.
Marco Antonio Mares, “Ricos y Poderosos”, Crónica, 19 de junio.

Bastante transparente resulta, tras una somera lectura del documento respaldada con ciertas opiniones calificadas, la OBSESIÓN RECAUDATORIA que impulsa dicha propuesta. / Lo que quiere a gritos nuestro Gobierno es RECAUDAR más ¡HOY, HOY, HOY!
Seguramente, las finanzas de Pemex ya están haciendo agua y el voraz apetito de nuestra formidablemente onerosa burocracia reclama satisfacción inmediata.
Manuel Jáuregui, Reforma, 19 de junio.

Reconozcámoslo. La reforma fiscal no pasará de ser noticia álgida para los sectores afectados —aparentemente las empresas—, y acaso logrará un par de titulares y alguna editorial en un diario del extranjero. Pero no cambiará nuestra vida. De hecho, ésa es la peor pesadilla de quienes le impulsarán —Felipe Calderón y Agustín Carstens—, porque el gobierno sabe que ha fallado en comunicar qué hará con el dinero que pretende recaudar.
Carlos Mota, “Cubículo Estratégico”, Milenio Diario, 20 de junio.

El perredista Pablo Gómez le suelta al presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Senadores, Gustavo Madero, es una propuesta “parchada la que hace Agustín Carstens” y el panista le dice en forma tajante, si es una propuesta para recuperar 240 mil millones de pesos. A esto se le puede llamar un parche.
Y el senador por Chihuahua le dice al perredista, con esta reforma Hacienda está en condiciones de mejorar la recaudación de impuestos en un 30 por ciento, además que se grava a mucha gente que hasta el momento evade con facilidad al fisco y se le dará un tratamiento más justo a Petróleos Mexicanos.
Y Ramírez nos dice que definitivamente no es una reforma hacendaria, sino más bien es un gran parche fiscal, cambios que habrán de hacerse con mucho cuidado, pues los daños pueden ser mayores que los beneficios.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 21 de junio.

Les adelanto, los cambios propuestos en la Ley del ISR, la estructuración del CETU y las reformas al Código Fiscal de la Federación, se evaluaron jurídicamente a prueba de "inconstitucionalidades" y no hay nada que elimine el derecho de un contribuyente a utilizar los recursos judiciales o administrativos que la ley le otorga. El amparo se mantiene intocable.
El impuesto de control que en tres años pasaría del 16 al 19 por ciento del ingreso acreditable, descontando costos de producción, ni afecta al empleo ni desestimula la inversión, pero sí pisará callos y desinflará chequeras de aquellos que hoy levantan la voz porque precisamente no están tributando.
Alicia Salgado, “La chequera”, El Financiero, 21 de junio.

Ante tales críticas fue el mismo presidente Calderón quien pidió ayer a todos los sectores su ayuda para sacar adelante la reforma fiscal, sobre todo los que más tienen. La reforma planea aportar 1.8 puntos más del PIB en recaudación fiscal, en un país como México, que tiene una de las más bajas del planeta, de apenas 12%-13% del producto interno bruto.
El Consejo Coordinador Empresarial, presidido por Armando Paredes, todavía ha sido cauto. Quiere analizar toda la iniciativa, aunque de entrada ya hay líderes del sector privado que la han criticado, por no contener el IVA que, como un impuesto al consumo, sería mucho más fácil de administrar y de regresarlo por la vía del gasto a la población más pobre.
José Yuste, “Activo empresarial”, Excélsior, 21 de junio.

Ahora sí llegó el momento de la reforma fiscal. Falta por conocer detalles y cambios complementarios, pero sobre todo la posición personal de los legisladores, pues el partido en el gobierno, el PAN, no tiene suficientes diputados ni senadores.
En tanto, los actores sociales empiezan a tomar posiciones. Curiosamente manifestaron desacuerdos los grupos empresariales y organizaciones como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que sumó este asunto a su larga lista de motivos de protesta.
"Es sólo una estrategia para beneficiar a los dueños del dinero", dijeron profesores durante una protesta frente a instalaciones de la Secretaría de Hacienda.
En tanto, el presidente Felipe Calderón Hinojosa aseguró que su iniciativa de reforma fiscal combatirá privilegios y la evasión fiscal y fortalecerá las finanzas públicas.
Miguel Ángel Rivera, “Clase Política”, La Jornada, 21 de junio.

La más reciente propuesta de "reformón" fiscal provocó alegría y satisfacción, pero sólo en el circuito Los Pinos-Secretaría de Hacienda, a cuyos respectivos inquilinos sólo falta envolverse en la bandera nacional y solicitar su inscripción como niños héroes. Más allá de ese contorno, la intentona calderonista ha generado más rechazo que sonrisas, aunque existe una coincidencia: una vez más, los "reformadores" se quedaron cortos y ratificaron el miedo gubernamental a tocar los intereses de los dueños del país, por lo que México se mantendrá en el último escalón de la OCDE en recaudación fiscal
No es gratuito que el fisco mexicano ocupe el sótano, pues la misma institución refiere que las principales "inquietudes" en materia tributaria en el país se centran en los regímenes preferenciales y en las deficiencias en la administración tributaria, elementos cercanamente relacionados, porque además de diluir la recaudación, complicar la administración y crear lagunas significativas, tales regímenes distorsionan la actividad económica, facilitan la evasión y generan una percepción de injusticia que reducen la voluntad de pago de impuestos
Carlos Fernández Vega, México SA, La Jornada, 22 de junio.

Quizá suene a una ingenua ilusión, sin embargo, esta es la última oportunidad de lograr una buena reforma hacendaria que sea el inicio de un nuevo camino para que el país se quite de mitos y se pueda llegar a un esquema de impuestos al consumo.
David Páramo, “Personajes de renombre”, Excélsior, 22 de junio.

No obstante y considerando que la iniciativa tiene un equilibrio político, dado el consenso realizado con anterioridad con las diferentes fracciones parlamentarias, podría decirse que el tema va por buen camino. Sin embargo, todavía no se puede cantar victoria, menos si se realizan modificaciones, porque ello podría hacer que la reforma volviera a ser un parche. / Habrá que estar al pendiente de este tema, y de la seriedad con la que se mueve la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, al mando de Jorge Estefan Chidiac, y la Comisión de Hacienda del Senado, bajo la tutela de Gustavo Madero. Una reforma fiscal es incómoda, pero es necesaria para que se siga avanzando de frente y con una estabilidad palpable.
Marielena Vega, “Estrategia de negocios”, Excélsior, 22 de junio.

Sí, con ese nombre, Reforma Integral de la Hacienda Pública, bautizó la Secretaría de Hacienda a lo que no pasa de ser una miscelánea fiscal más, tal vez un poco más elaborada que las de costumbre, pero nada más. Para entendernos: una reforma supondría el cambio en la esencia del sistema fiscal mexicano, tanto por el lado del gasto, como por el de los ingresos, mientras que la miscelánea da como resultado cambios accidentales que, como tales, no transforman la esencia del sistema fiscal, lo cual supone eliminar los muchos y graves excesos y defectos que lo aquejan.
Arturo Damm Arnal, Crónica, 22 de junio.

Algunas reflexiones sobre la propuesta del Ejecutivo: Primera, cuáles van a ser las políticas públicas de la actual administración, pues hasta la fecha sólo conocemos los planes y programas. Fox se la pasó seis años hablando de políticas públicas, incluso nombró un coordinador de las mismas, y la población nunca vio los resultados. ¿Alguien podría decir, por ejemplo, cuál es la política pública en energía, comercial, laboral, agropecuaria, ambiental, etcétera? Segunda: ¿qué van a hacer las áreas de evaluación y seguimiento que existen en todas las dependencias? Tercera: supuestamente los secretarios de Estado, subsecretarios, oficiales mayores y otros funcionarios de la Administración Pública Federal son los que deben hacer el trabajo que realizaría el mencionado Consejo de Evaluación. ¿Acaso el Ejecutivo, quien personalmente los nombró, no confía en ellos?
Luis Soto, “Agenda confidencial”, El Financiero, 22 de junio.

La decisión de no tocar la tasa cero de IVA a alimentos y medicinas es adecuada, pero no borra sus dos consecuencias indeseables. Mantiene con vida una aberración llamada devolución de impuestos a las empresas de la industria alimenticia y subsidia el consumo de medicinas cosméticas y alimentos de lujo: caviar, quesos franceses e insumos para preparar un fondiú.
La devolución de impuestos implica transferencias multimillonarias del sector público a las empresas del sector alimenticio. Son más de 120 mil millones de pesos anuales que, en su mayoría, quedan en las arcas de los gigantes del sector, que tienen la capacidad de contratar los contadores y fiscalistas con mayor capacidad y/o mejor relacionados. ¿Recuerdan el caso de un barbado senador panista que ganó un juicio a favor de un fabricante de jugos?
Luis Miguel González, “Caja fuerte”, Milenio Diario, 22 de junio.

No hay, en principio, ninguna novedad. El secretario de Hacienda lo repitió varias veces: haremos la reforma posible, no la deseable. Lo que no sabíamos es que lo posible dejara tanto que desear. La esencia de la iniciativa que presentó Agustín Carstens es muy simple: cargarle la mano a los causantes cautivos, en particular a las empresas. Porque la otra vertiente, la de controlar y gravar al sector informal de la economía mediante el cobro del 2 por ciento a los depósitos en efectivo de 20 mil pesos o más es de pronóstico reservado. Los informales están acostumbrados a manejar grandes sumas de dinero sin pasar por cuentas bancarias. En ambos casos, la simplificación administrativa no se ve por ningún lado. Para las empresas será más laborioso y complicado el procedimiento contable y los bancos, por su parte, tendrán que idear un mecanismo para retener el 2 por ciento de los depósitos en efectivo. Todo esto ocurre en un contexto concreto. La reforma más sencilla y eficaz pasa, como en todo el mundo, por los impuestos al consumo (IVA) y por la supresión de las exenciones. En México, sin embargo, no es posible. El tema se politizó absurdamente. Los priistas, para no hablar de los perredistas, no tienen los arrestos para asumir sus tareas. Se dirá, y es verdad, que esta reforma es mejor que nada. Pero también es cierto que pone en evidencia el tamaño y las miserias de nuestra clase política.
Jaime Sánchez Sussarrey, Reforma, 23 de junio.

La principal conclusión sobre la iniciativa de reforma integral de la hacienda pública entregada por el Ejecutivo federal al Congreso de la Unión es que se trata de una propuesta elaborada con un alto sentido de realismo político, tanto que deja el inequitativo pacto fiscal intocado y se limita a pequeños avances en algunos temas. Seguramente la pregunta que estuvo rondando en Los Pinos y que finalmente definió su contenido fue: a partir del cuestionado triunfo electoral y de la correlación de fuerzas políticas en el Congreso de la Unión, ¿para qué reforma hacendaria me alcanza? Quien sólo analice la iniciativa en sus términos perderá de vista que su principal objetivo es lograr que el gobierno calderonista envíe a la sociedad y al mundo el mensaje de su capacidad para lograr acuerdos en el Congreso.
Rosa Albina Garabito, El Universal, 23 de junio.

La mano izquierda del Presidente está bajo la lupa. Tiene la ventaja de ser zurdo. Pero ahora necesita las dos: una para acreditar su aspiración a ser el mandatario de la mano redistributiva y negociar con —o aguantar la tormenta— los evasores que ya están en la mira y son, quizá, casi los mismos que lo apoyaron financiera, política y discursivamente para llegar a Los Pinos.
Y la otra mano, para apretar y ganar como el Presidente parlamentario que también quiere ser, demostrando que —así como sorprendió el 1 de diciembre al aparecerse tras bambalinas y tomar posesión— conoce y maneja los recovecos legislativos que le permitirán sortear las presiones de un verano más caliente y peligroso que divertido.
Ivonne Melgar, “Retrovisor”, Excélsior, 23 de junio.

Los hoyos negros de la iniciativa Calderón-Carstens (insólito empleado con licencia del FMI en funciones de secretario) son estruendosos y estrepitosos: 1. Renuncia a la estrategia básica al no contemplar modificaciones al IVA o al ISR; 2. Deja intocado el régimen fiscal de Pemex (sus impuestos son 10% del PIB), condenándolo a la inviabilidad y, al país, al malbaratamiento de un recurso todavía estratégico (hay petróleo para cinco años, luego a importar); 3. No apunta ninguna tendencia a la simplificación, más bien enreda más la tributación y la supervisión; 4. No ofrece alternativas serias para ampliar el universo de contribuyentes, la fórmula del cobro de 2% a los depósitos en efectivo alentará el fortalecimiento de un sistema financiero en la sombra, vinculado a la actividad económica irregular, extralegal o ilegal (40% de la población económicamente activa); 5. Las nuevas facultades impositivas a los estados son improvisadas y ostensiblemente politiqueras, no pondera la eficiencia recaudatoria y ofrece recursos extraídos directamente del consumidor a la discrecionalidad de los gobernadores, renuentes a la transparencia en el gasto; 6. Hay demagogia a raudales, como la tomadura de pelo de eliminar la tenencia a los automóviles nuevos —“promesa de campaña”— en el 2014, ¡caray!
Alan Arias Marín, Milenio Diario, 24 de junio.

Como se ve, esto no puede ser considerada una auténtica reforma fiscal, mucho menos de carácter estructural, sino simplemente una serie de medidas que tienen como objetivo, de un lado, mantener la estabilidad macroeconómica, y del otro, no romper con los partidos de oposición en el Poder Legislativo, señaladamente con el PRI.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 25 de junio.

Todo esto no quiere decir que el paquete de reformas no tenga defectos o complicaciones ostensibles. A todas luces, el 3% de recaudación adicional para dentro de cinco años, previsto en sus propios cálculos, es insuficiente ya no digamos para emprender transformaciones sociales mayores o las grandes obras de infraestructura a largo plazo, sino simplemente para liberar a PEMEX de la carga que lo tiene embotado y sin capacidad de renovación. También es cierto que la reforma aporta poco en materia de simplificación (quizás hasta complique el sistema) y sobre todo, deja a un lado, vuelve a olvidar interesadamente, la gran evasión y elusión que deportivamente practican los billonarios, las grandes empresas y los grandes magnates de México.
Por esas razones, ésta, no será “la” reforma fiscal con mayúsculas, sino con suerte, una modesta estación, un avance que con un cierto instinto de sano pragmatismo, ha abierto la posibilidad de construir un cambio fiscal recaudatorio y no regresivo. Ese es su mérito. Viniendo de un gobierno de derechas, no es mala noticia. Seguiremos con el tema.
Ricardo Becerra, Crónica, 25 de junio.

La primera, casi obvia conclusión, es que esta no es la reforma fiscal de la que tanto se ha hablado y que llevamos más de doce años sin poder sacar adelante. En todo caso, lo que se ha hecho esta vez es tomar una serie de decisiones que permitan, en primera instancia, incrementar la recaudación como porcentaje del PIB, en forma tal de contar con mayores recursos para el gasto social de los gobiernos (porque una parte sustancial de ese incremento, un tercio, se destinará a los estados y a los municipios). Es, en este sentido, una suerte de estrategia de acercamientos sucesivos que, en la medida en que se vayan dando cada uno de los pasos, podrá continuar avanzando. Tiene el mérito, si se logra sacar adelante, de romper el estancamiento en el que se había caído ante la imposibilidad de progresar en una reforma más de fondo. También el de aparentemente castigar más a los sectores de mayores ingresos, pero en particular a quienes mediante mecanismos fiscal logran eludir (lo cual es distinto que evadir) el pago de los impuestos. En un país con desigualdades tan marcadas como el nuestro, no es un tema menor para comenzar una reforma fiscal. Tiene un tercer mérito: comienza a establecer mecanismos para controlar, así sea muy indirectamente, a la economía que se mueve en la informalidad y que es un poco más de un tercio del total. Y, finalmente, está imbuida de un espíritu federalista que debería llevar no sólo a entregar mayores recursos a los estados y a los municipios, sino también a que éstos se comprometan mucho más con la recaudación y con la rendición de cuentas
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 25 de junio.

El título Reforma Integral de la Hacienda Pública le queda muy grande a la propuesta fiscal del gobierno. Como siempre, nadie entiende muy bien las implicaciones de los cambios propuestos.
No se entiende, sobre todo, de qué se trata el cuadro completo. Quizá porque no hay cuadro completo, sino una miscelánea de lo posible, con dos toques novedosos en materia de recaudación y dos reformas constitucionales, una para mejorar la rendición de cuentas, otra para dar a los gobiernos estatales responsabilidades en el cobro de impuestos.
Héctor Aguilar Camín, “Día con día”, Milenio Diario, 26 de junio.

Así, la iniciativa de reforma hacendaria se resume en pocas palabras: se hizo lo que se pudo, no lo que necesitaba el país. El relanzamiento económico y productivo requiere de fondos anuales arriba de 700 mil millones de pesos y la reforma apenas garantizaría 200 mil a escala federal y hasta 2012. Y el eje del fisco va a seguir girando sobre los mismos causantes cautivos de siempre por las objeciones definidas por la oposición.
La política fiscal no es una entidad autónoma. Forma parte de la política económica. Y ésta no es otra cosa que los instrumentos y objetivos del desarrollo social y económico de un país. De ahí que toda política fiscal deba de ser analizada en el contexto de un modelo de desarrollo: dinero para qué tipo de objetivos del Estado.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 26 de junio.

Todo esto, incluso si llega a aprobarse, está lejos de la reforma de la hacienda pública que el país necesita, pero apunta en el sentido correcto. No repudio el minimalismo gradualista de la iniciativa. Lamento sólo su denominación pomposa, convencido como estoy de que los grandes cambios no llegan sino a través de los pequeños.
La gran falla del asunto es otra: no nos han dicho todavía, exactamente, para qué quieren ese dinero. Lo saben muy bien, pero no lo han dicho. El para qué es aquí tan importante como el qué y en materia de persuasión pública, va primero.
Héctor Aguilar Camín, “Día con día”, Milenio Diario, 27 de junio.

Nada grato, pues, y así se mantendrá el panorama mientras los parches fiscales se sigan llamando "reforma integral", pegotes que nunca tocan los regímenes especiales por medio de los cuales el erario anualmente "pierde" 500 mil millones de pesos, más un tanto similar por evasión y elusión
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 27 de junio.

La presente miscelánea trata de ajustarse a la achicada realidad que han continuamente manoseado los neoliberales locales. Calderón sólo aspira a una continuidad sin relieve, sin grandeza, apoyada en subterfugios, para que todo permanezca igual. Los recursos públicos necesarios para impulsar el crecimiento y el justo desarrollo no se conseguirán sin afectar, con la dureza necesaria, a los evasores y delusores actuales. Se tiene que hacer el esfuerzo por desterrar la corrupción, aumentar, con decisión y método, la recaudación y, sobre todo, gastar e invertir con transparencia y para beneficio del pueblo. El CETU bien puede ser confiscatorio e inconstitucional. Los amparos no se harán esperar y Calderón tendrá que sumar tales protestas a su otra fallida reforma (ISSSTE). En lugar de proponer atajos debería de una buena vez cancelar privilegios fiscales. Bien podría, por ejemplo, imaginar cómo gravar (ISR) los flujos de efectivo, señal inequívoca de utilidades (o pérdidas) y simplificar la recaudación. Ya no puede ni debe verse a empresas que no contribuyen pero compran todo y de todo pues tienen abundantes tesorerías o fortunas que crecen en desmesura amparadas en transacciones de bolsa inventadas, mientras los funcionarios públicos canturrean con las bolsas repletas
Luis Linares Zapata, La Jornada, 27 de junio.

La Secretaría de Hacienda dice que espera lograr un aumento de 3 puntos porcentuales del PIB con los cambios a las reglas fiscales. De esto, alrededor de 2 puntos beneficiarían al gobierno federal, especialmente por la aplicación de la CETU y en menor medida de otros gravámenes, que incluirían un "impuesto a la informalidad" de 2 por ciento a los depósitos en efectivo en los bancos. Hay dudas serias de si éste afectaría a la economía informal, puesto que quienes viven en la ilegalidad podrían simplemente no depositar dinero en los bancos, pero al parecer sí afectaría a empresas formales que hacen buena parte de sus ventas en efectivo.
Un punto porcentual adicional provendría de impuestos especiales cobrados por los estados a productos como las bebidas alcohólicas y la gasolina. Pero estos productos ya se encuentran excesivamente gravados. En el caso de las bebidas, el nuevo gravamen podría promover un aumento de un amplio mercado negro que amenaza la salud pública.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 27 de junio.

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