En el contexto del tema previo, cuatro comentarios aluden específicamente a las implicaciones que la reforma fiscal tendrá en las clases medias. Cuatro comentarios que, en buena medida, anticipan que estos sectores se verán perjudicados con la iniciativa.
Eso sí, a los contribuyentes cautivos de toda la vida se nos aprieta la nariz y se nos obliga a tomar la amarga medicina, so pena de asfixiarnos con amenazas de no crecer o no ser una nación competitiva. Pero a los grandes contribuyentes, a los tiburones del fisco, se les tiene consideración y, en vez de modificar de tajo el llamado régimen fiscal consolidado que les permite actualmente simular y evadir impuestos al aglutinar en una sola declaración al fisco a todas sus empresas y divisiones, gobierno y diputados buscarán un cambio gradual a esos privilegios fiscales que permiten a las grandes empresas y consorcios, con un poco de ingenio y buenos despachos contables, deducir y evadir lo que realmente deberían pagar de impuestos.
Al final el espíritu de la nueva reforma fiscal de Calderón puede resumirse en la misma política de siempre de los gobiernos en México, sean del color que sean: que paguen los cautivos de la clase media, mientras la élite de privilegiados sigue en el paraíso fiscal y a la mayoría de pobres se les dan dádivas y migajas del presupuesto público
Salvador García Soto, “Serpientes y Escaleras”, El Gráfico, 18 de junio.
Dicho por enésima vez. Evidentemente, no se trata de desfalcar a la clase media, que es la gran mayoría de quienes pagan impuestos, ni de hacerla de gobierno tipo Robin Hood, que le quita a los ricos para darle a los pobres. Se trata de poder conseguir el ¡taaaan! esperado crecimiento económico, para lograr una mejor recaudación y distribución de los “dineros”.
Yuriria Sierra, “Nudo Gordiano”, Excélsior, 21 de junio.
¿Eres vendedor -y cobras por comisión- o profesionista -por honorarios? Suman millares los mexicanos sujetos a estos esquemas. Van a salir raspados con la reforma fiscal que Calderón envió al Congreso y que, al parecer, será aprobada con el voto del PAN y el PRI. Hay un aumento en el impuesto sobre la renta para todos los que trabajan en un régimen distinto al de salarios.
Enrique Galván Ochoa, “Dinero”,
Los nada sorprendentes cambios fiscales, pues son ya moneda conocida en otras haciendas públicas del ancho mundo, tratan de dar vuelta tanto a los numerosos agujeros impositivos que acarrea el ISR como a los negados gravámenes que, al menos en pequeños montos, pesarán sobre los asalariados. A estos últimos les afectará, aunque lo nieguen, la eliminación del llamado subsidio al trabajo. En ambos casos se argumentan y publicitan logros que están lejanos de ser realidad positiva. En cambio, sí traerán aparejados protestas y efectos indeseados. La llamada contribución empresarial de tasa única (CETU) dejará ir a los causantes mayores, que la evadirán con sendos procesos de ingeniería, y caerá como pesado fardo, hasta incautatorio, sobre los medianos y pequeños negocios. Al final del día, una burocracia ya bien cebada por los enormes salarios y desmedidas prestaciones de sus altos niveles esperará, con la debida impaciencia, el botín que ya vislumbra cercano
Luis Linares Zapata,
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