LA REFORMA FISCAL: ACTORES Y ESCENARIOS. 14.- LOS PROBLEMAS DE RECAUDACIÓN

Recaudación, evasión y elusión parecen ser los principales problemas que intentará combatir la propuesta del Presidente Calderón. A estos puntos aluden los siguientes dieciséis comentarios. Cabe añadir que algunos se refieren, adicionalmente, al peso que ha recaído sobre PEMEX en la carga presupuestaria anual desde hace ya varios sexenios. Antes de presentar los diversos puntos de vista, precisamos que dichos comentarios son de índole diversa, puesto que hay quienes encuentran en la propuesta soluciones al menos parciales a estos problemas, mientras otros columnistas y articulistas muestran su escepticismo.

Las causas de la escasa recaudación se encuentran en diversos y añejos factores que propician la evasión y la elusión fiscales, problemas asociados a nuestra legislación y sistema, pues por su complejidad hacen difícil tanto el cobro como el cumplimiento. En efecto, tanto las regulaciones del impuesto al consumo y del impuesto sobre la renta, por además de tortuosas, establecen una serie de excepciones que complican aún más el cobro por parte de la autoridad, provocando a la par una distorsión en el sistema que lo convierte en poco equitativo, pues mientras pocos contribuyentes pagan mucho, la gran mayoría paga poco o no paga nada.
Rogelio Carvajal Tejada, Crónica, 18 de junio.

En el caso de las personas físicas también se preparan nuevos mecanismos para tratar de cerrar las vías de la elusión, inhibiendo hasta donde puede ser posible el uso del efectivo. Se habla de un impuesto a los depósitos bancarios en efectivo que sean superiores a un rango que estaba por definirse entre 15 y 20 mil pesos. La tasa aplicada sería pequeña para no afectar a quienes hacen depósitos ocasionales pero sí a los que regularmente depositan efectivo.
Enrique Quintana, “Coordenadas”, Reforma, 18 de junio.

Y, por último, el énfasis de la reforma fiscal está dirigido también al combate a la evasión fiscal. La reforma fiscal busca sentar las bases para alcanzar una estructura tributaria robusta que permita, con el tiempo, sustituir los ingresos petroleros, enfrentar los compromisos de seguridad social y satisfacer las necesidades urgentes de infraestructura social y económica. La reforma fiscal se apoya en cuatro pilares: 1.- Recaudación, 2.- Federalismo, 3.- Gasto y 4.- evitar la evasión y la elusión.
Marco Antonio Mares, “Ricos y Poderosos”, Crónica, 19 de junio.

NO CABE DUDA que Agustín Carstens podría ser un gran director de cine pues su reforma fiscal está entre "La Casita de los Horrores" y "La Gran Comilona".
Y ES QUE tiene a todo el mundo espantado con el gran apetito de la Secretaría de Hacienda para cobrar impuestos. Esto se está viendo con la propuesta de "reforma" del gobierno federal.
PORQUE podrán decir que es una reforma integral, hacendaria, benéfica, promotora del desarrollo y hasta santificada. La realidad es que se trata de una mera enmienda impositiva... para recaudar más, claro.
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 19 de junio.

Habrá que conocer el detalle, pero todo apunta hacia una miscelánea, parche, programa recaudatorio o como quiera llamársele, menos reforma fiscal real, de fondo y largo plazo. Y de parches similares está llena la historia fiscal del país, con los resultados por todos conocidos y padecidos. Desde luego que los legisladores deberán aprobar, modificar o rechazar tal propuesta, pero las negociaciones en lo oscurito van avanzadas. En vía de mientras, va un repaso sobre la evasión fiscal en México, con información a 2004, por cortesía del Centro de Economía Aplicada y Políticas Públicas del ITAM, el cual advierte que resulta evidente que tanto la evasión como la elusión fiscal producen pérdidas recaudatorias considerables al erario; sin embargo, mientras la evasión implica una actitud del contribuyente frente a la capacidad del fisco para detectar y sancionar una conducta omisiva, la elusión parte de una posición del contribuyente frente a la norma fiscal. Es decir, la elusión aprovecha las lagunas o imperfecciones de las normas tributarias para disminuir la carga fiscal del contribuyente, mientras la evasión fiscal parte de la ineficiencia de la autoridad recaudadora para descubrir y fiscalizar la omisión.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 20 de junio.

Ya en serio, la debilidad fundamental de las propuestas que ayer presentó el gobierno del presidente Felipe Calderón es la ausencia de intención alguna para gravar los ingresos de quienes más dinero ganan en este país.
Las iniciativas del Dr. Carstens y sus asesores son muy imaginativas. Pero le dan la vuelta a los únicos mecanismos fundamentales que existen para expandir la recaudación. El primero de ellos, Perogrullo dixit, es aumentar los impuestos. El otro, es combatir la evasión.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y Poder”, Crónica, 21 de junio.

Limitada, chiquita, timorata resultó la miscelánea fiscal (pomposamente llamada Reforma integral de la hacienda pública) que el inquilino de Los Pinos remitió al Congreso, la cual, contrariamente a la euforia calderonista, no combate privilegios ni evasión, y en el mejor de los casos marginalmente fortalecería las finanzas públicas, pero a costillas de afectar aún más la de por sí deteriorada generación de empleo. Queda claro que la rapidez con la que el inquilino de Los Pinos presentó su propuesta fiscal corresponde más a sus urgencias políticas y de legitimidad ("este sí saca las reformas rapidito, no como el otro") que a los apremios nacionales en el terreno tributario (incrementar la recaudación, ampliar el padrón de causantes, erradicar privilegios y pugnar por la equidad fiscal).
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 21 de junio.

En suma, no es cierto que tasas mayores de gravamen impliquen menos eficiencia en la recaudación, tampoco que un incremento de impuestos reste competitividad porque al contrario nos acercaríamos al nivel de nuestros socios —¿por qué sólo insistir en la convergencia de inflación y no de obligaciones fiscales?— y es falaz señalar que el IVA se cobre siempre parejo en otros países. Si dejamos de lado estos elementos incorrectos del diagnóstico, entonces podríamos discutir la viabilidad de una reforma fiscal que, desde el lado de la recaudación, atienda dos objetivos complementarios: incrementar los ingresos públicos y disminuir la desigualdad, tema, este último, que sigue sin ser atacado por las propuestas de este nuevo gobierno de Acción Nacional.
Ciro Murayama, Crónica, 22 de junio.

Una reforma fiscal, antes que tributaria, debe ser presupuestaria y partir de las siguientes preguntas: ¿en qué, cuánto y cómo gasta el gobierno?, comenzando, sin pasarlo por alto, por el ¿en qué gasta el gobierno?, pregunta que en la propuesta de Hacienda brilla por su ausencia. Lo que se pretende, en materia de gasto, es que el gobierno gaste mejor, pero no que gaste menos. No se cuestiona, a priori, una sola de las partidas del gasto gubernamental, proponiéndose solamente “incrementar la calidad del gasto público con un enfoque por resultados”, lo cual, de lograrse, sería ganancia, pero no toda la que debería ser.
Arturo Damm Arnal, “Pesos y contrapesos”, 22 de junio.

El gobierno de Calderón finalmente entregó al Congreso su propuesta de reforma fiscal. Son siete iniciativas (una modifica disposiciones de la Constitución) cuyo fin es crecer la recaudación en cinco años en el equivalente a 3% del PIB, es decir, 300 mil millones de pesos. ¿Estamos ante una iniciativa que realmente reforma la hacienda pública o sólo ante otra gran miscelánea de medidas recaudatorias?
Raúl Rodríguez Cortés, “Gran Angular”, El Gráfico, 22 de junio.

Es decir: el cambio fiscal es claramente recaudatorio; su intención es que la sociedad pague más impuestos —en especial los estratos medios, los informales y ciertas capas empresariales muy acostumbradas a la elusión—. A pesar de las invocaciones ideológicas que se pueden leer en su exposición de motivos, en realidad la reforma es campechana, cóctel, mezcla pragmática de cambios viables en la estructura impositiva: impuesto a las cuentas bancarias de más de 20 mil pesos, a las jugosas empresas dedicadas a las apuestas e invención de un nuevo tipo —el CETU— etcétera.
Ricardo Becerra, Crónica, 25 de junio.

En el caso mexicano, la primera opción consistiría en la reestructuración del ISR, pocos niveles de tasas, restricción de incentivos, la mayor simplificación posible, eliminando los IEPS y modernizando y aplicando universalmente los sistemas de vigilancia a la evasión y elusión de impuestos. La segunda alternativa, que, obvio, se corresponde con las condiciones económicas y sociales del país, supondría generalizar el IVA, aún con alguna disminución porcentual, establecer una canasta básica de alimentos y medicinas para las personas de ingresos bajos y en escalas de pobreza, así como un reforzamiento de los programas sociales compensatorios (especie de IVA social, etiquetando un rango de los nuevos ingresos al gasto social). La recaudación del impuesto al consumo es la más simple y fácil de hacer y controlar, obliga al amplio sector informal a incorporarse al universo de los contribuyentes y, pese a las apariencias, implica un elemento de equidad, al gravar más a quienes consumen más o más caro.
Alan Arias Marín, Milenio Diario, 24 de junio.

Parece que se podría perder nuevamente la oportunidad de resolver de una vez por todas las grandes deficiencias de la hacienda pública. Sabemos que la recaudación en nuestro país es muy baja, comparada con lo que logran otros países, incluidos algunos de América Latina, así como que las finanzas públicas mexicanas son altamente dependientes del ingreso petrolero. Estos dos factores hacen de la nuestra una hacienda pública muy vulnerable. Sin pretender de ninguna manera entrar ahora en los detalles, es importante consignar de forma general que la permanente sangría que se hace de recursos a PEMEX, ha impedido que se lleven al cabo las inversiones que requiere en infraestructura, por lo que no han desarrollado prospección y extracción en nuevos yacimientos, en tanto que los que hoy se encuentran en plena producción, se están agotando según los últimos estudios dados a conocer. Es imprescindible liberar a los recursos de PEMEX de la servidumbre del gasto público, para que intente recuperar el tiempo perdido hasta ahora, antes de que el destino alcance a la agobiada paraestatal. Para que esto sea posible, es indispensable que la recaudación se incremente de forma sustantiva, para suplir los ingresos derivados del petróleo por otros diferentes. El problema estriba en que la base de contribuyentes no sólo no ha crecido, sino que se ha reducido por todos aquellos que han ido pasando a la informalidad económica. No se ve en la iniciativa de reforma una propuesta seria para captar a los millones de mexicanos que viven en la informalidad y no pagan ningún tipo de impuestos. Es necesario un trabajo sumamente creativo para diseñar esquemas que permitan a la secretaría de Hacienda cobrar a todos estos evasores cuotas impositivas fijas, que sean razonables, pero que representarían ingresos millonarios para las arcas nacionales, mediante mecanismos más realistas que el impuesto a los depósitos bancarios, como trasladar la responsabilidad de ese cobro a los gobiernos municipales, que pueden hacerlo al expedir y renovar mensualmente los permisos que dan a los ambulantes, y que tienen una estructura de inspectores para levantar con todo y chivas a todo aquel que no haya pagado.
Guillermo Ortega, “En corto”, Crónica, 25 de junio.

La reforma tiene un claro objetivo recaudatorio, busca ampliar la base tributaria, tal como lo exige la condición de penuria financiera de las cuentas públicas, que existe incluso en una situación de ausencia de déficit fiscal, tal como se planteó en el presupuesto 2007. Se pretende hacer que paguen impuestos quienes hoy no pagan o no pagan lo que deberían por distintas razones asociadas con el desorden del sistema fiscal (como son los regímenes especiales y los recovecos que se han dejado a propósito y que se aprovechan en la ingeniería financiera de las empresas más grandes). / Con una mayor recaudación se quiere elevar en 2.8 puntos porcentuales su proporción del PIB en el periodo hasta 2012, correspondiendo al gobierno federal 1.9 puntos y a los estados 0.9 puntos. Ese incremento llevaría la recaudación de impuestos a un nivel de 12 puntos del PIB, cifra todavía muy baja con respecto al nivel de desarrollo de esta economía.
León Bendesky, La Jornada, 25 de junio.

El gobierno mandó al Congreso su propuesta de reforma fiscal, que se centra en el ISR o el ingreso. Esta propuesta expresa una de las convicciones del secretario Carstens, que sostenía de modo pragmático durante su reciente gestión como subdirector gerente del FMI: se refería a que en el campo fiscal debe apuntarse a la reforma que es posible. / Así que debemos suponer que en este caso habrá seguido esa pauta y que la iniciativa que preparó corresponde a lo que es hoy posible en las condiciones políticas del país. Ahora bien, lo que es posible no es obligadamente lo necesario y tampoco lo suficiente; puede ser una restricción.
León Bendesky, La Jornada, 25 de junio.

Empatar democracia y desarrollo pasa necesariamente por el fortalecimiento del Estado en su capacidad recaudatoria. Esta no será posible que avance hacia una verdadera base de contribuyentes si primero no se eliminan las distorsiones de la economía informal y no se controlan las múltiples formas en que los más gananciosos de nuestro país eluden o evaden sus obligaciones fiscales. En la generalizada impresión que se tiene sobre los principales consorcios empresariales como especuladores y rentistas, brotan como mayor agravio los privilegios de consolidación fiscal que obtienen de combinar pérdidas y ganancias entre sus distintas empresas.
Y es necesario recalcar que en eliminar esa situación de privilegio en el sistema tributario está una de las principales propuestas de la reforma hacendaria que se planteó al Congreso de la Unión. El objetivo, dice el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, "es cerrarle espacios a la evasión, a la elusión y a los privilegios fiscales" al crear la "Contribución Empresarial de Tasa Única”.
En efecto, se trata de los llamados gravámenes de control que impiden a las empresas y personas físicas con actividades empresariales burlar el pago de impuestos. Está relacionado con el Impuesto Sobre la Renta, y elimina el Impuesto al Activo (Impac).
Javier Corral Jurado, El Universal, 26 de junio.

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