LA REFORMA FISCAL: ACTORES Y ESCENARIOS. 19.- LOS ¿BENEFICIARIOS? DE LA INICIATIVA.

Diecisiete comentarios dan cuenta de las perspectivas desde las que los diversos columnistas y articulistas abordan el tema. Su revisión muestra, como en el tema de la recaudación, las posiciones al respecto mismas que, nuevamente, oscilan en el continuum optimismo-pesimismo:

Pero recuérdese que siempre hay dos partes en una ecuación, y el gobierno de Calderón sólo ha mostrado información de una de ellas: la política recaudatoria. Nada se ha dicho sobre qué recibiremos los ciudadanos a cambio. Esto puede orillarnos a pensar que se ha cocinado un juego de suma cero, donde un lado gana y el otro necesariamente pierde. / Si este es el caso, perderán muchos. Pierden los gobernadores de los estados, que deberán montar la infraestructura y decirle a sus gobernados que ahora también ellos les cobrarán impuestos; pierden los bancos y quienes hacen depósitos en efectivo, que tendrán incentivos para realizar múltiples transacciones para evadir el nuevo impuesto; pierden los evasores tradicionales, si es que se aplica el nuevo ISR sin excepción; pierden las nacientes empresas de bingos y apuestas, que verán una tasa impositiva aplicada a sus recientes inversiones. Perdemos todos, si no se nos comunican los usos del dinero nuevo.
Carlos Mota, “Cubículo Estratégico”, Milenio Diario, 19 de junio.

Y ahora el michoacano, según eso liberado de sus compromisos electorales y de campaña, demuestra que nada les debe a los difamantes hombres de dinero que según eso mucho le habrían ayudado a fabricar el amargo dulce electoral de merengue marca 2 de julio de 2006. ¡Cobro de impuestos fuertes a los que más tienen, sí señor!, aun cuando protesten y se rebelen (¿qué tal un encueradero de empresarios al estilo de los 400 Pueblos?) y aun cuando luego se replantee, renegocie y refacture la manera ingeniosa, innovadora, moderna, de que los beneficiados de siempre continúen con la tradición de enriquecimiento a costa de lo que sea (es como la "guerra al narcotráfico": un reacomodo de mercado, una nueva imposición de reglas, un reparto de territorios, ganancias y cuotas a partir de nuevas políticas gerenciales pinoleras). Así es que esta columna tiembla -y con ella sus estados financieros, y sus acciones en la Bolsa pantalonera- ante la advertencia sonora de que la reforma fiscal afectará a los empresarios. ¡Sí señor: ha llegado Robin Calderhood, que roba a los pob... no, al revés: a los ric... no, nomás... nomás..!
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 20 de junio.

Lista para ser retirada del horno (todo indica que hoy mismo) y formalmente entregada a los comensales (los legisladores) está la que por enésima ocasión llaman "reforma" fiscal en círculos gubernamentales (los de la "continuidad", en esta ocasión), un platillo que, todo apunta, no sería más que una nueva miscelánea en la materia (léase un "reformón" marca Fox, o, en términos llanos, un parche adicional) de corto plazo, con objetivo meramente recaudatorio y temerosa de cancelar privilegios que tanto dañan a las finanzas nacionales. Lo anterior, porque el "nuevo" esquema (que el inquilino de Los Pinos ha manejado con mucho discurso, pero con poca información pública) no afectaría la viciada estructura imperante, ni mucho menos alteraría los elementos fundamentales de inequidad fiscal, especialmente los privilegios otorgados a grandes empresas, a grandes capitales, que seguirían por la ruta de evadir y eludir al fisco en nombre del ilusorio fomento a la inversión y la inexistente generación de empleo.
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 20 de junio.

Para aumentar los impuestos (asunto que a nadie le gusta pero que suele definir la diferencia entre los gobiernos que toman decisiones necesarias y los que solamente deciden cuando con ello quedan bien con la sociedad o algunos de sus grupos de interés) solamente hay dos caminos básicos: gravar el consumo o gravar los ingresos. / La primera posibilidad ha sido vetada por algunos de los partidos nacionales, a pesar de los estudios que han demostrado que la generalización del IVA haría pagar mucho más a los que más gastan que a los pobres. La otra, consiste en gravar las ganancias. Sobre todo las ganancias más altas comenzando, por ejemplo, por aquellas que resultan de actividades especulativas como sucede con las inversiones en las bolsas de valores.
Esa es la reforma fiscal que el doctor Carstens y el maestro Calderón se han negado a impulsar. En vez de ella presentaron las ingeniosas propuestas que desde ayer deben estar estudiando senadores y diputados. El diagnóstico que se ofrece en la presentación de tales iniciativas quizá es impecable: la recaudación en México es menor al 10% del PIB, la tercera parte de los ingresos del sector público provienen del petróleo, la tasa de evasión en el pago del ISR y el IVA es del 27% sobre la recaudación potencial. Tenemos muchas necesidades e insuficientes ingresos.
Raúl Trejo Delarbre, “Sociedad y Poder”, Crónica, 21 de junio.

De acuerdo con la visión presidencial, un aumento en las tasas impositivas es “inaceptable políticamente” (¿para quiénes?, ¿por qué?, ¿o es que se nos olvida que los “impuestos” son eso en todo el mundo y jamás se aprueban con aclamación popular?) y “haría retroceder la competitividad del sistema tributario al menos una década y anularía de golpe todos los avances que se han logrado para dotar a México de un sistema competitivo en el escenario mundial”. Es decir, que cobrar más a quienes más ganan sería una ruina para el país, según el titular de la administración pública federal. Esa idea sugiere que, si se suben los impuestos, habrá una estampida de negocios hacia otros países huyendo de obligaciones fiscales excesivas en México. Pero las estadísticas desmientan tal hipótesis. Veamos cómo grava nuestro país, cómo lo hacen sus socios comerciales: para el año 2000, quienes tenían percepciones equivalentes o superiores al 167% del promedio, en México la tasa de impuesto fue del 32 por ciento, mientras que en Canadá resultó del 43.5% y en los Estados Unidos del 46.6 %, por no hablar de lo que ocurre en Europa: 46 por ciento en el Reino Unido y 66 por ciento en Suecia (OCDE).
Ciro Murayama, Crónica, 22 de junio.

El Ejecutivo propuso al Congreso de la Unión -dentro del "paquete de la reforma hacendaria"- algunas reformitas y adiciones a otras leyes. / Esto, bajo el argumento de que "la reforma fiscal no se orienta únicamente a aumentar la recaudación para dotar de mayores recursos al gobierno y que éste a su vez pueda destinar más dinero a los programas públicos", sino que también es deber del mismo gobierno garantizar a los ciudadanos que el billete recaudado se gaste eficientemente y se logren resultados tangibles para la población, y se rindan cuentas a los propios habitantes sobre la aplicación de los mismos.
Luis Soto, “Agenda confidencial”, El Financiero, 22 de junio.

El inquilino de Los Pinos asegura que su "reforma" fiscal es "en beneficio de los excluidos". Y tiene razón, porque entre los excluidos (de pagar impuestos) están Bimbo, Cemex, Televisa, Tv Azteca, Telmex, la banca, etcétera, etcétera
Carlos Fernández Vega, “México SA”, La Jornada, 23 de junio.

En principio me parece muy bien que el gobierno mexicano busque una mayor efectividad de su sistema impositivo. Estoy seguro de que ese espíritu es el que alienta la proposición de reforma fiscal que el presidente Calderón envió esta semana al Congreso de la Unión. También tengo la convicción de que los impuestos son necesarios y de que su obligatoriedad es justa. Pero en lo que no estoy de acuerdo, jamás lo estaré, es en que el gobierno apriete con una mano el cuello del contribuyente y convierta el descuido de éste en delito grave y así lo penalice, pero que no use la otra mano para torcer el cuello, más que apretarlo, de verdaderos y peligrosos delincuentes, como lo son los contrabandistas de armas.
Felipe Díaz Garza, Reforma, 23 de junio.

Pero hay más, en Los Pinos igualmente se pretende llegar al primer aniversario del 2 de julio con la agenda de la pobreza. Que el Presidente de la mano dura, quien ha dicho que no le teme al uso de toda la fuerza del Estado, ahora sea el de la mano redistributiva. Se busca que los reflectores se arremolinen sobre el político panista y sea visto como un gobernante capaz de cumplir aquello que él mismo ofreció durante los días del conflicto poselectoral: rebasar por la izquierda, es decir, hacer suyo el ideario de Andrés Manuel López Obrador, el de que “por el bien de todos, primero los pobres”. Porque es innegable la piratería política calderonista al tabasqueño perredista, la cual está detrás de los primeros argumentos que el Presidente esgrime para defender su propuesta fiscal. Y no sólo en el concepto de que quienes más tienen paguen la llamada deuda social con “el México agraviado”. Hay incluso copia y calca en el uso del lenguaje. Cosa de asomarse a los discursos de campaña del ex gobernante capitalino para encontrar que el eje articulador de su oferta era justo el de poner fin al México de los privilegios. Lo mismo ha ofrecido esta semana el Presidente, en un tono incluso de reclamación a los grandes evasores, a quienes envió a conocer “a qué sabe y de qué color” son la miseria y la pobreza
Ivonne Melgar, “Retrovisor”, Excélsior, 23 de junio.

La idea que subyace en la reforma termina siendo lo más importante. Insistir en que beneficiará a quienes menos tienen es central, pero debe reflejarse, también, en hechos. No estaría nada mal que desde el gobierno federal (y en los locales que apoyen la reforma) se establecieran compromisos concretos de acuerdo con los incrementos fiscales que se obtengan. Las buenas intenciones no pueden quedarse, cuando se habla del dinero de los contribuyentes, sólo en eso
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 25 de junio.

Desde el miércoles los despachos de fiscalistas y contadores, las organizaciones empresariales y obreras, y los dirigentes de grandes empresas están trabajando horas extra y comiendo pizzas en sus oficinas para entenderle al documento de Hacienda. La primera percepción es de sorpresa de los dueños de grandes industrias, comercios o instituciones de prestación de servicios. La contribución empresarial a tasa única de 19% propone evitar que los que más tienen sean los que menos paguen. El presidente Felipe Calderón dijo el miércoles: “Tenemos un sistema que permite evitar el pago de impuestos en la mayoría de las veces si se cuenta con buenos contadores o buenos abogados, y muchos de los que tienen manera de contribuir no lo hacen, esa es la verdad. En el sistema tributario que proponemos y que requiere el país, no hay, ni debe haber, cabida a privilegios”
Jacobo Zabludovsky, “Bucareli”, El Universal, 25 de junio.

El silogismo (o el sofisma) es simple: si el gobierno tiene oro y plata los podrá usar para redimir a los pobres. Y si el gobierno se ocupa en redimirlos, pronto ya no existirán y todos seremos felices. Pero eso no es cierto. Si así fuera los estados totalitarios, donde el gobierno lo recaudaba todo, absolutamente todo, hubiesen sido fábricas de bienestar y nunca fue así. / Nadie duda en la necesidad gubernamental de aumentar los recursos públicos, pero si los hoy perseguidos con robusto ahínco se van a usar para rescates bancarios, carreteros, fobaproas; gastos suntuarios y demás privilegios de la burocracia en maridaje con el gran capital, pues entonces no va a resultar nunca el mentado beneficio de los pobres, los cuales no viven de esa manera tan agobiante por la anorexia del fisco sino por las desventuras de un país desde siempre injusto, atrasado, colonizado, dependiente; sin industria, sin educación y sin muchas de las cosas cuya conjunción genera riqueza y progreso. Y dinero ha tenido el gobierno de sobra. Pregúntele usted a Don Vicente.
Rafael Cardona, “El cristalazo”, Crónica, 25 de junio.

Lo que hoy necesitan los pobres -que son la mayoría en este país- es que les cumplan; que comprueben que efectivamente algunas de las iniciativas de reformas fiscales tienen como objetivo principal incrementar la equidad, reducir la brecha de la desigualdad y combatir los privilegios fiscales de los que gozan algunos cuantos. / Y la única forma de que sus discursos y declaraciones calen hondo en aquéllos, señor presidente, es reiterarles que si el Congreso aprueba los cambios propuestos ya no habrá privilegios para los que más dinero tienen; que los grandes capitales que se han hecho más grandes por los beneficios fiscales que han recibido durante años, lustros, decenios, van a pagar impuestos como "cualquier hijo de vecino". Que no van a negociar tratamientos "más favorables para algunos grupos financieros que consolidan", como sugirieron algunos funcionarios de Hacienda que "cabildearon" el paquete fiscal con los legisladores. Que nunca más se permitirá que algunos consorcios paguen el 2, 3, 4 por ciento de Impuesto sobre la Renta gracias a la "consolidación fiscal", mientras que los "mortales" pagamos el 28 por ciento. No es justo, no es justo que el universo de personas físicas paguen 180 mil millones de pesos por el ISR, y que las personas morales cubran por ese mismo concepto 120 mil millones de pesos, ilustran los especialistas.
Luis Soto, “Agenda Confidencial”, El Financiero, 26 de junio.

Por ello no considero desproporcionado lo que el presidente Felipe Calderón ha pronunciado estos días, cuando dice que estamos quizá en la última oportunidad de corregir el rezago, y de dotar al Estado de mejores instrumentos para la recaudación fiscal. Las brechas son amplias y el tiempo se vuelve contra cualquier meta de crecimiento económico si no empezamos a cambiar estructuralmente la idea de la hacienda pública, y asumimos un deber que ha distinguido a los ciudadanos de todo país con calidad de vida en lo social, en lo cultural y en lo económico: pagar impuestos. / Si de manera prioritaria algún sector debiera asumir esa conciencia es el que agrupa a los empresarios y propietarios de los bienes y servicios que se ofertan en el país. No sólo bajo la lógica de distribución del dinero para aumentar el consumo, la premisa fundamental de la reproducción del capital, sino para su propia supervivencia. Pero la clase empresarial mexicana no quiere poner su parte, y de ahí su respuesta al proyecto de Reforma Fiscal planteado por el gobierno federal la semana pasada.
Javier Corral Jurado, El Universal, 26 de junio.

Estoy empezando a creer que la propuesta de reforma hacendaria del presidente Calderón debe tener algo, pues ha unido a los extremos en su contra y abierto una fisura al interior del "Frente Amplio Progresista". / La iniciativa elaborada por el equipo de Agustín Carstens desde diciembre y calibrada en Los Pinos, busca reunir el dinero que los pobres necesitan, partiendo de la máxima de Robin Hood: quitarle a los ricos para darle a los que menos tienen. / Y lo aclaro, porque ya vimos reformas a la Hood Robin: quitarle a los pobres para darle a los ricos.
Joaquín López Dóriga, “En privado”, Milenio Diario, 26 de junio.

Entrar, una vez más, en la ruta que ya lleva cuatro sexenios de ensayos y errores monumentales es una torpeza política. Si la administración de los panistas insiste en mantener privilegios hay que dejar que absorba, en solitario, los enormes costos asociados a tal costumbre. A nada conducirá unirse con ellos sino a postraciones de la economía, tal y como ha sucedido durante más de 25 años consecutivos. Darle a la hacienda pública recursos adicionales a costa de trabajadores y empresas chicas es firmar actas de defunción colectivas
Luis Linares Zapata, La Jornada, 27 de junio.

A la pregunta de para qué se utilizaría el dinero adicional que se recaudaría, la Secretaría de Hacienda dice constantemente que se seguirían las pautas del Plan Nacional de Desarrollo. En otras palabras, se emplearían los recursos para fortalecer los programas de apoyo a los pobres y para invertir en infraestructura. Los críticos apuntan que el gobierno no ha mostrado hasta ahora que está gastando mejor el dinero público de lo que lo hacían gobiernos pasados.
Sergio Sarmiento, “Jaque Mate”, Reforma, 27 de junio.

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