A VEINTICUATRO HORAS DEL INFORME PRESIDENCIAL. SEGUNDA PARTE: LOS DEBATES.

Esta segunda entrega sobre el Primer Informe de Gobierno de Felipe Calderón incluye 95 de los 268 comentarios sistematizados, es decir, un 35.45% del total, distribuidos en tres temas. El primero, la estrategia de Los Pinos, es decir, tanto los movimientos emprendidos en la residencia presidencial con miras a conducir la ceremonia a buen término, como la propuesta del Presidente Calderón para modificar el formato y debatir con los legisladores; incluye 34 comentarios, el 35.79% de esta parte. El segundo tema, con 28 comentarios, es decir, el 29.48%, aluden a las discusiones sobre el formato propuesto por el Presidente Calderón para su primer Informe. Finalmente, la tercera parte, con 33 comentarios, el 34.73% se refiere a “el debate sobre el debate”, es decir, las posiciones asumidas a propósito de la propuesta de Calderón y a la manera en que, eventualmente, la propuesta podría influir el Informe.

La estrategia de Los Pinos.
Primer Informe de Felipe Calderón Hinojosa. Imposible eludir la locura del método que nos condujo al patético espectáculo de Vicente Fox, trémulo y pálido a las puertas del salón de plenos del Congreso. Entregó el informe escrito, pero sin asistir a la apertura de sesiones del Congreso de la Unión, como exige la Constitución. Se quedó en el pasillo, ante legisladores improvisados como empleados de oficialía de partes. Y Vicente Fox salió de escena como villano de ópera. Entre cajas, tal como Felipe Calderón entró al pleno para protestar el cargo de titular del Poder Ejecutivo de la Unión.
La inquieta fracción panista propuso cambio por ensalmo. Informe a dos tiempos: envío por escrito primero, y semanas más tarde asistencia del mandatario para comparecer en parodia de régimen parlamentario. Debates que opacarían los de la asamblea de la Revolución Francesa, donde jacobinos y ultramontanos oyeron a Dantón, a Mirabeau, a Robespierre, a Marat. Hasta que se impuso el terror y la restauración real siguió a las glorias napoleónicas. ¿Qué hiciste durante el terror?, preguntarían al abate Sieyès: "¡sobreviví!".
León García Soler, “A la mitad del foro”, La Jornada, 29 de julio.

Los más cercanos colaboradores de la casa presidencial observan con atención el debate y la negociación de los grupos parlamentarios representados en el Congreso de la Unión sobre el primer Informe de Gobierno del presidente Felipe Calderón. Desde luego, no quieren ningún zafarrancho por la tribuna y, mucho menos, que el mandatario se quede en el vestíbulo de San Lázaro con el Informe en la mano. Por ahora, existe un planteamiento que vienen manejando legisladores del PAN y PRD, para que el jefe del Ejecutivo entregue el documento y no emita mensaje alguno en la tribuna del Congreso. Habrá que esperar el desenlace de las conversaciones entre las bancadas
“Bajo reserva”, El Universal, 3 de agosto.

Antes era la oposición la que pedían a gritos el cambio en el formato del informe. Ahora es la Presidencia la que quiere cambiarlo y no puede. Para la oposición el informe se convirtió en una oportunidad única de increpar y hasta de insultar al primer mandatario. La otrora fiesta del Presidente ahora es el carnaval de la oposición. Los partidos minoritarios no le darán al Presidente la gracia de escapar de un día de insultos. El asunto puede tener sentido para bajar de la nube a los presidentes que, como los definió un pintoresco político jalisciense, en cuanto sienten el poder “comienzan a voltear despacito”, o lo que es lo mismo comienzan a actuar como poderosos, porque se saben y se sienten poderosos. A nadie, pues, le viene mal una andanada de jitomatazos una vez al año. El problema es que el informe queda absolutamente desdibujado en esta ceremonia de regreso al piso; quedó perdido el acto republicano de informar y quedamos excluidos los ciudadanos en nuestro derecho a saber. El informe quedó reducido a un tema de dos, diputados y Presidente de la República.
Diego Petersen Farah, Milenio, 4 de agosto.

El presidente Feli Calderón refrendó su disposición de dialogar con el Congreso a través de un formato que sea respetuoso de la Nación, de los poderes, sean del Ejecutivo o del Legislativo.
"Estoy dispuesto a comparecer al Congreso y a dialogar con los legisladores en el formato que ellos dispongan", acotó Calderón Hinojosa.
"Me gustaría poder presentar un Informe sobre el estado que guarda la nación y la administración pública sobre ejercicios anuales completos", dijo en conferencia de prensa conjunta con el secretario general del Consejo y Alto Representante de la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea, Javier Solana, y reconoció que simpatiza con la idea de modificar el formato para presentar el Informe Presidencial.
¿Síiii?, preguntan los incrédulos, y, por curiosidad le cuestionan, ¿rodeado de cuántos guaruras quiere "dialogar"?...
Eva Makívar, “La creme de la creme”, El Financiero, 7 de agosto.

Da Calderón lección. ¡Qué buena propuesta tiene el presidente Felipe Calderón de tener diálogo con los legisladores durante su Primer Informe de gobierno! Sólo esperamos que los legisladores perredistas se callen y dejen ya de decir tantos improperios, ésta es una lección de política de altos vuelos que los perredistas no saben hacer y ya es hora de dejarse de la técnica del golpeteo y avanzar hacia la política de primer mundo que México merece.
Yazmín Alessandrini, “Circo Político”, Crónica, 8 de agosto.

Se pone buena la disputa rumbo al primero de septiembre. ¿Qué pasará en San Lázaro el día en que Felipe Calderón rinda su primer Informe de gobierno o lo que resulte ser.
El Presidente quiere cambiar la dinámica. Ya propuso debatir con los legisladores. Ir, escucharlos, contestarles, establecer un diálogo.
Manlio Fabio Beltrones dice que son “ocurrencias”, que hay que cambiar la ley; mientras tanto, en el PRD, deshojan la margarita. Aún no saben qué hacer: si salirse, si darle la espalda cuando hable… ya lo decidirán la próxima semana
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 8 de agosto.

La razón de que Fox no leyera su informe en la tribuna del Congreso, como había sido la tradición -que no la obligación constitucional-, fue que "no había condiciones" dentro del recinto, donde todavía estaban muy vivas las protestas por la jornada electoral del 2 de julio, en la que resultó ganador por apretado margen Felipe Calderón.
Desde antes de este episodio ya se manejaba la idea de replantear el formato del informe presidencial, despojándolo de su corte casi imperial que reforzaba la premisa de la "dictadura perfecta", observada por el escritor peruano Mario Vargas Llosa.
A un año del "entregas y te vas" del que fue protagonista Fox, el presidente Felipe Calderón ha propuesto un nuevo formato para el informe, consistente en un "diálogo" con las fuerzas políticas representadas en el Congreso.
Alejandro Ramos Esquivel, “Redes de poder”, El Financiero, 9 de agosto.

…el inquilino de Los Pinos quien, de cara a su Primer Informe de Gobierno, comienza a adoptar esa misma curiosa obsesión y terquedad de su antecesor Vicente Fox por acudir a San Lázaro...
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 10 de agosto.

¿Quién entiende a Emilio Gamboa?
Dice que no existen condiciones para que el presidente Calderón debata con los legisladores en el Informe.
Y que “el PRD no garantiza la paz en la Cámara”.
Y le pidió a la panista presidenta de la Cámara, María Elena Álvarez: No exagere, no convierta a la Cámara en un búnker.
¿Para que los noroñas hagan de las suyas?
Pepe Grillo, Crónica, 10 de agosto.

En esas condiciones Calderón ha soltado una idea de mayor calado. Si todos se quejan del caduco y poco significativo artículo 69; si el así llamado “formato” del Informe (palabra cuya novedad fue impuesta por el ilustre Porfirio Muñoz Ledo y a él debe atribuírsele el mérito o demérito) ya no significa nada ni tiene verdadera validez republicana, pues ahí les va esta idea sacada de la chistera del mago.
Y como Mandrake, aparece una seda convertida en conejo. Y todos corren tras él.
Pero nadie lo va alcanzar, pues la liebre mágica es un cuento. El presidente sabe de la imposibilidad de hacerlo aun cuando se cumpliera la verdadera razón por la cual lo propone: entrar en paz y orden a la Cámara a presentar su informe, no nada más a entregarlo. Y de esto último se trata el juego, al menos por ahora, en este informe inicial.
Si la puerta donde dice Informe, está cerrada o al menos entreabierta apenas, Calderón ha construido rápidamente otro acceso donde dice: Diálogo, materia ésta cuya existencia ha sido argumento de reclamo constante por todas las legislaturas anteriores, al menos las últimas cinco.
Por eso vale la pena consignar cómo ha contestado a esta audacia el más experimentado de los políticos priistas, el senador Manlio Fabio Beltrones. Con un sí, pero no.
Rafael Cardona, “El cristalazo”, Crónica, 10 de agosto.

El ensayo en Los Pinos para un hipotético Informe presidencial con preguntas y respuestas, una sesión en la que haya intercambio de ideas entre el presidente Felipe Calderón y los diputados y senadores, tiene directores de escena. Las pruebas no han cesado en la casa presidencial, pese a que no se ha llegado a un acuerdo parlamentario para cambiar el formato que ha prevalecido por décadas. Los colaboradores más cercanos del mandatario hacen toda clase de preparativos para un nuevo esquema en el primer Informe de Gobierno en el salón de plenos de San Lázaro. Los directores de escena son Juan Camilo Mouriño, jefe de la Oficina Presidencial; Alejandra Sota, coordinadora de Imagen y Opinión Pública; Maximiliano Cortázar, coordinador de Comunicación Social, y Dionisio Pérez-Jácome Friscione, coordinador de asesores
“Bajo reserva”, El Universal, 10 de agosto.

Y entonces, ¿qué pasará? ¿Lo propuso Calderón por estrategia sin querer que aceptaran en realidad, sólo para hacerlos ver mal al menos ante la opinión pública? ¿Buscó negociar de alguna otra manera que siquiera lo dejen pasar y dar aunque sea un mini mensaje?
A mí me parece lógico, pero tonto de parte de los legisladores de oposición. ¡Deberían de tomarle la palabra! Como dice, por ejemplo el senador Juan N. Guerra: es buena idea que Calderón acuda y los escuche directamente. Pero bueno, lo cito a él: —Para decirle frente a frente que no ganó legítimamente y que por supuesto se lo debe a la corrupción de las instituciones y al compadrazgo que hubo en el IFE entre Elba Esther Gordillo y Juan Molinar para construir un órgano a modo.
Y nosotros nos quedaremos otra vez con pan con lo mismo. Un año más… al menos
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos, El Universal, 10 de agosto.

Una bola de humo, como de dice en el beisbol, fue la que lanzó Felipe Calderón al declarar que quiere debatir con diputados y senadores en el ya cercano primer Informe de gobierno.
Calderón hizo tal declaración en un escenario muy forzado, la conferencia de prensa conjunta que ofreció el lunes pasado con el presidente brasileño, Luis Inacio Lula da Silva. Por tanto es muy probable que la pregunta que motivó esa declaración haya sido inducida por los encargados de prensa de Los Pinos.
Raúl Rodríguez Cortés, “Gran Angular”, El Gráfico, 10 de agosto.

Lo que gana no es poca cosa: sabe que el debate le será de mucha utilidad, de esta manera, se podrá presentar ante el Congreso como un Presidente que tiene la estatura política necesaria y está dispuesto a escuchar los comentarios en contra, las rechiflas y los desaires de los legisladores más radicales del PRD. Resulta, sin duda, una fecha crucial para Felipe Calderón. Sabe que necesita a la oposición para llegar a acuerdos, que requiere una mayoría, si no quiere sufrir los costos. En este sentido, las negociaciones con el PRD serán importantes. Probablemente, lo que se negociará es que la ceremonia transcurra en calma y no en medio de una arena de combate, como en su toma de posesión. ¿A cambio de qué? Está por verse
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 10 de agosto.

Felipe el Valiente no encuentra con quién pelear en San Lázaro y, ante esa falta de adversarios bien plantados, por lo pronto envía las fuerzas militarizadas preventivas para que vayan dando seguridad a todo aquel que se sienta con ánimos legislativos de polemizar con un engallado panista franco que usa casaca verde olivo (todo entre rumores de que la izquierda civilizada, moderna y bien peinada está buscando la manera de ofrecer al panista michoacano una salida decorosamente negociada que permita al gerente general de Los Pinos ofrecer alguna variante protocolaria que pase como Informe presidencial y que los “opositores” también hagan como que se oponen).
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 10 de agosto.

Fue una jugada de ajedrecista. Sorprendió gratamente a los espectadores neutrales, alarmó al oficialismo y desconcertó a los más enconados adversarios del régimen. Y estuvo a punto de granjearle al presidente Felipe Calderón una victoria definitiva sobre quienes le regatean reconocimiento a su investidura. / La propuesta del Primer Mandatario en el sentido de no sólo acudir a la sesión de Congreso General para presentar su primer informe de labores, sino incluso debatir con la oposición, ocultaba en efecto la intención primordial de ganar legitimidad por la vía de los hechos. No prosperó finalmente y ahora es un enigma lo que sucederá el 1 de septiembre.
El apersonamiento ante la representación popular en un ambiente civilizado, con impugnaciones severas pero sin desorden y con la música de fondo del diálogo democrático, es sin duda el sueño más acariciado del huésped de Los Pinos. Sueño al que se han opuesto ya —“No hay condiciones, otra vez será, quizá en febrero”— representantes de prácticamente toda la oposición, en especial los priistas Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones, y los perredistas Javier González Garza y Carlos Navarrete.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz, Crónica, 11 de agosto.

No es para menos la importancia que confiere el michoacano a su presentación en la tribuna de San Lázaro. Por mucho que los seguidores de quien fue su contrincante en las urnas y es ahora su permanente contradictor lo atacasen con dardos verbales y probablemente hasta con insultos, estarían acribillando al ocupante del sitial reservado al del Jefe de Estado. Y este solo hecho entrañaría la aceptación tácita de una realidad que se ha impuesto contra viento y marea.
Todos los hombres del Presidente trabajan en el diseño de una estrategia que permita cumplir en tiempo y forma la obligación constitucional de presentar el informe del estado que guarda la nación. Aplican todo su ingenio. Tal como ocurrió en diciembre pasado, cuando Calderón asumió furtivamente el poder a la medianoche y más tarde apareció —por quién sabe qué artes— ante el pleno de diputados y senadores para colocarse la banda en una ceremonia fugaz marcada por una atmósfera enardecida.
Aurelio Ramos Méndez, “Contraluz, Crónica, 11 de agosto.

Calderón puede ganar en los lances discursivos y mediáticos —como es el caso de su propuesta de diálogo entre los poderes Ejecutivo y Legislativo— pero no logrará el diálogo con el PRD. Pero hay otra explicación: que se trate de una estrategia bien calculada por la casa presidencial; la de forzar un diálogo que saben que no se dará, con lo que obligan a que en los hechos el Informe cambie de formato, que el presidente Calderón sólo entregue su Informe por escrito, y no se exponga a otro escándalo. De ser así, el PRD habría mordido el anzuelo y Calderón saldrá bien librado. En esa hipótesis, otra vez la izquierda le habrá hecho el juego a la derecha. Y entonces tendrán razón los que dicen: ¡pobre izquierda mexicana! Al tiempo
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 12 de agosto.

Habrá que reconocerle a Felipe Calderón el sentido de la oportunidad política al ofrecer a la oposición a ultranza el debate que siempre han exigido, diálogo entre pares válido para un régimen parlamentario. Les mató el gallo. Pero sin reformar los poderes constituidos, sin cambiar el régimen presidencial a parlamentario, el debate propuesto violentaría el estado de derecho y sería parodia de convención revolucionaria; preludio a un comité de salud; bases para el estado de excepción, al borde del cual estamos por la guerra al crimen organizado
León García Soler, “A la mitad del foro”, La Jornada, 12 de agosto.

El reto de Felipe Calderón -debatir en el Congreso con los diputados y senadores en el contexto del primer Informe de gobierno- confirma la equivocación de la oposición política que piensa que es lo mismo que con Vicente Fox, porque para ella es más importante su caracterización que la posibilidad de lograr reformas
Marco Rascón, La Jornada, 14 de agosto.

Dos: el Presidente puso a girar a los legisladores y todos sus partidos y es que tuvo que ser él mismo quien propusiera el cambio de rumbo del desgastado informe presidencial porque a nadie se le había ocurrido, con lo cual ha demostrado en estos pocos meses que tenemos un Presidente joven con ideas de vanguardia que quiere llevar al país a esa nueva política de primer mundo que México tanto reclama.
Yazmín Alessandrini, “Circo Político”, Crónica, 15 de agosto.

El pueblo no renuncia nunca a sus libertades, mi estimado, sino bajo el artificio de una ilusión. Ahora resulta que al Gymboree de Felipe Calderón se le ha ocurrido la extraordinaria idea de debatir con la oposición... a 15 días de su evidente (des)informe. Con esta simpática jugada pretenden ¿balconear? a las lacritas amarillas de ser intransigentes e intolerantes y, de aceptar la curiosita propuesta, evidenciar al PRD que deberá en los hechos reconocer de facto su gobierno. Uuufff... qué original.
Sin lugar a dudas, my friend, llama la atención que el agobiado Felipe haya tenido que inventarse algo creativo para poder ingresar a San Lázaro sin que se convierta en su divertida pesadilla que dé la vuelta al mundo... again. Y que, nuevamente, sea innegable su delicada fragilidad y la de su administración que no logra consolidarse, convencer y, sobre todo... legitimarse (con todo y las clasecitas impartidas por Carlos Salinas de Gortari... que no da paso sin huarache... y este pasito trae un divino tufo a Juan Jesús Posadas Ocampo).
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 15 de agosto.

Calderón, con habilidad indiscutible, durante varios días controló la agenda. Adelantándose a sus rivales, estableció el tema del formato del Informe, diciendo que estaba dispuesto incluso a debatir con los legisladores. Instruyó a su partido, el PAN, para solicitar un periodo extraordinario de 24 horas para tratar el tema del cambio de formato de la ceremonia. Los partidos de oposición resintieron la jugada y tardaron en articular una respuesta. Sus tartamudeos fueron explotados por medios y comunicadores afines al gobierno, que son legión, quienes arremetieron con todo sobre priistas y perredistas por rechazar el debate. Con seguridad el Presidente ganó puntos en las encuestas de popularidad. Pero no sólo eso, hasta el momento ha conseguido evitar que en los medios se haga una evaluación estricta de su gobierno, con análisis que acompañen la presentación del Informe.
Las aguas poco a poco han vuelto a su nivel. El PRD, que está dispuesto a pagar el precio de no dejar hablar al Presidente en San Lázaro, y que por eso lo llamen “intransigente” y “grosero”, expuso una propuesta afilada: atar su comportamiento en el Informe a la conservación de las boletas de la elección presidencial del 2006, para que sirvan de materia prima para una Comisión de la Verdad, con lo que puso el dedo en una llaga que le duele a Calderón y los suyos, pues va directo al tema de la legitimidad y la supuesta normalidad democrática.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 16 de agosto.

El equipo compacto de Los Pinos mantiene la lupa sobre los escenarios que puedan presentarse el 1 de septiembre durante el primer Informe de Gobierno del presidente Felipe Calderón. Los estrategas no quieren mover más el tema, sobre todo por las casi nulas posibilidades de un periodo extraordinario de sesiones para modificar el formato de la sesión en el Congreso de la Unión. Nos explican que esperarán a ver qué posición asumirá el PRD en su Congreso Nacional, que definirá la línea política para ese evento. Por lo pronto, la iniciativa del PAN para cambiar la ceremonia fue turnada a comisiones de la Permanente. Ahí puede descansar un buen rato
“Bajo reserva”, El Universal, 16 de agosto.

Por 660 votos contra 447, el congreso aprobó la “sustitución del Informe por un debate parlamentario y republicano entre poderes”. Es decir, los perredistas a debatir con el presidente Felipe Calderón los problemas de México.
El acuerdo es válido a partir de las 14:30 horas del domingo.
Los lopistas dejaron 170 sillas vacías, al congreso asistieron 1,700 delegados, se fue el 10 por ciento.
¿Exigirán los derrotados, el recuento voto por voto?
Pepe Grillo, Crónica, 20 de agosto.

De paso, en Los Pinos se vacunaron en contra del caos que anuncia el PRD para el 1 de septiembre. En cuanto Calderón supo que los perredistas asumirían la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, y que sería un miembro de ese partido quien lo recibiría y le respondería el informe, lanzó su propuesta de debate. Su planteamiento de dialogar iba dirigido totalmente al PRD y a sus aliados del FAP, por encima —incluso— del PRI; ante la actitud perredista de recibirlo a gritos y sombrerazos, el Presidente les propuso dialogar.
Tan planeada fue la estrategia de Los Pinos, que además de arrinconar al Congreso y obligarlo a pagar un costo si no hay diálogo, y de exhibir al PRD en su radicalismo, hay quien ve en esta jugada de Calderón el arranque de la campaña política por el 2009 y la búsqueda de una mayoría panista para el Congreso en los próximos comicios intermedios. Al exhibir a los legisladores y su incapacidad de acuerdo, el jefe del Ejecutivo envía un mensaje claro y directo al electorado: que le den mayoría para que se pueda mover el país, para acabar con el entrampamiento y la negativa permanente de la mayoría opositora
Salvador García Soto, “Serpientes y Escaleras”, El Gráfico, 20 de agosto.

Es cierto, entonces, que como tantas veces se ha dicho en estos días el informe presidencial, alejado de una auténtica rendición de cuentas, es un acto obsoleto que riñe con el desarrollo político del país, pero también lo son ya las interpelaciones y hechos similares que concitaron en su momento la atención pública y hoy están tan desgastados como la ceremonia otrora imperial. Y aun así los congresistas se han tardado casi 20 años sin innovar ese formato.
En este marco y para decirlo en términos deportivos, el presidente Felipe Calderón Hinojosa anotó un gol en la portería del Congreso de la Unión cuando propuso un debate con los legisladores como parte del Informe, a lo cual los líderes parlamentarios -incluidos los del partido del Presidente- no supieron responder con acierto y oportunidad, pese a que el diálogo con el Ejecutivo es una añeja demanda del Legislativo. El argumento de que no existían condiciones para ello fue de una fragilidad notable porque es claro que, como dijo la presidenta de la Cámara de Diputados, María Elena Álvarez, las condiciones las dan -o no las dan- los propios legisladores.
Eduardo Huchim, Reforma, 20 de agosto.

Al proponer un formato distinto, el presidente Calderón renegó del ritual del Informe como lo conocemos. Al apoyar la moción del Presidente, el PAN renegó también. Reniega el PRD: por renegar, por no darle beneficio ninguno a Calderón y porque ahora esboza un nuevo régimen que eliminaría la arcaica ceremonia. Y al PRI de la calculadora en la mano lo tiene sin cuidado el rito del Informe, el mito del Informe y el Informe en sí.
Ciro Gómez Leyva, “La historia en breve”, Milenio, 21 de agosto.

El viernes habrá cónclave del equipo compacto del presidente Felipe Calderón para analizar los escenarios del primer Informe de Gobierno. Usted podrá leer en este diario que el Congreso elaboró un plan B para la sesión en el Palacio Legislativo de San Lázaro, una especie de “entregas y te vas”, pero con muchísimo protocolo. El equipo del michoacano fue convocado para asistir a una reunión en Los Pinos la tarde de mañana, con el objetivo de conocer los últimos detalles de las negociaciones con la oposición. Nos cuentan que Calderón está decidido a acudir a San Lázaro ante cualquier circunstancia
“Bajo reserva”, El Universal, 23 de agosto.

En busca de salvar algo de lo perdido, el calderonismo lanzó una propuesta de presunta modernidad política que en realidad era una invitación a que lo validen: informar y debatir. Varios opinantes profesionales de la política mexicana se han deshecho en elogios a lo que entienden como un gesto maduro y audaz que, de ser aceptado, marcaría el inicio de un proceso de reformas políticas y electorales altamente beneficiosas para el país. En contrapartida, reprueban la nula visión del partido que se ha opuesto no sólo a la novedosa pretensión de polemizar sino al hecho en sí de que alguien considerado espurio cumpla con una ceremonia no contemplada en ley alguna
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 23 de agosto.

Con sólo propósitos propagandísticos, a sabiendas de que formalmente era imposible realizarlo, Calderón propuso debatir con los legisladores, alardeando de su experiencia parlamentaria. Fue sólo un guiño para provocar una aparente contradicción en los grupos opositores, especialmente el perredista, que durante años solicitó dialogar con el Presidente el día del Informe y ahora que se le ofrecía la ocasión la rechazaba. Es claro que procedió de ese modo para no caer en el garlito tendido desde Los Pinos, que de ese modo hubiera ganado el reconocimiento, así fuera sólo en los hechos, a la investidura presidencial. Desechada esa posibilidad, la fórmula que asegura el cumplimiento de la ley y la mínima concordia necesaria para abrir las sesiones de las Cámaras será la constitucional, que dispone la asistencia del Ejecutivo a la inauguración congresional y la presentación por escrito del Informe sobre el estado que guarda la nación. Sólo será necesario establecer el modo y el lugar donde se produzca la presencia presidencial, distante por completo de la mayestática que le asignaba el protocolo durante la era de la dominación priista.
Miguel .Ángel Granados Chapa, Plaza Pública, Reforma, 26 de agosto.

Qué sorpresa: antes era la oposición quien exigía diálogo, y el gobierno quien se cerraba con una negativa rotunda. Ahora es al contrario: el gobierno, “la derecha”, ofrece diálogo, y además “diálogo público” ante cámaras y micrófonos, propone debatir el Informe Presidencial el 1 de septiembre, y es la oposición quien responde como lo hacían los gobiernos del PRI: descalificando al rival. El PRD conoce la miseria de sus nulos argumentos, de ahí que para rechazar el diálogo le urja encontrar pretexto: lo que buscan es un circo romano, nos respondía antaño el gobierno. Luego el PRI invadió al PRD y con esa marea llegaron aquellos usos y costumbres: el paleo-PRI, hoy denominado PRD, responde con las mismas palabras: sólo hablo con quienes me merecen.
Luis González de Alba, “La calle”, Milenio, 27 de agosto.

El acierto de Calderón y sus estrategas ha sido colocar la cuestión perredista en el centro del debate, donde alumbran todos los reflectores, y mantener en franjas de penumbra los demás asuntos. El informe es un ejemplo idóneo. A unos cuantos días del primero de septiembre la atención se concentra en saber si la ceremonia será un austero acto republicano, o se convertirá en un show para saciar la gula mediática por los escándalos. Como sea, casi nadie se pregunta cuántos empleos se han creado, ni si el ISSSTE está en vías de convertirse en la maravilla que ofrecieron quienes aprobaron los cambios al régimen de pensiones.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 28 de agosto.

Al final, el ganador de la contienda fue el presidente Calderón porque se vio como víctima de los caprichos violentos del PRD, de la incapacidad del PAN y de la mezquindad priista. Y como siempre ocurre, el debate Ejecutivo-Legislativo en torno al informe dejó indicios que van a ser aprovechados por el PAN en las legislativas federales de 2009: los problemas de gobernabilidad con un Congreso en contra. Por tanto, las facturas de este 2007 van a ser cobradas y pagadas en 2009. Y entonces que nadie se queje de sus propios errores.
La disputa por la tribuna del Congreso tuvo dos escenarios: el de los partidos y la clase política y el de la ciudadanía ajena al seguimiento puntual de los forcejeos. Al final de cuentas, en las últimas elecciones se han dado pruebas contundentes de que el segundo escenario es el mayoritario, el que domina el voto anónimo de la sociedad. De ahí que la lectura del conflicto haya beneficiado más a Calderón que al PRD que se la pasó imponiendo condiciones desde su minoría.
Carlos Ramírez, “Indicador Político”, El Financiero, 30 de agosto.

La discusión sobre el formato.
Durante muchos años se ha hablado de la necesidad de cambiar la estructura y las formas para el Informe presidencial. El acto republicano es la rendición de cuentas del Presidente a los ciudadanos a través de sus representantes, los diputados (aunque no nos guste, nos representan). Eso y sólo eso hay que preservar, lo demás son formas. El informe tal como estaba diseñado fue concebido para halagar al Presidente. De hecho, poco a poco los diputados fueron perdiendo relevancia en la ceremonia, y los invitados del Presidente se convirtieron en las figuras a seguir. Se ampliaron las galerías, se amplió la transmisión por televisión, se decretó día de asueto. En la fusta del Presidente nadie podía interferir y lo único permitido era el halago.
Diego Petersen Farah, Milenio, 4 de agosto.

Que los más interesados en que los legisladores se atrevan a hacerle un cambio de forma y fondo al Informe están en Los Pinos. Todavía confían en la casa presidencial en que haya acuerdo para quitarle lo acartonado y poco funcional al rito del que, cada 1 de septiembre, se asegura que será sometido a ajustes de fondo.
“Trascendió”, Milenio, 7 de agosto.

Son las mismas dos décadas en que nuestros legisladores (siete legislaturas) han sido incapaces de encontrar un formato para que el Informe Presidencial sea un acto respetuoso de la democracia y de la ciudadanía. ¿Será tan difícil? ¿Quién sale beneficiado? Nadie. El perjuicio es para México. Están pasmados. Qué vergüenza.
Federico Reyes Heroles, Reforma, 7 de agosto.

Los perredistas se quedarán con las ganas de cambiar el formato del Informe presidencial, porque no hay tiempo para hacer una reforma, según comenta Raymundo Cárdenas, presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales. Sin embargo, Javier González Garza, dice que bastaría un simple acuerdo administrativo entre los coordinadores parlamentarios, para que pudiera modificarse la forma de gobierno del Congreso de la Unión.
Dice el zacatecano que la oportunidad se perdió hace unas semanas. Tampoco habrá periodo extraordinario de sesiones, porque los priistas, apoyados por la gente del PRD, no quieren dar un cheque al Ejecutivo para que dé resultados que no corresponden a la realidad. Y nos dicen que podría informar o hasta presumir del empleo, del crecimiento económico y de muchos temas.
Ubaldo Díaz, “Escenario Político”, Crónica, 8 de agosto.

Sorprende la respuesta de los coordinadores priistas y perredistas en el Congreso al ofrecimiento (reto si se quiere) de sostener un debate con Felipe Calderón el día de su primer Informe.
La reacción hace recordar al perro que se la pasa ladrándole y correteando al ciclista pero que, cuando éste se detiene, queda como pasmado porque se acabó la diversión.
A Calderón se le ocurrió decir que está “a las órdenes del Congreso”, en “disposición y con convicción” de no sólo informar, “sino escuchar los planteamientos, las preguntas de los partidos políticos, incluso tener un diálogo con ellos, con los grupos parlamentarios, con los diputados y senadores…”.
Y cual Chapulín blanquiazulado, echó su resto: “No sólo estoy dispuesto, sino que me gustaría poder debatir y dialogar con los legisladores”. ¡Ah chingá!
Carlos Marín, “El asalto a la razón”, Milenio, 8 de agosto.

Por supuesto que el Informe Presidencial es una ceremonia que corresponde a otra época. Funcionó en el siglo pasado cuando reptiles gigantes del tricolor eran los dueños de la pradera. Ahora sólo sirve para que los efectivos del Estado Mayor Presidencial sitien las inmediaciones de San Lázaro, incomodando a los vecinos, y nos muestren sus nuevos modelos de tanquetas antidisturbios adquiridas a precios de ganga. Que el formato del Informe deba rediseñarse no supone que se abra la oportunidad de sembrar nuevos agravios. El Presidente no puede acostumbrarse a entrar por sorpresa por la puerta de atrás al Congreso, como lo hizo el primero de diciembre durante su toma de posesión. Eso debilita a los Poderes de la Unión y exhibe a la política como un circo de fieras, trapecistas, escapistas y payasos.
¿El estado que guarda la Nación es el de una cena de negros? Lo que menos necesita la clase política en estos días es otra velada de lucha libre. Domina la impresión de que los políticos se esmeran por entretener a los periodistas, pero descuidan a los ciudadanos. Los niveles de abstencionismo registrados en los estados en los que hubo elecciones el domingo pasado, deben leerse como un desencanto generalizado de los asuntos públicos. Si no hay condiciones para una ceremonia civilizada, que el Presidente cumpla con su obligación constitucional de entregar el Informe por escrito y se regrese a su casa.
Juan Manuel Asai, “Códice”, Crónica, 9 de agosto.

El coordinador del PRI en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, no quiere perder en uno solo de los temas de su agenda. En torno al Informe presidencial, dice que sí quiere debate, pero sólo cuando él lo disponga, o sea, después del 1 de septiembre. Además apoya la demanda de que se anulen las elecciones para gobernador en Baja California porque se usaron malas artes como propaganda negativa y el gobernador, Eugenio Elorduy, intervino en el proceso. Claro, ni por un momento se le ocurrió censurar la participación de su correligionario Enrique Peña
“Binoculares”, El Gráfico, 9 de agosto.

Se equivoca el director de la Unidad de Gobierno de la SG, Mario Escárcega Leos: sí hay tiempo para cambiar el Informe de Gobierno. Esos cambios podrán o no producirse, pero a diferencia de lo que dice ese funcionario, el presidente Calderón sí quiere estar en San Lázaro el primero de septiembre, sí quiere dar su Informe y sí quiere buscar un mecanismo de interlocución con los legisladores. Incluso, esta misma semana, la fracción panista intentará concluir una propuesta formal sobre el tema, para presentarla ante la Comisión Permanente. Podrán aprobarla o no el PRI y el PRD, pero existe tiempo y voluntad gubernamental para sacar adelante esa propuesta
Jorge Fernández Menéndez, “Razones”, Excélsior, 9 de agosto.

LA PROPUESTA de Felipe Calderón de debatir con los diputados al presentar su I Informe de Gobierno sorprendió a propios y a extraños.
SI BIEN Carlos Salinas, Ernesto Zedillo y Vicente Fox exploraron la posibilidad de cambiar la obsoleta ceremonia y mandar el Informe por escrito, en este caso la intención es justo la contraria.
Y ES QUE por primera vez un Presidente expresa su interés en cambiar el formato para hacerlo interactivo.
AL IGUAL que el 1o. de diciembre cuando tomó posesión del cargo, Calderón está marcando su estilo personal de gobernar: agarrando el toro por los cuernos.
Y VAYA que sería una faena complicada, pues en septiembre la presidencia del Congreso estará en manos del PRD, el partido que trató de evitar que rindiera protesta.
ES POR ESTO QUE, quienes saben de estas cosas afirman que la actitud de Calderón tiene como fin romper el ostión perredista y comenzar -por fin- a negociar directamente con sus coordinadores parlamentarios.
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 9 de agosto.

¿Y los subsecretarios? También se nota su ausencia en la Segob, tanto, que quien no ve tiempo para cambiar el formato del Informe presidencial es Mario Escárcega Leos, que no es de la primera división ni de la segunda, sino de un peldaño más abajo: la Unidad de Gobierno
“Frentes Políticos”, Excélsior, 10 de agosto.

EN LA Secretaría de Gobernación ya les quedó bien claro que la intención del presidente Felipe Calderón de abrir un debate con los diputados con motivo de su Informe de Gobierno va muy en serio.
QUIEN no lo crea, que se fije en el caso de Mario René Escárcega Leos, jefe de la Unidad de Gobierno que depende de la Subsecretaría a cargo de Abraham González quien anoche se llevó menuda sorpresita: salió abruptamente de la nómina.
Y TODO porque declaró que ya no había tiempo para pactar con los legisladores un formato que permitiera el intercambio de opiniones el 1o. de septiembre.
AL BUEN entendedor... con un corrido le basta.
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 10 de agosto.

Falso…falso!, clamaron los perredistas ante la versión de que negocian cambios al formato del Informe Presidencial.
¿Ellos negociar el formato?
¡Nunca!
¿Para qué negociarlo, para qué comprometerse a algo, lo que sea?
Llegado el momento hacen del formato un papalote.
Los diputados golpeadores sellan las puertas de San Lázaro, impiden el paso al Presidente, asaltan la tribuna, golpean al que se les pone enfrente.
Lo volveremos a ver.
Pepe Grillo, Crónica, 10 de agosto.

Para el asunto de cambio de formato del Informe, los coordinadores parlamentarios del PAN, el senador Santiago Creel Miranda, y del PRI, Emilio Gamboa Patrón, negocian la posibilidad de un cambio en la sesión del primero de septiembre. Como plazo fatal han puesto la fecha del 27 de agosto. Si para entonces no hay acuerdo político con todas las bancadas representadas en el Congreso de la Unión, no habrá nada nuevo y la ceremonia seguirá siendo la misma.
“Bajo reserva”, El Universal, 10 de agosto.

Que los representantes de los poderes Legislativo y Ejecutivo debatan como pares es una vieja demanda democrática de la oposición política, incluido el PAN cuando lo era. Pero Calderón la replanteó faltando menos de un mes para el Informe y es obvio que no hay tiempo para aprobar el formato que lo permita, pues hacerlo implica una reforma constitucional. De ahí que la oposición deseche por ahora el planteamiento de Calderón, lo que no quiere decir que se niegue a debatir.
Pero la inducción de este tema en la agenda nacional ha permitido a Los Pinos enfatizar el mensaje de que los partidos políticos PRI y PRD se niegan a debatir, no sólo por incongruentes sino por su incapacidad de rebatir lo que destaca como sólidos argumentos presidenciales
Raúl Rodríguez Cortés, “Gran angular”, El Gráfico, 10 de agosto.

Informe también significa "sin forma". Y es que a tres semanas del Informe presidencial de Felipe Calderón, lo que hay no son sino rumores y especulaciones sobre el formato mediante el cual se llevará a cabo. En medio de esta incertidumbre los diferentes actores políticos ponen sobre la mesa sus posturas. Ya lo veíamos el martes, cuando el coordinador de los diputados del PRI, Emilio Gamboa, aseguró que analizarían la posibilidad de que el presidente Felipe Calderón presente su Informe el primero de septiembre y regrese en febrero o marzo a debatir con los legisladores. Y, por su parte, el dirigente nacional perredista, Leonel Cota, dijo que no permitirán la entrada del Estado Mayor ni de ninguna corporación de fuerza pública ajena al Congreso. Al respecto, el que tampoco se quedó atrás fue el coordinador de los diputados del PAN, Héctor Larios, quien señaló que hay varias opciones para el primero de septiembre:
"La primera que se analiza es sacar al Informe con el mismo formato, conciliando con los reclamos del PRD y los intereses del PAN. Y, la segunda, que no se ha descartado, consiste en convocar a un periodo extraordinario para cambiar el formato del Informe".
Yuriria Sierra, “Nudo gordiano”, Excélsior, 10 de agosto.

El informe es un tema de relación entre dos poderes, pero sobre todo es un problema de rendición de cuentas. En otros países existe una formulación constitucional similar a la que tenemos en México, en algunos hay mayor contenido sobre cómo y qué debe contener el informe del Ejecutivo; en otros casos se establece un mecanismo de información más parlamentario o más presidencial, porque depende del tipo de régimen. En suma, existen múltiples formas y salidas para modificar el formato del informe, pero lo que no hay es voluntad política de hacerlo. Cada año se hace evidente el agotamiento, pero no se hace nada para remediar el problema.
Ha habido experiencias en algunos estados tales en las que un gobernador escucha las posiciones de los grupos parlamentarios y responde. Calderón podría asistir a escuchar las posiciones de las fracciones parlamentarias y luego leer su texto, o en un formato más interactivo se podría tener algún tipo de comparecencia. Podría haber interlocución, debate y diálogo, pero la oposición no quiere y tal vez ni el propio panismo tenga muy claro cómo hacerlo
Alberto Aziz Nassif, El Universal, 14 de agosto.

El coordinador de los diputados del PAN, Héctor Larios, no ha podido descifrar la actitud de sus colegas del PRI frente a un tema crucial para el panismo: el cambio del formato del primer Informe presidencial. Un día le dicen que sí lo apoyan, otro no y luego quién sabe. La negociación es directa con los priístas. Los perredistas han salido de la esfera de las conversaciones, nos cuentan. Desesperado, don Héctor presentó este lunes una iniciativa de reforma a la Ley Orgánica del Poder Legislativo para abrir el formato a un debate con el presidente Calderón. Los asesores del panista dicen que la modificación no podría ser objetada por el Presidente de la República, por tratarse de un ordenamiento interno de los legisladores, situación que agilizaría su entrada en vigor. ¿Ahora qué argumentarán los priístas para no debatir?, se preguntan los colaboradores de Larios
“Bajo reserva”, El Universal, 14 de agosto.

Ante la cerrazón del PRI y del PRD para evitar que el presidente Felipe Calderón dialogue con el Poder Legislativo el día del Informe, se comprueba, una vez más, que una cosa es el discurso demagogo de querer modernizar la vida política y acelerar nuestra incipiente transición a la democracia y, otra muy distinta, llevarlo a la práctica. La mayoría de los mexicanos se preguntan: ¿será muy difícil que los legisladores, en cuestión de horas, se pongan de acuerdo y modifiquen el formato?...
Martín Moreno, “Archivos del Poder”, Excélsior, 14 de agosto.

LA PROPUESTA de cambio de formato del Informe Presidencial presentada por el PAN a la Cámara de Diputados resultó ser radicalmente innovadora pues, de aprobarse, enterraría de un golpe la vieja y acartonada ceremonia presidencialista.
LOS PANISTAS proponen algo mucho más cercano a un debate parlamentario como los que se dan en España o Reino Unido que a las alocuciones de los presidentes ante sus congresos que se dan en Latinoamérica.
BAJO EL ESQUEMA propuesto, el presidente Felipe Calderón estaría en San Lázaro desde el principio de la ceremonia para escuchar la posición de todos los partidos políticos y tendría un espacio para hacer comentarios al respecto.
Y MÁS TARDE, los diputados tendrían oportunidad de hacer preguntas sobre su política interior, política económica, política social y política exterior, que serían respondidas por Calderón.
AHORA sólo quedan dos asuntos más que solucionar para que la propuesta panista se convirtiera en realidad.
Y ES QUE, además del poco tiempo que queda para hacer las reformas legales necesarias, falta ver si hay suficiente voluntad política de los legisladores para aprobar la reforma... no vaya a ser que con tal de que el Presidente no se anote una victoria, la vayan a frenar.
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, Reforma, 14 de agosto.

Pero el problema es mayor, ya que con el acuerdo casi inminente entre el PRI y el PAN para cambiar el formato del Informe, el PRD quedará arrinconado y será puesto a prueba en condiciones de sometido. ¿Por qué? Porque a partir del 1 de septiembre próximo, le corresponderá al PRD la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, que instalada en Congreso General —con la asistencia de diputados y senadores—, deberá recibir el Informe del Ejecutivo, y dar por iniciados los trabajos del nuevo periodo de sesiones del Congreso.
De esa manera, el PRD se podría encontrar frente al peor de los mundos, ya por mandato constitucional —y en tanto partido que tiene en sus manos la Mesa Directiva de la Cámara y la conducción de la sesión de Congreso General—, deberá garantizar el orden y la seguridad del recinto, de los diputados, senadores, invitados especiales y, por supuesto, del presidente Calderón, para la ceremonia del primer Informe y para el inicio de los trabajos del nuevo periodo de sesiones
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 15 de agosto.

No caigamos en una trampa como la de la sesión de transmisión de poderes con un primero de diciembre realizado con empecinamiento, a empujones y vulnerando el orden."
Así dice una declaración de la fracción del PRI en el Senado a propósito del intento del PAN de reformar el reglamento del Congreso para modificar la ceremonia del Informe presidencial.
"El periodo extraordinario, para atender un cambio de formato, sólo tendría viabilidad y sentido si todas las fuerzas políticas aceptan la propuesta y concurren", sostiene también la declaración priísta.
Miguel Ángel Rivera, “Clase Política”, La Jornada, 15 de agosto.

Por cierto, en el “cuarto de junto” también se evaluará una jugada estratégica que lanzaron desde la casa presidencial, en la cual el gobierno de Calderón tuvo el cuidado de anunciar que aceptaba las propuestas del Partido Revolucionario Institucional en materia de reforma fiscal y de renovación del régimen fiscal de Pemex, lo que quiere decir que el PRI está casi amarrado para dichas reformas, potencialmente para la reforma electoral y, en una de esas, para alcanzar algunas garantías para el Informe —por cierto, en la Permanente no se desechó la propuesta de modificar el formato del Informe, sino que se mandó a comisiones—, lo que deja en una situación harto incómoda al Partido de la Revolución Democrática, en donde todo puede pasar entre hoy y el domingo.
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 16 de agosto.

UNA NOTICIA mala y otra peor.
LA MALA: lo más seguro es que en el I Informe de Gobierno de Felipe Calderón no haya un debate entre el Presidente y los diputados.
LA PEOR: si las huestes perredistas insisten en modificar el formato de la ceremonia para convertirla en una especie de "entregas y te vas", a lo mejor ni Informe de Gobierno hay.
POR LO PRONTO, se dice que en Los Pinos ya se piensa en un "plan b" en el que Calderón saldría en cadena nacional a dar un mensaje e incluso ofrecería una especie de informe alterno.
CON LA VENTAJA de que el Presidente podrá decir con todo derecho que, después de que él mismo propuso que hubiera un cambio de formato para abrir el debate con los legisladores, al menos por él, no quedó.
Fray Bartolomé, “Templo Mayor”, 16 de agosto.

La desarticulación negociadora del gobierno se adjudica en Los Pinos al secretario de Gobernación, a quien acusan de “no estar haciendo nada” para mejorar el entramado político. Últimamente las diferencias entre Los Pinos y Bucareli se han exacerbado.
Dos ejemplos ilustran estas contradicciones. La primera, cuando el presidente Calderón propuso públicamente que no sólo estaba dispuesto a rendir su informe en el Congreso sino a debatir con los legisladores, y un funcionario de segundo nivel salió a contradecirlo, al asegurar que no había tiempo para negociar un debate. Ese funcionario fue despedido por su iniciativa a contracorriente presidencial, pero el ruido que quedó es la falta de conducción interna por parte de Ramírez Acuña y de control político en la dependencia que se supone es responsable del control político. La segunda fue cuando oficialmente descalificaron el informe de Amnistía Internacional sobre violaciones a los derechos humanos en Oaxaca, mientras que a la presidenta del laureado organismo, Irene Khan, la recibió el presidente Calderón
Raymundo Riva Palacio, “Estrictamente personal”, El Universal, 20 de agosto.

Ha faltado en el Congreso, y no sólo en esta legislatura, talento para resolver ciertos problemas. Digo esto recordando, por ejemplo, que no hubo una reforma electoral antes del proceso de 2006, aun cuando ya estaban detectados varios puntos críticos que fueron advertidos incluso por el Consejo General del IFE que presidió José Woldenberg. Y lo mismo ocurrió con el formato del Informe presidencial. Pareciera que persiste la inercia proveniente del ancien régime de que es el Ejecutivo quien inicia las grandes reformas legislativas, como lo acredita, por citar un caso en desarrollo, la reforma pretendidamente fiscal, hoy tan vapuleada, y en el cual el Congreso ha asumido una conducta reactiva, no propositiva.
Y no es que individualmente hayan faltado propuestas. Ejemplo de ello es la iniciativa de la entonces senadora Dulce María Sauri Riancho, quien planteó en septiembre de 2000 reformar el artículo 69 de la Constitución para que el Presidente simplemente enviara al Congreso su informe escrito, sin comparecer personalmente. "Démosle republicana sepultura a una tradición que se agotó y perdió su naturaleza", dijo entonces la legisladora. Su iniciativa fue a hospedarse a la "congeladora" del Senado.
Eduardo Huchim, Reforma, 20 de agosto.

¿Por qué esta vieja demanda de casi todos los partidos no prosperó en esta ocasión? Por al menos tres factores. Uno, el origen. La iniciativa debió haber surgido del Congreso, no del Ejecutivo. En ninguna parte del mundo el Presidente en funciones promueve una reforma al funcionamiento del parlamento de su país sin despertar sospechas sobre las verdaderas intenciones. Dos, la forma súbita, atropellada y repentina con que se lanzó la iniciativa dejó la ingrata percepción entre muchos legisladores de que se pretendía avasallar a la presente Legislatura, no innovar una práctica parlamentaria anquilosada. Tres, el hecho de que la propuesta haya sido lanzada justo cuando el PRD estará al frente de la mesa directiva hizo más vulnerable la iniciativa. Al debatir los legisladores perredistas con el titular del Ejecutivo, así fuera para decirle que es un presidente ilegítimo, el diálogo parlamentario lo que realmente haría sería extender un reconocimiento de facto al interlocutor.
Porque la verdadera intención era fortalecer al presidencialismo, no al parlamentarismo, es que la propuesta de cambiar el formato del Informe no prosperó en esta ocasión.
De la misma forma, porque el contrainforme de la realidad cotidiana es más fuerte que el informe de la realidad oficial es que el próximo 1 de septiembre será tan irrelevante como los nueve meses anteriores.
Ricardo Monreal, Milenio, 28 de agosto.

No hay que confundir las ganas de echar pleito con supuestas -o reales- urgencias de cambio institucional; hace por lo menos dos décadas que el ritual del 1o. de septiembre llegó a su fin, aunque cada año, por estas fechas, algunos rijosos lo olviden. Y si de pleito hablamos, la golondrina de hace un año no hace verano, no todavía.
Lo peor son las ocurrencias, como ésa de proponerle al Congreso un civilizado diálogo entre poderes, a navaja libre. No debemos olvidar que el Presidente no es par de los diputados y senadores; que tanto en las leyes como en el ceremonial los únicos pares del Titular del Poder Ejecutivo son los presidentes de los otros dos poderes de la Unión, uno de los cuales, el del Congreso, debe responder, con las formalidades del caso, el Informe anual que rinde aquél.
Para dejar atrás lo inservible no hace falta cambiar todo el sistema, como a nadie se le ocurriría que para deshacerse de las pantuflas que ya no sirven es necesario tirar también los zapatos.
Es cierto, el Informe presidencial requiere nuevas reglas de protocolo, y también de contenido. El Congreso tiene la palabra. Que los gritos no la acallen.
Jorge Alcocer, Reforma, 28 de agosto.

Calderón impidió el cambio del formato del Informe Felipe Calderón, el mismo que no aceptó realizar el recuento de votos de las elecciones de 2006, apareció hace un par de semanas pidiendo, casi suplicando, cambiar el viejo formato del Informe presidencial por un debate parlamentario. Sin embargo, aunque poco se sabe de ello, Calderón es el responsable de que prevalezca el viejo formato hasta nuestros días.
En efecto, después de la derrota del PRI en 2000 y con la llegada de la llamada “alternancia en el poder”, la sociedad mexicana esperaba cambios democráticos, mismos que fueron bloqueados por el numeroso grupo parlamentario del PAN que de 2000 a 2003 fue comandado en la Cámara de Diputados ni más ni menos que por Felipe Calderón. En 2001, para el primer Informe del primer Presidente no priísta, el PRD propuso sustituir el viejo formato por uno nuevo que diera paso a las preguntas directas de los legisladores al presidente Vicente Fox. Felipe Calderón paró la propuesta en seco, con el argumento de que dicha modificación debería discutirse en la Comisión para la Reforma del Estado. Hacia 2002, en el seno mismo de la citada comisión, y con la presencia de todos los coordinadores parlamentarios, el PRD volvió a insistir en su propuesta, flexibilizándola a tal grado que llegó a plantear que un legislador de cada grupo formulara una pregunta de dos minutos al Ejecutivo, mismas que serían respondidas en su conjunto por el Presidente y sin posibilidad de réplica para los legisladores
Martí Batres, El Gráfico, 30 de agosto.

El debate sobre el debate.
Con la reforma hacendaria en el aire y la del Estado en pañales, los partidos se metieron ya en el tema del I Informe del presidente Felipe Calderón.
Se trata, de parte del gobierno, de lograr un acto civilizado.
El PRI busca una postura que le dé mayores dividendos.
Y el PRD está dividido, unos no quieren escándalo que le quite más votos, y la mayoría lopista se va con la línea dura que impone el legítimo.
Pepe Grillo, Crónica, 4 de agosto.

Lo cierto es que en términos prácticos ni los representantes populares nos representan (ellos traen su agenda que nada tiene que ver con el país) ni el informe nos informa. Hay que reconstruir la ceremonia, quitándole por supuesto lo fastuoso y lo pomposo, para dar paso a una verdadera rendición de cuentas del Poder Ejecutivo a los ciudadanos. Para seguir con nuestra metáfora, una fiesta con más cena (carnita, por favor) y menos payasos.
Diego Petersen Farah, Milenio, 4 de agosto.

Faltan 3 semanas y un día para el tan esperado primer Informe de Gobierno de Felipe Calderón y la rebatin… perdón, la logística relativa a ese día en la Cámara de Diputados aún no se define.
No sé usted, pero a mí me parece de risa loca lo que está pasando ahora sí con el debate por el debate que propuso tener Calderón con los legisladores.
A ver, primero una pregunta: ¿qué no los partidos políticos, de todos los colores, han dicho desde hace ya muchos años —mínimo desde 1988 cuando Porfirio Muñoz Ledo, entonces legislador del PRD, osó interpelar al entonces presidente Miguel de la Madrid— que el ritual del “día del presidente”, del Informe tal cual, estaba agotado?
Katia D’Artigues, “Campos Elíseos”, El Universal, 10 de agosto.

El senador priísta Manlio Fabio Beltrones ha mostrado su retorcido colmillo al señalar que no debe desdeñarse la proposición de Calderón, que por lo pronto es preciso respetar el formato que sólo lo obliga a entregar un informe por escrito y que más adelante debe realizarse el propuesto debate. Pero esto obligaría a un acuerdo parlamentario y es ahí donde el PRD ve la engañosa bola de humo.
Tal acuerdo parlamentario le evitaría a Calderón el eventual costo político de ser impedido a acceder a la tribuna o repudiado por quienes en San Lázaro no le reconocen legitimidad; y obligaría al PRD, que este 1 de septiembre asumirá la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, a garantizar con fuerza pública la seguridad del recinto el próximo 1 de septiembre, así como participar en un posterior debate en el que, al polemizar con Calderón, le reconocería la legitimidad que le ha regateado por nueve meses
Raúl Rodríguez Cortés, “Gran angular”, El Gráfico, 10 de agosto.

Estamos de regreso a 1985, o peor al 1984 de Orwell, nomás que promovido por nuestros “representantes”. No podremos verlos, y como se antojaba, a nuestros representantes, discutir con el presidente los resultados del año y las perspectivas para el que sigue. Pero ahora no es por culpa del tirano, autoritario presidente, no, ahora es gracias a los que hemos elegido para que nos representen.
Es absurdo que después de tantos años de lucha y de shows que tuvimos que pasar para lograr esto y resulte que “no les conviene” y por ende, no sucederá. Una gran oportunidad perdida.
Luciano Pascoe, Crónica, 12 de agosto.

Pero lo que sí sabemos todos o casi todos los ciudadanos es que frente a un ritual constitucional —como el ceremonial del Informe anual de Gobierno—, las partes en el conflicto parecen empeñadas en convertir en espectáculo de circo la responsabilidad que como representantes populares y mandatario les confiaron los mandantes —que somos todos los ciudadanos—, quienes votaron por que los políticos sean capaces de esfuerzos conjuntos para resolver los grandes problemas nacionales que, por ejemplo, tienen a millones de mexicanos en la miseria.
Pero el mandato ciudadano parece no importar a nadie. Ayer, con el pretexto de la toma de posesión del nuevo presidente, y hoy con el del primer Informe de Gobierno, unos y otros parecen dispuestos a medir fuerzas en una suerte de espectáculo de circo, para medir popularidades y cobrar afrentas, que no lleva más que a un tobogán de descrédito que, a final de cuentas, los exhibe como lo que son: retrato de cuerpo completo de su pequeñez como representantes populares y gobernantes. La grandeza, la sensatez, la responsabilidad no son lo suyo
Ricardo Alemán, “Itinerario Político”, El Universal, 12 de agosto.

Por lo pronto, hay que cumplir lo que dicta la ley, dice Manlio Fabio Beltrones. La norma dicta que el titular del Poder Ejecutivo "asistirá" a la apertura del periodo de sesiones del Congreso de la Unión. No dice que ha de entrar a hurtadillas a los pasillos, entregar un legajo y escapar de ahí como villano de ópera. El senador Beltrones sostiene que los legisladores mal pueden violar las leyes, no cumplir con lo que dictan la norma constitucional y su propia ley reglamentaria. Y ni siquiera estamos ante un caso de dura lex, sed lex. Los de la pluralidad despistada coinciden en la urgencia de modificar el acto del Informe. Pero se acuerdan cada año, a unos días del primero de septiembre. Desde 1997 gesticulan y lanzan confusos gritos libertarios. Pero no legislan, no cambian la ley que están obligados a cumplir
León García Soler, “A la mitad del foro”, La Jornada, 12 de agosto.

Nada prueba mejor un carácter mezquino y ruin, mi estimado, que el amor al dinero. Curiosito el debate en el que se han sumido los partidos políticos de cara al (des)informe. Que si Felipe asiste. Que así lo dicta la Carta Magna (que esta bola de cínicos se la pasan por salva sea la parte cada vez que pueden). Que si lo entrega y se va (Fox reloaded). Que si el PRD la hará de jamón (su especialidad en estos momentos de evidente debilidad presidencial... que por razones obvias está en chino).
Que si mejor hay un debate que se va a llevar un madral de horas para que a los legisladores (respetable incluido) les termine de dar... la hueva de siempre.
Que si modifican la ley orgánica whatever del Congreso para que el “intercambio” de ideas sea “útil y de altura” (y con esta brillante idea del Gymboree de Felipe, lo bautizan y encumbran como el demócrata que todos sabemos, panistas incluidos, que no es). Que si el PRI jalará con Calderón... o jalará a Calderón... o se la... en fin.
Que si al resguardo de la fuerza pública en San Lázaro le van a dar flit las simpáticas lacritas amarillas al presidir la Mesa Directiva.
Que si habrá circo y madrazos que den la vuelta al mundo.
Marcela Gómez Zalce, “A puerta cerrada”, Milenio, 14 de agosto.

El Frente Amplio Progresista salió ayer ante los medios para anunciar la recia y contundente decisión que tomaron de agarrarse de la negativa del PRI a cambiar el formato del Informe presidencial para también ellos, los del remolcado sol azteca, decir que no le entran a los planes felipistas de informar y debatir con legisladores. Otra muy sólida determinación se refiere a que aún no deciden qué harán el primero de septiembre en San Lázaro...
Julio Hernández López, “Astillero”, La Jornada, 15 de agosto.

Mansos al dictado de la tele, serviles a sus órdenes, los representantes del pueblo debaten sin descanso, desde hace cuando menos 15 días, si Felipe Calderón debe o no leer en la tribuna del Congreso su informe; si debe o no discutir con ellos lo sucedido al país en el año de la usurpación, como si en ese acto se pudiera establecer alguna verdad que reflejara el costo que el país ha tenido que pagar a raíz del despojo que sufrió su voluntad política.
Si Calderón se presenta ante el pleno del Congreso ¿qué? Y si no va ¿qué? Las mentiras que desde esa tribuna se digan y coro desafinado que las acompañe en nada cambiarán la realidad que sí pesa entre la gente, que sí muerde las conciencias cuando ya no hay empleo, cuando el saberse licenciado o doctor en ésta o aquella disciplinas ya no es suficiente para ayudar al beneficio del país, y la única puerta de escape a la frustración y la pobreza está en las fronteras
Miguel Ángel Velázquez, “Ciudad Perdida”, La Jornada, 15 de agosto.

Pero en fin... en Los Pinos están entercados con llevar a cabo un debate en San Lázaro el día del (des)informe con la oposición, donde el PRD por unanimidad ayer dijo... paso y el PRI en estos momentos no está de ánimo para bailar con el PAN.
Una propuesta (in)decorosa sería solicitarle al demócrata de Calderón aprovechando que tan

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