De la soberbia a la desolación

El rostro de Andrés Manuel López Obrador se desencajó a su llegada al Hemiciclo a Juárez, al ver que sólo lo esperaban alrededor de 200 personas para iniciar la resistencia civil, entre la que no figuraba ningún personaje conocido.

Eran las 7:30 de la mañana y el tabasqueño esperó cinco minutos más pero no llegaron más contingentes, por lo que decidió emprender la marcha hacia el Senado junto con ese puñado de seguidores, que lejos estaba de asemejarse a las movilizaciones de antaño.

Lejos quedaron esos tiempos, por lo menos en el mitin de ayer, pues si bien en el Senado ya lo esperaban otros contingentes, entre todos no llegaban al millar de personas, aunque más tarde, alrededor de las 13:00 horas aumentó a unos 5 o 6 mil simpatizantes.

Hasta sus mas cercanos colaboradores llegaron a cuentagotas e incluso algunas como Dolores Padierna, lideresa de los bejaranos, Alejandra Barrales, dirigente del PRD capitalino, y Porfirio Muñoz Ledo, nunca aparecieron a lo largo del día en la movilización frente al Senado y la Torre Caballito.

Sólo Ricardo Monreal, Dante Delgado, Gerardo Fernández Noroña, Alejandro Encinas —que llegó a las 10:10 horas—, acompañaron al tabasqueño, a las afueras del Senado, que a las 10:45 horas vivió un conato de violencia cuando elementos de la policía federal, intentaron abrir paso al camión que trasladaba a los senadores al recinto de Xicoténcatl por la calle de Cuba y Eje Central, sin conseguirlo.

FALLAN ADELITAS. Las huestes lopezobradoristas se fajaron y obligaron a los policías y senadores a regresar sobre sus pasos, lo que significó una pírrica victoria, pues minutos más tarde los legisladores accesaron a la fuerza a la Torre Caballito, que también estaba resguardada por otros contingentes en su mayoría de adelitas encabezadas por Claudia Sheinbaum.
“¡Culeroooos!”, corearon las huestes lopezobradoristas, cuando Sheinbaum dio el parte informativo y reconoció que los senadores ya estaban sesionando.
Alejandro Páez, Crónica, 24 de octubre.

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