Pese a sus limitaciones, la reforma energética que sería aprobada en el pleno de la Cámara de Diputados esta semana, es un buen paso y un triunfo político que beneficiará, principalmente, a empresas contratistas de Pemex.
Entre los contratistas más relevantes de la paraestatal siguen siendo Halliburton, Shulemberguer y General Electrics, y deja fuera a petroleras como Petrobras y Chevron que siguen de cerca el proceso legislativo para modificar leyes secundarias en la industria petrolera nacional.
Proyecciones de especialistas consultados por El Economista aseguran que al otorgar contratos de servicios, Pemex continuará asumiendo todos los riesgos de exploración y perforación de hidrocarburos, por lo que los tiempos para avanzar en aguas profundas serán lentos.
Problema de fondo, sin resolverse
Enrique Cárdenas, director del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, y Duncan Wood, especialista en energía, consideraron que no se soluciona el problema de fondo ya que es una reforma para organizar a Pemex en donde se da mayor transparencia y un consejo de administración más equilibrado, pero no queda claro cómo va hacer posible revertir la tendencia de las reservas petroleras.
Además, los equipos de perforación en aguas profundas se encuentran casi a 100% y los costos se han elevado 160% en los últimos 36 meses, en tanto, la renta diaria de una plataforma puede llegar valer hasta 600,000 dólares diarios, de acuerdo con Pemex.
“La reforma privilegia a empresas de servicios que es lo que hace actualmente Pemex”, enfatizó Enrique Cárdenas, basado en el reciente comparativo que hizo el Centro de Estudios Espinoza Yglesias de las disitintas propuestas. Duncan Wood, investigador del ITAM, y Carlos Estrada, especialista en temas de energía de la Universidad de Harvard, aseguran que se trata de una minireforma energética, pero permite que la paraestatal ya está en el camino correcto para una reforma más amplia y más ambiciosa en el futuro.
De todas las iniciativas, la menos optimista es avanzar en aguas profundas, dijo Duncan, porque no da a Pemex más flexibilidad en trabajar con empresas privadas nacionales y extranjeras en términos de ganar tecnologías, entonces no se ha avanzado mucho en este tema.
Entre los contratistas más relevantes de la paraestatal siguen siendo Halliburton, Shulemberguer y General Electrics, y deja fuera a petroleras como Petrobras y Chevron que siguen de cerca el proceso legislativo para modificar leyes secundarias en la industria petrolera nacional.
Proyecciones de especialistas consultados por El Economista aseguran que al otorgar contratos de servicios, Pemex continuará asumiendo todos los riesgos de exploración y perforación de hidrocarburos, por lo que los tiempos para avanzar en aguas profundas serán lentos.
Problema de fondo, sin resolverse
Enrique Cárdenas, director del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, y Duncan Wood, especialista en energía, consideraron que no se soluciona el problema de fondo ya que es una reforma para organizar a Pemex en donde se da mayor transparencia y un consejo de administración más equilibrado, pero no queda claro cómo va hacer posible revertir la tendencia de las reservas petroleras.
Además, los equipos de perforación en aguas profundas se encuentran casi a 100% y los costos se han elevado 160% en los últimos 36 meses, en tanto, la renta diaria de una plataforma puede llegar valer hasta 600,000 dólares diarios, de acuerdo con Pemex.
“La reforma privilegia a empresas de servicios que es lo que hace actualmente Pemex”, enfatizó Enrique Cárdenas, basado en el reciente comparativo que hizo el Centro de Estudios Espinoza Yglesias de las disitintas propuestas. Duncan Wood, investigador del ITAM, y Carlos Estrada, especialista en temas de energía de la Universidad de Harvard, aseguran que se trata de una minireforma energética, pero permite que la paraestatal ya está en el camino correcto para una reforma más amplia y más ambiciosa en el futuro.
De todas las iniciativas, la menos optimista es avanzar en aguas profundas, dijo Duncan, porque no da a Pemex más flexibilidad en trabajar con empresas privadas nacionales y extranjeras en términos de ganar tecnologías, entonces no se ha avanzado mucho en este tema.
Margarita Palma Gutiérrez, El Economista, 27 de octubre.
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